Conducta suicida

PorChristine Moutier, MD, American Foundation For Suicide Prevention
Reviewed ByMark Zimmerman, MD, South County Psychiatry
Revisado/Modificado Modificado jul 2025
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Vista para pacientes

El suicidio es la muerte causada por un acto de autolesión diseñado para ser letal. El comportamiento suicida abarca un espectro de conductas, desde el intento de suicidio y las conductas preparatorias hasta el suicidio completo. Ideación suicida refiere al proceso de pensar, considerar o planificar el suicidio.

Los avances en la ciencia, la defensa y la reducción del estigma han determinado una evolución en gran parte de la terminología relacionada con el suicidio, incluidos:

  • Ideación suicida: proceso de pensar, considerar o planificar el suicidio.

  • Intento suicida: intención de terminar con la vida a través del suicidio

  • Intento de suicidio: comportamiento no letal potencialmente perjudicial dirigido contra uno mismo con la intención de morir como resultado de esa conducta

  • Suicidalidad: el espectro de posibles experiencias suicidas; no especifica si hubo ideación suicida o un intento de suicidio, o si la naturaleza de la ideación o intento fue crónica (o recurrente) o un evento aislado o múltiples eventos.

  • Suicide attempt survivors (Sobrevivientes de intentos de suicidio): personas con su propia experiencia personal de pensamientos o intentos de suicidio

  • Suicide loss survivors o sobreviviente de una persona que se suicidó: familiares, amigos o colegas de una persona que murió por suicidio

  • Murió por suicidio: Lenguaje recomendado más que la frase "se suicidó"; otras frases aceptables en lenguaje coloquial son "se mató", "acabó con su vida", "se quitó la vida"

La autolesión no suicida y el comportamiento autolesivo son términos que describen comportamientos definidos como lesiones deliberadas sin intención suicida; el autocorte es la forma más común, pero otras formas son quemarse, rascarse, pegarse y prevenir de manera intencional la cicatrización de las heridas. Estos no forman parte del comportamiento suicida; sin embargo, la evaluación inicial de personas con estos comportamientos debe incluir la determinación de la intención suicida. Además, el seguimiento debe incluir evaluación continua del riesgo de suicidio, porque la autolesión no suicida y la conducta de autolesión son factores de riesgo para el suicidio (1).

Tener una terminología clara y consistente es importante; la comunicación puede ser más eficaz si los profesionales de la salud articulan el problema actual en cuestión (p. ej. ideación o intento) e incluyen detalles relevantes.

(Véase también Comportamiento suicida en niños y adolescentes y the 2024 National Strategy for Suicide Prevention.)

Referencia

  1. 1. Kiekens G, Hasking P, Boyes M, et al. The associations between non-suicidal self-injury and first onset suicidal thoughts and behaviors. J Affect Disord. 2018;239:171-179. doi:10.1016/j.jad.2018.06.033

Epidemiología del comportamiento suicida

A nivel mundial, más de 720.000 personas mueren anualmente por suicidio, que es la tercera causa principal de muerte en personas de 15 a 29 años (1).

Las estadísticas sobre la conducta suicida se basan principalmente en los certificados de defunción e informes sobre las investigaciones judiciales. Aunque la vigilancia de la mortalidad por suicidio en Estados Unidos está mejorando, las tasas informadas aún se consideran una subestimación de la verdadera incidencia del suicidio. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) establecieron un sistema a nivel estatal llamado National Violent Death Reporting System (NVDRS, Sistema Nacional de Informes sobre Muertes Violentas), que recopila datos de diversas fuentes sobre cada caso de suicidio para proporcionar una comprensión más clara de las causas del suicidio. El NVDRS está ahora en vigor en los 50 estados, el Distrito de Columbia y Puerto Rico.

En los Estados Unidos entre 2000 y 2018, las tasas de suicidio aumentaron de manera constante, con un incremento total del 37% (de 10,4 a 14,2/100,000 personas por año) (2). Las tasas disminuyeron un 5% entre 2018 y 2020. Luego las tasas volvieron a aumentar y regresaron en 2022 al mismo nivel que en 2018, para luego permanecer bastante estables en 2023 (14,2/100.000).

Las tasas de suicidio en los Estados Unidos varían según la edad, el género y la raza/etnia. Desde 2021 hasta 2023, el suicidio fue la undécima causa de muerte en personas de todas las edades (3). En 2023 constituyó la segunda causa de muerte en personas de 10 a 34 años. Los grupos de edad con las tasas más altas de suicidio fueron de 75 a 84 años (19,4/100.000) y ≥ 85 años (22,7/100.000). El grupo racial/étnico con la tasa de suicidio más alta fue el de personas indígenas americanas y nativas de Alaska no hispanas (23,2/1.000.000).

En términos del espectro de experiencias relacionadas con el suicidio, se estima que en 2023 en Estados Unidos 12,8 millones de personas pensaron seriamente en el suicidio, 3,7 millones idearon un plan de suicidio, 1,5 millones intentaron suicidarse y 49.000 murieron por suicidio (2). La ideación suicida es una experiencia bastante común en la población general y más común en poblaciones de pacientes clínicos (4). De todas las personas que consideran el suicidio, muchas menos actúan sobre esos pensamientos o impulsos suicidas. Más del 90% de las personas que sobreviven incluso a intentos de suicidio médicamente graves no muere debido al suicidio (5). En términos de expectativa de vida, los adolescentes y los adultos jóvenes tienen la mayor incidencia de ideación suicida; las mujeres intentan suicidarse más que los hombres, pero la tasa de mortalidad por suicidio en los hombres es más del doble que la de las mujeres.

Se sabe que el suicidio es un resultado de salud complejo y multifactorial, por lo que es difícil identificar las razones de los cambios en las tasas de población, pero se cree que están relacionados con factores como las actitudes culturales hacia la salud mental y la búsqueda de ayuda, el acceso a la atención sanitaria mental, el acceso a medios letales y muchas otras influencias. Se cree que las tendencias sociales externas y las experiencias personales interactúan con factores de riesgo internos e individuales, como haber experimentado un trauma o tener una predisposición genética que puede aumentar el riesgo de suicidio (6).

