La sobrecarga de hierro secundaria se debe a una absorción excesiva de hierro, transfusiones de sangre reiteradas o exceso de ingesta oral, por lo general en pacientes con trastornos de la eritropoyesis. Las consecuencias pueden incluir síntomas sistémicos, trastornos hepáticos, miocardiopatía, diabetes, disfunción eréctil y artropatía. El diagnóstico se basa en el hallazgo de niveles elevados de ferritina sérica, hierro y saturación de transferrina. El tratamiento suele consistir en quelación del hierro.
(Véase también Generalidades sobre la sobrecarga de hierro).
Etiología de la sobrecarga de hierro secundaria
Por lo general, se observa sobrecarga de hierro secundaria en pacientes que presentan
Hemoglobinopatías (p. ej., drepanocitosis, talasemia, anemias sideroblásticas)
Anemias hemolíticas congénitas (p. ej., hemoglobinopatías, esferocitosis hereditaria)
La sobrecarga de hierro se debe a los siguientes mecanismos:
Aumento de la absorción del hierro
Administración de hierro exógeno para tratar la anemia
Transfusiones de sangre reiteradas (cada unidad de sangre aporta 250 mg de hierro; el depósito tisular se torna significativo cuando se transfunden más de aproximadamente 40 unidades de sangre)
El aumento de la absorción de hierro en pacientes con eritropoyesis ineficaz puede deberse en parte a la secreción, por los precursores eritroides, de eritroferrona (ERFE), que suprime la hepcidina (un inhibidor de la absorción de hierro).
En la actualidad, los pacientes con hemoglobinopatías y anemias hemolíticas congénitas suelen alcanzar la edad adulta, de manera que las complicaciones de sobrecarga de hierro ahora son frecuentes y clínicamente importantes. En estos pacientes, la sobrecarga de hierro que compromete el corazón, el hígado y órganos endocrinos se ha convertido en una causa de muerte frecuente, pero es posible prolongar la supervivencia mediante eliminación del hierro.
Signos y síntomas de la sobrecarga de hierro secundaria
Las consecuencias clínicas de sobrecarga de hierro son las mismas, independientemente de la etiología y la fisiopatología de la sobrecarga.
Tradicionalmente, los especialistas consideraban que no aparecían síntomas hasta que se habían producido lesiones orgánicas. Sin embargo, el daño de los órganos es lento y sutil, y suele haber síntomas inespecíficos y cansancio en estadios tempranos.
La intolerancia a la glucosa o la diabetes mellitus es otra presentación inicial común. Algunos pacientes presentan hipotiroidismo. En los hombres, los síntomas iniciales pueden ser hipogonadismo y disfunción eréctil causados por depósito gonadal.
La hepatopatía es la complicación más frecuente y puede evolucionar a cirrosis. Los pacientes que desarrollan cirrosis presentan mayor riesgo de carcinoma hepatocelular. La enfermedad hepática puede presentarse de manera insidiosa con síntomas y signos inespecíficos, como fatiga, y con dolor abdominal en el cuadrante superior derecho y hepatomegalia. Las anormalidades en las pruebas de laboratorio asociadas con la sobrecarga de hierro y la hepatitis generalmente estarán presentes mucho antes de que aparezcan los síntomas clínicos. La cirrosis hepática es la causa más frecuente de muerte. La miocardiopatía con insuficiencia cardíaca es la segunda complicación fatal en orden de frecuencia. La hiperpigmentación (diabetes bronceada) y la porfiria cutánea tardía son comunes, al igual que la artropatía sintomática.
Diagnóstico de la sobrecarga de hierro secundaria
Medir ferritina y hierro en suero, y saturación de transferrina
En los pacientes con eritropoyesis inefectiva, debe evaluarse la sobrecarga de hierro secundaria, que se diagnostica determinando la ferritina sérica, el hierro sérico y la saturación de transferrina. La determinación de ferritina sérica es la prueba inicial más simple y más directa. En la sobrecarga secundaria de hierro suele haber altas concentraciones (> 200 ng/mL [> 200 mcg/L] en mujeres o > 250 ng/mL [> 250 mcg/L] en hombres), pero estas pueden deberse a otras alteraciones, como hemocromatosis hereditaria, trastornos inflamatorios hepáticos (p. ej., hepatitis viral crónica, esteatohepatitis no alcohólica, hepatopatía alcohólica), cáncer, ciertos trastornos inflamatorios sistémicos (p. ej., artritis reumatoide, linfohistiocitosis hemofagocítica) u obesidad.
Si la concentración de ferritina es anormal, se realizan más estudios, como hierro sérico en ayunas (en general, > 300 mg/dL [> 53,7 millimol/L]) y capacidad de fijación de hierro (saturación de transferrina; en general, niveles > 50%). La hemocromatosis hereditaria debe descartarse por la anamnesis y las pruebas genéticas. Una saturación de transferrina < 45% tiene un valor predictivo negativo del 97% para la sobrecarga de hierro.
