Caídas en las personas mayores

PorRichard G. Stefanacci, DO, MGH, MBA, Thomas Jefferson University, Jefferson College of Population Health;
Jayne R. Wilkinson, MD, MSCE, University of Pennsylvania, Perelman School of Medicine
Reviewed ByMichael R. Wasserman, MD, California Association of Long Term Care Medicine (CALTCM)
Revisado/Modificado Modificado ago 2025
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Vista para pacientes

Una caída se define como un evento que ocurre cuando una persona cae inadvertidamente al suelo u otro nivel inferior.

En personas ≥ 65 años de edad, las caídas son la causa principal de muerte relacionada con lesiones y la séptima causa principal de todas las muertes (1).

En Estados Unidos, anualmente más de 14 millones de adultos ≥ 65 años informan de caídas, lo que representa un total de aproximadamente 36 millones de caídas (2). Un gran número de caídas resultan en una lesión, con aproximadamente el 37% de las personas que caen informando una lesión que requirió tratamiento médico o que restringió su actividad durante al menos 1 día, lo que resulta en un estimado de 9 millones de lesiones por caídas cada año.

El número de caídas y muertes relacionadas está aumentando. La tasa de muerte por caídas ajustada por edad aumentó un 41% de 55,3 cada 100.000 adultos mayores en 2012 a 78,0 cada 100.000 adultos mayores en 2021 (3). Las caídas también son más comunes en mujeres que en hombres y más en aquellos que viven en un entorno rural comparado con los que viven en un entorno urbano.

Las caídas ponen en riesgo la independencia de los ancianos y causan una cascada de problemas individuales y socioeconómicos. No obstante, los médicos muchas veces no advierten caídas en un paciente que no presenta lesiones porque la anamnesis y el examen físico en general no incluyen la búsqueda específica de este evento. Muchas personas ancianas se muestran reticentes a informar una caída porque la atribuyen al proceso de envejecimiento o porque tienen miedo de que limiten sus actividades o las internen. Es necesario informar las caídas a los médicos para prevenir futuras caídas.

Cuando no se informan caídas y no se instituyen medidas preventivas, los pacientes presentan alto riesgo de volver a caer, lo que supone una carga significativa para el sistema de salud. Se espera que esta carga aumente dado el crecimiento proyectado de la población que envejece. Por lo tanto, resulta imperativo implementar intervenciones como educación para la prevención de caídas y ejercicios funcionales (p. ej., para aumentar la fuerza de las piernas y el equilibrio) así como estrategias de mitigación de lesiones.

Referencias

  1. 1. Colón-Emeric CS, McDermott CL, Lee DS, et al. Risk Assessment and Prevention of Falls in Older Community-Dwelling Adults: A Review. JAMA. 2024;331(16):1397-1406. doi:10.1001/jama.2024.1416

  2. 2. U.S. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Older Adult Falls Data. Accessed June 12, 2025.

  3. 3. Kumar S, Cruz F, Yates Z, et al. Falls among older adults: An exploration of trends, clinical outcomes, predisposing risk factors, and intervention strategies. Am J Surg. 2025;245:116385. doi:10.1016/j.amjsurg.2025.116385

Etiología de las caídas

El predictor más consistente de una caída es una caída previa. Sin embargo, las caídas en las personas ancianas rara vez tienen una sola causa o factor de riesgo. Una caída suele ser el resultado de una interacción compleja multifactorial entre los siguientes elementos:

  • Factores intrínsecos (deterioro de la función relacionado con la edad, trastornos y efectos adversos de fármacos)

  • Factores extrínsecos (riesgos ambientales)

  • Factores situacionales (relacionados con la actividad específica o las circunstancias de una actividad, p. ej., apresurarse para ir al baño en plena noche)

Factores intrínsecos

Los cambios relacionados con la edad pueden afectar los sistemas comprometidos en mantener el equilibrio y la estabilidad (p. ej., mientras el paciente está de pie, camina o está sentado) y aumentar el riesgo de caídas. La agudeza visual, la percepción de los contrastes y la profundidad y la adaptación a la oscuridad se reducen. La pérdida o los trastornos sensitivos y la disfunción cerebelosa pueden disminuir los reflejos posturales y afectar el equilibrio. Los cambios en los patrones de activación muscular y la capacidad de generar suficiente potencia y velocidad muscular pueden afectar la habilidad de mantener o recuperar el equilibrio en respuesta a los cambios (p. ej., dar pasos sobre una superficie irregular, recibir un golpe). De hecho, la debilidad muscular de cualquier tipo es un importante predictor de caídas. A medida que el deterioro cognitivo aumenta con la edad, también lo hace el riesgo de caídas, en parte porque los adultos mayores con deterioro cognitivo pueden no recordar que deben tomar medidas de seguridad para reducir las caídas.

