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La pérdida de visión suele considerarse aguda si evoluciona en minutos o un par de días. Puede afectar uno o ambos ojos y todo el campo visual o parte de él. Los pacientes que presentan pequeños defectos de campo visual (p. ej., causados por un pequeño desprendimiento de retina) pueden describir sus síntomas como visión borrosa.
Una catarata es una opacidad congénita o degenerativa del cristalino. El síntoma principal es una pérdida de visión progresiva e indolora. El diagnóstico se realiza mediante oftalmoscopia y examen con lámpara de hendidura. El tratamiento es la extracción quirúrgica y el implante de una lente intraocular.
La blefaritis es la inflamación de los bordes palpebrales, que puede ser aguda o crónica. Sus signos y síntomas incluyen prurito y ardor de los bordes palpebrales con enrojecimiento y edema. El diagnóstico se basa en la anamnesis y la exploración. La blefatitis ulcerativa aguda suele tratarse con antibióticos tópicos o antivirales sistémicos. La blefaritis no ulcerativa aguda se trata en ocasiones con corticoides tópicos. La enfermedad crónica se trata con lágrimas artificiales, compresas calientes y a veces con antibióticos por boca (p. ej., una tetraciclina o azitromicina) para la disfunción de las glándulas de Meibomio o con higiene palpebral y lágrimas artificiales para la blefaritis seborreica.
La conjuntiva recubre la parte posterior de los párpados (conjuntiva palpebral o tarsal), atraviesa el espacio entre el párpado y el globo ocular (conjuntiva fornicial) y luego se pliega sobre sí misma y se extiende sobre la esclerótica hasta la córnea (conjuntiva bulbar). La conjuntiva contribuye a la película lagrimal y protege el ojo de cuerpos extraños e infecciones.
Los síntomas que sugieren afectación corneana (p. ej., algo más que una conjuntivitis simple) consisten en afectación unilateral, dolor (sensación de presencia de un cuerpo extraño y dolorimiento, no solo una sensación como de tener arena en el ojo), sobre todo con la exposición a la luz (fotofobia), y disminución de la agudeza visual.
Los glaucomas son un grupo de trastornos oculares caracterizados por la lesión progresiva del nervio óptico de la cual una parte importante es el aumento relativo de la presión intraocular que puede conducir a una pérdida irreversible de la visión.
La irrigación ocular se usa para eliminar partículas y sustancias químicas dañinas de la conjuntiva y la córnea. La eversión del párpado se utiliza para exponer la conjuntiva palpebral superior y el fórnix, de modo que la partícula extraña se pueda identificar en estas áreas.
La vía óptica incluye la retina, el nervio óptico, el quiasma óptico, las radiaciones ópticas y la corteza occipital (véase figura Tracto visual superior). Las lesiones de la vía óptica causan diversos tipos de defectos campimétricos. El tipo de defecto campimétrico puede ayudar a localizar la lesión (véase tabla ).
La trombosis del seno cavernoso es una trombosis muy rara y habitualmente séptica del seno, causada por forúnculos nasales o una sinusitis bacteriana. Cursa con los siguientes signos y síntomas: dolor, exoftalmía, oftalmoplejía, pérdida visual, edema de papila y fiebre. El diagnóstico se confirma mediante TC o RM. El tratamiento consiste en antibióticos IV. Las complicaciones son comunes, y el pronóstico es reservado.
En el ojo emétrope (con refracción normal), los rayos luminosos que entran son enfocados sobre la retina por la córnea y el cristalino, creando una imagen nítida que se transmite al cerebro. El cristalino es elástico, sobre todo en jóvenes. Durante la acomodación, los músculos ciliares ajustan la forma del cristalino para obtener imágenes correctamente enfocadas. Los defectos de la refracción impiden al ojo enfocar con nitidez las imágenes sobre la retina, causando visión borrosa (véase figura Defectos de la refracción).
La degeneración macular asociada con la edad es la causa más frecuente de pérdida irreversible de la visión central en pacientes adultos mayores. Los hallazgos de la oftalmoscopia con dilatación son diagnósticos; las fotografías color, la angiografía con fluoresceína y la tomografía de coherencia óptica sirven para confirmar el diagnóstico y planificar el tratamiento. La terapia consiste en la administración de suplementos dietéticos, la inyección intravítrea de agentes antifactor de crecimiento endotelial vascular, la fotocoagulación con láser, la terapia fotodinámica y los dispositivos de baja visión.
La uveítis se define como la inflamación de la capa uveal (iris, cuerpo ciliar y coroides). Sin embargo, a menudo están afectados también la retina y el líquido dentro de la cámara anterior y el vítreo. Alrededor de la mitad de los casos son idiopáticos: las causas identificables incluyen traumatismo, infección y enfermedades sistémicas, muchas de las cuales son autoinmunitarias. Los síntomas incluyen deterioro de la visión, dolor, enrojecimiento, fotofobia y moscas volantes. Aunque la uveítis se identifica clínicamente, la determinación de la causa en general requiere pruebas de laboratorio. El tratamiento depende de la causa, aunque por lo general incluye corticoides tópicos o sistémicos con fármacos cicloplégicos-midriátricos. Los agentes inmunosupresores no esteroides pueden utilizarse en los casos graves y refractarios.