Aproximadamente 1 de cada 6 personas que se suicidan dejan una nota (7). El contenido puede aludir a o especificar los factores que condujeron al suicidio (p. ej., enfermedad psiquiátrica, desesperanza, estrechamiento cognitivo y reducción de las opciones percibidas para hacer frente a la situación, sensación de ser una carga para los demás, sensación de aislamiento). La intersección de estos y otros factores estresantes o con pérdidas vitales puede precipitar el suicidio.

Las muertes masculinas por suicidio superan en número a las muertes femeninas, con un índice aproximado de 2,5:1 a 4:1 en todo el mundo (8) y de casi 4: 1 en los Estados Unidos (2). Las razones no están claras, pero entr:e las posibles explicaciones se incluyen:

  • Los hombres son menos propensos a buscar ayuda cuando están en dificultades.

  • Los hombres tienen una mayor prevalencia de trastorno por consumo de alcohol y trastorno por uso de sustancias, que generan comportamientos impulsivos.

  • Los hombres son más agresivos y utilizan medios más letales cuando intentan suicidarse.

  • El número de suicidios en los hombres incluye suicidios en el personal del ejército y veteranos de guerra, grupos que incluyen una mayor proporción de hombres que de mujeres.

Las tasas de suicidio juvenil en los Estados Unidos habían experimentado disminuciones en la década de 1990, después de más de una década de aumentos previos. Las tasas comenzaron a aumentar nuevamente a principios de la década de 2000. La causa de las tendencias crecientes en las tasas de suicidio entre niños y adolescentes es probablemente multifactorial, incluyendo los factores siguientes (9):

El papel de las redes sociales en la inclinación al suicidio es complejo. Parecen existir tipos de exposición a redes sociales, en particular aquellos que involucran acoso y victimización, que aumentan el riesgo tanto de ideación como de intento suicida, mientras que otros tipos, principalmente los que involucran conexión social, parecen ser protectores (11, 12, 13, 14) La evidencia es mixta sobre el efecto de la magnitud de la exposición a redes sociales o internet ("tiempo de pantalla") con algunos estudios que sugieren un riesgo aumentado de comportamiento suicida con mayor exposición, mediado al menos en parte por la privación del sueño, aunque algunos estudios sugieren ningún efecto.

El Cirujano General de EE.UU. pidió al Congreso en 2024 que coloque una etiqueta de advertencia en las redes sociales debido a sus efectos perjudiciales en la salud mental de jóvenes y adultos jóvenes (15). Sin embargo, el beneficio de las intervenciones regulatorias no está claro. Por ejemplo, algunos datos sugieren que los recuadros de advertencia emitidos por las agencias reguladoras sobre el mayor riesgo de suicidio en niños y adolescentes asociado con el uso de antidepresivos pueden haber dado lugar a una disminución del tratamiento del trastorno depresivo mayor (16, 17).

Referencias de epidemiología

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  2. 2. Centers for Disease Control and Prevention: Suicide Data and Statistics. Accessed May 21, 2025.

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  5. 5. Demesmaeker A, Chazard E, Hoang A, Vaiva G, Amad A. Suicide mortality after a nonfatal suicide attempt: A systematic review and meta-analysis. Aust N Z J Psychiatry. 2022;56(6):603-616. doi:10.1177/00048674211043455

  6. 6. Moutier C, Pisani A, Stahl S. Stahl’s Handbooks: Suicide Prevention. Cambridge University Press, 2021.

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  8. 8. World Health Organization: Suicide Rates. Accessed May 2, 2025.

  9. 9. Ruch DA, Heck KM, Sheftall AH, et al. Characteristics and precipitating circumstances of suicide among children aged 5 to 11 years in the United States, 2013-2017. JAMA Netw Open. 4(7):e2115683, 2021. doi:10.1001/jamanetworkopen.2021.15683

  10. 10. Bhatt A, Gonzales H, Pallin R, Barnhorst A. Rising Rates of Adolescent Firearm Suicide and the Clinician's Role in Addressing Firearms. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry. 2023;62(6):614-617. doi:10.1016/j.jaac.2022.07.820

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  12. 12. Sedgwick R, Epstein S, Dutta R, Ougrin D. Social media, internet use and suicide attempts in adolescents. Curr Opin Psychiatry. 2019;32(6):534-541. doi:10.1097/YCO.0000000000000547

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Métodos de suicidio

La elección del método para el suicidio está determinada por muchos elementos, incluyendo factores culturales, la disponibilidad de medios para completar el suicidio y la seriedad de la intención. Por ejemplo, el autoenvenenamiento con pesticidas se produce con mayor frecuencia en zonas rurales de países de Asia y el Pacífico Occidental (1). Algunos métodos (p. ej., saltar desde una altura) hacen que la supervivencia sea prácticamente imposible, mientras que otros (p. ej., la ingestión de fármacos o drogas) hacen posible el rescate. Sin embargo, utilizar un método que no haya demostrado ser mortal no implica necesariamente que el intento sea menos grave.

En relación con los intentos de suicidio, la ingestión de drogas ilícitas, medicamentos o toxinas es el método más utilizado. Métodos violentos, como dispararse y ahorcarse, son menos frecuentes entre los intentos de suicidio porque estos métodos tienen tasas de mortalidad más altas.

En 2023, en los Estados Unidos, las armas de fuego fueron el método usado con mayor frecuencia en suicidios concretados, representando más de la mitad (55,33%) (2). Los hombres usan este método más que las mujeres (3, 4). Los siguientes métodos más comunes fueron asfixia (24,37%) e intoxicación (12,09%).

El contagio suicida es un fenómeno en el que un suicidio parece conducir a otros en una comunidad, una escuela o lugares de trabajo. Los suicidios altamente difundidos pueden provocar un efecto muy amplio. Las personas afectadas suelen ser las que ya son vulnerables. Los humanos son seres sociales propensos a imitarse unos a otros, y los adolescentes tienen más probabilidades de participar en la imitación que los adultos debido a su estadio de desarrollo psicológico y neurológico. Se estima que el contagio es un factor que representa entre el 1 y el 5% (con algunas estimaciones hasta de aproximadamente el 10%) de todos los suicidios adolescentes (5, 6).

