COVID-19

(Infección por SARS-CoV-2)

PorBrenda L. Tesini, MD, University of Rochester School of Medicine and Dentistry
Revisado/Modificado jul 2024
Vista para pacientes

COVID-19 es una enfermedad respiratoria causada por un coronavirus SARS-CoV-2. La infección puede ser asintomática o se pueden presentar síntomas que van desde síntomas leves de las vías respiratorias superiores hasta insuficiencia respiratoria aguda y muerte. COVID-19 puede comprometer múltiples sistemas de órganos (p. ej., cardíaco, renal, neurológico, coagulación). La prevención se realiza mediante la vacunación y las precauciones para el control de la infección (p. ej., barbijos, lavado de manos, distanciamiento social, aislamiento de individuos infectados). El diagnóstico se realiza mediante pruebas de antígeno o PCR (reacción en cadena de lad polimerasa) de las secreciones de las vías aéreas superiores o inferiores. El tratamiento consiste en medidas sintomáticas, antivirales o corticosteroides.

La COVID-19 se reportó por primera vez a fines de 2019 en Wuhan, China, y fue declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en marzo de 2020. Es causada por SARS-CoV-2, un coronavirus descubierto en 2019. La infección por SARS-CoV-2 causa un espectro de gravedad de la enfermedad, desde enfermedad asintomática hasta insuficiencia respiratoria asintomática aguda y muerte. Los factores de riesgo para la enfermedad grave incluyen la edad avanzada, el inmunocompromiso, las comorbilidades (p. ej., diabetes, enfermedad renal crónica) y el embarazo. Se ha demostrado que las vacunas son algo eficaces para prevenir la transmisión y muy eficaces para prevenir la enfermedad grave y la mortalidad.

Para obtener información actualizada sobre el número de casos y muertes, véase Centers for Disease Control and Prevention (CDC): COVID Data Tracker (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades [CDC por sus siglas en inglés]: Seguimiento de datos sobre la COVID) y el WHO Coronavirus (COVID-19) Dashboard (Panel de la OMS sobre el coronavirus [COVID-19]).

Transmisión de COVID-19

El SARS-CoV-2 se transmite mediante el contacto estrecho entre personas, principalmente a través de las gotitas respiratorias que se producen cuando una persona infectada tose, estornuda, canta, practica ejercicio o habla. La propagación se produce a través de gotas respiratorias de gran tamaño que pueden recorrer distancias cortas y aterrizar directamente en las superficies mucosas o a través de pequeños aerosoles de partículas respiratorias que pueden permanecer en el aire durante varias horas y recorrer distancias más largas (aproximadamente 2 metros) antes de ser inhaladas. La diseminación del virus también puede ocurrir a través del contacto con superficies contaminadas (fómites) por secreciones respiratorias, si una persona toca una superficie contaminada y luego toca una membrana mucosa de la cara (ojos, nariz, boca).

El SARS-CoV-2 se transmite fácilmente entre las personas. El riesgo de transmisión está directamente relacionado con la cantidad de virus a la que está expuesta una persona. En general, cuanto más estrecha y prolongada es la interacción con una persona infectada, mayor es el riesgo de transmisión del virus. Tanto los pacientes asintomáticos como los sintomáticos pueden transmitir el virus, lo que dificulta el control de la diseminación. Una persona sintomática es más contagiosa durante los días previos y posteriores a la aparición de los síntomas, momento en el cual la carga viral en las secreciones respiratorias es mayor.

Factores como la distancia a la que se encuentra una persona infectada, el número de personas infectadas en la habitación, la duración del tiempo de contacto con personas infectadas, el volumen de aire, la actividad generadora de aerosoles (p. ej., cantar, gritar o hacer ejercicio), la ventilación y la dirección y la velocidad del flujo de aire pueden contribuir a este riesgo.

Las variantes genéticas del SARS-CoV-2 emergen a medida que evoluciona. Las variantes con máximo potencial de transmisibilidad, la enfermedad más grave, fracasos en la detección diagnóstica, o la menor respuesta a los tratamientos y/o a las vacunas disponibles se registran como Variantes de preocupación y se refieren comúnmente por su etiqueta en el alfabeto griego designada por la OMS o su número de linaje Pango. Una mutación genética que confiere una ventaja de aptitud física, es decir, una mayor transmisibilidad, puede reemplazar rápidamente las variantes que circulaban previamente. La progresión de las variantes dominantes en los Estados Unidos y gran parte del mundo incluye Alpha, Beta, Delta y Omicron. La variante Omicron ha predominado en todo el mundo desde marzo de 2022, con las subvariantes de Omicron más nuevas y más transmisibles reemplazando a la Omicron original. Véase también CDC: Variants & Genomic Surveillance.

Las situaciones con riesgo elevado de transmisión incluyen centros de congregación de personas (p. ej., residencias geriátricas u otros centros de atención a largo plazo, residencias de estudiantes, prisiones, barcos) así como ambientes abarrotados y poco ventilados, como servicios religiosos realizados en lugares cerrados, gimnasios, bares, clubes nocturnos, restaurantes sin terraza e instalaciones de envasado de carne. Estas situaciones se caracterizan por una alta densidad de población en la que es difícil mantener la distancia y las precauciones de ventilación. Los residentes de las residencias geriátricas también están en alto riesgo de enfermedad grave debido a la edad y los trastornos médicos subyacentes. Grandes eventos en espacios cerrados o eventos privados como reuniones o fiestas de casamiento también se han asociado con altas tasas de transmisión. Estos llamados eventos o situaciones de hiperdiseminación podrían deberse a una combinación de factores biológicos, ambientales y conductuales.

Los determinantes sociales de la salud (condiciones en los lugares donde las personas nacen, viven, aprenden, trabajan y juegan) afectan una amplia gama de riesgos y resultados para la salud, como la exposición a la infección por SARS-CoV-2, COVID-19 grave y muerte, así como acceso a pruebas, vacunación y tratamiento. En Estados Unidos, las tasas de casos, hospitalización y mortalidad por COVID-19 fueron más elevadas en algunos grupos minoritarios raciales y étnicos, como las personas de ascendencia africana, hispana o latina, india americana y nativas de Alaska, pero se han vuelto similares en todos los grupos étnicos y grupos minoritarios desde abril de 2024 (CDC: COVID Data Tracker [Centros para el control y la prevención de enfermedades, CDC por sus siglas en inglés: Seguimiento de datos sobre la COVID]).

En las personas infectadas con COVID-19, se recomiendan medidas de aislamiento y precaución en un intento de limitar la propagación de la infección por SARS-CoV-2. (Véase también CDC: Preventing Spread of Respiratory Viruses When You’re Sick.) En las personas expuestas a COVID-19, se recomiendan precauciones para ayudar a reducir el riesgo de propagación del virus. (Véase también CDC: Preventing Respiratory Viruses.)

