Generalidades sobre los trastornos psiquiátricos en niños y adolescentes

PorJosephine Elia, MD, Sidney Kimmel Medical College of Thomas Jefferson University
Revisado/Modificado may. 2023
Vista para pacientes

Aunque a veces se asume que la infancia y la adolescencia son etapas de felicidad libre de preocupaciones, hasta el 20% de los niños y los adolescentes tiene un trastorno psiquiátrico diagnosticable que causa malestar y compromiso funcional (1). Con el aumento de la edad, se eleva la prevalencia de trastornos psiquiátricos. En total, se informa que alrededor del 27,9% de los adolescentes estadounidenses de 13 a 17 años cumplen los criterios para 2 o más trastornos (2). Estudios que siguen a los niños desde el nacimiento hasta la edad adulta indican que la mayoría de los trastornos de salud mental del adulto comienzan en la primera infancia y la adolescencia (3, 4). Se ha informado que los genes asociados con trastornos psiquiátricos muestran alta expresión a lo largo de la vida, en el feto a partir del segundo trimestre y con impacto en los procesos del desarrollo neurológico, lo que puede explicar las edades tempranas de inicio (5). La mayoría de estos trastronos pueden considerarse una exageración o distorsiones de conductas y emociones normales.

Al igual que los adultos, los niños y adolescentes tienen distintos temperamentos. Algunos son tímidos y retraídos; otros son socialmente eufóricos. Algunos son metódicos y precavidos; otros, impulsivos y descuidados. Lo que determina si un niño se comporta como un niño típico o presenta un trastorno psiquiátrico es la presencia de alteraciones y el grado de angustia relacionado con los síntomas. Por ejemplo, una niña de 12 años puede estar atemorizada por la perspectiva de presentar el informe de un libro delante de sus compañeros. Este temor se consideraría un trastorno de ansiedad social si fuera lo suficientemente intenso para causar angustia y evitación significativas.

Hay mucha superposición entre los síntomas de muchos trastornos y las conductas y las emociones de niños normales. Por consiguiente, muchas estrategias útiles para manejar problemas conductuales en los niños también pueden aplicarse en aquellos que tienen trastornos psiquiátricos. Además, el tratamiento apropiado de los problemas conductuales de la infancia puede disminuir el riesgo de que los niños con temperamentos vulnerables evolucionen a un trastorno clínico. Además, el tratamiento eficaz de algunos trastornos (p. ej., ansiedad) durante la infancia puede reducir el riesgo de trastornos del estado de ánimo en el futuro.

Los trastornos psiquiátricos más comunes de la infancia y la adolescencia caen dentro de las siguientes categorías:

La esquizofrenia y los trastornos psicóticos relacionados son mucho menos frecuentes.

La catatonia pediátrica es más común que la esquizofrenia infantil. Puede representar un trastorno psiquiátrico, pero a menudo ocurre en afecciones médicas (p. ej., infecciones, trastornos metabólicos, afecciones autoinmunitarias) y con frecuencia los pediatras no lo identifican (6).

Sin embargo, con más frecuencia que no, los niños y adolescentes presentan síntomas y problemas que atraviesan límites diagnósticos. Por ejemplo, > 25% de los niños con TDAH también tienen un trastorno de ansiedad, y el 25% cumple con los criterios para un trastorno del estado de ánimo.

Los trastornos del neurodesarrollo afectan tanto la salud mental como el desarrollo general de los niños. Algunos de estos trastornos incluyen

Referencias generales

  1. 1. Merikangas KR, He JP, Burstein M, et al: Lifetime prevalence of mental disorders in US adolescents: Results from the National Comorbidity Study – Adolescent Supplement (NCS-A). J Am Acad Child Adolesc Psychiatry 49(10):980-989, 2010.

  2. 2. Kessler RC, Avenevoli S, McLaughlin KA, et al: Lifetime comorbidity of DSM-IV disorders in the National Comorbidity Survey – Replication Adolescent Supplement (NCS-A). Psychol Med 42(9)1997-2010, 2012.

  3. 3. Dalsgaard S, Thorsteinsson E, Trabjerg BB, et al: Incidence rates and cumulative incidences of the full spectrum of diagnosed mental disorders in childhood and adolescence. JAMA Psychiatry, 77(2):155-164, 2020. doi: 10.1001/jamapsychiatry.2019.3523

  4. 4. Caspi A, Houts RM, Ambler A, et al: Longitudinal assessment of mental health disorders and comorbidities across 4 decades among participants in the Dunedin birth cohort study. JAMA Netw Open 3(4):e203221, 2020.

  5. 5. Lee PH, Anttila V, Won H, et al: Genome-wide meta-analysis identifies genomic relationships, novel loci, and pleiotropic mechanisms across eight psychiatric disorders. Cell2019. doi.org/10.1101/528117

  6. 6. Dhossche DM, Wachtel LE: Catatonia is hidden in plain sight among different pediatric disorders: A review article. Pediatr Neurol 43(5):307-315, 2010. doi: 10.1016/j.pediatrneurol.2010.07.001

Evaluación

La evaluación de las síntomas psiquiátricos en niños y adolescentes varía con respecto a la de los adultos de maneras importantes:

  • El contexto evolutivo es de crucial importancia en los niños. Los comportamientos que son normales a una edad temprana pueden indicar un trastorno psiquiátrico grave si están presentes a una edad avanzada.

  • Los niños viven en el contexto de un sistema familiar, y ese sistema ejerce un profundo efecto sobre sus síntomas y sus conductas; niños normales que viven en una familia perturbada por violencia doméstica y abuso de sustancias pueden parecer afectados por uno o más trastornos mentales si se realiza una valoración superficial.

  • Los niños también conviven con factores estresantes ambientales (p. ej., COVID-19 pandemias, conflictos militares). La interrupción resultante de las rutinas críticas y el aislamiento de la familia extendida, compañeros, maestros y grupos culturales y religiosos tienen un impacto significativo, en especial en los grupos más vulnerables (1).

  • A menudo, los niños no cuentan con la sofisticación cognitiva ni lingüística necesaria para describir con precisión sus síntomas. Por lo tanto, el médico debe basarse mucho en la observación directa, corroborada por observaciones de otras personas, como padres y maestros.

En muchos casos, los problemas del desarrollo y conductuales (p. ej., escaso progreso académico, retrasos en la adquisición del lenguaje, déficits de aptitudes sociales) son difíciles de distinguir de aquellos debidos a un trastorno psiquiátrico. En estos casos, los estudios de desarrollo y neuropsicológicos formales deben formar parte del proceso de evaluación.

Debido a estos factores, la evaluación de niños con un trastorno psiquiátrico suele ser más compleja que la de adultos. Sin embargo, la mayoría de los casos no son graves y pueden ser manejados en forma competente por un profesional de atención primaria adecuadamente capacitado. En cambio, lo mejor es manejar los casos dudosos o graves en colaboración con un psiquiatra de niños y adolescentes.

Referencia de la evaluación

  1. 1. Centers for Disease Control and Prevention: Mental Health: Stress and Coping:: Helping children cope. Actualización del 23 de septiembre de 2022. Accedido el 5 de enero de 2023.

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