Meningitis bacteriana en niños mayores de 3 meses

PorGeoffrey A. Weinberg, MD, Golisano Children’s Hospital
Revisado/Modificado sep. 2021
Vista para pacientes

La meningitis bacteriana en los lactantes es una infección grave de las meninges y el espacio subaracnoideo. Los lactantes pueden presentar síntomas y signos inespecíficos (p. ej., letargo, irritabilidad, falta de apetito, fiebre o hipotermia). El diagnóstico se realiza mediante el análisis del líquido cefalorraquídeo. El tratamiento se realiza con antibióticos y, para algunos lactantes, dexametasona.

Para una revisión de la meningitis, véase Generalidades sobre meningitis. Para la meningitis bacteriana aguda en niños mayores y adultos, véase Meningitis bacteriana aguda, y en niños < 3 meses véase Meningitis bacteriana neonatal. Para la meningitis viral, incluso en lactantes y niños, véase Meningitis viral. (Véase también 1 y 2.)

Referencias generales

  1. 1. Weinberg GA, Stone RT: Bacterial infections of the nervous system. In Swaiman's Pediatric Neurology: Principles and Practice, 6th ed., edited by Swaiman KF, Ashwal S, Ferriero DM, Schor NF, Finkel RS, Gropman AL, Pearl PL, and Shevell MI. Philadelphia, Elsevier, 2018, pp. 883–894.

  2. 2. Committee on Infectious Diseases, American Academy of Pediatrics: Red Book: 2021–2024 Report of the Committee on Infectious Diseases, ed. 32, edited by Kimberlin DW, Barnett ED, Lynfield R, and Sawyer MH. Itasca, American Academy of Pediatrics, 2021.

Etiología de la meningitis bacteriana en lactantes

La etiología y la incidencia de la meningitis bacteriana están estrechamente relacionadas con la edad y el nivel de inmunización sistemática de los lactantes con la vacuna conjugada contra Haemophilus influenzae tipo b y la vacuna conjugada contra Streptococcus pneumoniae.

En los lactantes que no han recibido las vacunas de rutina, las causas más comunes de meningitis bacteriana incluyen

  • S. pneumoniae (muchos serotipos; particularmente en lactantes sin registro de inmunización con la vacuna conjugada por S. pneumoniae)

  • Neisseria meningitidis (especialmente el serogrupo B, pero ocasionalmente los grupos A, C, Y o W135)

  • H. influenzae tipo b (en particular en lactantes sin antecedentes de haber recibido vacuna conjugada contra H. influenzae tipo b)

Otras etiologías de la meningitis bacteriana en lactantes y niños > 3 meses se informaron, pero son muy raras. Listeria monocytogenes, Streptococcus agalactiae, y Escherichia coli causan enfermedad en los lactantes < 3 meses; rara vez son la etiología en los recién nacidos extremadamente prematuros que han sobrevivido hasta > 3 meses. La meningitis por Staphylococcus aureus puede ocurrir en lactantes que han experimentado un traumatismo o una cirugía neurológica.

Síntomas y signos de meningitis bacteriana en lactantes

Cuanto más pequeño es el paciente, menos específicos son los signos y los síntomas de la meningitis.

Las manifestaciones iniciales de la meningitis bacteriana pueden ser una enfermedad febril aguda con síntomas respiratorios o gastrointestinales, seguido más tarde por los signos de una enfermedad grave. Alrededor del 33 al 50% de los recién nacidos pueden tener un abombamiento de la fontanela anterior, pero solo rara vez tienen rigidez de nuca u otros signos meníngeos clásicos (p. ej., signo de Kernig o de Brudzinski) típicamente presentes en los niños mayores. En niños < 12 meses, la ausencia de rigidez de nuca no se debe utilizar para descartar una meningitis.

Perlas y errores

  • En niños < 12 meses, la ausencia de rigidez de nuca no se debe utilizar para descartar una meningitis. Sin embargo, si está presente, la rigidez de nuca no debe ignorarse.