El contagio puede deberse a la exposición a un compañero que intenta suicidarse o muere por suicidio, a la amplia cobertura de un suicidio de una celebridad, o a la representación gráfica y/o sensacionalista del suicidio en los medios populares. Por el contrario, la cobertura mediática con mensajes positivos relacionados con la prevención del suicidio puede mitigar el riesgo y/o el impacto del contagio suicida en los jóvenes vulnerables. Los mensajes para la prevención del suicidio con temas positivos suelen incluir medidas para destacar los esfuerzos de salud mental como parte de la experiencia de la vida y la salud humana sin estigmas relacionados con la búsqueda de ayuda y tratamiento. Después de que ha ocurrido un suicidio, los mensajes de prevención del suicidio en la escuela o el lugar de trabajo deben comunicar claramente la pérdida trágica de un miembro de la comunidad, expresar su apoyo a la comunidad en duelo y proporcionar recursos de apoyo. Es importante el lenguaje que utiliza un líder de un grupo para hablar sobre el suicidio y verbalizar las percepciones, pensamientos y emociones experimentados durante un evento traumático de este tipo (debriefing), sea por escrito o en reuniones presenciales. Para obtener información más detallada sobre la comunicación y las plantillas para la comunicación escrita, véase After A Suicide Toolkits (Equipo de herramientas para después de un suicidio) disponible en forma gratuita en el sitio web de la American Foundation for Suicide Prevention.

Las otras categorías de suicidio son raras. Estas incluyen

  • Suicidios de grupo

  • Asesinato/suicidios

  • "Suicidio por policía" (situaciones en las que las personas actúan de una manera que incita a los agentes de la ley a actuar con fuerza letal [p. ej. blandiendo un arma])

Referencias de métodos

  1. 1. Mew EJ, Padmanathan P, Konradsen F, et al. The global burden of fatal self-poisoning with pesticides 2006-15: Systematic review. J Affect Disord. 2017;219:93-104. doi:10.1016/j.jad.2017.05.002

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  3. 3. QuickStats. Age-Adjusted Suicide Rates* for Females and Males, by Method(†) - National Vital Statistics System, United States, 2000 and 2014. MMWR Morb Mortal Wkly Rep. 2016;65(19):503. Published 2016 May 20. doi:10.15585/mmwr.mm6519a7

  4. 4. Perry SW, Rainey JC, Allison S, et al. Achieving health equity in US suicides: a narrative review and commentary. BMC Public Health. 2022;22(1):1360. Published 2022 Jul 15. doi:10.1186/s12889-022-13596-w

  5. 5. Shaman J, Kandula S, Pei S, et al. Quantifying suicide contagion at population scale. Sci Adv. 2024;10(31):eadq4074. doi:10.1126/sciadv.adq4074

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Factores de riesgo de la conducta suicida

El suicidio es un evento de salud complejo que involucra un conjunto de factores genéticos, ambientales y psicológicos-conductuales. Los estudios de autopsia psicológica muestran con claridad que en cada caso de suicidio, los fallecidos experimentaban múltiples factores de riesgo para el suicidio (1, 2, 3). La muerte por suicidio es mucho más frecuente entre las personas con una enfermedad psiquiátrica que entre los controles de la misma edad y género (1). En algunos estudios, casi el 90% de las personas que mueren por suicidio tenían un trastorno psiquiátrico diagnosticable en el momento de su muerte (4). (Véase tabla Riesgo aumentado de suicidio en los trastornos psiquiátricos.)

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Uno de los factores de riesgo más comunes de suicidio, significativos pero reversibles, es la depresión (1). Para los pacientes con depresión, el riesgo de suicidio puede aumentar durante los períodos en que la depresión es más grave, y cuando varios otros factores de riesgo convergen. Además, el suicidio parece ser más común cuando la ansiedad grave, la impulsividad, el uso de sustancias y los problemas de sueño ocurren simultáneamente con o como síntomas de depresión mayor o depresión bipolar.

Las personas con esquizofrenia mueren por suicidio a una tasa mucho más alta que la población general, con hasta un 14% de los pacientes con esquizofrenia muertos por suicidio (5). Los factores asociados con un mayor riesgo de suicidio entre las personas con esquizofrenia incluyen la fase temprana de la enfermedad, los episodios depresivos, las alucinaciones, la falta de acceso o el incumplimiento del tratamiento eficaz, la discapacidad, la desesperanza y la acatisia. Otros factores de riesgo psicosocial para el suicidio bien documentados incluyen la interrupción de una relación, el desempleo y las pérdidas.

El alcohol y las drogas ilícitas pueden aumentar la desinhibición y la impulsividad, así como empeorar el estado de ánimo. Más de un tercio de las personas que mueren por suicidio han consumido alcohol antes del intento, y alrededor de la mitad de ellos estaban intoxicados en ese momento (6). Las personas más jóvenes, que suelen ser más propensas a comportamientos impulsivos (incluyendo el consumo excesivo de alcohol), son particularmente susceptibles a los efectos del alcohol; niveles moderados de intoxicación pueden hacer que usen métodos suicidas más letales (7). Sin embargo, las personas con trastorno de alcoholismo presentan mayor riesgo de suicidio, incluso cuando están sobrios. De hecho, las personas que abusan del alcohol, particularmente aquellas que consumen en forma excesiva y episódica, a menudo tienen sentimientos profundos de remordimiento durante los períodos de abstemia, y este sentimiento de remordimiento puede estar asociado con un mayor riesgo de suicidio.

El diagnóstico nuevo o reciente de las condiciones médicas generales también se asocia con un mayor riesgo de suicidio (p. ej. diabetes, trastorno convulsivo, dolor crónico, esclerosis múltiple, cáncer, infección por VIH). Los efectos psicológicos de la discapacidad, el dolor o un nuevo diagnóstico de una enfermedad grave también pueden aumentar el riesgo de suicidio. Algunos trastornos médicos generales afectan directamente al funcionamiento fisiológico del cerebro y, por lo tanto, pueden aumentar el riesgo de suicidio. Las condiciones médicas graves, especialmente aquellas que son crónicas y dolorosas, contribuyen significativamente a los suicidios en adultos mayores, con más del 30% de los suicidios en un estudio que ocurrieron en pacientes con problemas de salud física (8, 9).