Los trastornos crónicos y agudos (véase tabla Algunos trastornos que contribuyen al riesgo de caídas) y el uso de fármacos (véase tabla Algunos medicamentos que afectan el riesgo de caídas y lesiones) son los principales factores de riesgo de experimentar caídas. Este riesgo aumenta en función del número de medicamentos que recibe el paciente. Varias clases de medicamentos aumentan el riesgo, pero los medicamentos psicoactivos son los reportados con mayor frecuencia como causantes de un aumento tanto del riesgo de caídas como de las lesiones relacionadas.

El riesgo de una caída traumática que provoca una fractura se incrementa debido a:

  • Osteoporosis y cambios en la calidad ósea relacionados con la edad, que aumentan la fragilidad ósea

  • Pérdida de músculo (sarcopenia), que reduce las respuestas protectoras a las perturbaciones

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Factores extrínsecos

Los factores ambientales pueden aumentar el riesgo de caídas en forma independiente o, lo que resulta más importante, a través de la interacción con los factores intrínsecos. El riesgo es máximo cuando las condiciones del medio requieren un mayor control postural y del movimiento (p. ej., al caminar sobre una superficie resbaladiza) y cuando el entorno no resulta familiar (tras una mudanza a un nuevo domicilio). Los adultos mayores que usan dispositivos de asistencia para la movilidad tienen más probabilidades de informar un historial de caídas (1), lo que refleja las limitaciones de movilidad subyacentes y comorbilidades que llevaron a la prescripción del dispositivo en lugar de que los dispositivos sean inherentemente promotores de caídas.

Factores situacionales

Algunas actividades o decisiones pueden aumentar el riesgo de caídas y de lesiones relacionadas. Algunos ejemplos son:

  • Estar distraído (p. ej. caminar mientras se habla o se mira un teléfono inteligente) y no notar un peligro ambiental (p. ej. un bordillo o un escalón)

  • Correr al baño (especialmente por la noche cuando no se está completamente despierto o cuando la iluminación puede ser inadecuada)

  • Usar una escalera

La demencia puede exacerbar muchas de estas situaciones peligrosas que causan caídas. El deterioro de la cognición, el juicio y la conciencia de los peligros puede hacer que los adultos mayores se distraigan, se apresuren y no noten los peligros ambientales, lo que aumenta significativamente el riesgo de caídas.

Referencia de la etiología

  1. 1. West BA, Bhat G, Stevens J, Bergen G. Assistive device use and mobility-related factors among adults aged ≥ 65years. J Safety Res. 2015;55:147-150. doi:10.1016/j.jsr.2015.08.010

Evaluación de los riesgos de caídas y caídas

  • Principalmente anamnesis y examen físico

  • Prueba de desempeño

  • En ocasiones, pruebas de laboratorio

Los médicos deben preguntar sobre caídas previas, así como sobre las condiciones, los medicamentos y los factores situacionales que aumentan el riesgo de caídas. La evaluación del riesgo de caídas tiene como objetivo identificar adultos mayores que pueden presentar alto risgo de caídas para implementar estrategias preventivas. Esta evaluación no es un examen físico sino una revisión estructurada usando cuestionarios, observación y herramientas de detección dirigidas.

Después del tratamiento de las lesiones agudas, la evaluación debe intentar identificar los factores de riesgo y las intervenciones apropiadas para reducir la incidencia de futuras caídas y de lesiones relacionadas (1).

Algunas caídas se reconocen fácilmente al hallar una lesión evidente relacionada con ella o ante la sospecha de una posible lesión. Sin embargo, dado que los adultos mayores a menudo no refieren haberse caído, se les debe preguntar sobre caídas o problemas de movilidad en cada consulta.

