La arteriopatía periférica está causada por la aterosclerosis de las extremidades, que produce alteraciones de la perfusión e isquemia. La arteriopatía periférica de los miembros inferiores puede ser asintomática o los pacientes pueden tener síntomas atípicos, claudicación, o isquemia crónica que amenaza el miembro (dolor isquémico en reposo, ulceración o pérdida de tejido, y gangrena). El diagnóstico se hace típicamente mediante los antecedentes, el examen físico y la medición del índice tobillo-brazo. El tratamiento de todos los pacientes con arteriopatía periférica de los miembros inferiores incluye modificación de factores de riesgo y del estilo de vida, incluyendo ejercicio. Los medicamentos antiagregantes plaquetarios se recomiendan para pacientes con enfermedad arterial periférica sintomática de los miembros inferiores. Para pacientes con claudicación, se recomienda el tratamiento con cilostazol y la derivación para entrenamiento con ejercicio supervisado. Los tratamientos adicionales para la claudicación refractaria o para la isquemia crónica que amenaza el miembro incluyen la revascularización endovascular o quirúrgica. Algunos pacientes con isquemia crónica que amenaza el miembro requieren amputación. El pronóstico generalmente es bueno con el tratamiento, aunque las tasas de morbilidad y mortalidad son elevadas debido a enfermedades concomitantes, como la enfermedad de las arterias coronarias.
La enfermedad arterial periférica de los miembros superiores e inferiores se analizará a continuación. Otras enfermedades vasculares, incluyendo aneurisma aórtico abdominal, aneurisma aórtico torácico, disección aórtica, estenosis y oclusión de la arteria renal, displasia fibromuscular, isquemia mesentérica, y accidente cerebrovascular isquémico por estenosis de la arteria carótida se presentan en otra sección.
Etiología de la enfermedad arterial periférica
La prevalencia global de la enfermedad arterial periférica oscila entre 2 y 6%; la prevalencia aumenta a 15-20% después de los 80 años (1, 2, 3).
Los factores de riesgo son los mismos que para la aterosclerosis (4, 5):
Fumar cigarrillos (incluido el tabaquismo pasivo) u otras formas de consumo de tabaco
Dislipidemia (colesterol asociado a la lipoproteína de baja densidad [LDL] elevado, colesterol asociado a la lipoproteína de alta densidad [HDL] bajo)
Antecedentes familiares de aterosclerosis
Alto nivel de homocisteína
Envejecimiento
Sexo masculino
Obesidad
La aterosclerosis es una enfermedad sistémica; la mayoría de los pacientes con enfermedad de las arterias periféricas también presenta enfermedad coronaria o enfermedad cerebrovascular clínicamente significativa (6).
Referencias de la etiología
1. Aday AW, Matsushita K. Epidemiology of Peripheral Artery Disease and Polyvascular Disease. Circ Res 2021;128(12):1818-1832. doi:10.1161/CIRCRESAHA.121.318535
2. GBD 2019 Peripheral Artery Disease Collaborators. Global burden of peripheral artery disease and its risk factors, 1990-2019: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2019. Lancet Glob Health 2023;11(10):e1553-e1565. doi:10.1016/S2214-109X(23)00355-8
3. Polonsky TS, McDermott MM. Lower Extremity Peripheral Artery Disease Without Chronic Limb-Threatening Ischemia: A Review. JAMA 2021;325(21):2188-2198. doi:10.1001/jama.2021.2126
4. Gornik HL, Aronow HD, Goodney PP, et al. 2024 ACC/AHA/AACVPR/APMA/ABC/SCAI/SVM/SVN/SVS/SIR/VESS Guideline for the Management of Lower Extremity Peripheral Artery Disease: A Report of the American College of Cardiology/American Heart Association Joint Committee on Clinical Practice Guidelines [published correction appears in Circulation 2025 Apr 8;151(14):e918. doi: 10.1161/CIR.0000000000001329]. Circulation 2024;149(24):e1313-e1410. doi:10.1161/CIR.0000000000001251