Las personas con trastornos de la personalidad son propensas al suicidio, en especial las personas con trastorno límite de la personalidad, que a menudo tienen problemas de intolerancia al estrés y patrones de reactividad interpersonal, incluyendo comportamiento autolesivo y agresión.

Las experiencias traumáticas en la infancia, en particular el trauma debido a abuso sexual o físico o la negligencia de los padres, se asocian con intentos de suicidio (10, 11, 12).

La genética del riesgo de suicidio es un área importante de investigación y parece influir en el riesgo de suicidio. Si bien el riesgo de suicidio puede heredarse, los genes parecen explicar solo una parte de ese riesgo (13). Un antecedente familiar de suicidio, los intentos de suicidio o los trastornos psiquiátricos se asocian con mayor riesgo de suicidio.

También hay evidencia que sugiere que las interacciones genéticas y ambientales contribuyen al riesgo de suicidio (14). Los cambios epigenéticos (p. ej., metilación del ADN) pueden afectar la expresión génica podrían aumentar o disminuir el riesgo de suicidio al afectar la neurofisiología, la cognición o la regulación del estrés. Esto significa que las experiencias negativas como el trauma y las experiencias positivas opuestas, como el apoyo social de la psicoterapia, en realidad pueden cambiar la expresión génica y afectar en forma significativa la resistencia y el riesgo de suicidio de un individuo.

Los rasgos psicológicos como la tendencia a la impulsividad, la rigidez cognitiva, la sensibilidad al rechazo interpersonal o el neuroticismo grave también se asocian con un mayor riesgo de suicidio.

Los factores de riesgo para el suicidio se enumeran en la tabla Factores de riesgo y signos de alarma para el suicidio.

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Antidepresivos y riesgo de suicidio

El enfoque clínico actual para abordar el riesgo de suicidio consiste en no abordar solamente las condiciones psiquiátricas primarias del paciente, sino considerar también el riesgo de suicidio como su propio enfoque clínico (15). Las personas con depresión y otras condiciones de salud mental tienen un riesgo importante de suicidio y deben ser cuidadosamente controladas para identificar conductas o ideas suicidas. El riesgo de suicidio puede estar aumentado al comienzo del tratamiento de la depresión, cuando el retardo psicomotor y la indecisión han mejorado pero el estado de ánimo deprimido sólo se ha elevado parcialmente. Cuando se comienza la administración de antidepresivos o cuando se aumentan las dosis, algunos pacientes experimentan agitación, ansiedad y mayor depresión, que puede aumentar la probabilidad de tener pensamientos suicidas e incluso, rara vez, comportamientos suicidas.

Múltiples estudios sí sugieren una asociación débil entre el inicio de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y otros antidepresivos y un mayor riesgo de pensamientos suicidas (y, rara vez, intentos) en niños, adolescentes y adultos menores de 25 años, aunque no todos los estudios han reproducido este efecto (16, 17, 18, 19) (véanse también Tratamiento de la depresión y el riesgo de suicidio, Riesgo de suicidio y antidepresivos y Tratamiento de trastornos depresivos en niños y adolescentes). Las advertencias de salud pública emitidas por la Food and Drug Administration (Agencia Federal para Alimentos y Medicamentos, FDA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos sobre la posible asociación entre el consumo de antidepresivos y los pensamientos e intentos suicidas en niños, adolescentes y adultos jóvenes condujeron inicialmente a una reducción significativa (> 30%) en las prescripciones de antidepresivos para estas poblaciones, mientras que las tasas generales de suicidio juvenil aumentaron después de que se iniciaran estas advertencias (20, 21, 22). Por lo tanto, al desalentar el tratamiento farmacológico en la depresión, esta advertencia pudo haber producido temporalmente más, y no menos, muertes por suicidio. Tratar eficazmente la depresión con medicamentos y/o alguna forma de psicoterapia se considera una manera efectiva de reducir el riesgo de suicidio en general.

Tomando en consideración tanto la importancia del tratamiento eficaz de la depresión como los riesgos potenciales, el mejor enfoque es fomentar el tratamiento apropiado administrado con precauciones apropiadas, como (23):

  • Administración de antidepresivos en cantidades subletales

  • Uso preferencial de antidepresivos que no son letales si se consume una sobredosis

  • Monitorización más frecuente y consultas tempranas durante el tratamiento

  • Dar una advertencia clara a los pacientes, a los miembros de la familia y otras personas significativas para que estén alertas a síntomas como agitación, insomnio o ideación suicida

  • Instruir a los pacientes, la familia y otras personas allegadas para que llamen de inmediato al médico tratante o busquen atención en otro lugar si los síntomas empeoran o aparece la ideación suicida

Cuando los pacientes han sido identificados por su clínico como que tienen riesgo de suicidio, la mejor práctica es dispensar cantidades menores de medicamentos para evitar el uso potencial de medicamentos en un intento de suicidio. Aunque la mayoría de los medicamentos tienen un índice terapéutico lo suficientemente alto por lo que las sobredosis tienden a no ser letales, algunos medicamentos selectos sí tienen un índice terapéutico estrecho; por lo tanto, administrar cantidades menores de medicamentos se considera la mejor práctica para cualquier medicamento que se prescriba a un paciente con mayor riesgo.

Además, los médicos consideran no solo los riesgos de los medicamentos, sino también el riesgo de no maximizar el manejo de la enfermedad psiquiátrica primaria con medicamentos o terapia, y el impacto negativo potencial en el riesgo de suicidio cuando el tratamiento no está completamente optimizado.

Referencias de los factores de riesgo

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Prevención de la conducta suicida

La prevención del suicidio requiere que se identifique a las personas en riesgo (véase tabla Factores de riesgo y signos de alarma para el suicidio) y que se inicien las intervenciones apropiadas (1).

Los esfuerzos de prevención del suicidio son, críticamente importantes a nivel regional y nacional. Estos esfuerzos se complementan con una atención sanitaria eficaz para reducir el riesgo de suicidio. Las intervenciones a nivel comunitario también han mostrado resultados prometedores para reducir el riesgo de suicidio (2). Además, el monitoreo de las redes sociales utilizando inteligencia artificial ha ayudado a identificar a las personas en riesgo y a proporcionar asistencia oportuna (3).