Anamnesis y examen físico

Cuando se requiere una evaluación más completa de los factores de riesgo de caída, ésta debe centrarse en la identificación de los factores intrínsecos, extrínsecos y situacionales que pueden reducirse mediante intervenciones específicas. Sin embargo, puede ser imposible eliminar por completo el riesgo de futuras caídas.

A los adultos mayores se les deben formular preguntas abiertas sobre su caída o caídas más recientes, seguidas de preguntas más específicas sobre cuándo y dónde se produjo la caída y qué estaban haciendo (factores de riesgo situacionales). A continuación, deben realizarse las mismas preguntas a testigos. Asimismo, los pacientes deben informar si percibieron síntomas premonitorios o asociados (p. ej., palpitaciones, disnea, dolor torácico, vértigo, mareos), y si perdieron la consciencia. Se debe preguntar también al paciente si pueden identificar factores extrínsecos o situacionales evidentes. La anamnesis debe incluir preguntas sobre enfermedades pasadas y presentes, consumo de fármacos que se adquieren bajo prescripción médica y de venta libre, y consumo de alcohol o medicamentos psicoactivos. Debe preguntarse a los pacientes si pudieron volver a levantarse sin ayuda después de caer y si se produjo alguna lesión; el objetivo es reducir el riesgo de complicaciones debido a futuras caídas.

El examen físico debe ser bastante completo para excluir causas intrínsecas evidentes de caídas. Si la caída fue reciente, debe medirse la temperatura para determinar si la fiebre contribuyó al accidente. También es preciso determinar la frecuencia y el ritmo cardíaco con el fin de detectar bradicardia, taquicardia en reposo o arritmias. La auscultación puede detectar algunos trastornos valvulares cardíacos. La presión arterial debe medirse con los adultos mayores en decúbito supino y después de que los adultos mayores permanezcan de pie durante 1 y 3 minutos para excluir hipotensión ortostática. La agudeza visual debe examinarse con lentes correctoras en caso de necesitarlas. El paciente con disminución de la agudeza visual requiere un examen visual más detallado a cargo de un optometrista o un oftalmólogo. El cuello, la columna vertebral y los miembros (en especial, las piernas y los pies) deben evaluarse para identificar debilidad, deformidades, dolor y limitación de la amplitud del movimiento.

Un examen neurológico debe comenzar con un examen del estado mental para controlar el deterioro cognitivo. El examen neurológico también comprende pruebas de la función motora (como la fuerza muscular y el tono y la amplitud de movimiento), la sensibilidad (como la propiocepción), la coordinación (como la función cerebelosa), el equilibrio estacionario y la marcha. El control postural básico y los sistemas propioceptivo y vestibular se evalúan con la prueba de Romberg (en la cual el paciente se para con los pies juntos y los ojos abiertos y luego cerrados). Las pruebas para examinar el equilibrio son la permanencia en un pie y la marcha en línea recta. Si el paciente puede permanecer parado en un pie durante 10 segundos con los ojos abiertos y lograr caminar en línea recta a través de una distancia de 3 metros (10 pies) sin tambalear, lo más probable es que la deficiencia del control postural intrínseco sea mínima. Los médicos deben evaluar la función vestibular posicional (p. ej., con la maniobra de Dix-Hallpike, —véase Nistagmo).

Pruebas de desempeño

Una variedad de pruebas estandarizadas basadas en el rendimiento están disponibles para evaluar la marcha, el equilibrio y la fuerza de los miembros inferiores en adultos mayores con riesgo elevado de caídas. Una prueba inicial comúnmente utilizada para evaluar un problema de equilibrio o de marcha es la prueba básica de levantarse y andar (2). Esta prueba consiste en la observación del paciente mientras se levanta de un sillón común, camina 3 metros (alrededor de 10 pies) en línea recta, gira, vuelve a caminar hacia la silla y vuelve a sentarse. La evaluación puede identificar debilidad de los miembros inferiores, trastornos de equilibrio al pararse o sentarse o marcha inestable.

