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La producción de eritrocitos (eritropoyesis) tiene lugar en la médula ósea bajo el control de la hormona eritropoyetina (EPO). Las células yuxtaglomerulares del riñón producen eritropoyetina en respuesta a la disminución del aporte de oxígeno (como en la anemia o la hipoxia) o los mayores niveles de andrógenos. Además de la eritropoyetina, la eritropoyesis requiere suministros adecuados de sustratos, principalmente hierro, vitamina B12, ácido fólico y hemo.
La anemia (una disminución de la cantidad de eritrocitos, el contenido de hemoglobina [Hb] o del hematocrito [Hto]) puede deberse a la menor producción de eritrocitos (eritropoyesis), mayor destrucción de ellos, a hemorragia o a una combinación de estos factores. (Véase también Abordaje del paciente con anemia).
Al final de su ciclo vital normal (alrededor de 120 días), los eritrocitos son eliminados de la circulación. La hemólisis se define como la destrucción prematura y, por lo tanto, acorta la vida media de los eritrocitos (< 120 días). Se produce anemia cuando la producción en la médula ósea ya no puede compensar la reducción en la supervivencia de los eritrocitos; este trastorno se denomina anemia hemolítica descompensada. Si la médula ósea puede compensar, el trastorno se denomina anemia hemolítica compensada.
El sangrado anormal pude deberse a trastornos del sistema de la coagulación, de las plaquetas o de los vasos sanguíneos. Pueden ser hereditarios o adquiridos.
Los eosinófilos son granulocitos (glóbulos blancos que contienen gránulos en su citoplasma) derivados de las mismas células progenitoras que los monocitos-macrófagos, los neutrófilos y los basófilos. Son un componente del sistema inmunitario innato. Los eosinófilos tienen una variedad de funciones, incluyendo
Los adultos típicos pierden alrededor de 1 mg de hierro (Fe) por día en las células epidérmicas y las células gastrointestinales descamadas; las mujeres que menstrúan pierden en promedio un adicional de 0,5 a 1 mg por día con la menstruación. Esta pérdida de hierro es equilibrada por la absorción de una parte de los 10 a 20 mg de hierro en una dieta típica de los Estados Unidos. La absorción de hierro es regulada sobre la base de las reservas de hierro del organismo y por lo general está en equilibrio con las necesidades del cuerpo. Sin embargo, como no existe un mecanismo fisiológico para eliminar el hierro del cuerpo, el hierro absorbido en exceso de las necesidades corporales (o adquirido a través de transfusiones repetidas) se deposita en los tejidos.
La leucemia es una afección maligna que implica la producción excesiva de leucocitos inmaduros o anormales, lo que finalmente suprime la producción de células sanguíneas normales y produce síntomas relacionados con las citopenias.
Una leucopenia es una reducción del recuento de leucocitos circulantes a < 4.000/mcL (9/L). Por lo general, es la consecuencia de un menor número de neutrófilos circulantes, aunque también puede contribuir la disminución del número de linfocitos, monocitos, eosinófilos o basófilos. Por consiguiente, la función inmunitaria puede en general estar disminuida.
Las neoplasias mieloproliferativas son proliferaciones clonales de células madre de médula ósea, que pueden manifestarse con aumento del número de plaquetas, eritrocitos o leucocitos en la circulación, solos o combinados, y a veces con fibrosis en la médula ósea y hematopoyesis extramedular (producción celular fuera de la médula ósea). Sobre la base de estas anomalías, se clasifican como
Curar el cáncer requiere eliminar todas las células capaces de causar la recurrencia del cáncer en la vida de una persona. Las principales modalidades terapéuticas son
Las plaquetas son fragmentos circulantes de células que actúan en el sistema de la coagulación. La trombopoyetina ayuda a controlar el número de plaquetas circulantes mediante la estimulación de la médula ósea para producir megacariocitos, que a su vez desprenden las plaquetas de su citoplasma. La trombopoyetina se produce en el hígado a una velocidad constante y su nivel circulante está determinado por la cantidad que se une a las plaquetas circulantes y, posiblemente, a los megacariocitos de la médula ósea y por la velocidad de depuración de las plaquetas circulantes. Las plaquetas circulan durante 7-10 días. Siempre hay secuestro esplénico transitorio de alrededor de un tercio de ellas.
En las personas sanas hay un equilibrio homeostático entre las fuerzas procoagulantes (coagulación) y las fuerzas anticoagulantes y fibrinolíticas. Numerosos factores genéticos, adquiridos y ambientales pueden inclinar el equilibrio en favor de la coagulación, lo que causa la formación patológica de trombos en venas (p. ej., trombosis venosa profunda), arterias (p. ej., infarto de miocardio, accidente cerebrovascular isquémico) o cavidades cardíacas. Los trombos pueden obstruir el flujo sanguíneo en el lugar de formación o desprenderse y formar émbolos que obstruyen un vaso sanguíneo alejado (p. ej., embolia pulmonar, accidente cerebrovascular embólico).
Se ha producido una disminución gradual en las transfusiones en todo el mundo debido a los programas de manejo de sangre del paciente. La información más reciente muestra que el total de componentes transfundidos en 2019 fue de aproximadamente 15 millones ( 1), por debajo de los 16 millones de unidades de hemoderivados transfundidos en 2017 en los Estados Unidos ( 2). Si bien la transfusión es probablemente más segura que nunca, el riesgo (y la percepción del riesgo por parte del público) exige el consentimiento informado siempre que se realiza.
Muchas células tumorales producen antígenos, que pueden ser liberados al torrente sanguíneo o permanecer en la superficie celular. Cualquier molécula capaz de ser reconocida por el sistema inmunitario se considera un antígeno. Se han identificado antígenos en la mayoría de los cánceres humanos, como el linfoma de Burkitt, el neuroblastoma, el melanoma, el osteosarcoma, el carcinoma de células renales, el cáncer de mama, el cáncer de próstata, los carcinomas de pulmón y el cáncer de colon. Una función clave del sistema inmunitario es la detección de estos antígenos para permitir una acción posterior dirigida a su erradicación. Sin embargo, pese a su estructura extraña, la respuesta inmunitaria a los antígenos tumorales varía y a menudo es insuficiente para prevenir el crecimiento tumoral (véase también Respuesta del huésped a los tumores).