Fármacos para la hipertensión arterial

PorGeorge L. Bakris, MD, University of Chicago School of Medicine
Revisado/Modificado sep. 2023
Vista para pacientes

El tratamiento de la hipertensión puede implicar solo modificaciones del estilo de vida (p. ej., modificación de la dieta, pérdida de peso, ejercicio) o en combinación con medicamentos. La decisión de tratar con medicación se basa en el nivel de tensión arterial (TA), la presencia de enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVAS) o sus factores de riesgo, y otras consideraciones.

Varias clases de fármacos son eficaces para el manejo inicial y posterior de la hipertensión:

La selección y el uso de fármacos para el tratamiento de la hipertensión estable se analizan en otro apartado. Para el tratamiento de las emergencias hipertensivas, véase tabla Fármacos por vía parenteral para las emergencias hipertensivas.

(Véase también Hipertensión arterial y Emergencias hipertensivas.)

Modificadores del tono adrenérgico para la hipertensión arterial

Los modificadores adrenérgicos abarcan los agonistas alfa-2 adrenérgicos centrales, los bloqueantes alfa-1 adrenérgicos postsinápticos y los bloqueantes adrenérgicos no selectivos de acción periférica (véase tabla Modificadores del tono adrenérgico para la hipertensión arterial).

Tabla

Los agonistas alfa-2 adrenérgicos (p. ej., metildopa, clonidina, guanabenz, guanfacina) estimulan a los receptores alfa-2 adrenérgicos en el tronco del encéfalo y reducen la actividad del sistema nervioso simpático, lo que a su vez desciende la tensión arterial. Dado que actúan a nivel central, tienen más probabilidades de ocasionar somnolencia, letargo y depresión que otros antihipertensivos y ya no se emplean ampliamente. La clonidina puede aplicarse por vía transdérmica una vez a la semana como parche; por lo tanto, puede ser útil para los pacientes que tienen dificultades para cumplir el tratamiento (p. ej., aquellos con demencia). Puede ocurrir hipertensión de rebote con la interrupción brusca.

Los bloqueantes alfa-1-adrenérgicos postsinápticos (p. ej., prazosina, terazosina, doxazosina) no se indican en la actualidad para el tratamiento primario de la hipertensión arterial debido al hallazgo de evidencia que sugiere que no disminuye la tasa de mortalidad. Asimismo, el doxazosina aislado o con antihipertensivos diferentes de los diuréticos aumenta el riesgo de insuficiencia cardíaca. Otros efectos adversos incluyen síncope en la primera dosis, hipotensión ortostática, debilidad, palpitaciones y cefalea. Sin embargo, pueden ser utilizados en los pacientes que tienen hipertrofia prostática y necesitan un cuarto antihipertensor o en personas con tono simpático elevado (es decir, con alta frecuencia cardíaca y picos de presión arterial) que ya reciben la dosis máxima de un fármaco beta-bloqueante.

Inhibidores de la ECA para la hipertensión

Los inhibidores de la ECA (véase tabla Inhibidores orales de la ECA y bloqueantes del receptor de angiotensina II para la hipertensión) reducen la presión arterial al interferir sobre la conversión de la angiotensina I en angiotensina II e inhibir la degradación de la bradicinina, lo que a su vez disminuye la resistencia vascular periférica sin causar taquicardia refleja. Estos fármacos reducen la tensión arterial en muchos pacientes hipertensos independientemente de la actividad plasmática de la renina. Dado que estos fármacos protegen el riñón, se consideran la terapia de elección en pacientes con diabetes. No se recomiendan para el tratamiento inicial en acientes con ascendencia africana, en los que parecen aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular cuando se utilizan para el tratamiento inicial.

Una tos seca e irritante es el efecto adverso más común, con estimaciones de hasta el 20% en las poblaciones de América del Norte y Europa y de hasta el 40% en las poblaciones asiáticas (1, 2). El angioedema es el efecto adverso más grave y, si afecta la orofaringe, puede ser letal. El angioedema es más común entre los pacientes con ascendencia africana y en los que fuman.