Para adultos que tienen dificultad para hacer la prueba básica de levantarse y caminar, se puede realizar una versión cronometrada de la prueba (3). Un tiempo de > 12 segundos indica un aumento significativo del riesgo de caídas.

La Evaluación de la Movilidad Orientada al Desempeño permite identificar problemas de equilibrio y estabilidad durante la marcha y otros movimientos que pueden indicar un mayor riesgo de caídas. La prueba incluye la puntuación cuantitativa de varios aspectos del equilibrio y la marcha y requiere aproximadamente entre 10 y 15 minutos para realizarse. Las puntuaciones bajas predicen un mayor riesgo de caídas (véase tabla Evaluación de la movilidad orientada al rendimiento).

Pruebas de laboratorio

No existe una evaluación diagnóstica de laboratorio estándar para determinar la causa exacta de una caída. La evaluación debe basarse en la anamnesis y en los resultados del examen y ayuda a descartar varias causas. Algunas pruebas incluyen:

  • Hemograma completo para excluir anemia o leucocitosis

  • Medición de glucemia para excluir hipoglucemia o hiperglucemia

  • Medición de electrolitos para excluir la deshidratación

  • En caso de neuropatías periféricas, solicitar hemograma completo, nivel de glucosa en sangre y electrolitos, así como niveles de folato, B12 y TSH

Se recomiendan otras pruebas como electrocardiograma (ECG), monitorización cardíaca ambulatoria y ecocardiografía sólo cuando se sospecha una causa cardíaca. El masaje carotídeo en condiciones controladas (con una vía intravenosa y monitorización cardíaca) se propuso para identificar hipersensibilidad carotídea y, en definitiva, para detectar a personas que pueden responder al tratamiento con un marcapasos. Las radiografías vertebrales y la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM) de cráneo solo se solicitan cuando la anamnesis y el examen físico detectan trastornos neurológicos nuevos. Puede indicarse un estudio de electromiografía/conducción nerviosa (EMG/NCS) si se sospecha neuropatía, miopatía, radiculopatía u otro trastorno del sistema nervioso periférico.

Referencias de la evaluación

  1. 1. US Preventive Services Task Force, Nicholson WK, Silverstein M, et al. Interventions to Prevent Falls in Community-Dwelling Older Adults: US Preventive Services Task Force Recommendation Statement. JAMA. 2024;332(1):51-57. doi:10.1001/jama.2024.8481

  2. 2. Mathias S, Nayak US, Isaacs B. Balance in elderly patients: the "get-up and go" test. Arch Phys Med Rehabil. 1986;67(6):387-389.

  3. 3. Podsiadlo D, Richardson S. The timed "Up & Go": A test of basic functional mobility for frail elderly persons. J Am Geriatr Soc. 1991;39 (2), 142–148. https://doi.org/10.1111/j.1532-5415.1991.tb01616.x

Prevención de caídas y mitigación de lesiones

El objetivo debe ser prevenir o reducir el número de caídas y lesiones relacionadas en el futuro y evitar sus complicaciones, aunque manteniendo la función y la independencia del paciente tanto como sea posible. En el examen físico o de salud periódico, se les debe pedir a los ancianos información sobre caídas en el último año y dificultades con el equilibrio o la deambulación (1).

Los adultos mayores que informan una sola caída y que no tienen problemas con el equilibrio o la marcha en la Prueba de Get-Up-and-Go o una prueba similar deben recibir información general sobre la reducción del riesgo de caídas. La información debe incluir cómo utilizar los medicamentos de manera segura y reducir los riesgos ambientales (véase tabla Listado para la evaluación del domicilio).

Los adultos mayores que informan más de una caída o un problema con el equilibrio o la marcha deben someterse a una evaluación de las caídas para identificar los factores de riesgo y las oportunidades para disminuir el riesgo.

Mientras que el manejo tradicional de caídas ha enfatizado la prevención, se ha sugerido que el enfoque en la prevención podría ser inadecuado (2). En cambio, un enfoque más integral que incorpore estrategias de mitigación de lesiones puede reducir la morbimortalidad cuando ocurren caídas. Por ejemplo, la gravedad de las lesiones por caídas podría reducirse si las personas usan protectores de cadera. La detección de osteoporosis y el suplemento con calcio y vitamina D cuando sea apropiado podrían reducir el riesgo de fractura por una caída. Implementar estas estrategias junto con enfoques de prevención tradicionales puede reducir la morbimortalidad asociada con las caídas, mientras se mantiene la calidad de vida y la independencia funcional (3).