Tratamiento de la sobrecarga secundaria de hierro
Por lo general, quelación del hierro con deferasirox o deferoxamina, o a veces deferiprona
Algunos pacientes pueden tratarse con flebotomía y administración de eritropoyetina para mantener la eritropoyesis. Sin embargo, como la flebotomía agrava la anemia, no se la recomienda en muchos pacientes (p. ej., aquellos con concentración de hemoglobina < 10 g/dL [< 100 g/L], los dependientes de transfusiones y aquellos con síntomas de anemia después de la flebotomía). En estos casos, el tratamiento consiste en quelación del hierro. El objetivo terapéutico es alcanzar una saturación de transferrina < 50%.
La deferoxamina es el fármaco indicado tradicionalmente como quelante del hierro. La dosis es de 40 a 50 mg/kg/día (máximo: 60 mg/kg/día) administrada a través de una infusión subcutánea lenta durante la noche durante 8 a 12 horas a través de una bomba portátil durante 5 a 7 noches/semana. La dosis para niños > 3 años y adolescentes en crecimiento es de 20 a 40 mg/kg/día en infusión IV durante 8 a 12 horas, 5 a 7 días por semana, con una dosis diaria máxima habitual de 40 mg/kg/día. Sin embargo, este tratamiento es complejo de administrar y requiere una dedicación de tiempo inusual de los pacientes, lo que determina una alta tasa de incumplimiento. Los efectos adversos importantes son hipotensión, trastornos digestivos y anafilaxia (aguda), y pérdida visual y auditiva (con uso crónico).
El deferasirox, un agente quelante oral, es una alternativa eficaz a la deferoxamina y cada vez más utilizada. Reduce las concentraciones de hierro y previene o retrasa la aparición de las complicaciones de la sobrecarga de hierro. La dosis inicial es de 20 mg/kg por vía oral 1 vez al día. Se controla a los pacientes en forma mensual, con aumento de las dosis hasta 30 mg/kg 1 vez al día si es necesario. La dosis máxima es de 40 mg/kg/día Si se utilizan gránulos orales de deferasirox, la dosis inicial es de 14 mg/kg/día y la dosis máxima es de 28 mg/kg/día. El tratamiento puede interrumpirse cuando la ferritina sérica es < 500 ng/mL (< 500 mcg/L). Los efectos adversos (que afectan a alrededor del 10% de los pacientes) pueden consistir en náuseas, dolor abdominal, diarrea y erupción. Las pruebas de funcionalidad hepática y renal pueden ser anormales y su evaluación en sangre debe realizarse periódicamente (p. ej., en forma mensual o a veces con mayor frecuencia en pacientes de alto riesgo).
La deferiprona, otro quelante oral del hierro, está indicada para el tratamiento de pacientes con sobrecarga de hierro transfusional debida a síndromes de talasemia cuando la terapia de quelación con deferasirox o deferoxamina es inadecuada. La deferiprona también se puede usar en combinación con deferasirox porque tienen diferentes mecanismos de acción. La dosis inicial es de 25 mg/kg por vía oral 3 veces al día. La dosis máxima es de 33 mg/kg por vía oral 3 veces al día. El recuento absoluto de neutrófilos se obtiene semanalmente para buscar neutropenia (precede a la agranulocitosis). La ferritina sérica se mide cada 2-3 meses; el tratamiento se interrumpe temporalmente cuando los niveles son consistentemente < 500 ng/mL (< 500 mcg/L).
La diabetes mellitus, la miocardiopatía, la disfunción eréctil y otras manifestaciones secundarias se tratan según esté indicado. Pacientes con fibrosis o cirrosis avanzadas debido a sobrecarga de hierro deben ser examinados para descartar carcinoma hepatocelular cada 6 meses con ecografía hepática.
Los pacientes deben cumplir una dieta balanceada; no es necesario limitar el consumo de alimentos con hierro (p. ej., carne roja, hígado). Debe consumirse alcohol sólo con moderación, porque puede aumentar la absorción de hierro y, en altas cantidades, incrementa el riesgo de cirrosis. Deben evitarse los suplementos de vitamina C porque aumentan la absorción de hierro en el duodeno.
Conceptos clave
La sobrecarga de hierro secundaria se debe a una absorción excesiva de hierro, transfusiones de sangre reiteradas o exceso de ingesta oral.
Los efectos de la sobrecarga de hierro secundaria incluyen enfermedad hepática (que conduce a la cirrosis), pigmentación de la piel, diabetes, artropatía, disfunción eréctil, y a veces insuficiencia cardíaca.
Diagnosticar mediante la medición del nivel de ferritina sérica; si está elevada, confirmar con la demostración de hierro sérico elevado y saturación de transferrina.
Tratar con quelación.