Los inhibidores de la ECA pueden aumentar la potasemia y la creatininemia, en particular en pacientes con nefropatía crónica y en los que toman diuréticos ahorradores de potasio, suplementos de potasio o medicamentos antiinflamatorios no esteroideos.

Los inhibidores de la ECA están contraindicados durante el embarazo.

En pacientes con un trastorno renal, se controlan las concentraciones séricas de creatinina y potasio al menos cada 3 meses. Los pacientes con nefropatía estadio 3 (tasa de filtración glomerular [TFG] estimada  < 60 mL/minuto y > 30 mL/minuto) que reciben inhibidores de la ECA suelen poder tolerar un incremento de hasta 30 a 35% en la creatininemia por encima de las concentraciones basales. Los inhibidores de la ECA pueden causar lesión renal aguda en pacientes con hipovolemia, insuficiencia cardíaca grave, estenosis bilateral grave de las arterias renales o estenosis grave de la arteria renal que irriga un riñón solitario.

Los diuréticos tiazídicos aumentan la actividad antihipertensiva de los inhibidores de la ECA y los bloqueantes de los receptores de la angiotensina II en forma más pronunciada que otras clases de antihipertensivos (3, 4). La espironolactona y la eplerenona también parecen incrementar el efecto de los inhibidores de la ECA.

Tabla

Referencias de los inhibidores de la ECA

  1. 1. Israili ZH, Hall WD. Cough and angioneurotic edema associated with angiotensin-converting enzyme inhibitor therapy. A review of the literature and pathophysiology. Ann Intern Med 117(3):234-242, 1992. doi:10.7326/0003-4819-117-3-234

  2. 2. Woo KS, Nicholls MG. High prevalence of persistent cough with angiotensin converting enzyme inhibitors in Chinese. Br J Clin Pharmacol 40(2):141-144, 1995.

  3. 3. Townsend RR, Holland OB. Combination of converting enzyme inhibitor with diuretic for the treatment of hypertension. Arch Intern Med 150(6):1175-1183, 1990.

  4. 4. Lacourcière Y, Poirier L, Lefebvre J, Ross SA, Leenen FH. Increasing the doses of both diuretics and angiotensin receptor blockers is beneficial in subjects with uncontrolled systolic hypertension. Can J Cardiol 26(8):313-319, 2010. doi:10.1016/s0828-282x(10)70442-6

Bloqueantes del receptor de angiotensina II para la hipertensión

Los bloqueantes del receptor de angiotensina II (véase tabla Inhibidores orales de la ECA y bloqueantes del receptor de angiotensina II para la hipertensión) ocupan e inhiben los receptores de angiotensina II y, de esta manera, interfieren sobre el sistema renina-angiotensina. Los bloqueantes del receptor de angiotensina II y los inhibidores de la ECA presentan eficacias antihipertensivas similares. Los bloqueantes del receptor de angiotensina II pueden ofrecer otros beneficios a través del bloqueo de la ECA tisular. Las dos clases producen los mismos efectos beneficiosos en pacientes con insuficiencia ventricular izquierda o con nefropatía asociada con diabetes tipo 1. Un bloqueante del receptor de angiotensina II no debe utilizarse junto con un inhibidor de la ECA, pero cuando se asocia con un beta-bloqueante puede reducir la tasa de hospitalización de los pacientes con insuficiencia cardíaca. Los bloqueantes de los receptores de la angiotensina II pueden usarse de manera segura en cualquier persona con TFG estimada > 30 mL/minuto para reducir el riesgo cardiovascular y la progresión de la enfermedad renal.

La incidencia de eventos adversos es baja; puede ocurrir angioedema, pero con mucha menor frecuencia que con los inhibidores de la ECA. Las precauciones para el uso de los bloqueantes del receptor de angiotensina II en pacientes con hipertensión renovascular, hipovolemia e insuficiencia cardíaca grave son las mismas que para los inhibidores de la ECA (véase tabla Inhibidores orales de la ECA y bloqueantes del receptor de angiotensina II para la hipertensión). Los bloqueantes del receptor de angiotensina II están contraindicados durante el embarazo.