5. Mazzolai L, Teixido-Tura G, Lanzi S, et al. 2024 ESC Guidelines for the management of peripheral arterial and aortic diseases. Eur Heart J 2024;45(36):3538-3700. doi:10.1093/eurheartj/ehae179
6. Kullo IJ, Rooke TW. CLINICAL PRACTICE. Peripheral Artery Disease. N Engl J Med 2016;374(9):861-871. doi:10.1056/NEJMcp1507631
Signos y síntomas de la enfermedad arterial periférica
La enfermedad arterial periférica puede categorizarse en 4 subgrupos: asintomática, sintomática crónica, isquemia crónica que pone en peligro el miembro (ICATE), e isquemia aguda del miembro (IAE) (1). Los síntomas de la enfermedad arterial periférica oclusiva pueden no ocurrir hasta que el diámetro luminal se estrecha entre 50 y 70%, dependiendo de la arteria específica y del paciente. Más del 20% de los pacientes con enfermedad arterial periférica son asintomáticos y casi el mismo porcentaje de pacientes tiene síntomas atípicos (p. ej. intolerancia inespecífica al ejercicio, dolor en la cadera u otro tipo de dolor articular) (1).
Los pacientes con arteriopatía periférica asintomática pueden tener deterioro funcional, así como síntomas que aparecen durante pruebas objetivas de caminata (a pesar de no experimentar síntomas de esfuerzo en la vida cotidiana) (1).
La claudicación intermitente es la manifestación característica de la arteriopatía periférica crónica sintomática. La claudicación intermitente es una sensación de dolor, molestia, calambre, incomodidad o cansancio en las piernas durante la deambulación y se alivia con el reposo (1). La claudicación suele aparecer en las pantorrillas pero puede también manifestarse en los pies, los muslos, las caderas, los glúteos o, rara vez, los brazos. La claudicación es una manifestación de la isquemia reversible inducida por el ejercicio, y en general se alivia con el reposo. Con claudicación leve, los pacientes pueden realizar actividades de esfuerzo con pocas limitaciones. A medida que la enfermedad en las arterias periféricas avanza, la distancia que el paciente puede recorrer sin padecer síntomas puede disminuir.
Los pacientes con isquemia crónica que amenaza la extremidad pueden experimentar dolor isquémico en reposo, que suele ser más intenso distalmente, se agrava con la elevación de la pierna (a menudo causa dolor nocturno) y disminuye cuando la pierna está por debajo del nivel del corazón (1). El dolor puede describirse como ardor, opresión o dolorimiento, aunque este hallazgo es inespecífico. Cuando está por debajo del nivel del corazón, el pie puede aparecer rojo oscuro o más oscuro de lo habitual (llamado rubor dependiente). En algunos pacientes, la elevación del pie induce la pérdida del color y empeora el dolor isquémico; cuando se desciende el pie, el tiempo de llenado venoso es prolongado (> 15 segundos). El paciente no suele presentar edema salvo que haya dejado la pierna inmóvil y en posición declive para aliviar el dolor. Los pacientes con enfermedad crónica de las arterias periféricas pueden presentar piel fina y pálida (atrófica) con reducción o pérdida del vello. La porción distal de las piernas y los pies puede sentirse fría. La pierna comprometida puede sudar en forma excesiva y presentar cianosis, lo que puede deberse a la hiperactividad nerviosa simpática.
La oclusión súbita y completa se analiza en la sección sobre Isquemia aguda del miembro.
DR P. MARAZZI/SCIENCE PHOTO LIBRARY
Cuando la isquemia empeora, pueden aparecer úlceras isquémicas (típicamente, en los dedos o el talón del pie, a veces en la pierna o el pie), sobre todo después de un traumatismo local. Las úlceras tienden a estar rodeadas por tejido necrótico de color negro (gangrena seca). Suelen ser dolorosas, pero los pacientes con una neuropatía periférica (p. ej., generada por diabetes o trastorno por consumo de alcohol) pueden no sentirlas. La infección de las úlceras isquémicas (gangrena húmeda) ocurre con frecuencia, lo que habitualmente conduce a una celulitis rápidamente progresiva.
