Introducción a los problemas de comportamiento en niños

PorStephen Brian Sulkes, MD, Golisano Children’s Hospital at Strong, University of Rochester School of Medicine and Dentistry
Revisado/Modificado may 2023
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Los niños van adquiriendo un gran número de habilidades a medida que crecen. Algunas de estas habilidades, como, por ejemplo, controlar la orina y las deposiciones, dependen principalmente del nivel de madurez de los nervios y del cerebro del niño. Otras, como comportarse adecuadamente en casa y en la escuela, son resultado de una interacción muy compleja entre el desarrollo físico e intelectual (cognitivo) del niño, la salud, el carácter y la relación con sus padres, sus profesores y las personas que lo cuidan (véase también Desarrollo infantil). Otros comportamientos, como chuparse el dedo, aparecen cuando los niños buscan maneras de ayudarse a sobrellevar el estrés. Y aún otros comportamientos aparecen como respuesta al estilo de crianza.

Los problemas de comportamiento pueden llegar a ser tan preocupantes que amenacen las relaciones normales entre el niño y quienes le rodean o interfieran con su desarrollo emocional, social e intelectual. Algunos de los problemas de comportamiento incluyen

Muchos de estos problemas surgen de hábitos normales del desarrollo que los niños adquieren con facilidad.

Algunos problemas de conducta, como la incontinencia urinaria nocturna, pueden ser leves y solucionarse rápidamente y de forma espontánea como parte de un desarrollo normal. Otros problemas de comportamiento, como los que se manifiestan en los niños con trastorno de déficit de atención/hiperactividad (TDAH), requieren tratamiento prolongado.

Comportamientos relacionados con el estrés en niños

Cada niño maneja el estrés de manera diferente. Los comportamientos propios de los niños para manejar el estrés son la succión del pulgar, comerse las uñas y, a veces, golpearse la cabeza.

Chuparse el dedo

La succión del pulgar (o el uso del chupete) es normal en la primera infancia, y la mayoría de los niños dejan de hacerlo cuando tienen entre 1 o 2 años de edad, aunque algunos continúan haciéndolo en edad escolar. La succión del pulgar es normal en épocas de estrés, pero pasados los 5 años puede alterar la forma del paladar, producir una mala alineación dental y hacer al niño objeto de las burlas de otros niños. A veces, la succión persistente del pulgar es el indicio de un trastorno emocional subyacente.

Con el tiempo, todos los niños dejan de chuparse el pulgar. Los padres deben intervenir solo si el odontólogo les aconseja hacerlo o si sienten que chuparse el pulgar es socialmente inadecuado y poco higiénico.

Los padres deben alentar suavemente a los niños a entender por qué deben dejar de hacerlo. Cuando el niño muestra la voluntad de dejarlo, usar pequeños recordatorios es un buen estímulo inicial. Luego se sigue con premios simbólicos que se ponen directamente en el dedo, como un vendaje coloreado, barniz de uñas, o dibujar una estrella de colores con un marcador no tóxico. Se pueden emplear medidas adicionales como envolver el dedo en un plástico, inmovilizar el codo por la noche para impedir que el niño lo doble o aplicar una sustancia amarga en la uña. Sin embargo, ninguna de estas medidas debe utilizarse en contra del deseo del niño.

Comerse las uñas (onicofagia)

Morderse las uñas es un problema frecuente entre los niños pequeños. El hábito suele desaparecer a medida que el niño crece pero, por lo general, se relaciona con el estrés y la ansiedad.

A los niños motivados para dejar de hacerlo se les puede enseñar a sustituirlo por otros hábitos (por ejemplo, girar un lápiz).

Un sistema de premios, en el cual el niño conserva más premios por no realizar un determinado comportamiento, podría reforzar el comportamiento deseado.

Golpes en la cabeza y balanceo rítmico

En bebés mayores (entre 1 y 2 años de edad) son frecuentes los golpes en la cabeza y el balanceo rítmico. A pesar de que esto alarma a los padres, a los niños parece no molestarles y, de hecho, parece que estos comportamientos les producen satisfacción.

Los niños suelen superar el balanceo y los golpes en la cabeza entre los 18 meses y los 2 años de edad, pero algunas veces se producen acciones repetitivas aun en niños mayores y adolescentes.

Los niños con autismo y otros problemas de neurodesarrollo también pueden golpearse la cabeza o realizar otros movimientos repetitivos. Sin embargo, presentan otros síntomas adicionales que facilitan su diagnóstico.

Aunque con esta conducta los niños casi nunca se autolesionan, la posibilidad de que se lesionen (y el ruido que hacen) se reduce colocando la cuna lejos de la pared, retirando las ruedas o colocando protectores de fieltro debajo de ellas y acolchonando la parte interior de la cuna.