Signos y síntomas del COVID-19

La gravedad y la constelación de síntomas en las personas con COVID-19 son variables. Algunas personas presentan pocos síntomas o ninguno, mientras que otras enferman gravemente y mueren. Los síntomas incluyen

  • Fiebre

  • Tos

  • Odinofagia

  • Congestión o secreción nasal

  • Falta de aliento o dificultad respiratoria (disnea)

  • Escalofríos o temblores repetidos con escalofríos

  • Nueva pérdida del olfato o del gusto

  • Cansancio

  • Dolor muscular

  • Cefalea

  • Náuseas o vómitos

  • Diarrea

El período de incubación (es decir, el tiempo transcurrido desde la exposición hasta el inicio de los síntomas) varía de 2 a 10 días, con una mediana estimada de sólo 2 a 4 días para la variante Ómicron (1). Muchas personas infectadas no tienen síntomas o presentan enfermedad leve; la probabilidad de esto varía según la variante del SARS-CoV-2 y el riesgo de enfermedad grave de la persona, incluido el estado de inmunización contra COVID.

La enfermedad grave se caracteriza por disnea, hipoxia y compromiso pulmonar extenso en las imágenes. Este cuadro puede derivar en insuficiencia respiratoria que requiere ventilación mecánica, choque, fallo multiorgánico y muerte.

Factores de riesgo para enfermedad grave

El riesgo de enfermedad grave y muerte en los casos de COVID-19 aumenta en personas mayores de 65 años, que fuman o fumaron cigarrillos previamente, y con otros trastornos médicos graves, como

  • Cáncer

  • Enfermedad crónica del corazón, los pulmones, los riñones o el hígado

  • Fibrosis quística

  • Diabetes

  • Antecedentes de accidente cerebrovascular o enfermedad cerebrovascular

  • Condiciones de inmunocompromiso

  • Infección por HIV

  • Tuberculosis

  • Anemia drepanocítica

  • Talasemia

  • Demencia

  • Obesidad

  • Embarazo (hasta 42 días después del embarazo)

  • Algunos tipos de discapacidad

  • Trastornos por uso de sustancias

  • Inactividad física

  • Algunos trastornos de salud mental como depresión y esquizofrenia

((Véase también CDC: COVID-19: People with Certain Medical Conditions.)

La vacunación reduce drásticamente el riesgo de enfermedad grave para todos los grupos de edad; las tasas de vacunación más bajas en los grupos más jóvenes han cambiado la edad demográfica de los pacientes hospitalizados (véase CDC: COVID Data Tracker [Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC: Seguimiento de datos sobre la COVID]). Las personas vacunadas contra COVID-19 pueden ser asintomáticas o tener menos síntomas y síntomas menos graves que se resuelven a un ritmo mucho más rápido en comparación con las personas no vacunadas.

Complicaciones

Entre las complicaciones graves se cuentan, además de la enfermedad respiratoria que puede derivar en síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) y la muerte, las siguientes:

Se ha observado un síndrome inflamatorio postinfeccioso denominado síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MIS-C, por sus siglas en inglés) como una complicación muy poco frecuente de la infección por SARS-CoV-2. Tiene características similares a la enfermedad de Kawasaki o al síndrome de choque tóxico. Los niños con MIS-C (Síndrome Inflamatorio Multisistémico C) suelen presentar fiebre, taquicardia, signos de inflamación sistémica y compromiso multisistémico (p. ej., cardíaco, gastrointestinal, renal) entre 2 y 6 meses después de una infección por SARS-CoV-2 generalmente leve o incluso asintomática. Los casos que cumplen los criterios siguientes deben comunicarse a los departamentos de salud locales, estatales o territoriales como sospecha de MIS-C (Síndrome Inflamatorio Multisistémico C): individuos < 21 años con fiebre > 24 horas, pruebas de laboratorio de inflamación, signos de compromiso multisistémico grave (≥ 2 órganos) que requieren hospitalización y asociación de laboratorio o epidemiológica con infección reciente por SARS-CoV-2 (2). La vacunación parece proteger eficazmente contra la aparición de MIS-C (Síndrome Inflamatorio Multisistémico C) (2). El MIS-C se ha vuelto menos prevalente desde el comienzo de la pandemia, probablemente debido a las vacunas y la inmunidad después de la infección previa por SARS-CoV-2. También se ha informado de un síndrome inflamatorio multisistémico similar en adultos jóvenes y de mediana edad (MIS-A) (3).

Resolución de los síntomas

En la mayoría de los pacientes, los síntomas se resuelven en una semana aproximadamente. Sin embargo, algunos pacientes comienzan con síntomas leves, luego se deterioran clínicamente al cabo de una semana, evolucionando a enfermedad grave que incluye SDRA (síndrome de dificultad respiratoria aguda del adulto). La enfermedad prolongada parece ser más común en aquellos pacientes con enfermedad grave, pero incluso los pacientes con enfermedad leve pueden presentar síntomas persistentes, como disnea, tos y malestar general, que dura semanas o incluso meses. Las pruebas de PCR viral en pacientes pueden permanecer positivas durante al menos 3 meses, con independencia de los síntomas. Sin embargo, incluso los pacientes con síntomas persistentes por lo general no se consideran infecciosos, ya que rara vez e incluso en ningún caso es posible cultivar el virus en las vías respiratorias superiores de los pacientes una vez transcurridos 10 días de la enfermedad.

La COVID-19 también puede estar asociada con secuelas a largo plazo después de la enfermedad aguda (4) y los síntomas de las afecciones posteriores a la COVID-19 pueden persistir durante meses. Esto último ha recibido muchos nombres, como COVID persistente, COVID de larga duración y síndrome o enfermedad pos-aguda por COVID-19, y según algunos estudios realizados en Estados Unidos se estima que afecta al 25 a 50% de todos los pacientes. Con frecuencia se refiere fatiga, debilidad, dolor, mialgias, disnea y disfunción cognitiva y puede asociarse con una peor calidad de vida (5). Los factores de riesgo para la presencia de secuelas a largo plazo pueden consistir en presentación más grave de la enfermedad, edad avanzada, sexo femenino y enfermedad pulmonar preexistente. Se ha establecido una definición internacional de caso para ayudar al establecimiento del diagnóstico y a la investigación adicional de esta enfermedad (6).

Referencias de los signos y síntomas

  1. 1. Jansen L, Tegomoh B, Lange K, et al: Investigation of a SARS-CoV-2 B.1.1.529 (Omicron) variant cluster - Nebraska, November-December 2021. MMWR Morb Mortal Wkly Rep 70(5152):1782-2784, 2021. doi: 10.15585/mmwr.mm705152e3

  2. 2. Centers for Disease Control and Prevention: Case Definitions and Reporting, MIS-C Case Definition. Accedido el junio de 2024.