Beta-bloqueantes para la hipertensión arterial

Los beta-bloqueantes ya no se consideran agentes de primera línea para el tratamiento de la hipertensión. Sin embargo, pueden ser útiles en pacientes con hipertensión que tienen otros trastornos que pueden beneficiarse con un beta-bloqueante, como angina, antecedentes de infarto de miocardio, o insuficiencia cardíaca. Sin embargo, los beta-bloqueantes protegen menos contra el accidente cerebrovascular y la mortalidad global que algunos otros antihipertensivos (1, 2).

Los beta-bloqueantes (véase tabla Beta-bloqueantes por vía oral para la hipertensión arterial) reducen la frecuencia cardíaca y la contractilidad miocárdica, lo que a su vez desciende la presión arterial. Todos los beta-bloqueantes tienen una eficacia antihipertensora similar. Los betabloqueantes cardioselectivos (p. ej., acebutolol, atenolol, betaxolol, bisoprolol, metoprolol) a menudo se prefieren a los agentes no selectivos debido a la potencial menor broncodilatación y vasodilatación periférica, particularmente relevantes en pacientes con diabetes (aumento del riesgo de hipoglucemia), enfermedad arterial periférica crónica (deterioro de la función), o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC, por potenciación del broncoespasmo). Sin embargo, la cardioselectividad es solo relativa y disminuye a medida que aumenta la dosis. Incluso los beta-bloqueantes cardioselectivos deben usarse con precaución en pacientes con EPOC con un componente broncoespástico prominente.

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Los beta-bloqueantes con actividad simpaticomimética intrínseca (p. ej., acebutolol, pindolol) no afectan en forma adversa la lipidemia y tienen menos probabilidades de causar bradicardia grave.

Los beta-bloqueantes se asocian con numerosos efectos adversos en el sistema nervioso central (trastornos del sueño, fatiga, letargo) y exacerban la depresión. El nadolol afecta menos el sistema nervioso central y puede preferirse cuando es necesario evitar estos efectos. Los beta-bloqueantes están contraindicados en los pacientes con bloqueo auriculoventricular de segundo o tercer grado o disfunción del nodo sinusal. Los beta-bloqueantes generalmente deben evitarse en pacientes con asma porque, además del broncoespasmo, también pueden causar resistencia a los efectos de los agonistas de los receptores beta-adrenérgicos administrados por vía inhalatoria u oral (3).

Referencias de los beta-bloqueantes

  1. 1. Thomopoulos C, Bazoukis G, Tsioufis C, Mancia G. Beta-blockers in hypertension: overview and meta-analysis of randomized outcome trials. J Hypertens 2020;38(9):1669-1681. doi:10.1097/HJH.0000000000002523

  2. 2. Wiysonge CS, Bradley HA, Volmink J, Mayosi BM, Opie LH. Beta-blockers for hypertension. Cochrane Database Syst Rev 2017;1(1):CD002003. Publicado el 20 de enero de 2017. doi:10.1002/14651858.CD002003.pub5

  3. 3. Morales DR, Jackson C, Lipworth BJ, Donnan PT, Guthrie B. Adverse respiratory effect of acute β-blocker exposure in asthma: a systematic review and meta-analysis of randomized controlled trials. Chest 2014;145(4):779-786. doi:10.1378/chest.13-1235

Bloqueantes de los canales de calcio para la hipertensión arterial

Las dihidropiridinas (véase tabla Bloqueantes de los canales de calcio por vía oral para la hipertensión arterial) son vasodilatadores periféricos potentes que reducen la presión arterial a través de la disminución de la resistencia vascular periférica total (RVPT); a veces, producen taquicardia refleja.

Las no dihidropiridinas verapamilo y el diltiazem, que no son dihidropiridinas, reducen la frecuencia cardíaca, la conducción auriculoventricular y la contractilidad miocárdica. Estos fármacos no deben prescribirse a pacientes con bloqueo auriculoventricular de segundo o tercer grado o con insuficiencia cardíaca izquierda.

Tabla

El uso de bloqueantes de los canales de calcio de acción corta debe evitarse debido al mayor riesgo de infarto agudo de miocardio (1).