Hay intervenciones escolares y de salud pública. Un ejemplo es el programa de prevención del suicidio Sources of Strength, administrado por pares adolescentes en las escuelas secundarias (4). Los estudios también muestran que la capacitación adecuada de voluntarios que trabajan en líneas de vida para suicidas ayuda a salvar vidas (5).

Otro ejemplo contundente de la eficacia de la programación universal y selectiva para la prevención del suicidio se evidencia en los resultados asociados con las subvenciones de la Ley de Garrett Lee Smith (GLS). Estas becas han financiado actividades de prevención del suicidio juvenil en los Estados Unidos desde 2004, tanto en el campus universitario, como en entornos comunitarios y tribales en muchos estados. Un estudio del programa realizado durante un período de 15 años informó que una gran proporción de los condados estadounidenses recibió fondos financieros para participar en las iniciativas de prevención del suicidio entre los jóvenes, incluyendo los siguientes (6):

  • Establecimiento de programas de divulgación, sensibilización y cribado

  • Provisión de entrenamiento de "guardianes" (es decir, educar a las personas en roles clave de primera línea para reconocer el riesgo de suicidio e intervenir en consecuencia)

  • Desarrollo de coaliciones (que en forma típica incluyen una serie de grupos locales, p. ej., Departamentos de salud mental o de prevención del suicidio del gobierno local, organizaciones sin fines de lucro centradas en la prevención del suicidio, educadores, grupos de padres, grupos religiosos, fuerzas del orden)

  • Implementación de políticas y/o protocolos

  • Establecimiento y financiación de líneas directas

El 40% de las subvenciones de la Ley de Garrett Lee Smith (GLS)se otorgan en zonas rurales de los Estados Unidos, donde las tasas de suicidio son más altas y donde los recursos para programas y tratamientos clínicos tienden a estar mucho menos disponibles que en otras áreas. En un estudio de condados con actividades de la Ley de Garrett Lee Smith (GLS) en comparación con condados de control con una tendencia similar que no habían estado expuestos a programas de GLS, se encontraron reducciones estadísticamente significativas tanto en el impacto a corto plazo como a largo plazo sobre las conductas suicidas y las muertes por suicidio (7). El efecto positivo fue mayor en las zonas rurales de los Estados Unidos.

Hay estrategias que los sistemas de salud pueden emplear para reducir el suicidio entre los pacientes de mayor riesgo (8). Un marco de este tipo para niños y jóvenes se llama Zero Suicide, que aboga por el entrenamiento universal en detección de suicidio para todo el personal del sistema de salud, el uso del registro médico electrónico para ayudar a facilitar una mejor atención al paciente, y el uso de intervenciones (planificación de seguridad, asesoramiento sobre medios letales, comunicación sólida con el paciente y la familia cuando sea posible, y derivaciones y seguimiento apropiados).

En el ámbito clínico, los pacientes que ingresan en el hospital después de un intento de suicidio corren mayor riesgo de muerte por suicidio durante los primeros días o semanas después del alta y el riesgo permanece alto durante los primeros 6 a 12 meses después del alta (9). En consecuencia, antes de que los pacientes sean dados de alta, deben ser asesorados junto con miembros de la familia y/o amigos cercanos, sobre el riesgo inmediato de morir por suicidio y se debe concertar una cita para la atención de seguimiento en la primera semana después del alta. Se ha demostrado que una simple llamada o dos después del alta reducen significativamente la repetición de los intentos (10). Además, se debe informar al paciente, a los miembros de la familia o a los amigos los nombres, las dosis y la frecuencia de dosis de los medicamentos del paciente.

Durante las primeras semanas después del alta hospitalaria, la familia y los amigos deben asegurar que

  • No se deja solo al paciente.

  • Se controla el cumplimiento del paciente del régimen de medicamentos recetados.

  • Se le pregunta al paciente diariamente sobre el estado mental general, el estado de ánimo, el patrón de sueño y la energía (p. ej., para levantarse, vestirse e interactuar con otros).

Un familiar o un amigo del paciente debe llevarlo a las citas de seguimiento y debe informarle al médico sobre el progreso o la falta del mismo. Estas intervenciones deben continuarse durante varios meses después del alta.

Aunque algunos intentos de suicidio o suicidios son recibidos con sorpresa y shock, incluso por los familiares cercanos y compañeros, es posible que haya habido claras advertencias a los miembros de la familia o los amigos y a los miembros del personal médico. Estas advertencias a menudo son explícitas, como comentar abiertamente los planes o redactar o cambiar súbitamente el testamento. Sin embargo, las advertencias pueden ser más sutiles, como hacer comentarios sobre no tener nada por lo cual vivir o estar mejor muerto. En un estudio, alrededor del 83% de las personas que murieron por suicidio fueron atendidas por un médico en los meses previos a su muerte, y aproximadamente el 24% recibió un diagnóstico de un trastorno de salud mental el mes anterior a su muerte (11).

Los médicos deben estar conscientes de los factores de riesgo para el suicidio como parte de la atención hospitalaria y ambulatoria sistemática. Como los trastornos físicos, graves y dolorosos, el abuso de sustancias y los trastornos mentales (en particular la depresión), aumentan el riesgo de suicidio, el reconocimiento de estos posibles factores y el inicio del tratamiento apropiado son contribuyentes importantes para que el médico pueda impedir el suicidio.

Todos los pacientes con depresión deben ser interrogados sobre sus pensamientos respecto del suicidio. El miedo a que este tipo de indagación pueda imponer la idea de autodestrucción no tiene fundamento. El interrogatorio ayuda al médico a obtener una idea más clara de la profundidad de la depresión, favorece una conversación constructiva y aumenta la consciencia del médico sobre la desesperación profunda del paciente y su desesperanza.

Se considera que aun las personas que amenazan con un suicidio inminente (p. ej., un paciente que llama y declara que va a tomarse una dosis letal de un fármaco o una persona que amenaza con saltar desde una gran altura) tienen algún deseo de vivir. El médico u otra persona a la que se solicite ayuda debe apoyar el deseo de vivir.