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Fisioterapia y ejercicio

Los adultos mayores que se caen más de 1 vez o los que, en la evaluación inicial, revelan inconvenientes para mantener el equilibrio y caminar, deben ser derivados a un fisioterapeuta o a un programa de ejercicios. Los programas de fisioterapia y ejercicio pueden llevarse a cabo en el domicilio si los adultos mayores tienen movilidad limitada.

Los fisioterapeutas personalizan los programas de ejercicios para mejorar el equilibrio y la marcha y para corregir problemas específicos y condiciones subyacentes que contribuyan al riesgo de caída (p. ej., enfermedad de Parkinson [4]). También pueden proporcionar bastones y otros y dispositivos de asistencia para caminar, así como proporcionar educación y entrenamiento importantes para su uso.

Los programas de ejercicios más generales que se implementan en instituciones de atención de la salud o en ámbitos comunitarios también pueden mejorar la marcha y el equilibrio. Por ejemplo, la práctica de tai chi puede ser eficaz y puede realizarse en forma individual o grupal. Más allá de prevenir caídas, existen ejercicios específicos también que pueden mitigar la gravedad de las lesiones si ocurren caídas. El entrenamiento en técnicas apropiadas de caída (como meter la barbilla para proteger la cabeza y aprender a rodar durante una caída) y ejercicios que fortalecen los huesos e incrementan el soporte muscular sobre áreas vulnerables pueden reducir significativamente el riesgo de lesión. Los programas de ejercicio más eficaces para reducir el riesgo de caídas son los que:

  • Se adaptan al déficit del adulto mayor

  • Son proporcionados por un profesional capacitado

  • Tener el componente necesario para evaluar el equilibrio

  • Se proporcionan en el largo plazo (p. ej., ≥ 4 meses)

Muchos centros de la tercera edad, centros de fitness, u otros gimnasios ofrecen clases de ejercicios grupales gratuitas o a bajo costo, adaptados a la tercera edad, y estas clases pueden ayudar con la accesibilidad y la adherencia. Los ahorros logrados por el menor gasto relacionado con las caídas superan los costos de estos programas (5).

Dispositivos de asistencia

Algunos adultos mayores se benefician con el uso de un dispositivo de asistencia (p. ej., bastón, caminador). Los bastones pueden ser adecuados para adultos mayores con compromiso muscular o articular unilateral mínimo, pero los caminadores, en particular los que tienen ruedas, son más apropiados para adultos mayores con mayor riesgo de caer debido a debilidad en ambas piernas o a un trastorno de la coordinación (los caminadores con ruedas pueden ser peligrosos en adultos mayores incapaces de controlarlos en forma apropiada). Los fisioterapeutas pueden ayudar a los adultos mayores a usar o a elegir el tamaño adecuado del dispositivo y pueden enseñarles a usarlo. Para mitigar el potencial de lesión, los dispositivos de asistencia deben ser inspeccionados regularmente para detectar desgaste y daño, y se debe enseñar a los adultos mayores técnicas apropiadas de caída mientras usan estos dispositivos, incluyendo cómo posicionar el dispositivo durante una caída para evitar lesiones adicionales por el dispositivo mismo.

Los dispositivos avanzados de asistencia portátiles están surgiendo como tecnologías prometedoras para la reducción de caídas y mitigación de lesiones. Los protectores de cadera, que son prendas interiores especializadas con acolchado sobre el trocánter mayor, pueden reducir el riesgo de fractura de cadera durante las caídas. Otras tecnologías como cinturones portátiles inteligentes que despliegan airbags para proteger las caderas al detectar una caída combinan la detección de caídas con mecanismos protectores. Estos dispositivos pueden ser particularmente beneficiosos para individuos con alto riesgo que tienen un control del equilibrio deficiente o un historial de caídas que causan lesiones.