  3. 3. Morris SB, Schwartz NG, Patel P, et al: Case series of multisystem inflammatory syndrome in adults associated with SARS-CoV-2 infection — United Kingdom and United States, March–August 2020. MMWR 69:1450–1456, 2020. doi: 10.15585/mmwr.mm6940e1

  4. 4. Nalbandian A, Sehgal K, Gupta A, et al: Post-acute COVID-19 syndrome. Nat Med 27(4):601-615, 2021. doi: 10.1038/s41591-021-01283-z

  5. 5. Han JH, Womack KN, Tenforde MW, et al: Associations between persistent symptoms after mild COVID-19 and long-term health status, quality of life, and psychological distress. Influenza Other Respir Viruses 16(4):680-689, 2022. doi:10.1111/irv.12980

  6. 6. Soriano JB, Murthy S, Marshall JC, et al: A clinical case definition of post-COVID-19 condition by a Delphi consensus. Lancet Infect Dis 22(4):e102-e107, 2022. doi: 10.1016/S1473-3099(21)00703-9

Diagnóstico del COVID-19

  • Reacción en cadena de la polimerasa con transcripción reversa en tiempo real (RT-PCR, por sus siglas en inglés) u otras pruebas de amplificación de ácidos nucleicos (NAAT, por sus siglas en inglés) de las secreciones respiratorias inferiores y del suero

  • Prueba de antígenos de las secreciones respiratorias inferiores

Las pruebas diagnósticas para la COVID-19 están disponibles a través de laboratorios y de puntos de diagnóstico públicos y también se pueden hacer en el hogar. Hay dos tipos principales de pruebas de diagnóstico del COVID-19: reacción en cadena de la polimerasa-transcriptasa en tiempo real (RT-PCR) (u otra prueba de amplificación de ácidos nucleicos [NAAT]) y pruebas de antígeno. La elección del tipo de prueba diagnóstica y su interpretación deben estar influidas por la probabilidad de que la persona tenga COVID-19 sobre la base de la prevalencia de SARS-CoV-2 en la población y la presencia de síntomas, signos o contactos cercanos de COVID-19 con un caso conocido de COVID-19 (véase CDC: COVID-19: Overview of Testing for SARS-CoV-2, the virus that causes COVID-19).

RT-PCR tiene la mayor sensibilidad y especificidad analítica y es la prueba de diagnóstico de referencia para COVID-19. Otras plataformas NAAT suelen ser ligeramente menos sensibles que la RT-PCR con especificidad equivalente (véase CDC: COVID-19: Nucleic Acid Amplification Tests). Sin embargo, las pruebas de PCR viral positivas no siempre indican una infección activa. Pueden detectar fragmentos de ácido nucleico virales no viables y pueden permanecer positivas durante al menos 3 meses después del diagnóstico inicial, independientemente de los síntomas.

Las pruebas de antígeno en el centro de atención y en el domicilio pueden proporcionar resultados rápidos (véase CDC: Guidance for Antigen Testing for SARS-CoV-2 for Healthcare Providers Testing Individuals in the Community). Esta última puede ser una medida importante para identificar casos asintomáticos e interrumpir la transmisión del SARS-CoV-2. Las pruebas de detección de antígeno realizadas en el punto de atención o domiciliarias son menos sensibles que las pruebas de amplificación de ácidos nucleicos, en particular al inicio de la infección, cuando la carga viral puede ser menor. La sensibilidad de estas pruebas en comparación con las pruebas de PCR varía según el fabricante y la evolución de la infección, con intervalos informados de 40 a 90% (1-4). Por lo tanto, puede ser necesario confirmar algunos resultados de las pruebas de antígenos (p. ej., una prueba con resultado negativo en una persona con síntomas) con una RT-PCR u otra prueba de amplificación de ácidos nucleicos (NAAT, por sus siglas en inglés). Muchos kits de detección de antígenos también recomiendan repetir la prueba de forma sistemática a lo largo de varios días para aumentar la probabilidad de detección de infección (véase también FDA: At-Home COVID-19 Antigen Tests-Take Steps to Reduce Your Risk of False Negative Results). Algunas pruebas pueden no detectar la variante Omicron u otras variantes nuevas (véase FDA: SARS-CoV-2 Viral Mutations: Impact on COVID-19 Tests). Las pruebas de antígeno tienen menos probabilidades de permanecer positivas después de la resolución de la infección, ya que solo detectan cargas virales más altas. Sin embargo, otros factores además de la carga viral pueden influir sobre la infectividad; por lo tanto, los resultados de las pruebas de antígeno no se correlacionan necesariamente con la infecciosidad.

Las muestras aceptables para las pruebas diagnósticas de la COVID-19 son las nasofaríngeas, las orofaríngeas, el turbinado medio nasal, las de fosas nasales anteriores y las de saliva. Consulte las instrucciones para la aceptación de muestras por parte del laboratorio o las instrucciones contenidas en el kit de autodiagnóstico, porque no todas las plataformas de prueba y laboratorios pueden analizar todos los tipos de muestras. Estas muestras pueden ser recogidas por un profesional de la salud o por cuenta propia, con la excepción de las muestras nasofaríngeas, que solo deben ser recogidas por un profesional de la salud debidamente entrenado y acreditado.

Para las muestras nasofaríngeas y orofaríngeas, utilizar solo hisopos de fibra sintética con varillas de plástico o de alambre. No utilizar hisopos de alginato de calcio o hisopos con varillas de madera, ya que pueden contener sustancias que inactivan algunos virus e inhiben las pruebas de PCR. Los hisopos deben colocarse inmediatamente en el tubo de transporte provisto. Mantener un control adecuado de la infección al recoger muestras.

Por razones de bioseguridad, las instituciones y los laboratorios locales no deben intentar aislar el virus en cultivo celular.

Las pruebas serológicas, o de anticuerpos, no deben utilizarse para diagnosticar la enfermedad aguda por COVID-19, porque en la mayoría de los casos los anticuerpos se pueden detectar únicamente cuando han transcurrido entre 1 y 3 semanas desde del inicio de los síntomas. Existen pruebas de anticuerpos cuyo objetivo es el antígeno de la nucleocápside del SARS-CoV-2, al antígeno espiga y al dominio de unión al receptor del antígeno espiga. Se recomiendan las pruebas que detectan anticuerpos contra la proteína de la nucleocápside para evaluar la evidencia de infección previa en personas vacunadas, ya que ese antígeno no está incluido en la vacuna. Existen ensayos cuantitativos y semicuantitativos de anticuerpos, pero en la actualidad no existe un correlato aceptado con la inmunidad, y no se recomiendan pruebas para determinar la respuesta inmunitaria a la vacunación o la infección (véase Infectious Disease Society of America (IDSA): Guidelines on the Diagnosis of COVID-19: Serologic Testing, Executive Summary).

Evaluación de pacientes sintomáticos

Los hallazgos rutinarios de laboratorio en los casos con enfermedad más grave incluyen linfopenia, así como hallazgos menos específicos de concentraciones elevadas de aminotransaminasa (ALT, AST), concentraciones elevadas de lactato deshidrogenasa (LDH), dímero D, ferritina y marcadores inflamatorios elevados, como la proteína c-reactiva.

Los pacientes con disnea, hipoxia en la oximetría domiciliaria, u otros síntomas preocupantes deben ser derivados para una evaluación médica presencial, que incluya la medición de la saturación de oxígeno, y deben ser controlados para detectar signos de deterioro clínico.

Los hallazgos en las imágenes de tórax pueden ser normales en la enfermedad leve y aumentar con la gravedad creciente de la enfermedad. Los hallazgos característicos son compatibles con neumonía viral e incluyen opacidades en vidrio esmerilado y consolidación en radiografía de tórax o TC de tórax. Las imágenes de tórax no se recomiendan como herramienta de detección sistemática para la COVID-19.