El nivel de la oclusión arterial determina la localización de los síntomas. La enfermedad arterial periférica aortoilíaca puede causar claudicación del glúteo, el muslo o la pantorrilla, dolor en la cadera y, en los hombres, disfunción eréctil (síndrome de Leriche). En la enfermedad arterial periférica femoropoplítea, la claudicación se localiza en forma característica en el tobillo; los pulsos distales a la arteria femoral son débiles o están ausentes. En la enfermedad arterial periférica más distal, los pulsos femoropoplíteos pueden estar presentes, pero los pulsos pedios están ausentes. Los pacientes con isquemia crónica que amenaza el miembro suelen tener enfermedad multisegmentaria (p. ej., oclusiones aortoilíacas, femoropoplíteas y tibiales).
La enfermedad arterial periférica en ocasiones afecta los brazos, sobre todo la porción proximal de la arteria subclavia izquierda, que causa fatiga del brazo durante el ejercicio y, a veces, embolias hacia las manos.
Referencia de los signos y los síntomas
1. Gornik HL, Aronow HD, Goodney PP, et al. 2024 ACC/AHA/AACVPR/APMA/ABC/SCAI/SVM/SVN/SVS/SIR/VESS Guideline for the Management of Lower Extremity Peripheral Artery Disease: A Report of the American College of Cardiology/American Heart Association Joint Committee on Clinical Practice Guidelines [published correction appears in Circulation 2025 Apr 8;151(14):e918. doi: 10.1161/CIR.0000000000001329]. Circulation 2024;149(24):e1313-e1410. doi:10.1161/CIR.0000000000001251
Diagnóstico de la enfermedad arterial periférica
Índice de tensión arterial tobillo-brazo
Ultrasonido
Angiografía (incluye angiografía por resonancia magnética, angiografía por TC o angiografía invasiva)
© 2017 Elliot K. Fishman, MD.
La enfermedad arterial periférica se subdiagnostica porque muchos pacientes presentan síntomas atípicos o no realizan actividad suficiente para experimentar síntomas. La estenosis espinal (estrechamiento del canal de la columna) también puede causar dolor en la pierna durante la deambulación, pero puede distinguirse porque el dolor (denominado seudoclaudicación) hace que el paciente deba sentarse, no sólo estar en reposo, para sentir alivio, y porque los pulsos distales permanecen normales.
El diagnóstico se confirma con pruebas no invasivas. En primer lugar, se mide la presión arterial sistólica (PA) bilateral del brazo y del tobillo usando sondas Doppler y un manguito de presión arterial manual. A menudo se usa ecografía Doppler porque los gradientes de presión y la forma de las ondas de pulso volumen pueden contribuir a distinguir entre la enfermedad arterial periférica aortoilíaca aislada, la enfermedad femoropoplítea y la distal a la rodilla.
JIM VARNEY/SCIENCE PHOTO LIBRARY
El índice tobillo-brazo (ABI) es la relación entre la presión arterial sistólica más alta del tobillo (derecho e izquierdo) dividida por la presión arterial sistólica del brazo más alta. Un índice tobillo-brazo bajo (≤ 0,90) es diagnóstico de arteriopatía periférica del miembro inferior, un valor de 0,91 a 0,99 es limítrofe (1).
Si el índice es normal (1,00 a 1,40) o limítrofe (0,91 a 0,99), pero la sospecha de enfermedad arterial periférica sigue siendo elevada, se puede medir un índice tobillo-brazo en ejercicio mediante caminatas en cinta sinfin o levantamientos de tobillo. Después del ejercicio, una caída en el índice tobillo-brazo del 20% diagnostica enfermedad arterial periférica del miembro inferior. Un índice tobillo-brazo en reposo elevado (> 1,40) puede indicar que los vasos de la pierna no son compresibles (como en la arteriosclerosis de Mönckeberg con calcificación de la pared arterial).