A medida que progresa la meningitis bacteriana, los niños desarrollan manifestaciones del sistema nervioso central, a veces muy rápidamente. El grado de alteración del sistema nervioso central abarca desde irritabilidad hasta coma. Hasta el 15% de los niños con meningitis bacteriana están en estado de coma o semicoma en el momento de la hospitalización. Las convulsiones se asocian a veces con la meningitis bacteriana, pero en solo el 20% de los niños, en general aquellos que ya están tóxicos, obnubilados, o en estado de coma. Los lactantes que están alertas y parecen normales después de una convulsión breve, no focalizada con fiebre tienen pocas probabilidades de presentar meningitis bacteriana (véase también Convulsiones febriles).

El edema de papila es muy infrecuente en niños de cualquier edad con meningitis bacteriana. En presencia de edema de papila, se deben buscar otras causas; la meningitis bacteriana avanza tan rápidamente que por lo general hay tiempo suficiente para que el edema de papila se desarrolle.

Diagnóstico de la meningitis bacteriana en lactantes

  • Análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR)

En general, la punción lumbar debe hacerse cada vez que el diagnóstico de la meningitis está confirmado o se sospecha en un lactante.

Sin embargo, la punción lumbar se puede retrasar por las siguientes razones:

  • Compromiso cardiorrespiratoria clínicamente importante (con mayor frecuencia en los niños pequeños)

  • Signos de aumento significativo de la presión intracraneal, incluyendo cambios en la retina; respuestas pupilares alterados; hipertensión, bradicardia y depresión respiratoria (triada de Cushing) y signos neurológicos focales

  • Sospecha de lesión intracraneal, incluida la presencia de lesiones visibles, sobre todo en la cabeza, o antecedentes compatibles con una lesión no accidental

  • Infección del sitio de punción lumbar

  • Sospechas o antecedentes de trastornos de la coagulación (p. ej., hemofilia, trombocitopenia grave)

En estas circunstancias, se debe hacer hemocultivos y se deben administrar antibióticos empíricamente sin hacer la punción lumbar. En los casos de sospecha de aumento de la presión intracraneal, se deben hacer arreglos para efectuar un estudio de neuroimagen (p. ej., TC craneal con y sin captación de contraste, ecografía craneal) durante o inmediatamente después de la administración de antibióticos. Si los resultados del estudio de diagnóstico por imágenes sugieren que es seguro, la punción lumbar se puede realizar. Sin embargo, no es necesario solicitar una TC de forma rutinaria antes de la punción lumbar en niños pequeños con sospecha de meningitis; la herniación del encéfalo es inusual en niños pequeños con meningitis bacteriana, incluso a pesar de que todos los pacientes con meningitis tienen algún grado de aumento de la presión intracraneal.

El líquido cefalorraquídeo se envía para su análisis, por lo general recuento de células, proteínas, glucosa, tinción de Gram, cultivo, y, en algunos lactantes, pruebas de PCR (polymerase chain reaction) para enterovirus (p. ej., en los recién nacidos con meningitis durante los últimos meses de verano y otoño en los Estados Unidos) o el virus herpes simple o parechovirus. Al mismo tiempo, se extrae una muestra de sangre y se la envía para determinar la relación entre la concentración de glucosa en líquido cefalorraquídeo:sangre.

Los hallazgos típicos en el líquido cefalorraquídeo en la meningitis bacteriana típica incluyen

  • Recuento elevado de leucocitos (> 500/mcL [0,5 × 109/L] con frecuencia tan elevado como 10.000 leucocitos/mcL [10 × 109/L] con predominio de polimorfonucleares [> 80%])

  • Proteínas elevadas (> 100 mg/dL [1 gm/L])

  • Glucosa baja (< 40 mg/dL [2,2 mmol/L], a menudo < 10 mg/dL [0,56 mmol/L] e índice glucorraquia/glucemia típicamente < 0,33)

La tinción de Gram muestra a menudo los microorganismos en el líquido cefalorraquídeo en la meningitis bacteriana. Aunque los resultados pueden variar un poco, los lactantes con meningitis bacteriana muy rara vez tienen líquido cefalorraquídeo completamente normal en el examen.