Referencias del diagnóstico

  1. 1. Drain PK: Rapid diagnostic testing for SARS-CoV-2. N Engl J Med 386(3):264-272, 2022. doi: 10.1056/NEJMcp2117115

  2. 2. Ford L, Lee C, Pray IW, et al: Epidemiologic characteristics associated with severe acute respiratory syndrome coronavirus 2 (SARS-CoV-2) antigen-based test results, real-time reverse transcription polymerase chain reaction (rRT-PCR) cycle threshold values, subgenomic RNA, and viral culture results from university testing. Clin Infect Dis 73(6):e1348-e1355, 2021. doi: 10.1093/cid/ciab303

  3. 3. Wu S, Archuleta S, Lim SM, et al: Serial antigen rapid testing in staff of a large acute hospital. Lancet Infect Dis 22(1):14-15, 2022. doi: 10.1016/S1473-3099(21)00723-4

  4. 4. Dinnes J, Sharma P, Berhane S: Rapid, point-of-care antigen tests for diagnosis of SARS-CoV-2 infection. Cochrane Database Sys Rev July 22, 2022. doi: 10.1002/14651858.CD013705.pub3/full

Tratamiento del COVID-19

  • Tratamiento de sostén

  • A veces, para la enfermedad leve a moderada con alto riesgo de enfermedad grave: nirmatrelvir/ritonavir en combinación; remdesivir (curso corto); molnupiravir

  • Para la enfermedad grave: remdesivir; dexametasona; inmunomoduladores

El tratamiento de la COVID-19 depende de la gravedad de la enfermedad y de la probabilidad de que el paciente desarrolle una enfermedad grave. Las pautas terapéuticas están evolucionando a medida que surgen nuevos datos (véase Infectious Diseases Society of America (IDSA) Guidelines on the Treatment and Management of Patients with COVID-19 y World Health Organization (WHO): COVID-19 Treatments).

Las definiciones de gravedad de la IDSA (siglas de Infectious Diseases Society of America [Asociación estadounidense para las enfermedades infecciosas]) para los tratamientos dirigidos son las siguientes:

  • COVID-19 leve a moderado (SpO2 > 94% con aire ambiente y sin necesidad de oxígeno suplementario) con factores de riesgo para la progresión a enfermedad grave, hospitalización o muerte

  • COVID-19 grave pero no crítico (SpO2 < 94% con aire ambiente o que necesita oxígeno suplementario de bajo flujo)

  • COVID-19 grave que requiere oxígeno de alto flujo o ventilación no invasiva

  • COVID-19 crítica que requiere ventilación mecánica u oxigenación por membrana extracorpórea (OMEC)

En la toma de decisiones terapéuticas debe considerarse la eficacia de determinados fármacos antivirales y anticuerpos monoclonales contra las variantes de circulación local (véase Open Data Portal: Database of in vitro therapeutic activity against SARS-CoV-2 variants). Las opciones de tratamiento se enumeran en orden de preferencia según los datos disponibles en la actualidad y las variantes circulantes de SARS-CoV-2. La elección del tratamiento debe basarse en la disponibilidad del fármaco, la infraestructura para administrar el fármaco y los factores específicos del paciente, que incluyen la duración de los síntomas, las posibles interacciones farmacológicas y la insuficiencia hepática y renal. No hay datos sobre tratamientos combinados con las terapias actualmente disponibles; por lo tanto, solo debe administrarse un fármaco anti-SARS-CoV-2.

Tratamiento temprano para pacientes con COVID-19 de leve a moderada que corren un riesgo elevado de progresión a enfermedad grave

Estos tratamientos están destinados a prevenir la progresión a enfermedad grave en pacientes de alto riesgo. Se administran a los pacientes pocos días después del inicio de COVID-19 leve a moderada cuando su tratamiento es ambulatorio (o si deben hospitalizarse debido a razones distintas de COVID-19); no se han estudiado las opciones de tratamiento (además de para el remdesivir) en pacientes hospitalizados debido a COVID-19.

El nirmatrelvir, un fármaco antiviral oral, administrado en combinación con ritonavir, recibió la aprobación de la US Food and Drug Administration (FDA, por las siglas en inglés de Agencia federal para alimentos y medicamentos) para el tratamiento de la COVID-19 de leve a moderada en adultos en mayo de 2023 y permanece bajo la Autorización de Uso de Emergencia (EUA, por sus siglas en inglés) para adolescentes (≥ 12 años de edad que pesan ≥ 40 kilogramos) con resultados positivos en las pruebas virales directas de SARS-CoV-2 y con alto riesgo de progresión a COVID-19 grave. La combinación nirmatrelvir/ritonavir debe iniciarse tan pronto como sea posible después del diagnóstico de COVID-19 y dentro de los 5 días del inicio de los síntomas. La dosificación es de dos comprimidos de 150 mg de nirmatrelvir y un comprimido de 100 mg de ritonavir tomados conjuntamente por vía oral 2 veces al día durante 5 días. Este tratamiento no está autorizado durante más de 5 días consecutivos. (Véase también the FDA EUA Factsheet.)

Nirmatrelvir es un inhibidor de la proteasa que escinde una proteína SARS-CoV-2 y, por lo tanto, inhibe la replicación del virus. El ritonavir es un inhibidor fuerte del citocromo P450 (CYP) 3A4 y actúa como un agente de refuerzo; enlentece el metabolismo del nirmatrelvir, lo que hace que permanezca en el cuerpo durante más tiempo a concentraciones más altas.

La combinación de nirmatrelvir/ritonavir se estudió en un ensayo clínico aleatorizado, controlado con placebo de 2.246 adultos sin hospitalización ≥ 18 años con un factor de riesgo preestablecido para la progresión a enfermedad grave o ≥ 60 años de edad con independencia de afecciones médicas crónicas preestablecidas. Ninguno de los pacientes había recibido una vacuna contra la COVID-19, no habían sido infectados previamente con COVID-19 y tenían un diagnóstico confirmado por laboratorio de infección por SARS-CoV-2. La combinación de nirmatrelvir/ritonavir administrada ≤ 5 días después del inicio de los síntomas redujo un 88% la proporción de personas hospitalizadas o muertas en relación con COVID-19 debido a cualquier causa hasta el día 28 en comparación con el placebo (0,8 frente a 6,3%) (1).

El uso de la combinación nirmatrelvir/ritonavir en personas con infección por HIV-1 no controlada o no diagnosticada puede inducir resistencia a los fármacos contra el HIV-1. La combinación de nirmatrelvir/ritonavir puede causar daño hepático, por lo que se debe tener precaución en pacientes con enfermedad hepática preexistente, anomalías de las enzimas hepáticas o hepatitis. El medicamento no se recomienda en pacientes con enfermedad hepática grave.

En pacientes con insuficiencia renal moderada, que se defne por una depuración de creatinina estimada de 30 a 60 mL/minuto, la dosis se reduce a 150 mg de nirmatrelvir (un comprimido de 150 mg) con 100 mg de ritonavir (un comprimido de 100 mg), tomando ambos comprimidos 2 veces al día durante 5 días. No se recomienda la combinación nirmatrelvir/ritonavir en pacientes con insuficiencia renal grave (eGFR < 30 mL/minuto).