La ayuda psiquiátrica de urgencia para las personas suicidas incluye:

  • Establecer una relación y una comunicación abierta con la persona

  • Indagar acerca de la atención psiquiátrica actual y anterior y la medicación que se toma actualmente

  • Ayudarle a salir del problema que causó la crisis

  • Ofrecer ayuda constructiva con el problema, que incluye un plan de seguridad escrito desarrollado con el paciente

  • Iniciar tratamiento para el trastorno mental de base

  • Referir al paciente a un lugar apropiado para atención de seguimiento lo antes posible

  • Alta a los pacientes de bajo riesgo al cuidado de un ser querido, incluido un amigo dedicado y comprensivo

  • Se les debe proporcionar a estos pacientes el número 988 de Lifeline Chat & Text o enlaces a sitios web útiles (988 Suicide and Crisis Lifeline, American Foundation for Suicide Prevention)

  • Proporcionar acceso a la información sobre prevención del suicidio

Referencias de la prevención

  1. 1. Mann JJ, Michel CA, Auerbach RP. Improving Suicide Prevention Through Evidence-Based Strategies: A Systematic Review. Am J Psychiatry. 2021;178(7):611-624. doi:10.1176/appi.ajp.2020.20060864

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  3. 3.McCarthy J F. Cooper SA, Dent KR, et al. Evaluation of the Recovery Engagement and Coordination for Health-Veterans Enhanced Treatment Suicide Risk Modeling Clinical Program in the Veterans Health Administration. JAMA Netw Open. 4(10):e2129900, 2021. doi.org/10.1001/jamanetworkopen.2021.29900

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  6. 6. Goldston DB, Walrath CM,  McKeon R, et al. The Garrett Lee Smith memorial suicide prevention program. Suicide Life Threat Behav.  40(3):245-256, 2010. doi: 10.1521/suli.2010.40.3.245

  7. 7. Garraza LG, Kuiper N, Goldston D, et al. Long-term impact of the Garrett Lee Smith Youth Suicide Prevention Program on youth suicide mortality, 2006–2015. J Child Psychol Psychiatr. 60(10):1142-1147, 2019. doi:10.1111/jcpp.13058

  8. 8. Melhem N, Moutier CY, Brent DA. Implementing Evidence-Based Suicide Prevention Strategies for Greatest Impact. Focus (Am Psychiatr Publ). 2023;21(2):117-128. doi:10.1176/appi.focus.20220078

  9. 9. Chung DT, Ryan CJ, Hadzi-Pavlovic D, et al: Suicide rates after discharge from psychiatric facilities: A systematic review and meta-analysis. JAMA Psychiatry 74(7):694–702, 2017. doi:10.1001/jamapsychiatry.2017.1044

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  11. 11. Ahmedani BK, Simon GE, Stewart C, et al Health Care contacts in the year before suicide death. J Gen Intern Med. 29(6):870-877, 2014. doi 10.1007/s11606-014-2767-3

Tratamiento del comportamiento suicida

  • Intervenciones breves

  • Evaluación del riesgo de suicidio

  • Planificación de la seguridad

  • Seguimiento y monitorización estrictos

  • Psicoterapia

  • Medicamentos

La National Action Alliance for Suicide Prevention (Action Alliance) publicó guías con medidas de referencia recomendadas para la atención de pacientes con riesgo de suicidio. Estos incluyen recomendaciones para la detección sistemática, la evaluación del riesgo de suicidio y la atención clínica primaria, de la salud conductual y en los servicios de urgencias (1).

Es importante tener en cuenta que el riesgo de suicidio es dinámico. El riesgo agudo suele durar solo un corto período (horas a días). En la mayoría de los suicidios, los pacientes habían consultado en diversos ámbitos de la atención sanitaria durante el período de riesgo agudo, pero no se detectó riesgo de suicidio. Las estrategias para mitigar los riesgos relacionados con el suicidio que pueden ser utilizados por los médicos (incluso aquellosque no pertenecen a la salud conductual) incluyen

  • Respuesta empática sin prejuicios

  • Proporcionar intervenciones breves (p. ej., planificación de la seguridad y asesoramiento sobre seguridad relacionada con los métodos para quitarse la vida)

  • Comunicarse con la familia y los amigos cercanos del paciente

  • Proporcionar recursos para afrontar las crisis y otros recursos de salud mental como 988, la línea de vida Suicide & Crisis Lifeline de los Estados Unidos

  • Derivar al paciente para la atención adecuada

  • Seguimiento del paciente (incluso por teléfono) entre visitas

Ciertos períodos de tiempo se asocian con un mayor riesgo de suicidio. En particular, el período de días a semanas después del alta del departamento de emergencias o del hospital psiquiátrico en los pacientes ingresados por ideación suicida o un intento de suicidio es un tiempo de alto riesgo y, por lo tanto, un momento en el cual puede efectuarse la intervención principal (2).

Un médico que vislumbra que un paciente está planteando el suicidio inminente está obligado, en la mayoría de las jurisdicciones estadounidenses, a informar a los agentes de la ley para que intervengan. Si no lo hace, puede ser acusado penal y civilmente. Los pacientes en riesgo no deben quedarse solos hasta que se encuentren en un entorno seguro (a menudo un centro psiquiátrico o departamento de emergencias). Si es necesario, esos pacientes deben ser transportados a ese entorno seguro por profesionales entrenados (p. ej., técnicos en emergencias médicas, policías).

Excepto por la probabilidad inminente de suicidio, que es una determinación clínica, la ley en los Estados Unidos no permite comunicarse con miembros de la familia sin el permiso del paciente. Sin embargo, se alienta a los médicos a maximizar el apoyo de los miembros de la familia, preguntando al paciente si le gustaría incluir a un miembro de la familia o a un amigo de confianza en el soporte de salud mental.

Los esfuerzos de defensa en los Estados Unidos, el Reino Unido, Nueva Zelanda, Australia y otros sitio tienen como objetivo reformar el sistema de respuesta a la crisis para avanzar hacia la dependencia de un conjunto más robusto de recursos de salud mental de múltiples niveles, como unidades móviles y la atención integral en las crisis, diferente de su dependencia de los departamentos de emergencia y la aplicación de la ley.

Cualquier acto suicida, con independencia de si se trata de un gesto o un intento, debe ser tomado en serio. Cualquier persona que tenga una lesión autoinfligida grave debe ser evaluada y tratada de sus lesiones físicas y evaluada por riesgo de suicidio.

