La anemia es un trastorno en el que la cantidad de glóbulos rojos (eritrocitos) en la sangre es demasiado baja.
La anemia puede ser causada por una rápida descomposición de glóbulos rojos, una gran pérdida de sangre o porque la médula ósea no produce suficientes eritrocitos.
Si los glóbulos rojos se descomponen con una rapidez excesiva puede aparecer anemia y los niveles de bilirrubina (un pigmento amarillo que se produce durante la descomposición normal de los glóbulos rojos) aumentan, de manera que la piel y el blanco del ojo del recién nacido se vuelven amarillos (ictericia).
Si se pierde muy rápidamente una gran cantidad de sangre, el recién nacido puede enfermar gravemente y entrar en choque (shock), tener un aspecto pálido, frecuencia cardíaca acelerada e hipotensión arterial; además, respira de forma rápida y superficial.
Si la pérdida de sangre es menos grave, o tiene lugar de forma gradual, el recién nacido puede parecer sano excepto por la palidez.
El tratamiento requiere administración de líquidos por vía intravenosa, seguida de transfusión de sangre o exanguinotransfusión.
Contienen hemoglobina, la proteína que confiere a la sangre su color rojo característico y que le permite transportar oxígeno desde los pulmones hacia todos los tejidos del organismo. Las células utilizan oxígeno para ayudar a producir a partir de los alimentos la energía que el cuerpo necesita, dejando el dióxido de carbono como producto de desecho. Los glóbulos rojos transportan el dióxido de carbono desde los tejidos hacia los pulmones. Cuando el número de glóbulos rojos es demasiado bajo, la sangre transporta menos oxígeno y aparecen fatiga y debilidad (véase también Introducción a la anemia en adultos.)
y contiene células especializadas que producen células sanguíneas. Normalmente, la médula ósea produce muy pocos glóbulos rojos nuevos entre el nacimiento y las 3 o 4 semanas de edad, lo que causa un lento descenso en el número de glóbulos rojos (denominado anemia fisiológica) durante los 2 o 3 primeros meses de vida.
Muchos recién nacidos prematuros (nacidos antes de las 37 semanas de embarazo) presentan un mayor descenso en el número de glóbulos rojos. Esta afección se denomina anemia de la prematuridad. La anemia de la prematuridad afecta con más frecuencia a los niños cuya edad gestacional (tiempo de permanencia en el útero después de la fecundación del óvulo) es inferior a 32 semanas y los niños que han pasado muchos días en el hospital.
Puede producirse una anemia más grave cuando
Los glóbulos rojos se degradan demasiado rápidamente (un proceso denominado hemolisis).
Después del nacimiento se extrae mucha sangre para realizar análisis de sangre.
Se pierde demasiada sangre durante los trabajos de parto o el parto.
La médula ósea no produce suficientes glóbulos rojos.
Pueden ocurrir varios de estos procesos a la vez.
Degradación rápida de los glóbulos rojos (hemólisis)
La descomposición grave de glóbulos rojos provoca anemia y niveles elevados de bilirrubina (hiperbilirrubinemia).
La enfermedad hemolítica del recién nacido es una afección que puede causar una rápida destrucción de los glóbulos rojos del recién nacido por parte de los anticuerpos procedentes de la sangre de la madre,
que también se destruyen rápidamente si el recién nacido sufre una anomalía hereditaria de los eritrocitos. Un ejemplo es la esferocitosis hereditaria, en la cual los glóbulos rojos se ven al microscopio como pequeñas esferas.
Otro ejemplo ocurre en los bebés a los que les falta una enzima de los glóbulos rojos denomidada glucosa-6-fosfato-deshidrogenasa (carencia de G6PD). En estos niños, la exposición de la madre y el feto a determinados fármacos usados durante el embarazo (como tintes de anilina, fármacos sulfamidas y otros muchos) provoca una rápida descomposición de los glóbulos rojos (eritrocitos).
Las hemoglobinopatías también pueden producir hemólisis. Las hemoglobinopatías son trastornos genéticos que afectan a la estructura o a la producción de hemoglobina, una proteína situada en el interior de los glóbulos rojos y que les permite transportar oxígeno desde los pulmones hacia todas las partes del organismo. La talasemia es un ejemplo de una hemoglobinopatía que rara vez puede causar problemas en los recién nacidos.
Las infecciones adquiridas antes, durante o después del nacimiento, como la toxoplasmosis, la rubéola, la infección por el citomegalovirus, la infección por el virus herpes simple o la sífilis, también pueden destruir los glóbulos rojos (eritrocitos) con rapidez.
Pérdida de sangre
Otra causa de anemia es la pérdida de sangre. La pérdida de sangre en un recién nacido puede producirse de varias formas. Por ejemplo, se pierde sangre si hay un gran movimiento de la sangre del feto a través de la placenta (el órgano que conecta el feto al útero y le suministra nutrición) y hacia el sistema circulatorio de la madre (lo que se denomina transfusión feto-madre). La sangre también puede perderse si queda atrapada demasiada sangre en la placenta en el momento del alumbramiento, lo que puede suceder cuando el recién nacido se mantiene sobre el abdomen de la madre durante demasiado tiempo antes de cortar el cordón umbilical.
Las transfusiones de gemelo a gemelo, en las que la sangre fluye de un feto al otro, pueden producir anemia en uno de los gemelos y demasiada sangre (policitemia) en el otro.
