Debilidad

PorMark Freedman, MD, MSc, University of Ottawa
Revisado/Modificado oct. 2023
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Datos clave

La debilidad se refiere a la pérdida de la fuerza muscular. Es decir, la persona afectada no puede mover un músculo normalmente a pesar de intentarlo con todas sus fuerzas. Sin embargo, el término a menudo se utiliza de forma incorrecta. Muchas pesonas con fuerza muscular normal dicen que se sienten débiles cuando el problema es la fatiga o cuando su movilidad está limitada debido a dolor o rigidez de las articulaciones.

La debilidad muscular puede ser un síntoma de una disfunción neurológica.

Para que una persona pueda mover un músculo de forma intencionada (lo que se denomina contracción muscular voluntaria), el cerebro debe generar una señal que viaja siguiendo una vía desde el

  • Cerebro

  • A través de las células nerviosas del tronco del encéfalo y de la médula espinal

  • A través de los nervios desde la médula espinal hasta los músculos (los denominados nervios periféricos)

  • Y a través de la conexión entre los nervios y los músculos (llamada unión neuromuscular)

Además, la cantidad de tejido muscular debe ser normal, y el tejido debe ser capaz de contraerse en respuesta a la señal nerviosa. Por lo tanto, la verdadera debilidad se produce solo cuando una o más partes de esta vía, cerebro, médula espinal, nervios, músculos, o las conexiones entre ellos, está dañada o enferma.

Usar el cerebro para mover un músculo

Mover un músculo por lo general implica la comunicación entre el músculo y el cerebro a través de los nervios. El ímpetu para mover un músculo puede originarse en el cerebro, como cuando una persona decide conscientemente mover un músculo, por ejemplo, para levantar un libro.

O el impulso de mover un músculo tiene su origen en los sentidos. Por ejemplo, las terminaciones nerviosas especiales de la piel (receptores sensoriales) permiten sentir el dolor o un cambio de temperatura. Esta información sensorial se envía al cerebro y este envía un mensaje al músculo para saber cómo responder. En este tipo de intercambio intervienen dos vías nerviosas complejas:

  • La vía nerviosa sensorial hacia el encéfalo

  • La vía nerviosa motora hacia el músculo

  1. Si los receptores sensoriales de la piel detectan dolor o un cambio de temperatura transmiten un impulso (señal) que llega al cerebro.

  2. El impulso viaja a lo largo de un nervio sensorial hasta la médula espinal.

  3. Cruza la sinapsis (unión entre dos células nerviosas) entre el nervio sensorial y una neurona de la médula espinal.

  4. El impulso va desde la neurona de la médula espinal hasta el lado opuesto de la médula espinal.

  5. El impulso asciende por la médula espinal y a través del tronco del encéfalo hasta el tálamo, que es un centro de procesamiento de la información sensorial ubicado en las profundidades del encéfalo.

  6. El impulso cruza una sinapsis en el tálamo hacia las fibras nerviosas, que llevan el impulso de la corteza sensorial cerebral (el área que recibe e interpreta la información desde los receptores sensoriales).

  7. La corteza sensorial percibe el impulso. Entonces se inicia el movimiento, lo que desencadena que la corteza motora (el área que planea, controla y ejecuta los movimientos voluntarios) genere un impulso.

  8. El nervio que lleva el impulso cruza hasta el lado opuesto de la base del cerebro.

  9. El impulso se envía a la médula espinal.

  10. El impulso cruza la sinapsis entre las fibras nerviosas de la médula espinal y un nervio motor que se encuentra en la médula espinal.

  11. El impulso se desplaza hacia el exterior de la médula espinal a lo largo del nervio motor.

  12. En la unión neuromuscular (el lugar donde los nervios se conectan con los músculos), el impulso cruza desde el nervio motor hasta los receptores situados sobre la placa motora terminal del músculo, donde el impulso estimula al músculo para que se mueva.

Si la sensación se produce de repente y es grave (como sucede al pisar una piedra afilada o al tomar una taza de café muy caliente), el impulso puede viajar a la médula espinal y directamente de vuelta al nervio motor, sin pasar por el cerebro. El resultado es una respuesta rápida de un músculo, al retirarse inmediatamente de lo que sea que esté causando el dolor. Esta respuesta se denomina reflejo vertebral.