En los lactantes también deben obtenerse dos series de hemocultivos (si es posible, como mínimo 1 serie de frascos con cultivos para microorganismos aerobios y anaerobios), electrolitos séricos, hemograma completo y recuento diferencial, además de análisis de orina y urocultivo.

Diagnósticos diferenciales

Los síntomas y signos de la meningitis bacteriana también pueden ser causados por otras infecciones del sistema nervioso central, incluyendo la meningitis viral (normalmente por enterovirus o, en lactantes pequeños, parecovirus), la infección por HSV neonatal (casi exclusivamente en el niño < 1 mes) y los abscesos encefálicos. Otras causas de las infecciones del sistema nervioso central que afectan a niños mayores y adultos (p. ej., neuroborreliosis de Lyme; meningitis micótica; meningitis tuberculosa; infección por Bartonella; meningitis química resultante del uso de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, trimetoprima/sulfametoxazol (TMP/SMX), o inmunoglobulina IV; cáncer) rara vez se producen en niños < 12 meses y deben ser distinguibles en base a la anamnesis, el examen físico y un examen del líquido cefalorraquídeo.

En estas otras causas de meningitis, los hallazgos en el líquido cefalorraquídeo incluyen con mayor frecuencia < 500 leucocitos/mcL (0,5 × 109/L) con < 50% de leucocitos polimorfonucleares, proteínas < 100 mg/dL (1 g/L), glucosa normal, y una tinción de Gram negativa para microorganismos.

Pronóstico de la meningitis bacteriana en lactantes

Entre los lactantes de más edad y los niños, la tasa de mortalidad de la meningitis bacteriana es de 5 a 10%, y la morbilidad neurológica (p. ej., pérdida de audición neurosensorial, retraso mental, espasticidad y paresia, trastornos convulsivos) se produce en el 15 al 25%. La sordera neurosensorial es más común después de la meningitis neumocócica.

En los lactantes mayores y los niños, las tasas de mortalidad varían de 3 a 5% cuando la causa es H. influenzae tipo b, 5 a 10% cuando la causa es N. meningitidis, y 10 a 20% cuando la causa es S. pneumoniae.

Tratamiento de la meningitis bacteriana en lactantes

  • Tratamiento antibiótico

Tan pronto como se diagnostica la meningitis bacteriana (confirmación o presunción), se debe asegurar una vía intravenosa y se deben administrar los medicamentos antibióticos apropiados (y, posiblemente, corticosteroides).

La terapia antimicrobiana empírica para lactantes > 3 meses se dirige a los patógenos comunes: neumococos, meningococos, y H. influenzae tipo b.

Un régimen típico de drogas incluye

  • Ceftriaxona o cefotaxima más

  • Vancomicina

Cefotaxima y ceftriaxona son extremadamente eficaces contra los organismos que causan la meningitis bacteriana generalmente en lactantes > 3 meses. La principal diferencia entre estos fármacos es que la ceftriaxona tiene una vida media mucho más larga en suero que la cefotaxima. La vancomicina se administra debido a que algunas cepas de neumococo en determinadas zonas no son susceptibles a las cefalosporinas de tercera generación. En las zonas (e instituciones) donde la mayoría de los neumococos son susceptibles a la penicilina, podría no ser necesaria vancomicina, particularmente si no se observan cocos grampositivos en la tinción de Gram del líquido cefalorraquídeo; decisión de continuar la vancomicina normalmente debe tomarse en consulta con un especialista en enfermedades infecciosas.

Una vez que se identifica el microorganismo infectante, se utilizan fármacos dirigidos más específicamente; por ejemplo, la vancomicina puede ya no ser necesaria.

Terapia antimicrobiana específica contra el microorganismo

Después de que se han iniciado los medicamentos antibióticos empíricos en forma inmediata, se utilizan los resultados de los cultivos del líquido cefalorraquídeo y/o el hemocultivo para seleccionar un fármaco más específico a la espera de la identificación el microorganismo y el antibiograma. (Véase tabla Terapia específica para la meningitis bacteriana en lactantes mayores de 3 meses una vez que se conocen los resultados de identificación y susceptibilidad y ver tabla Dosis recomendadas de fármacos antimicrobianos para lactantes y niños con meningitis bacteriana.)