La placenta puede separarse del útero antes del parto (desprendimiento de placenta) o puede adherirse en el lugar equivocado (placenta previa), causando pérdida de sangre en la mujer embarazada. La pérdida de sangre puede provocar anemia en el feto o en el recién nacido porque pasa menos oxígeno de la madre al feto.
La pérdida de sangre se puede producir cuando se le realizan al feto determinados procedimientos invasivos para detectar trastornos genéticos y cromosómicos. Los procedimientos invasivos son aquellos que requieren la inserción de un instrumento en el cuerpo de la madre. Estos procedimientos son: amniocentesis, biopsia de vellosidades coriónicas y toma de muestras de sangre umbilical.
A veces, la pérdida de sangre ocurre cuando el recién nacido se lesiona durante el parto. Por ejemplo, la rotura del hígado o del bazo durante el parto puede causar hemorragia interna. En muy pocos casos, la hemorragia se puede producir bajo el cuero cabelludo del recién nacido cuando se emplean ventosa o fórceps durante el parto.
La pérdida de sangre también puede ocurrir en recién nacidos que sufren una carencia de vitamina K. La vitamina K es una sustancia que ayuda al organismo a formar coágulos sanguíneos y contribuye a controlar la hemorragia. La carencia de vitamina K puede causar la enfermedad hemorrágica del recién nacido, que se caracteriza por una tendencia a sangrar. Los recién nacidos normalmente tienen bajos niveles de vitamina K al nacer. Para prevenir la hemorragia, a los recién nacidos se les administra una inyección de vitamina K al nacer.
El sangrado interno que conduce a la anemia puede ocurrir en bebés que nacen con un trastorno hemorrágico hereditario grave, como la hemofilia, especialmente con un parto difícil.
La extracción frecuente de sangre del recién nacido, especialmente de un recién nacido prematuro, también puede contribuir a la anemia.
Reducción de la producción de glóbulos rojos
Antes del nacimiento, la médula ósea del feto puede ser incapaz de producir un número suficiente de glóbulos rojos nuevos. Este defecto muy poco frecuente puede dar lugar a anemia grave. Ejemplos de esta falta de producción incluyen trastornos genéticos poco frecuentes como el síndrome de Fanconi y la anemia de Diamond-Blackfan.
Después del nacimiento, algunas infecciones (como infección por citomegalovirus, sífilis y infección por el virus de la inmunodeficiencia humana [VIH]) pueden también impedir que la médula ósea produzca suficientes glóbulos rojos.
Rara vez, los recién nacidos también pueden carecer de ciertos nutrientes, como hierro, folato (ácido fólico) y vitamina E, que puede causar anemia porque la médula ósea es incapaz de producir glóbulos rojos.
Síntomas de la anemia en el recién nacido
La mayoría de los bebés con anemia leve o moderada no presentan síntomas. La anemia moderada puede provocar apatía (letargo) o mala alimentación.
Complicaciones de la anemia en los recién nacidos
Los recién nacidos que han perdido rápidamente una gran cantidad de sangre durante el parto pueden entrar en estado de choque (shock), tener un aspecto pálido, frecuencia cardíaca acelerada e hipotensión arterial; además, pueden respirar de forma rápida y superficial.
Cuando la anemia es la consecuencia de una rápida degradación de glóbulos rojos (eritrocitos), existe también un aumento de producción de bilirrubina y la piel y el blanco del ojo del recién nacido pueden adquirir un color amarillo (ictericia).
Diagnóstico de anemia en el recién nacido
Antes del nacimiento, ecografía prenatal
Después del nacimiento, síntomas y análisis de sangre
Antes del nacimiento, los médicos pueden indicar una ecografía prenatal y a veces pueden detectar signos de anemia en el feto.
Después del nacimiento, el diagnóstico de anemia se basa en los síntomas y se confirma con pruebas realizadas sobre una muestra de sangre del recién nacido. Además, en algunos estados de los Estados Unidos, los recién nacidos son examinados de forma sistemática para detectar algunas de las causas de anemia, como la carencia de G6PD.
Tratamiento de la anemia en el recién nacido
Para la anemia causada por la pérdida rápida de sangre, fluidos por vena y una transfusión de sangre
Para la anemia causada por enfermedad hemolítica, el tratamiento varía
A veces, suplementos férricos
En la mayoría de los bebés prematuros sanos, la anemia es leve y no requiere tratamiento.
Los recién nacidos que han perdido rápidamente grandes cantidades de sangre, a menudo durante las contracciones y en el parto, se tratan con líquidos administrados por vena (intravenosos) seguidos de una transfusión sanguínea.
Una anemia muy grave causada por una enfermedad hemolítica también puede requerir una transfusión sanguínea, pero la anemia se trata de forma habitual mediante una exanguinotransfusión, que reduce el nivel de bilirrubina al tiempo que aumenta el número de glóbulos rojos (eritrocitos). En una exanguinotransfusión, se extrae gradualmente una pequeña cantidad de sangre del recién nacido y se reemplaza con volúmenes equivalentes de sangre fresca de donante.
A algunos niños se les administran complementos de hierro líquido para ayudarles a aumentar de forma más rápida el recuento de glóbulos rojos.
Los recién nacidos que sufren ictericia pueden tratarse con fototerapia o "luces bili", que ayudan a reducir el nivel de bilirrubina.