La debilidad puede aparecer de forma brusca o de manera gradual. La debilidad puede afectar a todos los músculos del cuerpo (debilidad generalizada) o solo a una parte. Por ejemplo, dependiendo de donde se localice la lesión de la médula espinal, se puede producir debilidad únicamente en las piernas.

Los síntomas dependen de cuáles son los músculos afectados. Por ejemplo, cuando la debilidad afecta a los músculos del tórax, la persona afectada puede tener dificultad para respirar. Cuando la debilidad afecta a los músculos que controlan los ojos, el sujeto puede tener visión doble.

La debilidad muscular completa causa parálisis. Se pueden tener otros síntomas dependiendo de la causa de la debilidad. Esta suele ir acompañada de alteraciones de la sensibilidad, como hormigueo, una sensación de pinchazos y entumecimiento.

Causas de la debilidad

Dado que una alteración funcional en la misma zona de la vía de señalización provoca síntomas similares independientemente de la causa, muchos de los trastornos que ocasionan debilidad muscular se agrupan generalmente en función de la zona de la vía nerviosa sobre la que actúan (véase la tabla Algunas causas y características de la debilidad muscular). Es decir, las causas se agrupan en aquellas que afectan al cerebro, a la médula espinal, a los nervios periféricos, a los músculos o a las conexiones entre los nervios y los músculos. Sin embargo, algunos trastornos afectan a más de una zona.

Causas frecuentes

Las causas varían en función de si la debilidad es generalizada o solo afecta a músculos específicos.

Las causas más frecuentes de la debilidad generalizada son las siguientes

  • Disminución de la aptitud física general (lo que se denomina desacondicionamiento), que puede ser el resultado de una enfermedad y/o una disminución de las reservas físicas (fragilidad), como la masa muscular, la densidad ósea, y la reserva cardíaca y respiratoria, sobre todo en las personas de edad avanzada

  • Pérdida de tejido muscular (atrofia) debida a largos periodos de inactividad o reposo en cama, como ocurre en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)

  • Lesión nerviosa debida a una enfermedad o a un traumatismo grave, como quemaduras profundas o extensas

  • Ciertas enfermedades que afectan a los músculos, como las ocasionadas por concentraciones bajas de potasio (hipopotasemia), el consumo excesivo de alcohol o el uso de corticoesteroides

  • Fármacos utilizados para paralizar los músculos, por ejemplo, para que el paciente no se mueva durante la cirugía o mientras está conectado a un respirador

Las causas más frecuentes de la debilidad en los músculos específicos son las siguientes

Causas menos frecuentes

Muchas otras enfermedades a veces causan debilidad (véase la tabla Algunas causas y características de la debilidad muscular). Por ejemplo, las alteraciones de los electrólitos (como un bajo nivel de magnesio o de calcio) pueden causar debilidad que a veces es intermitente, así como calambres musculares y espasmos.

En las personas con un trastorno convulsivo se puede debilitar un lado del cuerpo después de una convulsión (llamada parálisis de Todd). La debilidad suele disminuir al cabo de varias horas.

Una concentración baja de azúcar en sangre (hipoglucemia) también puede causar debilidad, que se resuelve cuando se trata la hipoglucemia.

Fatiga

En muchos casos se manifiesta debilidad cuando el problema es en realidad la fatiga. Las causas comunes de fatiga son: una enfermedad grave, cáncer, infección crónica (como la infección por VIH, hepatitis o mononucleosis), insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal, insuficiencia hepática, anemia, síndrome de fatiga crónica, fibromialgia y trastornos del estado de ánimo (como la depresión).

La esclerosis múltiple puede causar fatiga que aumenta con la exposición al calor y a la humedad.

Evaluación de la debilidad

En primer lugar, el médico trata de determinar si el paciente está débil o simplemente cansado. Si el paciente está debilitado, el médico determina si la debilidad es lo suficientemente grave o está empeorando con la suficiente rapidez como para poner en riesgo su vida. Los médicos también intentan identificar la causa.