Si se confirmó una sobredosis de un fármaco potencialmente mortal, se deben tomar los pasos inmediatos para administrar un antídoto y proporcionar un tratamiento de apoyo (véase Intoxicación).

La evaluación inicial puede ser realizada por cualquier médico con formación en la evaluación y tratamiento de la conducta suicida. Sin embargo, todos los pacientes deben someterse a una evaluación exhaustiva del riesgo de suicidio, que por lo general es realizada por un psiquiatra, un psicólogo u otro profesional de salud mental capacitado, tan pronto como sea posible.

Se deben tomar decisiones sobre si los pacientes deben ser admitidos en forma voluntaria o involuntaria para el tratamiento, y si es necesaria la restricción (véase también Emergencias conductuales). Los pacientes que tienen un trastorno psicótico y algunos con una depresión grave y una crisis no resuelta deben ser internados en una unidad psiquiátrica. Los pacientes con manifestaciones de trastornos médicos potencialmente confusos (p. ej., delirio, convulsiones, fiebre) pueden necesitar ser admitidos en una unidad médica con las precauciones apropiadas.

Después de un intento de suicidio, el paciente puede negar la existencia de problemas, porque la depresión profunda que lo llevó al acto suicida puede ser seguida por una elevación del estado de ánimo de corta duración. No obstante, el riesgo de suicidio tardío y consumado es alto, a menos que el paciente reciba tratamiento continuo y apoyo psicosocial.

Las intervenciones breves son eficaces para reducir el riesgo de suicidio y se consideran las mejores prácticas (3). Estas intervenciones pueden llevarse a cabo en el ámbito de atención primaria, en instituciones ambulatorias de salud conductual y en la atención hospitalaria. Estas intervenciones incluyen

  • Realizar una evaluación del riesgo de suicidio

  • Realizar una evaluación del riesgo de suicidio

  • Realizar una intervención de planificación de la seguridad

  • Proporcionar asesoramiento de seguridad sobre medios letales

  • Proporcionar apoyo de seguimiento mediante llamadas telefónicas, mensajes de texto u otros tipos de mensajes (que han demostrado disminuir el riesgo de suicidio en pacientes en riesgo)

  • Proporcionar educación al paciente y la familia cuando sea posible

  • Proporcionar recursos para las crisis

La evaluación del riesgo de suicidio identifica los factores clave que contribuyen al riesgo de suicidio actual del individuo y ayuda al médico a planificar el tratamiento adecuado. Consiste en:

  • Establecer una buena relación y escuchar la narración del paciente

  • Entender el intento de suicidio, sus antecedentes, los episodios que lo precedieron y las circunstancias en las que se produjo

  • Indagar sobre síntomas de salud mental y cualquier medicamento o tratamiento alternativo que el paciente pueda estar tomando para el tratamiento de su trastorno psiquiátrico o el alivio de los síntomas

  • Evaluar completamente el estado mental del paciente, destacando en particular la identificación de la depresión, ansiedad, agitación, crisis de angustia, insomnio grave u otros trastornos mentales, y el abuso de alcohol o de sustancias (que requieren un tratamiento específico además de la intervención de la crisis)

  • Entender con todo detalle las relaciones personales y familiares así como las redes sociales, que a menudo son pertinentes en el intento de suicidio y el tratamiento subsiguiente

  • Entrevistar a los miembros cercanos de la familia y a los amigos

  • Indagar acerca de la presencia de un arma de fuego u otros medios letales en la casa y proporcionar asesoramiento sobre medios letales (esto puede implicar facilitar el almacenamiento seguro o la eliminación de los medios letales del hogar)

Los médicos pueden utilizar instrumentos validados como la Columbia Suicide Severity Rating Scale (C-SSRS) o el "Ask Suicide-Screening Questions" (ASQ) tool desarrollados por el National Institute of Mental Health (NIMH).

La planificación de seguridad, el primer paso después de la evaluación, es una intervención fundamental y se lleva a cabo para ayudar a los pacientes a identificar los factores desencadenantes de la planificación suicida y desarrollar planes para tratar los pensamientos suicidas cuando ocurren (4, 5).

Otros pasos que los médicos deben implementar incluyen proporcionar al paciente recursos para la crisis, asesoramiento sobre la eliminación o el almacenamiento de medios letales (6, 7), y derivaciones para la atención apropiada para la reducción del riesgo (p. ej., terapia cognitivo-conductual, terapia dialéctica conductual, evaluación y manejo colaborativo del suicidio [CAMS], terapia familiar) (5, 8–11). Los médicos también pueden proporcionarle al paciente un contacto más frecuente a través de visitas ambulatorias o diversas formas de comunicación, algunas de las cuales pueden ser proporcionadas por otros miembros del equipo de atención médica (12, 13).

Psicoterapia

Varios tipos de psicoterapia disminuyen el riesgo de suicidio:

  • Terapia cognitivo-conductual para la prevención del suicidio

  • Terapia conductual dialéctica

  • Ciertos tipos de terapia familiar

  • Evaluación colaborativa y manejo de la tendencia al suicidio

En la terapia cognitivo-conductual para la prevención del suicidio, la conducta suicida es vista como una conducta problemática de afrontamiento y como el principal problema y objetivo del tratamiento, más que como un síntoma de un trastorno. El tratamiento se centra en la prevención de futuras crisis suicidas. El cambio personal está destinado a ayudar a las personas a modificar sus respuestas a los pensamientos automáticos, y a desvincular patrones de pensamiento-comportamiento-estado de ánimo negativos.

La terapia conductual dialéctica se centra en aumentar la tolerancia al estrés, identificar y tratar de cambiar los patrones de pensamiento negativos y promover cambios positivos. Su objetivo es ayudar a los pacientes a encontrar formas más constructivas de responder al estrés (p. ej., para resistir los impulsos de comportarse de forma autodestructiva).

Varios tipos de terapia familiar se han desarrollado para reducir específicamente la conducta suicida y ayudar a las familias a dar apoyo a su ser querido. Por ejemplo, el Programa SAFETY es una intervención familiar cognitivo-conductual diseñada para aumentar la seguridad y reducir la conducta suicida (14). La terapia familiar basada en el apego también ha demostrado ser prometedora en adolescentes suicidas y sus padres (15).