Tratamiento médico

Los medicamentos deben ser revisados regularmente dado su impacto tanto en el riesgo de caídas como en el potencial de lesión (véase tabla Algunos medicamentos que afectan el riesgo de caídas y lesiones). Los medicamentos que aumentan el riesgo de caídas deben suspenderse cuando sea posible, o bien la dosis debe ajustarse a la dosis eficaz más baja.

Por ejemplo, los anticoagulantes aumentan el riesgo de sangrado y pueden impactar en forma negativa sobre la probabilidad de lesión al aumentar la gravedad del sangrado (p. ej., hemorragia intracraneal o exsanguinación por laceraciones) en el contexto de una caída. Para adultos mayores que requieren anticoagulantes y que presentan alto riesgo de caídas, los clínicos deben reevaluar regularmente la relación riesgo-beneficio de continuar estos medicamentos, considerando terapias alternativas o con ajuste de la dosificación cuando sea apropiado. Se les debe explicar a los adultos mayores en tratamiento con anticoagulantes sobre acciones inmediatas de primeros auxilios después de caídas para minimizar el riesgo de sangrado, incluyendo aplicar presión a las heridas y buscar atención médica inmediata incluso para lesiones aparentemente menores.

Los tratamientos para la osteoporosis (p. ej., calcio, vitamina D, bisfosfonatos y medicamentos relacionados) mejoran la densidad ósea y pueden reducir el riesgo de fractura después de caídas. El monitoreo rutinario de la densidad ósea puede ayudar a monitorizar la eficacia del tratamiento y guiar ajustes de medicación para optimizar la resistencia a fracturas.

Si se identifica algún otro trastorno específico como factor de riesgo, es preciso implementar intervenciones adecuadas. Por ejemplo, los fármacos y la fisioterapia pueden disminuir el riesgo en adultos mayores con enfermedad de Parkinson. El tratamiento del dolor, la fisioterapia y, en ocasiones, el reemplazo de la articulación en forma quirúrgica pueden disminuir el riesgo en adultos mayores con artritis. La adquisición de lentes apropiadas (un solo par en lugar de lentes bifocales o trifocales) o la cirugía, en especial para corregir cataratas, pueden ser útiles en adultos mayores con compromiso visual. De manera similar, como una alta proporción de caídas ocurren cuando los adultos mayores van al baño, evaluar formas de mitigar la polaquiuria, la urgencia miccional y la incontinencia también es importante.

Manejo ambiental y situacional

La corrección de los factores de riesgo ambientales en el domicilio puede reducir el riesgo de caída (véase tabla Listado para la evaluación del domicilio). Deben mitigarse o eliminarse los riesgos ambientales que suelen aumentar el riesgo de caídas (p. ej., alfombras, iluminación inadecuada, falta de barras de apoyo y pasamanos, muebles inestables, desorden (6). Las barreras para proteger al paciente de no caer pueden provocar más caídas y otras complicaciones, por lo cual no deben utilizarse.

Debe asesorarse a los adultos mayores para reducir el riesgo asociado con factores situacionales. Por ejemplo, el calzado debe tener taco plano, algún tipo de refuerzo en el tobillo y suelas firmes antideslizantes. Muchos adultos mayores con limitación crónica de la movilidad (p. ej., causada por artritis grave, o paresia) se benefician con estrategias médicas, de rehabilitación y ambientales combinadas. Las adaptaciones de las sillas de ruedas (p. ej., apoyapies rebatible para disminuir los tropiezos durante los traslados, frenos posteriores para prevenir el desplazamiento hacia atrás), cinturones removibles y asientos con cuñas pueden ser útiles para evitar que los adultos mayores con escaso equilibrio en posición sedente o con debilidad significativa se caigan mientras permanecen en esa posición o durante los traslados.

Los pisos que absorben impactos, como el caucho firme, pueden disipar la fuerza mientras mantienen la estabilidad al caminar, aunque las superficies excesivamente blandas pueden crear inestabilidad. Los muebles con bordes redondeados y esquinas acolchadas y su ubicación estratégica pueden frenar caídas potenciales, proporcionar asideros durante eventos de pérdida de equilibrio y reducir las lesiones por impacto. Las camas de altura baja y las alfombrillas de piso aseguradas pueden reducir la gravedad de las lesiones, particularmente en entornos institucionales y para adultos mayores con historial de caídas nocturnas. Estas modificaciones deben incorporarse en evaluaciones integrales de seguridad del hogar, con especial atención a áreas de alto riesgo como baños y escaleras.