Se ha informado el regreso de los síntomas en algunos pacientes después del uso de nirmatrelvir/ritonavir, y las pruebas de PCR y antígeno para SARS-CoV-2 pueden volver a ser positivas, incluso en pacientes que permanecen asintomáticos. En la actualidad, no se recomienda tratamiento adicional, pero se les debe recomendar a los pacientes que vuelvan a aislarse si se producen síntomas de rebote o se obtienen nuevas pruebas positivas. (Véase también CDC: COVID-19 Rebound After Paxlovid Treatment.)

El fármaco combinado de nirmatrelvir/ritonavir tiene diversas interacciones medicamentosas graves conocidas y posibles; los fármacos concomitantes deben evaluarse antes de iniciar el tratamiento. Para obtener una lista de estas interacciones medicamentosas, véase FDA EUA Fact Sheet (Ficha descriptiva de la Autorización de Uso de Emergencia [EUA] de la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos [FDA]).

El remdesivir, un antiviral intravenoso, se utiliza para tratar la enfermedad leve a moderada por COVID-19 en adultos y adolescentes (≥ 12 años que pesan ≥ 40 kg) que tienen resultados positivos en las pruebas virales directas para SARS-CoV-2 y alto riesgo de progresión a COVID-19 grave. Debe iniciarse tan pronto como sea posible y dentro de los 7 días posteriores al inicio de los síntomas. Se administra un curso de 3 días de remdesivir que puede extenderse a 5 días para los pacientes que progresan a enfermedad grave.

El remdesivir se estudió para esta indicación en un ensayo controlado aleatorizado de 562 pacientes no hospitalizados ≥ 12 años con COVID-19 sintomática, alto riesgo de progresión a enfermedad grave y que no habían recibido una vacuna contra la COVID-19. La administración de remdesivir durante 3 días desde los primeros 7 días del inicio de los síntomas redujo las tasas de hospitalización o muerte hasta el día 28 en comparación con el placebo en un 87% (0,7 frente a 5,3%) (2).

El molnupiravir, un antiviral oral, es un análogo nucleósido que actúa través de la introducción de errores en el genoma viral de SARS-CoV-2 e inhibe la replicación viral. Ha recibido una Autorización de Uso de Emergencia (EUA, por sus siglas en inglés) para tratamiento de la Agencia Federal para Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para el tratamiento de la COVID-19 de leve a moderada en adultos no hospitalizados ≥ 18 años de edad con resultados positivos de las pruebas virales directas de SARS-CoV-2 y con riesgo elevado de progresión a enfermedad grave, incluida la hospitalización o la muerte, y para aquellos pacientes cuyas opciones de tratamiento alternativas contra la COVID-19 autorizadas por la FDA no son accesibles o no son apropiadas desde el punto de vista clínico. El molnupiravir debe iniciarse tan pronto como sea posible después del diagnóstico de COVID-19 y dentro de los 5 días posteriores al inicio de los síntomas. el molnupiravir se administra en cuatro cápsulas de 200 mg por vía oral cada 12 horas durante 5 días. El molnupiravir no está autorizado para su uso durante más de 5 días consecutivos. (Véase también the FDA EUA Fact Sheet for Molnupiravir.)

El molnupiravir puede tener un efecto sobre la aparición de nuevas variantes de SARS-CoV-2 atendiendo a una preocupación teórica; sin embargo, los datos de genotoxicidad disponibles y el curso de tratamiento limitado de 5 días llevan a estimar que el riesgo es bajo. Molnupiravir no está autorizado para su uso en pacientes < 18 años de edad, ya que puede afectar el crecimiento óseo y cartilaginoso. Molnupiravir no se recomienda para su uso durante el embarazo porque los estudios de reproducción en animales sugirieron que el molnupiravir puede causar daño fetal cuando se administra a pacientes embarazadas. Se recomienda a las mujeres en edad fértil que utilicen un método anticonceptivo fiable de manera correcta y sistemática durante el tratamiento con molnupiravir y durante 4 días después de la dosis final. Se recomienda a los varones con potencial reproductivo sexualmente activos con mujeres en edad fértil que utilicen un método anticonceptivo fiable de manera correcta y sistemática durante el tratamiento con molnupiravir y durante al menos 3 meses después de la dosis final.

El molnupiravir se ha estudiado en un ensayo clínico aleatorizado controlado con placebo en 1433 pacientes ≥ 18 años no hospitalizados con COVID-19 de leve a moderada, riesgo elevado de progresión a COVID-19 grave y/o hospitalización y que no habían recibido una vacuna contra la COVID-19. La administración temprana de molnupiravir durante 5 días a partir de los 5 días del inicio de los síntomas se redujo las tasas de hospitalización en un 30% o de mortalidad hasta el día 29 en comparación con el placebo (6,8 versus 9,7%) (3).

El bamlanivimab/etesevimab, casirivimab/imdevimab, el sotrovimab y el bebtelovimab son terapias de anticuerpos monoclonales neutralizadores anti-SARS-CoV-2 (mAb). La FDA (siglas en inglés de Agencia federal para alimentos y medicamentos) actualmente no recomienda su uso en el tratamiento de la COVID-19 porque las subvariantes Ómicron dominantes son resistentes a su actividad neutralizante.

Tratamiento para pacientes con COVID-19 grave

Las opciones de tratamiento recomendadas para la infección grave incluyen el fármaco antiviral remdesivir, el corticosteroide dexametasona y otros fármacos inmunomoduladores como baricitinib, tocilizumab y sarilumab. Estos pueden usarse en combinación, y las decisiones terapéuticas deben tener en cuenta la fase de la enfermedad del paciente, a menudo caracterizada por el grado de hipoxia y apoyo respiratorio.

Los fármacos antivirales tienen más probabilidades de proporcionar beneficios en fases más tempranas del curso de la enfermedad cuando esta es consecuencia de la replicación viral activa, mientras que las terapias antiinflamatorias e inmunomoduladoras son más adecuadas para fases más avanzadas del curso de la enfermedad, cuando la respuesta inflamatoria del huésped y la desregulación inmunitaria dirigen el estado de la enfermedad. (Véase también IDSA Guidelines on the Treatment and Management of Patients with COVID-19.)

Las opciones de tratamiento para los pacientes que requieren oxígeno suplementario pero no apoyo respiratorio adicional son:

  • Remdesivir solo

  • Dexametasona sola

  • Remdesivir más dexametasona

El fármaco antiviral remdesivir se utiliza para tratar a pacientes adultos y pediátricos ≥ 28 días de edad y con un peso ≥ 3 kg que requieren hospitalización por COVID-19. La duración recomendada del tratamiento es de 5 días, pero está aprobada para su uso hasta 10 días en pacientes que requieren ventilación mecánica invasiva y/u oxigenación por membrana extracorpórea (OMEC). Los beneficios del tratamiento antiviral en este grupo no son concluyentes.