En la evaluación cooperativa y manejo de la tendencia al suicidio (o CAMS), el riesgo de una persona de actuar sobre pensamientos suicidas disminuye al mejorar su comprensión de los factores que dirigen sus impulsos suicidas, los problemas para mantener relaciones con los demás y la resolución de los problemas. La persona que tiene ideación y/o comportamiento suicida colabora con un médico para desarrollar y seguir un plan para mantenerse con vida y aumentar su motivación para vivir. (Véase el sitio web de la American Foundation for Suicide Prevention para un análisis completo de las intervenciones preventivas y las opciones de tratamiento).

Tratamientos farmacológicos y otros

El tratamiento con medicamentos antidepresivos (en particular los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina [ISRS] y los inhibidores de la recaptación de serotonina-noradrenalina [IRSN]) es un pilar de la terapia. Véase también Antidepresivos y riesgo de suicidio.

La evidencia de los ensayos aleatorizados ha demostrado que cuando se administra litio solo o como terapia adyuvante con antidepresivos o antipsicóticos de segunda generación (también conocidos como antipsicóticos atípicos), se reduce el número de muertes por suicidio en pacientes con depresión mayor o trastorno bipolar (16). La esketamina intranasal puede usarse junto con un antidepresivo oral en adultos con depresión mayor unipolar que incluye ideación o comportamiento suicida agudo (17). La clozapina reduce el riesgo de suicidio en pacientes con esquizofrenia (18). Se estudian otros tratamientos para pacientes con depresión e intención suicida (19).

La terapia electroconvulsiva (TEC) es eficaz para el tratamiento de la depresión grave y para la depresión suicida. La terapia electroconvulsiva y la estimulación magnética transcraneal (rTMS) se han aprobado para la depresión resistente al tratamiento y pueden considerarse en pacientes con depresión grave refractaria al tratamiento, depresión psicótica o trastorno bipolar. Ambas formas de tratamiento también pueden ser útiles para reducir el riesgo de suicidio (20, 21).

Referencias del tratamiento

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Apoyo para aquellos impactados por el suicidio

Cualquier acto suicida tiene un efecto emocional importante en todos los afectados. Perder a alguien por suicidio es un tipo de pérdida particularmente dolorosa y compleja. El duelo relacionado con el suicidio difiere de otros tipos de pérdidas porque la pregunta de por qué esa persona eligió morir por suicidio a menudo permanece sin respuesta, y muchas personas tienen un conocimiento limitado sobre el suicidio. En un esfuerzo por dar sentido al evento inexplicable e impactante, las personas a menudo inician una intensa búsqueda de información y generan una serie de hipótesis sobre la razón por la cual ocurrió el suicidio. Esto puede conducir a culpa, arrepentimiento e ira dirigidos contra sí mismos y los demás por no haber evitado el suicidio, y también ira hacia el ser querido que murió. Esta parte natural del duelo por el suicida suele ser extremadamente intensa en los primeros meses, y a menudo disminuye en intensidad en el segundo año y a partir de entonces.

Véase Más Información para obtener recursos educativos y de apoyo que pueden proporcionarse a pacientes que han experimentado una pérdida por suicidio, así como para pacientes con miembros de la familia con pensamientos o comportamientos suicidas.

Muchos individuos—incluyendo miembros de la familia, amigos, colegas y otros—son afectados por cada muerte por suicidio. Un metanálisis internacional de estudios poblacionales sobre pérdidas por suicidio encontró que el 4,3% de los miembros de la comunidad había experimentado el suicidio de otra persona en el último año, y el 21,8% durante su vida. En los Estados Unidos se encontraron tasas de exposición aún más altas (1). De una muestra nacional de 1432 adultos, el 51% se había expuesto al suicidio y el 35% cumplía con criterios para el suicidio (definido como la experimentación de angustia emocional moderada a grave relacionada con la pérdida por el suicidio) en algún momento de la vida (2). El médico puede proporcionar asistencia valiosa a los pacientes con comportamiento suicida.

Para los médicos que pierden a un paciente por suicidio, la experiencia puede ser mucho más angustiante que otras muertes relacionadas con enfermedades. A menudo se parece más a la experiencia traumática y profundamente angustiante de la muerte de un miembro de la familia del médico que a la pérdida de un paciente. En un estudio, la mitad de los psiquiatras que perdieron a un paciente por suicidio tuvieron puntuaciones en la Escala de Impacto de un Evento comparables a las de una población clínica que había experimentado la muerte de un padre (3). La experiencia de pérdida para los profesionales de la salud a menudo tiene implicancias personales y profesionales, que pueden incluir angustia, sentimiento de culpa, dudas, duelo complicado e incluso pensamientos de abandono de la profesión. Hay recursos disponibles para los médicos para recibir apoyo a través de varias organizaciones (American Foundation for Suicide Prevention, American Association of Suicidology, Jed Foundation; Suicide Prevention Resource Center [4]), y también está disponible el plan de estudios para enseñar a los principiantes y prepararlos para la experiencia de perder a un paciente por suicidio (5).

Referencias de apoyo

  1. 1. Andriessen K, Rahman B, Draper B, et al. Prevalence of exposure to suicide: A meta-analysis of population-based studies. J Psychiatr Res. 88:113-120, 2017. doi: 10.1016/j.jpsychires.2017.01.017

  2. 2. Feigelman W, Cerel J, McIntosh JL, et al . Suicide exposures and bereavement among American adults: Evidence from the 2016 General Social Survey. J Affect Disord .227:1-6, 2018. doi: 10.1016/j.jad.2017.09.056

  3. 3. Hendin H, Lipschitz A, Maltsberger JT, et al.Therapists' reactions to patients' suicides. Am J Psychiatry. 157(12):2022-2027, 2000. doi: 10.1176/appi.ajp.157.12.2022

  4. 4. Sung JC. Sample agency practices for responding to client suicide. Forefront: Innovations in Suicide Prevention. 2016. Accessed April 17, 2025.

  5. 5. Lerner U, Brooks K, McNeil DE, et al. Coping with a patient’s suicide: A curriculum for psychiatry residency training programs. Acad Psychiatry. 36(1):29-33. 2012. doi: 10.1176/appi.ap.10010006

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