Si el índice es > 1,40 pero la sospecha de enfermedad arterial periférica sigue siendo elevada, se realiza un índice dedo del pie-braquial y la presión del dedo del pie para comprobar si hay estenosis u oclusiones arteriales. Es improbable que las lesiones isquémicas sanen cuando la presión arterial sistólica del dedo del pie es < 30 mm Hg, mientras que el potencial de sanación se considera probable si la presión en el dedo del pie es > 60 mm Hg.
La arteriopatía periférica de los miembros inferiores y la probabilidad de curación de la úlcera también pueden evaluarse mediante oximetría transcutánea (TcO2). Cuando el nivel de TcO2 es < 40 mmHg (5,32 kPa) predice una mala cicatrización, mientras que un valor < 20 mmHg (2,66 kPa) es compatible con isquemia crónica amenazante del miembro.
La angiografía proporciona detalles de la ubicación y la extensión de las estenosis o las oclusiones arteriales; es un requisito previo para los procedimientos de revascularización endovascular y/o quirúrgica. Sin embargo, no reemplaza las pruebas no invasivas porque no proporciona información sobre la importancia funcional de los hallazgos anormales. La ecografía dúplex arterial, la angiografía por resonancia magnética y la angiografía por TC son opciones de pruebas no invasivas que pueden facilitar la planificación para la angiografía invasiva y la revascularización (1, 2).
Referencias del diagnóstico
1. Gornik HL, Aronow HD, Goodney PP, et al. 2024 ACC/AHA/AACVPR/APMA/ABC/SCAI/SVM/SVN/SVS/SIR/VESS Guideline for the Management of Lower Extremity Peripheral Artery Disease: A Report of the American College of Cardiology/American Heart Association Joint Committee on Clinical Practice Guidelines [published correction appears in Circulation 2025 Apr 8;151(14):e918. doi: 10.1161/CIR.0000000000001329]. Circulation 2024;149(24):e1313-e1410. doi:10.1161/CIR.0000000000001251
2. Mazzolai L, Teixido-Tura G, Lanzi S, et al. 2024 ESC Guidelines for the management of peripheral arterial and aortic diseases. Eur Heart J 2024;45(36):3538-3700. doi:10.1093/eurheartj/ehae179
Tratamiento de la enfermedad arterial periférica
Manejo de los factores de riesgo (p. ej., diabetes, dislipidemia, hipertensión)
Modificación del estilo de vida (p. ej., ejercicio, cese del tabaquismo, manejo del peso)
Antiagregantes plaquetarios y anticoagulantes
Cilostazol para claudicación
Terapia antihipertensiva con inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) o bloqueantes de los receptores de angiotensina II (BRA)
Revascularización endovascular o quirúrgica para la enfermedad sintomática
Cuidado preventivo
Todos los pacientes requieren una modificación agresiva del estilo de vida y de los factores de riesgo para el alivio de los síntomas de la enfermedad arterial periférica y la prevención de la enfermedad cardiovascular, incluyendo:
Dejar de fumar resulta crucial.
Control de la diabetes, la dislipidemia y la hipertensión
Terapia con ejercicios estructurados
Cambios dietéticos
En pacientes con enfermedad arterial periférica del miembro inferior se recomienda tanto el entrenamiento con ejercicio supervisado como el domiciliario (1, 2). Se recomiendan aproximadamente 30 a 60 minutos de caminata en cinta de correr en un patrón de ejercicio-descanso-ejercicio al menos 3 veces por semana. Los programas de ejercicios supervisados son probablemente superiores a los programas de ejercicios en el hogar. El ejercicio puede incrementar la distancia de caminata sin síntomas y mejorar la calidad de vida. Los mecanismos probablemente incluyan un aumento de la circulación colateral, la optimización de la función endotelial con vasodilatación microvascular, la disminución de la viscosidad de la sangre, una mejoría en la filtrabilidad eritrocítica, la reducción de la inflamación inducida por la isquemia y una mejoría en la extracción de oxígeno.
