El humo puede asfixiar a las personas y, a veces, también contiene productos químicos tóxicos producidos por la sustancia que arde. Algunos de estos productos químicos pueden dañar los pulmones o envenenar el organismo.
Muchas personas que han sufrido quemaduras en incendios también han inhalado humo. A veces la persona inhala humo sin tener quemaduras en la piel.
La inhalación de pequeñas cantidades de humo no suele producir efectos graves ni duraderos. Sin embargo, si el humo contiene ciertas sustancias químicas tóxicas, si es inusualmente denso o si la inhalación ha sido prolongada pueden aparecer problemas graves. Incluso los materiales comunes del hogar, como los plásticos y las telas, pueden producir sustancias químicas tóxicas (productos tóxicos de la combustión) cuando se queman.
La inhalación de humos puede provocar problemas de varias maneras:
Asfixiando el cuerpo con monóxido de carbono
Envenenando el cuerpo con productos químicos tóxicos
Dañando la tráquea, las vías respiratorias y/o los pulmones a causa de sustancias químicas tóxicas
Quemando la boca y la garganta a causa de los gases calientes
El monóxido de carbono es un gas que se produce en muchos incendios. Cuando se inhala, el monóxido de carbono evita que la sangre transporte oxígeno, por lo que los tejidos no obtienen oxígeno suficiente (véase también Envenenamiento por monóxido de carbono).
Muchas sustancias domésticas e industriales liberan cianuro cuando se queman y causan envenenamiento por cianuro.
La inhalación de sustancias químicas liberadas en el humo, como cloruro de hidrógeno, fosgeno, dióxido de azufre, aldehídos tóxicos y amoníaco, puede inflamar y lesionar los pulmones y la tráquea. Finalmente, se estrechan las vías respiratorias de pequeño calibre que llegan a los pulmones, lo que provoca una obstrucción adicional del flujo de aire.
El humo caliente suele quemar solo la boca y la garganta en lugar de quemar los pulmones, porque el humo se enfría rápidamente. Sin embargo, una excepción es el vapor, que transporta mucha más energía térmica que el humo y, por lo tanto, también puede quemar las vías respiratorias pulmonares.
Síntomas de la inhalación de humo
Los síntomas de la intoxicación por monóxido de carbono consisten en dolor de cabeza, náuseas, somnolencia, confusión y coma.
El daño a la tráquea, a las vías respiratorias o a los pulmones puede causar tos, sibilancias y/o dificultad respiratoria. Estos síntomas pueden ocurrir de inmediato o tardar hasta 24 horas en aparecer.
Las quemaduras en la boca y la garganta causan hinchazón que puede dificultar la inhalación de aire. La persona puede tener hollín en la boca o en la nariz, perder el vello nasal o sufrir quemaduras alrededor de la boca.
Diagnóstico de la inhalación de humo
Exploración por un médico
A menudo, radiografía de tórax y/o análisis de sangre
A veces, observación de la tráquea y, en ocasiones, de los pulmones con un tubo flexible de visualización
A veces, el reconocimiento médico es todo lo que necesitan las personas que presentan pocos síntomas o ninguno y solo han tenido una breve exposición al humo.
Las personas que presentan síntomas generalmente necesitan algunas pruebas, como análisis de sangre para medir las concentraciones de oxígeno y monóxido de carbono y una radiografía de tórax. Para evaluar la extensión de la lesión producida por la inhalación de humo en personas con síntomas importantes, el médico puede introducir por la tráquea una cánula flexible de visualización (laringoscopio o broncoscopio).
Tratamiento de la inhalación de humo
Para la inhalación simple de humo, oxígeno
Para las quemaduras traqueales, un tubo de respiración
Para la dificultad respiratoria, algunas veces fármacos y/o un ventilador mecánico
Las personas con síntomas causados por el humo inhalado reciben oxígeno a través de una mascarilla facial. Si se sospecha que puede haber una quemadura traqueal, se introduce una cánula respiratoria por la nariz o la boca del individuo para permitir el flujo de aire en el caso de que la tráquea se inflame posteriormente. Si la persona tiene sibilancias, se pueden administrar fármacos como el salbutamol (albuterol), que abre las vías respiratorias de pequeño calibre; por lo general se aplica en forma nebulizada, combinado con oxígeno e inhalado a través de una mascarilla facial. Si la lesión pulmonar produce dificultad respiratoria persistente a pesar de la utilización de la mascarilla facial y el salbutamol (albuterol), puede ser necesario un ventilador mecánico (respirador).