A los adultos mayores también se les debe enseñar qué hacer si se caen y no pueden levantarse cuando están solos. Algunas técnicas útiles consisten en girar de la posición en decúbito supino a la de decúbito prono, levantarse con las rodillas y las manos apoyadas ("en cuadripedia"), arrastrarse hasta alcanzar una superficie firme de donde sostenerse y tirar de ella para levantarse. Lo siguiente puede disminuir el tiempo en el piso después de una caída:

  • Tener contacto frecuente con familiares o amigos

  • Un teléfono al que se pueda acceder desde el piso

  • Una alarma remota

  • Un dispositivo de alerta portátil

  • Detectores de movimiento (que monitorizan la inactividad o las transiciones a movimientos no seguros)

Se pueden utilizar parlantes inteligentes activados por voz y sistemas de cámaras controladas conIA (inteligencia artificial) para monitorizar a las personas mayores y alertar a los cuidadores sobre posibles caídas.

La combinación del contacto humano, los dispositivos portátiles y la monitorización en el hogar puede optimizar la probabilidad de una respuesta oportuna ante una caída.

Referencias de la prevención

  1. 1. US Preventive Services Task Force, Nicholson WK, Silverstein M, et al. Interventions to Prevent Falls in Community-Dwelling Older Adults: US Preventive Services Task Force Recommendation Statement. JAMA. 2024;332(1):51-57. doi:10.1001/jama.2024.8481

  2. 2. Kumar S, Cruz F, Yates Z, et al. Falls among older adults: An exploration of trends, clinical outcomes, predisposing risk factors, and intervention strategies. Am J Surg. 2025;245:11club85. doi:10.1016/j.amjsurg.2025.116385

  3. 3. Guirguis-Blake JM, Michael YL, Perdue LA, et al. Interventions to Prevent Falls in Older Adults: Updated Evidence Report and Systematic Review for the US Preventive Services Task Force. JAMA. 2018;319(16):1705-1716. doi:10.1001/jama.2017.21962

  4. 4. Allen NE, Sherrington C, Paul SS. Balance and falls in Parkinson's disease: A meta-analysis of the effect of exercise and motor training. Mov Disord. 2011;26 (9),1605–1615. doi.org/10.1002/mds.23790

  5. 5. Sherrington C, Fairhall N, Wallbank G, et al. Exercise for preventing falls in older people living in the community: an abridged Cochrane systematic review. Br J Sports Med. 2020;54 (15):885–891. doi: 10.1136/bjsports-2019-101512.

  6. 6. Gill T, Williams CS, Robison JT, Tinetti ME. Gill T, Williams CS, Robison JT, Tinetti ME: A population-based study of environmental hazards in the homes of older persons. Am J Public Health. 1999;89 (4), 553–556, 1999. doi.org/10.2105/ajph.89.4.553

Pronóstico

En adultos ≥ 65 años, las caídas son la principal causa de muerte relacionada con lesiones (1). Las caídas, en particular las repetidas, aumentan el riesgo de lesiones, hospitalizaciones y muertes, sobre todo en ancianos debilitados, con enfermedades preexistentes (p. ej., osteoporosis) y dificultades para realizar las actividades de la vida cotidiana (p. ej., incontinencia). Las complicaciones a largo plazo pueden incluir una reducción de la capacidad física, el miedo de caer y ser institucionalizado.

Casi todos los pacientes con fracturas de cadera resultantes de caídas son hospitalizados; la mayoría de las estimaciones citan que > 95% de las fracturas de cadera ocurren en caídas (2). Las mujeres tienden a caer más a menudo que los hombres (3), y alrededor del 75% de todas las fracturas de cadera ocurren en mujeres (2).

Alrededor del 50% de las personas ancianas que sufren una caída no logra levantarse sin ayuda (4). La permanencia en el suelo durante > 2 horas después de una caída aumenta el riesgo de deshidratación, lesiones por presión, rabdomiólisis, hipotermia y neumonía.