Resulta fundamental el cuidado preventivo del pie, en especial en los pacientes con diabetes. Este consiste en la inspección diaria del pie en búsqueda de lesiones y deterioro de la piel, el tratamiento de hiperqueratosis (callos) a cargo de un podólogo, el lavado cotidiano con agua tibia y jabón suave, seguido por secado suave y completo, y la prevención de las lesiones térmicas, químicas y mecánicas, sobre todo debidas al uso de calzado inadecuado. El tratamiento de la úlcera del pie se analiza en otro apartado.
Farmacoterapia
Las estatinas, los inhibidores de la ECA o los bloqueantes de los receptores de la angiotensina II (BRA) , y la aspirina se administran para reducir el riesgo de eventos cardiovasculares (véase Tratamiento de la aterosclerosis).
La monoterapia antiplaquetaria se recomienda en todos los pacientes con enfermedad arterial periféricadel miembro inferior que tienen síntomas (3, 4). Los antiagregantes plaquetarios pueden disminuir un poco los síntomas y aumentar la distancia que el paciente con enfermedad arterial periférica es capaz de caminar; más importante aún, estos fármacos modifican la aterogénesis y ayudan a prevenir los síndromes coronarios agudos y los ataques isquémicos transitorios. Las opciones para los pacientes con enfermedad arterial periférica sintomática incluyen aspirina o clopidogrel por vía oral. Los ensayos aleatorizados han demostrado que la combinación de rivaroxabán y aspirina redujo los eventos cardiovasculares, incluida la muerte, y los eventos adversos graves en las extremidades, incluida la amputación (5, 6). Algunos datos, sin embargo, sugieren que la combinación de aspirina más rivaroxabán 2,5 mg por vía oral 2 veces al día también aumenta el riesgo de sangrado (7).
El cilostazol por vía oral puede usarse para aliviar la claudicación intermitente al mejorar el flujo sanguíneo y aumentar la oxigenación tisular en las áreas afectadas; sin embargo, el cilostazol no es un sustituto de la modificación de los factores de riesgo y el ejercicio. Los efectos adversos más frecuentes del cilostazol son la cefalea y la diarrea. El cilostazol está contraindicado en pacientes con insuficiencia cardíaca sistólica.
Los inhibidores de la ECA y los bloqueantes de los receptores de la angiotensina II (BRA) ipoducen varios efectos beneficiosos. Son antiaterogénicos y vasodilatadores potentes. Entre los pacientes sometidos a intervención vascular por isquemia crónica peligrosa para el miembro, los que recibieron inhibidores de la ECA o BRA mejoraron la supervivencia libre de amputación y global (8). Los beta-bloqueantes también son seguros en pacientes con enfermedad arterial periférica de las extremidades inferiores (3).
Se están estudiando otros medicamentos que pueden aliviar la claudicación pero no están disponibles en Estados Unidos; incluyen la L-arginina (el precursor del vasodilatador dependiente del endotelio), el óxido nítrico, las prostaglandinas vasodilatadoras, la terapia de quelación y los factores de crecimiento angiogénicos (p. ej., factor de crecimiento del endotelio vascular [VEGF], factor de crecimiento básico de los fibroblastos [bFGF]) (4, 9).
Revascularización endovascular
La revascularización endovascular ha avanzado significativamente durante las últimas décadas. El uso de múltiples modalidades en la revascularización endovascular, incluyendo angioplastia transluminal percutánea (ATP), aterectomía, y/o colocación de stent, ha demostrado mejorar la durabilidad y los resultados clínicos a mediano y largo plazo. El éxito de la revascularización endovascular es bastante alto (éxito del procedimiento > 90%, permeabilidad a 3 años 58 a 82% dependiendo del tipo y ubicación de la derivación) (10, 11). En más del 80% de los pacientes sometidos a revascularización se realiza en primer lugar una revascularización endovascular (12).