En un exhaustivo ensayo clínico aleatorizado (ACTT-1), remdesivir se asoció a una mejoría clínica más temprana para los pacientes que requieren oxígeno suplementario pero no ventilación mecánica u otros niveles más altos de apoyo (4). Esta reducción del tiempo necesario para la recuperación también se observó en un ensayo controlado aleatorizado ambulatorio (PINETREE) (2). Sin embargo, no se observó beneficio en 2 ensayos abiertos (Solidarity [5] y DisCoVeRy [6]). La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una recomendación condicional contra el uso de remdesivir para pacientes hospitalizados dada la ausencia de evidencia que sugiera que es un tratamiento eficaz para COVID-19 (véase WHO: COVID-19 Treatments).

En general, los estudios de remdesivir apoyan su uso temprano en la infección (antes de los días 7 a 10) cuando la replicación viral activa es más probable que contribuya a la enfermedad. El uso de remdesivir también se puede considerar en pacientes hospitalizados que no requieren oxígeno suplementario, aunque no se dispone de datos en esta población. Remdesivir no se recomienda para pacientes con una TFGe < 30 mL/minuto. La función renal debe controlarse antes del tratamiento con remdesivir y después del mismo.

El corticoesteroide dexametasona se recomienda generalmente en pacientes con COVID-19 que requieren oxígeno suplementario, pero no así en pacientes que no lo requieren. La dexametasona mostró un beneficio de supervivencia para aquellos que requieren oxígeno suplementario o ventilación mecánica en el ensayo RECOVERY (7). Es probable que su beneficio sea mayor en pacientes cuya enfermedad se debe a la respuesta inflamatoria a la infección. Si no se dispone de dexametasona, pueden usarse otros corticosteroides (p. ej., prednisona, metilprednisolona, hidrocortisona).

La combinación de remdesivir y dexametasona se usa comúnmente en pacientes hospitalizados que requieren oxígeno suplementario dentro de los primeros 10 días de la enfermedad, cuando la replicación viral y la inflamación del huésped pueden estar contribuyendo a la presentación clínica.

Para los pacientes que requieren ventilación no invasiva (incluidos los sistemas de suministro de oxígeno de alto flujo)

  • La dexametasona se recomienda para todos los pacientes.

  • Se puede agregar remdesivir con especial consideración a los pacientes dentro de los 7 a 10 días posteriores al inicio de los síntomas.

  • Deben considerarse fármacos inmunomoduladores adicionales, en particular en pacientes con deterioro rápido o signos de inflamación sistémica.

Entre otros inmunomoduladores se encuentra el inhibidor de JAK baricitinib (o tofacitinib si no está disponible) o el inhibidor de IL-6 tocilizumab (o sarilumab si no está disponible). Estas recomendaciones se basan en análisis de subgrupos de numerosos ensayos clínicos aleatorizados (COV-BARRIER [8], ACTT-2 [9]) y abiertos (REMAP-CAP [10], RECOVERY [11]) que mostraron un beneficio en la supervivencia con la adición de uno de estos fármacos en pacientes que requieren este nivel de apoyo respiratorio. Estos fármacos son inmunodepresores potentes, y el beneficio potencial debe sopesarse frente al riesgo inmunodepresor adicional en pacientes con sospecha de una infección bacteriana o micótica grave concomitante o con riesgo elevado de infecciones oportunistas debido a una enfermedad inmunodepresora subyacente.

Para los pacientes que requieren ventilación mecánica o OMEC, se recomienda la administración de dexametasona en todos los pacientes. Se debe considerar la adición de tociluzumab dentro de las 24 horas posteriores al ingreso del paciente en la unidad de cuidados intensivos (UCI).

Se han considerado muchas terapias para el tratamiento o la prevención de la COVID-19 que no se recomiendan actualmente:

  • El vilobelimab es un anticuerpo monoclonal anti-complemento (anti-C5a) que recibió una aprobación para uso de emergencia de la FDA en abril de 2023 para el tratamiento de COVID-19 en adultos hospitalizados cuando se inicia dentro de las 48 horas de comenzar la ventilación mecánica invasiva o la oxigenación con membrana extracorpórea. Los datos sobre este agente son limitados; en un solo ensayo aleatorizado, la evidencia de un efecto significativo sobre la mortalidad a los 28 días varió según el análisis (12). No se han publicado recomendaciones clínicas para su uso.

  • El plasma de convalecencia no se recomienda actualmente para el tratamiento de pacientes hospitalizados con COVID-19. Los datos procedentes de varios ensayos clínicos aleatorizados (13) y un exhaustivo registro asociado a un programa de acceso ampliado no mostraron un beneficio significativo en esta población y sugieren una asociación potencial con una mayor necesidad de ventilación mecánica. Puede considerarse en pacientes no hospitalizados con enfermedad de leve a moderada y riesgo elevado de progresión a enfermedad grave si no hay otras opciones de tratamiento disponibles.

  • La inmunoglobulina inespecífica (IVIG) y la terapia con células madre mesenquimatosas tampoco se recomiendan.

  • Se han utilizado terapias inmunomoduladoras adicionales que incluyen interferones, inhibidores de la quinasa e inhibidores de la interleucina, pero no se dispone de datos suficientes para recomendar su uso habitual fuera de los ensayos clínicos.

  • Otros fármacos que se han utilizado son azitromicina y antirretrovirales, pero no se dispone de datos suficientes para apoyar su uso fuera de los ensayos clínicos.

  • Múltiples ensayos clínicos realizados con el retroviral para el HIV lopinavir/ritonavir y los fármacos antipalúdicos cloroquina e hidroxicloroquina han demostrado que dichos fármacos no son beneficiosos (14, 15). La combinación de la ausencia de beneficios y las toxicidades asociadas a la cloroquina y a la hidroxicloroquina ha llevado a recomendar que no se utilicen para el tratamiento de la COVID-19.

  • Tampoco existen ensayos clínicos aleatorizados que documenten la utilidad del fármaco antiparasitario ivermectina para la prevención o el tratamiento de la COVID-19 (16). Un estudio reciente aleatorizado controlado con placebo de gran envergadura no mostró efecto alguno de la ivermectina (17). La FDA (Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos) y otras organizaciones han emitido advertencias sobre la toxicidad por el uso inapropiado de preparados de ivermectina destinados a animales de gran tamaño (véase FDA: Ivermectin and COVID-19).

  • El inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS) fluvoxamina se ha estudiado en 2 ensayos clínicos aleatorizados de pacientes ambulatorios sintomáticos con COVID-19 con beneficio incierto y tendencia potencial a aumentar el daño; por lo tanto, no se recomienda su uso fuera de un ensayo clínico.

Las complicaciones de la enfermedad por COVID-19 deben tratarse a medida que surgen. Los pacientes hospitalizados con COVID-19 pueden correr un riesgo mayor de eventos tromboembólicos. Varias sociedades profesionales han emitido directrices sobre la terapia antitrombótica en COVID-19. En general, debe considerarse la anticoagulación terapéutica en pacientes hospitalizadas no embarazadas que requieren suplementos de oxígeno, pero no requieren cuidados intensivos si tienen un dímero D elevado y no presentan riesgo de sangrado grave. El riesgo de eventos adversos por hemorragia supera al beneficio potencial en pacientes críticos. Se debe considerar la profilaxis farmacológica de la tromboembolia venosa para todos los demás pacientes hospitalizados a menos que haya una contraindicación.