Si se sospecha S. pneumoniae (p. ej., debido a cocos gram positivos en pares en una tinción de Gram del líquido cefalorraquídeo), la vancomicina empírica debe continuarse hasta que los resultados de las pruebas de sensibilidad estén disponibles. La vancomicina se suspende si la cepa aislada es susceptible a la penicilina o a una cefalosporina de tercera generación; si la cepa aislada no es susceptible, se continúa la vancomicina (y algunos médicos añaden rifampicina). Debido a que la dexametasona puede disminuir la penetrancia en el líquido cefalorraquídeo (y por lo tanto la eficacia) de la vancomicina, algunos expertos aconsejan no administrar dexametasona, o si se da, añadir rifampicina al mismo tiempo.

La enfermedad causada por N. meningitidis se trata de forma fiable con penicilina G o ampicilina en dosis altas, o alternativamente con una cefalosporina de tercera generación. Si se utiliza penicilina o ampicilina, a continuación se administra un curso de 2 días de rifampicina 2 veces al día para eliminar el estado de portador y prevenir la recaída (la rifampicina no es necesaria si una cefalosporina de tercera generación se utiliza para completar la terapia).

Si se sospecha o se confirma H. influenzae tipo b, la enfermedad puede ser tratada de forma fiable, ya sea con ceftriaxona o cefotaxima; ampicilina solo podrá utilizarse si se comprueba que la cepa aislada es susceptible. Si se utiliza terapia con ampicilina, se continúa con un curso de 4 días de rifampicina 1 vez al día para eliminar el estado de portador y prevenir la recaída (la rifampicina no es necesaria si se utiliza una cefalosporina de tercera generación para completar la terapia).

El tratamiento antibiótico específico para otros tipos de infecciones raras (p. ej., S. agalactiae, E. coli, L. monocytogenes, S. aureus) se debe seleccionar en interconsulta con un especialista en enfermedades infecciosas.

Tabla
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Corticosteroides para la meningitis bacteriana aguda

El uso de corticosteroides (p. ej., dexametasona) como tratamiento adyuvante en la meningitis bacteriana se ha estudiado durante décadas y continúa siendo controvertido. Los efectos beneficiosos de los corticosteroides en la reducción de la morbilidad neurológica parecen variar con la edad del paciente (niño o adulto), la etiología bacteriana específica, e incluso si el paciente vive en un país industrializado o en vías de desarrollo.

En la actualidad, la evidencia sugiere que la dexametasona reduce la discapacidad auditiva en los bebés y los niños que viven en países industrializados y que tienen meningitis bacteriana causada por H. influenzae tipo b. La eficacia de la dexametasona en la meningitis causada por otros microorganismos, no está probada, aunque algunos estudios en adultos de países industrializados con meningitis causadas por S. pneumoniae informan mejores resultados neurológicos y menor mortalidad. La dexametasona no parece beneficiar a los niños o adultos con meningitis bacterianas que viven en países en desarrollo, ni tampoco parece beneficiar a los recién nacidos con meningitis.

Por lo tanto, la dexametasona en dosis de 0,15 mg/kg IV debe administrarse antes de la terapia antimicrobiana, o dentro de la hora siguiente en niños > 6 sem con meningitis causada por H. influenzae tipo b. El medicamento se continúa cada 6 h durante 4 días en la meningitis por H. influenzae tipo b confirmada. Algunos expertos también recomiendan el uso de este mismo régimen de dexametasona en niños con meningitis neumocócica de > 6 semanas de edad.