Las indicaciones de revascularización endovascular incluyen:
Claudicación intermitente que limita las actividades diarias y no responde a la modificación de los factores de riesgo ni a los tratamientos no invasivos
Dolor en reposo
Ulceración isquémica o pérdida de tejido
Gangrena
Las complicaciones de la revascularización endovascular incluyen trombosis en el sitio de dilatación, embolización distal, disección de los vasos, perforación de los vasos y complicaciones hemorrágicas.
Los estudios han mostrado tasas similares de rescate de miembros en pacientes sometidos a revascularización endovascular y quirúrgica (13, 14), y las preferencias y los riesgos del paciente deben considerarse antes de emprender la revascularización endovascular o quirúrgica.
Revascularización quirúrgica
La revascularización quirúrgica está indicada para los pacientes:
¿Quién puede tolerar con seguridad un procedimiento vascular mayor?
Con isquemia crónica que amenaza el miembro
Con claudicación intermitente sintomática que no responde a tratamientos no invasivos (p. ej., similar a las indicaciones para la revascularización endovascular)
El objetivo es aliviar los síntomas, prevenir o disminuir la pérdida de tejido y evitar la amputación. Mientras que algunos pacientes tienen alto riesgo de síndrome coronario agudo y otras complicaciones de la revascularización quirúrgica, no se recomienda el uso empírico de revascularización coronaria antes de la cirugía vascular.
La tromboendarterectomía (extirpación quirúrgica de una lesión oclusiva) está indicada en lesiones cortas localizadas en las arterias aortoilíaca, femoral común y/o femoral profunda.
La derivación de miembros inferiores (p. ej., con derivación femoropoplítea) utiliza materiales sintéticos o naturales (a menudo de la vena safena o de otra vena) para saltear las lesiones oclusivas (puente). La derivación de los miembros inferiores se utiliza a menudo para prevenir la amputación de los miembros y aliviar la claudicación.
La simpatectomía puede ser eficaz en los pacientes que no pueden ser sometidos a un procedimiento vascular mayor cuando una oclusión distal causa dolor isquémico intenso. El bloqueo simpático con compuestos químicos es tan eficaz como la simpatectomía quirúrgica, de manera que esta última se rara vez se usa.
La amputación se considera un último recurso, utilizado en presencia de infección no controlada, dolor en reposo que no cede y gangrena progresiva. La amputación debe ser lo más distal posible, preservando la función de la rodilla y el tobillo (si es posible) para permitir la deambulación continua. Si existe una arteriopatía periférica (EAP) más grave, se prefiere la amputación por debajo de la rodilla sobre la amputación por encima de la rodilla para que los pacientes puedan ser candidatos a una prótesis del miembro después de la amputación (8).
Referencias del tratamiento
1. McDermott MM, Liu K, Guralnik JM, et al. Home-based walking exercise intervention in peripheral artery disease: a randomized clinical trial. JAMA 2013;310(1):57-65. doi:10.1001/jama.2013.7231
2. Treat-Jacobson D, McDermott MM, Bronas UG, et al. Optimal Exercise Programs for Patients With Peripheral Artery Disease: A Scientific Statement From the American Heart Association. Circulation 2019;139(4):e10-e33. doi:10.1161/CIR.0000000000000623
3. Gerhard-Herman MD, Gornik HL, Barrett C, et al: 2016 AHA/ACC Guideline on the management of patients with lower extremity peripheral artery disease. Circulation 155:e686–e725, 2017.