El tratamiento con fármacos como el inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) o la terapia con bloqueantes del receptor de angiotensina II (BRA) debe continuarse, si es necesario, para condiciones médicas concomitantes pero no se debe instaurar como tratamiento para la COVID-19. No existen pruebas científicas de que el uso de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) esté relacionado con peores resultados, y se puede usar acetaminofeno (paracetamol) o AINE durante el tratamiento de la COVID-19.

El control respiratorio del paciente con COVID-19 no intubado e intubado debe tener en cuenta la tendencia a la hipoxia. Las medidas adyuvantes no farmacológicas como el reposicionamiento frecuente y la deambulación pueden ser útiles.

Referencias del tratamiento

  1. 1. Hammond J, Leister-Tebbe H, Gardner A, et al: Oral nirmatrelvir for high-risk, nonhospitalized adults with Covid-19. N Engl J Med 386(15):1397-1408, 2022. doi: 10.1056/NEJMoa2118542

  2. 2. Gottlieb RL, Vaca CE, Paredes R et al: Early remdesivir to prevent progression to severe covid-19 in outpatients. N Engl J Med 386(4):305-315, 2022. doi: 10.1056/NEJMoa2116846

  3. 3. Jayk Bernal A, Gomes da Silva MM, Musungaie DB, et al: Molnupiravir for oral treatment of Covid-19 in nonhospitalized Patients. N Engl J Med 386(6):509-520, 2022. doi: 10.1056/NEJMoa2116044

  4. 4. Beigel JH, Tomashek KM, Dodd LE, et al: Remdesivir for the treatment of Covid-19 - final report. N Engl J Med 383(19):1813-1826, 2020. doi: 10.1056/NEJMoa2007764

  5. 5. WHO Solidarity Trial Consortium: Remdesivir and three other drugs for hospitalised patients with COVID-19: final results of the WHO Solidarity randomised trial and updated meta-analyses. Lancet 399(10339):1941-1953, 2022. doi: 10.1016/S0140-6736(22)00519-0

  6. 6. Ader F, Bouscambert-Duchamp M, Hites M, et al: Remdesivir plus standard of care versus standard of care alone for the treatment of patients admitted to hospital with COVID-19 (DisCoVeRy): a phase 3, randomised, controlled, open-label trial. Lancet Infect Dis 22(2):209-221, 2022. doi: 10.1016/S1473-3099(21)00485-0

  7. 7. RECOVERY Collaborative Group, Horby P, Lim WS, Emberson JR, et al: Dexamethasone in hospitalized patients with Covid-19. N Engl J Med 384(8):693-704, 2021. doi: 10.1056/NEJMoa2021436

  8. 8. Marconi VC, Ramanan AV, de Bono S, et al: Efficacy and safety of baricitinib for the treatment of hospitalised adults with COVID-19 (COV-BARRIER): a randomised, double-blind, parallel-group, placebo-controlled phase 3 trial [published correction appears in Lancet Respir Med 2021 Oct;9(10):e102]. Lancet Respir Med 9(12):1407-1418, 2021. doi:10.1016/S2213-2600(21)00331-3

  9. 9. Kalil AC, Patterson TF, Mehta AK, et al: Baricitinib plus remdesivir for hospitalized adults with Covid-19. N Engl J Med 384(9):795-807, 2021. doi:10.1056/NEJMoa2031994

  10. 10. REMAP-CAP Investigators, Gordon AC, Mouncey PR, et al: Interleukin-6 receptor antagonists in critically ill patients with Covid-19. N Engl J Med 384(16):1491-1502, 2021. doi:10.1056/NEJMoa2100433

  11. 11. RECOVERY Collaborative Group, Horby P, Lim WS, et al: Dexamethasone in hospitalized patients with Covid-19. N Engl J Med 384(8):693-704, 2021. doi:10.1056/NEJMoa2021436

  12. 12. Vlaar APJ, Witzenrath M, van Paassen P, et al: Anti-C5a antibody (vilobelimab) therapy for critically ill, invasively mechanically ventilated patients with COVID-19 (PANAMO): a multicentre, double-blind, randomised, placebo-controlled, phase 3 trial. Lancet Respir Med 10(12):1137-1146, 2022. doi:10.1016/S2213-2600(22)00297-1

  13. 13. Janiaud P, Axfors C, Schmitt AM, et al: Association of convalescent plasma treatment with clinical outcomes in patients with COVID-19: A systematic review and meta-analysis. JAMA 325(12);1185-1195, 2021, doi: 10.1001/jama.2021.2747

  14. 14. Self WH, Semler MW, Leither LM, et al. Effect of hydroxychloroquine on clinical status at 14 days in hospitalized patients with COVID-19: a randomized clinical trial. JAMA 324(21):2165-2176, 2020. doi:10.1001/jama.2020.22240

  15. 15. RECOVERY Collaborative Group, Horby P, Mafham M, et al. Effect of hydroxychloroquine in hospitalized patients with Covid-19. N Engl J Med 383(21):2030-2040, 2020. doi:10.1056/NEJMoa2022926

  16. 16. Popp M, Stegemann M, Metzendorf MI, et al: Ivermectin for preventing and treating COVID-19. Cochrane Database Syst Rev. 7(7):CD015017, 2021. doi: 10.1002/14651858.CD015017.pub2

  17. 17. Reis G,Silva EASM, Silva DCM, et al: Effect of early treatment with ivermectin among patients with COVID-19. N Engl J Med 386:1721-1731, 2022. doi: 10.1056/NEJMoa2115869

Infección posCOVID-19

Las pruebas de PCR viral en pacientes pueden permanecer positivas durante al menos 3 meses, con independencia de los síntomas. Sin embargo, incluso los pacientes con síntomas persistentes por lo general no se consideran infecciosos, ya que rara vez e incluso en ningún caso es posible cultivar el virus en las vías respiratorias superiores de los pacientes una vez transcurridos 10 días de la enfermedad.

Aunque en general se cree que la infección por coronavirus confiere cierto grado de inmunidad frente a la reinfección, la duración y la eficacia de la inmunidad después de contraer la enfermedad por COVID-19 siguen siendo difíciles de cuantificar y dependen de múltiples factores del huésped y virales. Aun se recomienda a los pacientes que tuvieron COVID-19, incluidas las personas con síntomas prolongados después de la COVID-19, que reciban todas las vacunas que les correspondan para reducir el riesgo de reinfección. Pueden hacerlo una vez que lograron la recuperación clínica de la infección y completaron el período de aislamiento. Los anticuerpos neutralizantes se detectan en la mayoría de los pacientes después de la infección por SARS-COV-2, pero los niveles de estos son más variables que en las personas vacunadas. Estos probablemente brinden protección contra la reinfección clínicamente evidente en la mayoría de las personas inmunocompetentes durante al menos 3 y hasta 6 meses, pero este período puede ser más corto si emerge una nueva variante antigénica distinta. Los síntomas asociados a la reinfección tienden a ser similares o más leves que los de las infecciones iniciales.