Para una eficacia óptima, la dexametasona debe iniciarse en el momento del diagnóstico; esto no siempre es posible, a menos que la tinción de Gram del líquido o los factores epidemiológicos (p. ej., antecedentes de contactos de la enfermedad) puedan obtener un diagnóstico etiológico inmediato. En las regiones donde se administran en forma sistemática las vacunas conjugadas contra H. influenzae b y antineumocócica, la meningitis bacteriana causada por estos microorganismos es rara. Por estas razones, junto con la evidencia contradictoria sobre los beneficios de la terapia con dexametasona, muchos expertos en enfermedades infecciosas pediátricas ya no administran sistemáticamente corticosteroides a los lactantes con meningitis.

Prevención de la meningitis bacteriana en lactantes

La prevención de la meningitis bacteriana a veces implica vacunación y quimioprofilaxis.

Vacunación

Se recomienda para todos los niños a partir de los 2 meses una vacuna antineumocócica conjugada que es eficaz contra 13 serotipos, que incluyen > 90% de los serotipos neumocócicos que producen meningitis en los lactantes. Para más información, véase current Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP) pneumococcal vaccine recommendations y the Centers for Disease Control and Prevention's Child and Adolescent Immunization Schedule by Age.

Vacunación habitual contra H. vacuna conjugada contra H. influenzae de tipo b también es extremadamente eficaz y se comienza a la edad de 2 meses. Para obtener más información, véase current ACIP Haemophilus influenzae vaccine recommendations.

El ACIP recomienda que los lactantes > 6 semanas con riesgo elevado de enfermedad meningocócica reciban la vacuna antimeningocócica conjugada. Para los lactantes que no tienen alto riesgo, se recomienda la vacunación rutinaria antimeningocócica conjugada a los 11 o 12 años ( ver Cronogramas de vacunación infantil). Los lactantes de alto riesgo incluyen aquellos que

  • Tienen nfección por HIV

  • Tienen asplenia funcional o anatómica (incluidos pacientes con drepanocitosis)

  • Tienen deficiencias persistentes de los componentes de la vía del complemento

  • Uso de inhibidores del complemento (p. ej., eculizumab, ravulizumab)

  • Viaja o reside en una zona de alto riesgo (p. ej., África subsahariana, Arabia Saudita o durante el Hajj)

  • Exposición a un brote atribuible a un serogrupo de la vacuna

Existen dos vacunas contra el meningococo del serogrupo B aprobadas por la ACIP para el uso en niños ≥ 10 años con alto riesgo de enfermedad meningocócica del grupo B (las mismas categorías que el anterior); la vacunación sistemática contra el meningococo B aún no se indica. Para obtener más información, véase current ACIP meningococcal vaccine recommendations.

Quimioprofilaxis contra la meningitis

La quimioprofilaxis antimicrobiana es necesaria para

  • Meningitis por N. meningitidis: todos los contactos cercanos

  • Meningitis por H. influenzae: contactos cercanos selectos

Los contactos de los niños con meningitis causada por otras bacterias no requieren quimioprofilaxis.

Para la meningitis meningocócica, los contactos estrechos tienen un riesgo de infección que puede ser de 25 a 500 veces mayor que el de la población general. Los contactos cercanos se definen como

  • Miembros de la familia, en especial niños < 2 años

  • Contactos de la guardería de niños expuestos durante los 7 días pevios a la aparición de los síntomas

  • Cualquier persona expuesta directamente a las secreciones orales del paciente (p. ej., a través de besos, compartir cepillos de dientes o utensilios, respiración boca a boca, intubación endotraqueal, manejo del tubo endotraqueal) en los 7 días previos a la aparición de los síntomas

No todos los profesional de la salud que atendieron un lactante con meningitis se consideran un contacto cercano. El personal de salud debe recibir quimioprofilaxis solo si se manipularon sus vías respiratorias del paciente o estuvieron directamente expuestos a las secreciones respiratorias del paciente. La quimioprofilaxis se debe dar tan pronto como sea posible (idealmente dentro de las 24 h de la identificación del paciente índice); es probable que la quimioprofilaxis > 2 semanas después de la exposición tenga poco o ningún valor. Rifampicina, ceftriaxona y ciprofloxacina fármacos adecuados, dependiendo de la edad del contacto ( ver Quimioprofilaxis recomendada para los contactos* de alto riesgo de los niños con meningitis meningocócica o por Haemophilus influenzae tipo b). Para los niños pequeños, se prefiere la rifampicina oral o la ceftriaxona inyectable.