4. Gornik HL, Aronow HD, Goodney PP, et al. 2024 ACC/AHA/AACVPR/APMA/ABC/SCAI/SVM/SVN/SVS/SIR/VESS Guideline for the Management of Lower Extremity Peripheral Artery Disease: A Report of the American College of Cardiology/American Heart Association Joint Committee on Clinical Practice Guidelines [published correction appears in Circulation 2025 Apr 8;151(14):e918. doi: 10.1161/CIR.0000000000001329]. Circulation 2024;149(24):e1313-e1410. doi:10.1161/CIR.0000000000001251
5. Anand S, Bosch J, Eikelboom JW, et al, on behalf of the COMPASS Investigators: Rivaroxaban with or without aspirin in patients with stable peripheral or carotid artery disease: an international, randomized, double-blind, placebo controlled trial. Lancet 391(10117):218–229, 2018. doi: 10.1016/S0140-6736(17)32409-1
6. Bonaca MP, Bauersachs RM, Anand SS, et al: Rivaroxaban in peripheral artery disease after revascularization. N Engl J Med 382:1994–2004, 2020. doi: 10.1056/NEJMoa2000052
7. Hiatt WR, Bonaca MP, Patel MR, et al. Rivaroxaban and Aspirin in Peripheral Artery Disease Lower Extremity Revascularization. Circulation142 (23):2219-2230, 2020. doi/10.1161/CIRCULATIONAHA.120.050465
8. Khan SZ, O'Brien-Irr MS, Rivero M, et al. Improved survival with angiotensin-converting enzyme inhibitors and angiotensin receptor blockers in chronic limb-threatening ischemia. J Vasc Surg 2020;72(6):2130-2138. doi:10.1016/j.jvs.2020.02.041
9. Mazzolai L, Teixido-Tura G, Lanzi S, et al. 2024 ESC Guidelines for the management of peripheral arterial and aortic diseases. Eur Heart J 2024;45(36):3538-3700. doi:10.1093/eurheartj/ehae179
10. Farber A. Chronic Limb-Threatening Ischemia. N Engl J Med 2018;379(2):171-180. doi:10.1056/NEJMcp1709326
11. Kullo IJ, Rooke TW. CLINICAL PRACTICE. Peripheral Artery Disease. N Engl J Med 2016;374(9):861-871. doi:10.1056/NEJMcp1507631
12. Guez D, Hansberry DR, Gonsalves CF, et al. Recent Trends in Endovascular and Surgical Treatment of Peripheral Arterial Disease in the Medicare Population. AJR Am J Roentgenol 2020;214(5):962-966. doi:10.2214/AJR.19.21967
13. Bradbury AW, Moakes CA, Popplewell M, et al. A vein bypass first versus a best endovascular treatment first revascularisation strategy for patients with chronic limb threatening ischaemia who required an infra-popliteal, with or without an additional more proximal infra-inguinal revascularisation procedure to restore limb perfusion (BASIL-2): an open-label, randomised, multicentre, phase 3 trial. Lancet 2023;401(10390):1798-1809. doi:10.1016/S0140-6736(23)00462-2
14. Farber A, Menard MT, Conte MS, et al. Surgery or Endovascular Therapy for Chronic Limb-Threatening Ischemia. N Engl J Med 2022;387(25):2305-2316. doi:10.1056/NEJMoa2207899
Conceptos clave
La enfermedad arterial periférica (EAP) se produce con mayor frecuencia en los miembros inferiores.
La mayoría de los pacientes también tienen aterosclerosis cerebral o coronaria significativa o ambas.
Cuando es sintomática, la enfermedad arterial periférica provoca claudicación intermitente, que es un malestar en las piernas que se produce al caminar y se alivia con el reposo; es una manifestación de isquemia reversible inducida por el ejercicio, similar a la angina de pecho.
Las anomalías de perfusión más graves en la arteriopatía periférica pueden causar dolor isquémico en reposo, úlceras isquémicas, o gangrena de los dedos o en otros lugares de los pies.
Un índice tobillo-brazo (relación entre la tensión arterial sistólica tobillo y brazo) bajo (≤ 0,90) es diagnóstico de enfermedad arterial periférica de las extremidades inferiores.
Se deben modificar los factores de riesgo para aterosclerosis; dar estatinas, antiagregantes plaquetarios, y a veces inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (ECA), rivaroxabán o cilostazol.
La revascularización endovascular y la revascularización quirúrgica son opciones válidas para pacientes con enfermedad arterial periférica sintomática del miembro inferior.