La función y la calidad de vida pueden deteriorarse drásticamente después de una caída; hasta el 60% de los adultos mayores no recuperan su nivel de movilidad previo (5). Después de caer, las personas ancianas pueden tener miedo de volver a sufrir un accidente, de manera que su movilidad muchas veces disminuye debido a la pérdida de la confianza. Algunos individuos pueden incluso evitar ciertas actividades (p. ej., ir de compras, limpiar, socializar) como resultado de este miedo. La disminución de la actividad puede aumentar la rigidez y la debilidad de las articulaciones, lo que reduce aún más la movilidad y aumenta la comorbilidad psicológica (p. ej., depresión).

Referencias del pronóstico

  1. 1. Colón-Emeric CS, McDermott CL, Lee DS, et al. Risk Assessment and Prevention of Falls in Older Community-Dwelling Adults: A Review. JAMA. 2024;331(16):1397-1406. doi:10.1001/jama.2024.1416

  2. 2. Stevens JA, Olson S. Reducing falls and resulting hip fractures among older women. MMWR Recomm Rep. 2000;49(RR-2):3-12.

  3. 3. Kakara R, Bergen G, Burns E, et al. Nonfatal and Fatal Falls Among Adults Aged ≥65 Years - United States, 2020-2021. MMWR Morb Mortal Wkly Rep. 2023;72(35):938-943. Published 2023 Sep 1. doi:10.15585/mmwr.mm7235a1

  4. 4. Gurley RJ, Lum N, Sande M, et al. Persons found in their homes helpless or dead. N Engl J Med. 1996;334(26):1710-1716. doi:10.1056/NEJM199606273342606

  5. 5. Haslam-Larmer L, Donnelly C, Auais M, et al. Early mobility after fragility hip fracture: a mixed methods embedded case study. BMC Geriatr. 2021;21(1):181. Published 2021 Mar 15. doi:10.1186/s12877-021-02083-3

Conceptos clave

  • Cada año en los Estados Unidos, aproximadamente 14 millones de adultos ≥ 65 años informan una caída.

  • Un número significativo de caídas da lugar a una lesión, y aproximadamente el 37% de los adultos que caen refieren una lesión que requirió tratamiento médico.

  • Las causas son multifactoriales e incluyen declives funcionales relacionados con la edad (p. ej., visión reducida, tiempo de reacción más lento, debilidad muscular), enfermedades crónicas que deterioran el equilibrio y la movilidad (p. ej., enfermedad de Parkinson, artritis, demencia), efectos adversos de los medicamentos y riesgos ambientales.

  • Se pueden usar herramientas validadas como la prueba de Get-Up-and-Go para determinar la necesidad de una evaluación más completa de factores predisponentes intrínsecos, extrínsecos y situacionales.

  • En la medida de lo posible, optimizar el tratamiento de las comorbilidades y las condiciones contribuyentes, modificar o eliminar los medicamentos causantes, corregir los riesgos ambientales, utilizar ejercicio y ayudas protectoras para mitigar las lesiones relacionadas con caídas.

  • Se debe enfatizar la necesidad de eliminar los peligros ambientales que suelen aumentar el riesgo de caídas (p. ej., alfombras, iluminación inadecuada, falta de barras de apoyo y pasamanos, muebles inestables, desorden).

  • Se deben utilizar intervenciones multifactoriales para los adultos mayores que se han caído más de una vez o tienen anormalidades en la marcha inicial o deterioro del equilibrio; las intervenciones incluyen la derivación a fisioterapia y programas de ejercicios, que son más eficaces cuando se adaptan y se mantienen durante ≥ 4 meses.

  • Los trastornos de alto riesgo como la enfermedad de Parkinson a menudo requieren tratamiento dirigido (p. ej., fisioterapia, dispositivos de asistencia) para reducir el riesgo de caídas.

  • Se les debe enseñar a los adultos mayores técnicas para levantarse después de una caída, especialmente cuando están solos, y la importancia de tener un teléfono o un dispositivo de alerta de emergencia accesible desde el piso.

Más información

Los siguientes recursos en inglés pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no es responsable del contenido de estos recursos.

  1. Cochrane: Interventions for preventing falls in older people living in the community

  2. U.S. Centers for Disease Control and Prevention

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