Para la meningitis por tipo b, el riesgo de infección en los contactos es menor que con la enfermedad meningocócica, pero puede ser sustancial en lactantes o deambuladores no vacunados que residen en la casa de un paciente índice. Además, los contactos domésticos pueden ser portadores asintomáticos de H. influenzae tipo b. Los contactos cercanos se definen más explícitamente que para la profilaxis antimeningocócica porque los cuidadores que pasan mucho tiempo en la casa, pero no viven allí, sin embargo, pueden haber sido colonizados por H. influenzae tipo b. Así, para este organismo, los contactos en el hogar se definen como los siguientes:

  • Las personas que viven con el paciente índice

  • Personas que hayan pasado ≥ 4 h con el paciente índice durante ≥ 5 de los 7 días previos a la hospitalización del paciente índice

Se recomienda entonces la quimioprofilaxis para cada miembro de una casa, como se acaba de definir, en caso de que los hogares además tengan

  • Al menos 1 contacto < 4 años que no está completamente inmunizado o no está inmunizado

  • Un niño < 12 meses que no ha completado la serie primaria de inmunizaciones con Hib conjugada

  • Niño inmunodeprimido (independientemente del estado de vacunación anterior)

La inmunización completa contra H. influenzae tipo b se define como la administración de al menos 1 dosis de la vacuna conjugada contra Hib a la edad ≥ 15 meses, o 2 dosis entre los 12 y los 14 meses, o la serie primaria de 2 o 3 dosis para niños < 12 meses con una dosis de refuerzo en ≥ 12 meses.

Además, si un establecimiento de educación preescolar o una guardería ha tenido ≥ 2 casos de enfermedad invasiva por Hib en 60 días entre sus miembros, muchos expertos recomiendan la quimioprofilaxis para todos los asistentes y el personal para eliminar la portación nasal asintomática independientemente del estado de vacunación.

Los contactos cercanos con mayor riesgo de infección secundaria son niños < 4 años que están incompletamente vacunados contra H. influenzae tipo b. La quimioprofilaxis se debe dar < 24 h después de la identificación del paciente índice; quimioprofilaxis administrada > 2 semanas después de la exposición es probable que tenga escaso o ningún valor. Se prefiere la rifampicina oral o la ceftriaxona inyectable, la ciprofloxacina es aceptable para los contactos de mayor edad ( ver Quimioprofilaxis recomendada para los contactos* de alto riesgo de los niños con meningitis meningocócica o por Haemophilus influenzae tipo b).

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Conceptos clave

  • Los bebés con meningitis bacteriana pueden primero se presentar síntomas y signos inespecíficos (p. ej., de enfermedades respiratorias o gastrointestinales), pero luego se descompensan rápidamente.

  • Las causas bacterianas más comunes de meningitis son Streptococcus pneumoniae, Neisseria meningitidis, y Haemophilus influenzae tipo b.

  • Si se sospecha meningitis, hacer una punción lumbar (salvo que exista una contraindicación) y administrar el tratamiento antibiótico empírico (y, posiblemente, dexametasona) tan pronto como sea posible.

  • La terapia antibiótica empírica en los recién nacidos > 3 meses se realiza con cefotaxima o ceftriaxona más vancomicina.

  • Proporcionar quimioprofilaxis antimicrobiana para seleccionar contactos de pacientes con meningitis por N. meningitidis o H. influenzae

Más información

Los siguientes son algunos recursos en inglés que pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no es responsable por el contenido de estos recursos.

  1. Advisory Committee for Immunization Practices (ACIP): Current pneumococcal vaccine recommendations

  2. ACIP: Current meningococcal vaccine recommendations

  3. ACIP: Current Haemophilus influenzae vaccine recommendations

  4. Centers for Disease Control and Prevention (CDC): Child and adolescent immunization schedule for ages 18 years or younger, United States, 2021

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