Signos de alarma

En los pacientes con debilidad, los siguientes síntomas son motivo de preocupación:

  • Debilidad que se convierte en intensa al cabo de pocos días o menos

  • Dificultad respiratoria

  • Dificultad para levantar la cabeza mientras el paciente está acostado

  • Dificultad para masticar, hablar o tragar

  • Pérdida de la capacidad de caminar

Cuándo acudir al médico

Las personas que tienen algún signo de alarma deben acudir a un servicio de urgencias de inmediato. Es fundamental la atención médica inmediata porque cuando la debilidad se acompaña de algún signo de alarma puede empeorar rápidamente y causar discapacidad permanente o incluso la muerte.

Si la persona presenta síntomas que sugieren un accidente cerebrovascular (véase la tabla Algunas causas y características de la debilidad muscular), se debe buscar atención médica de inmediato porque el tratamiento en una fase temprana puede ayudar a limitar la pérdida de la funcionalidad y la sensibilidad.

Aquellos que no tienen signos de alarma deben llamar a su médico. El médico puede decidir la rapidez con que necesitan ser vistos en función de sus síntomas y otros trastornos que tengan.

Si la debilidad empeora gradualmente (en meses a años), la persona afectada debe discutir el problema con su médico en su próxima visita.

Actuación del médico

En primer lugar, el médico pregunta acerca de los síntomas del paciente y su historial médico. A continuación, realiza una exploración física. Los antecedentes clínicos y la exploración física a menudo sugieren la causa del trastorno y las pruebas que pueden ser necesarias (véase la tabla Algunas causas y características de la debilidad muscular).

El médico solicita al paciente que describa con detalle lo que está percibiendo como debilidad. El médico pregunta

  • Cuándo comenzó la debilidad

  • Si comenzó de forma repentina o de manera gradual

  • Si es constante o está empeorando

  • A qué músculos afecta

  • Si afecta, y en qué grado, a la capacidad para realizar ciertas actividades, como respirar, cepillarse los dientes o peinarse, hablar, tragar, levantarse de una silla, subir escaleras y caminar

  • Si tiene otros síntomas que podrían indicar una disfunción del sistema nervioso, como problemas del habla o de la visión, pérdida de la sensibilidad o de la memoria, o convulsiones

  • Si alguna actividad o condición (como el calor o el uso repetitivo de un músculo) empeora la debilidad

Lo que parece ser una debilidad súbita es a veces debilidad progresiva, aunque la persona afectada no se percata hasta que ya no puede hacer algo, como caminar o anudarse los zapatos.

Basándose en la descripción de la debilidad, el médico a menudo puede identificar las causas más probables, como son:

  • Un trastorno muscular: debilidad que comienza en las caderas y en los muslos o en los hombros (es decir, el sujeto tiene dificultad para ponerse de pie o levantar sus brazos por encima de la cabeza) sin deterioro de la sensibilidad

  • Un trastorno del nervio periférico: la debilidad comienza en los pies y en las manos (es decir, el paciente tiene dificultad para levantar una taza, escribir o para subir un bordillo) y, además, existe pérdida de sensibilidad

El médico también pregunta sobre otros síntomas, lo que puede sugerir una o varias posibles causas. Por ejemplo, si una persona con dolor lumbar y antecedentes de cáncer refiere debilidad en una pierna, la causa puede ser que el tumor se ha extendido y ejerce presión sobre la médula espinal.

Los médicos preguntan sobre las enfermedades que aumentan el riesgo de trastornos que causan debilidad. Por ejemplo, preguntan a la persona afectada si sufre hipertensión arterial o ateroesclerosis (que aumentan el riesgo de accidente cerebrovascular) o si ha viajado a una zona donde la enfermedad de Lyme es frecuente.

También preguntan por la existencia de síntomas que sugieren fatiga o cualquier otro problema, más que una verdadera debilidad muscular. La fatiga suele causar síntomas más generales que la verdadera debilidad muscular y la fatiga no sigue un patrón determinado. Es decir, está presente todo el tiempo y afecta a todo el cuerpo. La persona afectada por debilidad muscular verdadera a menudo refiere que tiene dificultad para realizar tareas específicas, y la debilidad sigue un determinado patrón (por ejemplo, empeora después de caminar).