Los bloqueantes de los canales de calcio se prefieren a los beta-bloqueantes en los pacientes con angina de pecho con enfermedad broncoespástica, espasmos coronarios o síndrome de Raynaud.

Referencia de los bloqueantes de los canales de calcio

  1. 1. Furberg CD, Psaty BM, Meyer JV.Nifedipine. Dose-related increase in mortality in patients with coronary heart disease. Circulation 1995;92(5):1326-1331. doi:10.1161/01.cir.92.5.1326

Inhibidor directo de la renina para la hipertensión

Aliskiren, un inhibidor directo de la renina, se utiliza para el tratamiento de la hipertensión.

Al igual que con los inhibidores de la ECA y los bloqueantes de los receptores de la angiotensina II, el aliskiren provoca elevación de las concentraciones séricas de potasio y creatinina. El aliskiren no debe combinarse con los inhibidores de la ECA o bloqueadores de los receptores de la angiotensina II en pacientes con diabetes o enfermedad renal (TFG estimada < 60 mL/min). También está contraindicada durante el embarazo.

Vasodilatadores directos para la hipertensión arterial

Los vasodilatadores directos, como el minoxidilo y la hidralazina (véase tabla Vasodilatadores directos para la hipertensión arterial), actúan directamente sobre los vasos sanguíneos en forma independiente del sistema nervioso autónomo. El minoxidilo es más potente que la hidralazina pero posee más efectos adversos, como retención de agua y sodio e hipertricosis, poco tolerados por las mujeres. El minoxidilo debe reservarse para la hipertensión grave refractaria.

La hidralazina se puede administrar durante el embarazo (p. ej., para la preeclampsia) y como antihipertensivo auxiliar. La hidralazina (sobre todo en dosis > 200 mg/día) se ha asociado con lupus inducido por fármacos, que se resuelve cuando se suspende el medicamento (1). También se asocia con la vasculitis asociada con anticuerpos anticitoplasmáticos de los neutrófilos (ANCA) inducida por fármacos (2).

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Referencias directas de los vasodilatadores

  1. 1. Handler J. Hydralazine-induced lupus erythematosis. J Clin Hypertens (Greenwich) 2012;14(2):133-136. doi:10.1111/j.1751-7176.2011.00573.x

  2. 2. Santoriello D, Bomback AS, Kudose S, et al. Anti-neutrophil cytoplasmic antibody associated glomerulonephritis complicating treatment with hydralazineKidney Int 2021;100(2):440-446. doi:10.1016/j.kint.2021.03.029

Diuréticos para la hipertensión

Las principales clases de diuréticos utilizados para la hipertensión (véase tabla Diuréticos por vía oral para la hipertensión) son

  • Diuréticos de asa

  • Diuréticos ahorradores de potasio

  • Diuréticos tiazídicos

Los diuréticos reducen en forma moderada el volumen plasmático y la resistencia vascular, lo que puede suceder a través de desplazamientos del sodio del compartimento intracelular al extracelular.

Los diuréticos de asa solo se emplean para tratar la hipertensión arterial en pacientes que tienen una TFG estimada < 30 mL/minuto; estos diuréticos se administran al menos 2 veces al día (excepto la torsemida, que se puede administrar 1 vez al día).

Aunque los diuréticos ahorradores de potasio no causan hipopotasemia, hiperuricemia ni hiperglucemia, no son tan eficaces como las tiazidas para controlar la hipertensión arterial y, por ende, no se indican como terapia inicial. Los diuréticos ahorradores de potasio o los suplementos de potasio no se consideran necesarios cuando se emplea un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) o un bloqueante de los receptores de angiotensina II, porque estos últimos fármacos aumentan la potasemia.