Problemas de Comportamiento y Estilos de Crianza

Los elogios y la recompensa pueden reforzar el comportamiento apropiado. A veces los padres terminan prestando atención a sus hijos solo cuando presentan un comportamiento inapropiado, lo que puede ser contraproducente cuando esa es la única atención que reciben los niños. Como la mayoría de los niños prefieren que se les preste atención, aunque sea por una conducta inapropiada, a que no se les preste atención en absoluto, los padres deben crear momentos especiales cada día para las interacciones agradables con sus hijos con el fin de evitar un aumento de las conductas inapropiadas.

Numerosos problemas de comportamiento relativamente menores pueden tener su origen en los estilos de crianza.

Los problemas de interacción entre padres e hijos son dificultades en la relación entre los niños y sus padres que pueden comenzar durante los primeros meses de vida. La relación puede ser tensa a causa de

  • Un embarazo o un parto difícil

  • Depresión puerperal que afecte a la madre

  • Falta de apoyo a la madre por parte del padre, el compañero, parientes o amigos

  • Padres desinteresados

Los horarios imprevisibles de alimentación y sueño del bebé pueden contribuir a que la construcción de un fuerte vínculo sea aún más tensa. La mayoría de los bebés no duermen toda la noche hasta los 3 o 4 meses de edad. Unas malas relaciones entre el niño y sus progenitores pueden frenar el desarrollo de las habilidades mentales y sociales y causar retraso en el crecimiento.

Un médico o un miembro del personal de enfermería puede analizar el temperamento de un bebé en particular y ofrecer a los padres información sobre el desarrollo de los bebés y consejos útiles para hacer frente a la situación. Los padres pueden entonces desarrollar expectativas más realistas, aceptar sus sentimientos de culpa y el conflicto como algo normal, y tratar de reconstruir una relación sana. Si la relación no mejora, el niño puede continuar teniendo problemas después.

Las expectativas poco realistas contribuyen a la percepción de problemas de comportamiento. Por ejemplo, unos padres que esperan que un niño de 2 años de edad recoja sus juguetes sin ayuda pueden creer erróneamente que existe un problema de comportamiento. Los padres pueden malinterpretar otros comportamientos normales relacionados con un niño de 2 años de edad, como la negativa a obedecer la petición de un adulto o sus normas.

Un ciclo de autoperpetuación es un ciclo en el que una respuesta negativa (enojada) de un padre o cuidador al comportamiento negativo (inapropiado) del niño conduce a un comportamiento negativo adicional por parte del niño, lo que lleva a respuestas negativas continuas de los padres o del cuidador. La atención que el niño recibe de los progenitores refuerza a menudo su comportamiento inapropiado.

En los ciclos de autoperpetuación, el niño responde al estrés y al malestar emocional con terquedad, retroalimentación, agresividad y resistencia en lugar de llorar. Los padres o cuidadores responden con regañinas, gritos y azotes en las nalgas. Los ciclos que se autoperpetúan también pueden ser consecuencia de una reacción parental de sobreprotección y exceso de permisividad ante un niño temeroso, excesivamente dependiente o manipulador.

El círculo que se autoperpetúa puede romperse si los padres aprenden a ignorar el comportamiento inadecuado que no afecta negativamente a terceros, como las rabietas o las negativas a comer. Redirigir la atención del niño hacia actividades interesantes permite la recompensa de un buen comportamiento, lo que hace que el niño y sus padres sientan que ha valido la pena. Para el comportamiento que no puede ser ignorado, se puede intentar la distracción o una técnica de tiempo muerto por apartamiento.

Los problemas de disciplina son conductas inapropiadas que se desarrollan cuando la estructura no es efectiva. La disciplina es algo más que un castigo. Se trata de proporcionar a los niños expectativas claras, estructuradas y apropiadas a su edad que les permiten saber lo que se espera de ellos. Es mucho más fácil y más satisfactorio tanto para los padres como para los niños recompensar un comportamiento deseable que castigar un comportamiento inapropiado.

En niños mayores y adolescentes pueden surgir problemas de comportamiento cuando los niños buscan liberarse de las reglas y la supervisión de los progenitores (véase Problemas de comportamiento en los adolescentes). Los padres deben aprender a distinguir entre dichos problemas y los errores de juicio ocasionales.

Tratamiento

  • Intervención temprana

  • Estrategias de modificación de comportamiento para los padres

El objetivo que persigue el tratamiento es cambiar el comportamiento indeseable logrando que el niño corrija su comportamiento. Este objetivo implica con frecuencia cambios persistentes en las actitudes de los padres, lo que a su vez tiene como resultado una mejora en el comportamiento del niño.