El médico también pide información sobre trastornos recientes o actuales que habitualmente causan fatiga, como cualquier enfermedad grave reciente o un trastorno del estado de ánimo (como la depresión).

Los médicos preguntan sobre el consumo pasado y actual de medicamentos, alcohol y drogas ilícitas.

Es útil saber si algún familiar del paciente ha sufrido síntomas similares para determinar si la causa es hereditaria.

Durante la exploración el médico se centra en el sistema nervioso (evaluación neurológica) y en el examen muscular.

El médico observa cómo camina la persona. El modo de caminar puede indicar cuál es el trastorno que provoca los síntomas o su ubicación. Por ejemplo, si la persona arrastra una pierna al caminar o no balancea tanto un brazo como el otro cuando camina, o ambos signos a la vez, sus síntomas pueden estar causados por un accidente cerebrovascular. El médico también busca otros signos que indican que el sistema nervioso no está funcionando bien, como una pérdida de coordinación o de sensibilidad.

Se estudian los nervios (pares) craneales (que conectan el encéfalo con los ojos, los oídos, la cara y otras partes del cuerpo) comprobando, por ejemplo, los movimientos oculares, la capacidad de hablar con claridad y la capacidad de rotar la cabeza (véase la tabla Exploración de los pares craneales).

Se comprueba el volumen muscular y la presencia de movimientos anormales no intencionados (como espasmos involuntarios y temblores). El médico observa si los músculos se mueven con suavidad y si presentan algún tipo de resistencia involuntaria al movimiento (esto se detecta al tratar de mover un músculo tras pedir al paciente que se relaje).

Se valoran los reflejos. Los reflejos son respuestas automáticas a un estímulo. Por ejemplo, se comprueba el reflejo rotuliano golpeando suavemente el tendón situado por debajo de la rótula con un martillo de goma. En condiciones normales, la rodilla se extiende de forma involuntaria. Esta evaluación ayuda al médico a identificar qué parte del sistema nervioso esté probablemente afectada:

  • El cerebro o la médula espinal: si los reflejos son muy fáciles de obtener y son muy fuertes

  • Los nervios: si los reflejos son difíciles de obtener y son lentos o están ausentes

La fuerza muscular se comprueba pidiendo al paciente que empuje o tire para vencer una resistencia, que realice maniobras que requieran fuerza, como caminar sobre los talones o de puntillas, o levantarse de una silla.

Se realiza una exploración física general para buscar otros síntomas que puedan sugerir una posible causa, como dificultad respiratoria (posiblemente causada por un trastorno cardíaco o pulmonar).

En general, si los antecedentes clínicos y la exploración física no detectan alteraciones concretas que sugieran que la causa se localiza en el cerebro, la médula espinal, los nervios, o que se trate de un trastorno muscular, es probable que la causa sea la fatiga.

Tabla

Pruebas complementarias

Si la persona presenta debilidad generalizada intensa o que progresa rápidamente o cualquier dificultad respiratoria, el médico realiza en primer lugar unas pruebas para valorar la fuerza de los músculos respiratorios (pruebas de funcionalidad pulmonar). Los resultados de estas pruebas le ayudan a estimar el riesgo de que se produzca una alteración funcional grave y súbita de los pulmones (insuficiencia respiratoria aguda).

Se realizan otras pruebas en función de dónde considere el médico que se localiza el problema:

  • Trastorno del cerebro: resonancia magnética nuclear (RMN) del cerebro o, si no es posible, tomografía computarizada (TC)

  • Trastorno de la médula espinal: RMN de la columna vertebral o, si no es posible, una tomografía computarizada con contraste para ver la médula (mielo-TC) y, a veces, una punción lumbar

  • Trastorno de los nervios periféricos (incluyendo polineuropatías) o un trastorno de la unión neuromuscular: electromiografía y estudios de conducción nerviosa

  • Trastorno muscular (miopatía): electromiografía, generalmente estudios de conducción nerviosa y, posiblemente, RMN, determinación de enzimas musculares, biopsia muscular y/o pruebas genéticas.