Referencias del período posterior a la infección por COVID-19

  1. 1. Zhong D, Xiao S, Debes AK, et al: Durability of antibody levels after vaccination with mRNA SARS-CoV-2 vaccine in individuals with or without prior infection. JAMA 326(24):2524-2526, 2021. doi:10.1001/jama.2021.19996

Prevención de la COVID-19

Vacunación contra la COVID-19

Para obtener un comentario detallado sobre las vacunas aprobadas en los Estados Unidos, véase Vacuna contra la COVID-19.

La vacunación es la forma más eficaz de prevenir la enfermedad grave y la muerte por COVID-19, incluidas las variantes Delta y Omicron. En los Estados Unidos, en el otoño de 2021, las personas no vacunadas tenían mucho más probabilidades de morir por COVID-19 que las personas vacunadas (con refuerzo) (1).

En los Estados Unidos, los CDC les recomiendan a las personas no inmunocomprometidas de 12 años y mayores recibir 1 dosis de la vacuna mRNA actualizada en 2023–2024 contra el virus SARS-CoV-2 (COVID-19) de cualquiera de los fabricantes (Moderna o Pfizer-BioNTech) o 1 o 2 dosis (dependiendo de los antecedentes de vacunación) de la vacuna contra nanopartículas de la proteína recombinante del virus SARS-CoV-2 (COVID-19) actualizada para 2023-2024 producida por Novavax (véase CDC: Interim Clinical Considerations for Use of COVID-19 Vaccines in the United States). Los niños de 6 meses a 4 años deben recibir 1 a 3 dosis de una formulación de mRNA 2023–2024 (las dosis recomendadas y el fabricante varían según los antecedentes de vacunación), y los niños de 5 a 11 años deben recibir 1 dosis de la vacuna mRNA actualizada para 2023 –2024 en forma independiente de los antecedentes de vacunación. Los CDC también recomiendan que los adultos de 65 años y mayores reciban una dosis adicional de la vacuna contra COVID-19 actualizada para 2023-2024 (véase CDC: Older Adults Now Able to Receive Additional Dose of Updated COVID-19 Vaccine). La guía para las personas con inmunodeficiencia moderada o grave también puede encontrarse en el sitio web de los CDC. Las vacunas actualizadas para 2023-2024 previenen la variante Omicron XBB.1.5. La formulación de 2023–2024 reemplaza a las vacunas monovalentes contra COVID-19 que prevenían la cepa SARS-CoV-2 original y a las vacunas bivalentes que prevenían tanto al virus original como las subvariantes Omicron BA.4/BA.5.

Múltiples vacunas contra la COVID-19 se utilizan actualmente en todo el mundo. Para obtener más información sobre aprobaciones de vacunas en todo el mundo y ensayos clínicos, véase el COVID-19 vaccine tracker and landscape de la Organización Mundial de la Salud.

Las vacunas de mRNA no contienen antígeno viral, sino que liberan un pequeño fragmento sintético de mRNA que codifica el antígeno diana deseado (la proteína espiga). Después de ser captado por las células del sistema inmunitario, el mRNA de la vacuna se degrada tras indicar a la célula que produzca el antígeno viral. El antígeno es liberado y desencadena la respuesta inmunitaria deseada para prevenir la infección grave en la exposición posterior al virus real.

Las vacunas con vector de adenovirus contienen un fragmento de DNA, o material genético, que se utiliza para producir la proteína "espiga" distintiva del virus SARS-CoV-2, que luego desencadena la respuesta inmunitaria deseada:

Las vacunas con subunidades proteicas contienen una proteína espiga recombinante de SARS-COV-2 junto con un adyuvante que desencadena la respuesta inmunitaria deseada. Este es un abordaje clásico con vacuna que se ha utilizado en los Estados Unidos durante más de 30 años.

En Estados Unidos se utilizan dos vacunas ARN-m (formulaciones 2023–2024 de la vacuna contra la COVID-19 de Moderna y la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer-BioNTech) y una vacuna adyuvante de subunidad proteica (formulación 2023-2024 de la vacuna contra la COVID-19 de Novavax, adyuvante) (véase CDC: COVID-19 Vaccination Clinical & Professional Resources) [Centros para el control y la prevención de enfermedades, CDC por sus siglas en inglés: Recursos profesionales & clínicos para la vacunación contra la COVID-19]. A partir del 6 de mayo de 2023, la vacuna con vector adenovirus (Ad26.COV2.S) ya no está disponible para su uso en los Estados Unidos debido al riesgo de eventos adversos graves. Existe una relación causal plausible entre la vacuna con vector de adenovirus y un evento adverso raro y grave que consiste en coágulos de sangre con concentraciones bajas de plaquetas (trombosis inducida por vacuna con síndrome de trombocitopenia, o VITTS).

Anticuerpos monoclonales

Pemivibart, un anticuerpo monoclonal, ha recibido la autorización de uso de emergencia para prevenir la COVID-19 en personas de 12 años o mayores que pesen al menos 40 kg. Apropiado para las personas que actualmente no están infectadas por SARS-CoV-2, sin conocimiento de una exposición reciente a un individuo infectado por SARS-CoV-2, y que tienen inmunocompromiso moderado a grave y es poco probable que desarrollen una respuesta inmunitaria adecuada tras recibir la vacuna contra COVID-19. Los pacientes aún deben recibir su vacuna contra COVID-19. El pemivibart puede administrarse al menos 2 semanas después de recibir la vacuna contra COVID-19 como una capa adicional de protección.

Prevención de la exposición

Además de mantenerse al día con las vacunas contra la COVID-19, las personas pueden evitar exponerse al virus lavándose las manos con frecuencia, usando mascarillas faciales, manteniendo la distancia social, evitando espacios mal ventilados y multitudes y tomando otras medidas recommended by the Centers for Disease Control and Prevention (CDC) (recomendadas por los Centros para el control y la prevención de enfermedades, CDC por sus siglas en inglés). Las personas también deben someterse a pruebas para COVID-19 si se exponen a una persona infectada o tienen síntomas. Los individuos sintomáticos deben seguir las recomendaciones de aislamiento.

Para ayudar a prevenir la transmisión del SARS-CoV-2 a partir de los casos sospechosos, los profesionales de la salud deben utilizar precauciones convencionales con protección ocular para los contagios por contacto, por el aire (2). Las precauciones para evitar el contagio por el aire son particularmente relevantes cuando los pacientes están sometidos a procedimientos generadores de aerosoles.

Referencias de la prevención

  1. 1.  Johnson AG, Amin AB, Ali AR, et al: COVID-19 incidence and death rates among unvaccinated and fully vaccinated adults with and without booster doses during periods of delta and Omicron variant emergence — 25 U.S. Jurisdictions, April 4–December 25, 2021. MMWR Morb Mortal Wkly Rep 71:132–138. 2022. doi: 10.15585/mmwr.mm7104e2

  2. 2. Lynch JB, Davitkov P, Anderson DJ, et al. Infectious Diseases Society of America Guidelines on Infection Prevention for Healthcare Personnel Caring for Patients with Suspected or Known COVID-19. Clin Infect Dis. Publicado en línea el 15 de noviembre de 2021. doi:10.1093/cid/ciab953

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