Los problemas de conducta deben ser abordados pronto porque los comportamientos son más difíciles de cambiar cuando ya están instalados. A veces, los padres sólo necesitan estar seguros de que el comportamiento particular es normal o escuchar algunas sugerencias simples. Una simple sugerencia es que los padres pasen por lo menos entre 15 y 20 minutos diarios realizando una actividad placentera con el niño o que presten atención a los comportamientos deseables ("para pescar al hijo siendo bueno"). También se alienta a los padres a pasar tiempo lejos del niño de forma regular para ayudar al niño a aprender a sentirse seguro y también independiente.

Algunas estrategias adicionales para la modificación de la conducta son las siguientes:

  • Identificar los factores desencadenantes del comportamiento del niño y factores (como la atención adicional) que pueden reforzarlo involuntariamente

  • Definir claramente al niño cuáles son los comportamientos deseables y cuáles son los indeseables

  • Establecer normas y límites consistentes

  • Hacer un seguimiento de lo bien que se siguen las reglas y los límites

  • Proporcionar recompensas apropiadas para el éxito y consecuencias para la conducta inapropiada

  • Centrarse en el comportamiento en sí mismo y no equipararlo con el niño (por ejemplo, decir "ese comportamiento no es aceptable" en lugar de decir "eres un niño malo").

  • Minimizar la ira cuando se aplican las normas y aumentar las interacciones positivas con el niño

Los expertos en salud infantil recomiendan formas sanas de disciplina, como el refuerzo positivo de los comportamientos apropiados, el establecimiento de límites, el encauzamiento y el establecimiento de expectativas futuras. Recomiendan que los padres no utilicen azotes, golpes, bofetadas, amenazas, insultos, humillaciones o avergonzamientos.

Si un problema de comportamiento no cambia en 3 o 4 meses, los médicos pueden recomendar una evaluación de la salud del comportamiento.

Técnica de tiempo muerto por apartamiento

Esta técnica disciplinaria es más efectiva cuando los niños son conscientes de que sus acciones son inadecuadas o inaceptables y cuando ven la ausencia de atención como un castigo. Generalmente, hasta la edad de 2 años los niños no comprenden que el hecho de no prestarles atención es un castigo que va unido a un comportamiento indeseable. Cuando se utiliza esta técnica dentro de un grupo, como en las guarderías, debe tenerse cuidado porque puede provocar humillación y hacer daño.

La técnica se aplica cuando un niño se porta mal de una manera que se sabe que puede terminar en un apartamiento del grupo. Normalmente, hay que darle al niño indicaciones verbales y recordatorios antes de utilizar la técnica del tiempo muerto.

  • Hay que explicar al niño cuál ha sido el comportamiento inadecuado, mandarlo a la «silla de pensar» o llevarlo a ella si es necesario.

  • El niño debe sentarse en la silla durante un minuto por cada año de edad (un máximo de 5 minutos). Debe evitarse la aplicación de restricciones físicas.

  • Un niño que se levanta de la silla antes del tiempo establecido debe sentarse otra vez y se reinicia el tiempo muerto. Se evita la conversación y el contacto visual.

  • Cuando llega el momento en que el niño debe levantarse, el cuidador le pregunta la razón que ha motivado el tiempo muerto sin ira ni crítica. Si el niño no recuerda la razón exacta, se le recuerda brevemente. No es necesario que el niño exprese remordimiento por la conducta inapropiada en tanto esté claro que comprende la razón del tiempo muerto.

Tan pronto como sea posible tras el tiempo de apartamiento, el cuidador debe hacer un esfuerzo para identificar un comportamiento adecuada y alabarlo por ello. El comportamiento apropiado puede ser más fácil de lograr si se reconduce al niño hacia una actividad nueva lejos de la escena de la conducta inapropiada.

A veces, el comportamiento inadecuado de un niño aumenta cuando el niño está en un tiempo de apartamiento. En tales casos, el cuidador puede redirigir al niño a otra actividad antes de que se haya agotado el tiempo de apartamiento. Estas redirecciones solo se deben hacer cuando el niño entiende por qué se le había dado un tiempo de apartamiento.

Más información

El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de este recurso.

  1. American Academy of Pediatrics: What’s the Best Way to Discipline My Child? (Academia Estadounidense de Pediatría: ¿Cuál es la mejor manera de imponer disciplina a mi hijo?): un recurso que proporciona consejos sobre las mejores maneras de ayudar a los niños a aprender un comportamiento aceptable

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