Los diuréticos tiazídicos (tiazidas y diuréticos semejantes a tiazidas) se utilizan con mayor frecuencia. Fármacos de esta clase usados con frecuencia con beneficios comprobados en la reducción de la mortalidad incluyen clortalidona e indapamida. Aunque antes se creía que los diuréticos tiazídicos eran ineficaces en pacientes con enfermedad renal crónica en estadio 4, la clortalidona ha demostrado ser eficaz para normslizar la tensión arterial en pacientes con tasas de filtración glomerular < 30 mL/minuto (1). Además de otros efectos antihipertensores, los diuréticos tiazídicos causan vasodilatación leve, siempre y cuando el volumen intravascular sea normal. Se prefieren los diuréticos tiazídicos (es decir, clortalidona, indapamida) a la hidroclorotiazida debido a su mayor potencia (2) y a la mayor duración de la acción. Los diuréticos del tipo tiazídicos pueden aumentar un poco la colesterolemia (sobre todo el colesterol asociado con lipoproteínas de baja densidad), además de la trigliceridemia, aunque estos efectos pueden no persistir durante > 1 año (3). Asimismo, las concentraciones sólo parecen elevarse en unos pocos pacientes. El incremento se evidencia dentro de las 4 semanas siguientes al tratamiento y puede reducirse si el paciente consume una dieta hipograsa. La posibilidad de que se produzca un ligero aumento de la lipidemia no contraindica el uso de diuréticos en pacientes con dislipidemia.

Todos los diuréticos, excepto los ahorradores de potasio, que actúan sobre el túbulo distal (p. ej., espironolactona), causan una pérdida significativa de este catión, de modo que debe medirse mensualmente la potasemia hasta que las concentraciones se estabilicen. Si la potasemia no se normaliza, los canales de potasio en las paredes arteriales se cierran y la vasoconstricción resultante dificulta alcanzar la tensión arterial deseada. Los pacientes con potasemias < 3,5 mEq/L (< 3,5 mmol/L) deben recibir suplementos de potasio. Éstos pueden continuarse durante un período prolongado en dosis más bajas o puede agregarse un diurético ahorrador de potasio (p. ej., espironolactona, triamtereno o e amilorida). También se recomiendan suplementos de potasio o el agregado de un diurético ahorrador de potasio para todos los pacientes que reciben digoxina en forma simultánea, tienen una cardiopatía, un ECG anormal, extrasístoles o arritmias o que presentan arritmias o extrasístoles durante el tratamiento con el diurético.

En la mayoría de los pacientes con diabetes, las tiazidas no afectan el control de la enfermedad. Con escasa frecuencia, los diuréticos desencadenan o empeoran una diabetes tipo 2 en pacientes con síndrome metabólico.

Es probable que la predisposición hereditaria explique algunos casos de gota generados por hiperuricemia inducida por diuréticos. El desarrollo de hiperuricemia inducida por diuréticos sin gota no requiere tratamiento ni suspensión de los diuréticos.

Los diuréticos pueden aumentar ligeramente la mortalidad en pacientes con antecedentes de insuficiencia cardíaca que no tienen congestión pulmonar, sobre todo en aquellos que también están tomando un inhibidor de la ECA o un bloqueador del receptor de la angiotensina II y que no beben como mínimo 1.400 mL (48 oz) de líquido diariamente. El aumento de la mortalidad está probablemente relacionado con la hiponatremia y la hipotensión inducidas por diuréticos.

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Referencias de diuréticos

  1. 1. Agarwal R, Sinha AD, Tu W: Chlorthalidone for hypertension in Advanced CKD. Reply. N Engl J Med 386(14):1384, 2022.

  2. 2. Roush GC, Ernst ME, Kostis JB, Tandon S, Sica DA. Head-to-head comparisons of hydrochlorothiazide with indapamide and chlorthalidone: antihypertensive and metabolic effects. Hypertension 65(5):1041-1046, 2015. doi:10.1161/HYPERTENSIONAHA.114.05021

  3. 3. Ott SM, LaCroix AZ, Ichikawa LE, Scholes D, Barlow WE. Effect of low-dose thiazide diuretics on plasma lipids: results from a double-blind, randomized clinical trial in older men and women. J Am Geriatr Soc 51(3):340-347, 2003. doi:10.1046/j.1532-5415.2003.51107.x

Más información

El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no es responsable por el contenido de este recurso.

  1. 2017 ACC/AHA Guideline for the Prevention, Detection, Evaluation, and Management of High Blood Pressure in Adults.

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