En ocasiones, la RMN no está disponible o no se puede hacer, por ejemplo, en aquellas personas que tienen un marcapasos, tienen implantado otro dispositivo metálico o restos metálicos (como metralla) en su cuerpo. En estos casos, se sustituye por otra prueba complementaria.

En la mielo-TC se realiza una tomografía computarizada después de introducir una aguja en la columna lumbar para inyectar un medio de contraste radiopaco (que se puede visualizar en las radiografías) en el líquido que rodea la médula espinal.

En la electromiografía, se inserta una pequeña aguja en un músculo para registrar su actividad eléctrica, tanto en reposo como cuando este se contrae.

Los estudios de conducción nerviosa utilizan electrodos cutáneos o pequeñas agujas para estimular un nervio. A continuación se mide la rapidez con la que el nervio transmite las señales nerviosas.

Si el paciente no tiene síntomas, además de la debilidad y no se detectan anomalías durante la exploración, los resultados de las pruebas son generalmente normales. Sin embargo, a veces se realizan algunos análisis de sangre, como

  • Un hemograma completo

  • Medición de los niveles de electrólitos (como potasio, calcio y magnesio), de azúcar (glucosa), y de la hormona estimulante del tiroides

  • Velocidad de sedimentación globular (VSG), que puede detectar inflamación

A veces se realizan análisis de sangre para evaluar la función renal y hepática y detectar el virus de la hepatitis.

Tratamiento de la debilidad

Si se identifica la causa, se trata si es posible. Si la debilidad comenzó repentinamente y causa dificultad para respirar, puede ser necesario un respirador.

La fisioterapia y la terapia ocupacional pueden ayudar a la persona afectada a adaptarse a la debilidad permanente y compensar la pérdida de la función. La fisioterapia puede ayudar a mantenerse y, a veces, a recuperar fuerzas.

Aspectos esenciales para las personas mayores: debilidad

Conforme se envejece, la cantidad de tejido muscular y la fuerza de los músculos tienden a disminuir. Estos cambios ocurren en parte porque las personas de edad avanzada pueden ser menos activas, pero también porque disminuye la producción de hormonas que estimulan el desarrollo muscular. Por lo tanto, para las personas de edad avanzada, el reposo en cama durante una enfermedad puede tener un efecto devastador. En comparación con las personas más jóvenes, las personas de edad avanzada parten de un menor tejido muscular y fuerza al comienzo de la enfermedad y pierden tejido muscular más rápidamente durante la enfermedad.

Los fármacos son otra causa común de debilidad porque toman más medicamentos y son más susceptibles a los efectos secundarios de los mismos (como daño muscular y problemas neurológicos).

Al evaluar a personas de edad avanzada con debilidad, el médico también se centra en los trastornos que no causan debilidad pero interfieren con el equilibrio, la coordinación, la visión o la movilidad, o que ocasionan que la movilidad sea dolorosa (como la artrosis). Las personas de edad avanzada pueden describir de forma errónea los efectos de estos trastornos como debilidad.

Con independencia de cuál sea la causa de la debilidad, la fisioterapia por lo general puede ayudar a las personas mayores a mejorar su funcionalidad.

Conceptos clave

  • Muchos pacientes de forma equivocada refieren que se sienten débiles cuando en realidad quieren decir que están cansados o que sus movimientos están limitados debido a dolor y/o rigidez.

  • La verdadera debilidad muscular se produce solo cuando alguna parte de la vía necesaria para que se produzca el movimiento muscular voluntario (desde el cerebro hasta los músculos) no funciona de forma adecuada.

  • Si la debilidad se agrava en pocos días o incluso en menos, o si se tiene algún signo de alarma asociado a la debilidad, se debe consultar con un médico de forma inmediata.

  • A menudo, el médico puede determinar si el problema es una verdadera debilidad muscular y puede identificar la causa basándose en el patrón de síntomas y los resultados de la exploración física.

  • La fisioterapia suele ser útil para conservar la fuerza, independientemente de cuál sea la causa de la debilidad.

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