Introducción a la enfermedad pericárdica

PorBrian D. Hoit, MD, Case Western Reserve University School of Medicine
Revisado/Modificado jul. 2022 | Modificado ene. 2023
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Datos clave

    La enfermedad pericárdica (del pericardio) afecta al pericardio, un saco flexible compuesto por dos capas, que envuelve el corazón.

    El pericardio contribuye a mantener el corazón en su sitio, a evitar que se llene excesivamente de sangre y a protegerlo de posibles lesiones producidas por infecciones torácicas. Aun así, no es indispensable para la vida. Si se extirpa, el efecto sobre el funcionamiento del corazón es mínimo.

    Por lo general, el pericardio contiene entre sus dos capas una cantidad suficiente de líquido lubricante para que una capa se pueda deslizar con facilidad sobre la otra. Este espacio entre las dos capas es muy pequeño. Sin embargo, en algunos trastornos se acumula líquido adicional en este espacio (denominado cavidad pericárdica), lo que provoca su agrandamiento.

    De forma excepcional, puede que el recién nacido nazca sin pericardio o que presente defectos tales como zonas débiles u orificios. Estos defectos son peligrosos porque el corazón o un vaso sanguíneo principal pueden llegar a salir (herniarse) por un orificio del pericardio y quedar atrapados. En estos casos, la muerte puede producirse en minutos. Por ello, estos defectos se suelen corregir mediante una intervención quirúrgica. Si no es posible corregirlo, se extirpa la totalidad del pericardio. Otros trastornos se deben a infecciones, a heridas, fármacos, o a la diseminación de un cáncer.

    El trastorno más frecuente del pericardio es la inflamación (pericarditis). La pericarditis puede ser

    • Aguda (inflamación desarrollada poco después del suceso desencadenante)

    • Subaguda (inflamación desarrollada entre unas cuantas semanas y unos cuantos meses después de la enfermedad desencadenante)

    • Crónica (inflamación que se prolonga durante más de 6 meses)

    Otros trastornos del pericardio incluyen

    • Derrame pericárdico

    • Pericarditis constrictiva

    • Fibrosis del pericardio

    Un derrame pericárdico es la acumulación de líquido en el pericardio. El taponamiento cardíaco se produce cuando un gran derrame pericárdico impide que el corazón se llene de sangre de forma adecuada, y por lo tanto impide que el corazón bombee suficiente sangre al resto del cuerpo.

    La pericarditis constrictiva, que es poco frecuente, se produce cuando el fluido que se acumula es espeso y fibroso, y provoca que las capas del pericardio se unan entre sí. La pericarditis constrictiva puede ser transitoria, por ejemplo si está provocada por una infección, o crónica, si se produce después de un trastorno que causa pericarditis aguda.

    La fibrosis del pericardio puede seguir a una pericarditis purulenta (pericarditis causada por una infección y en la cual el derrame pericárdico es de tipo pus) o acompañar a un trastorno del tejido conjuntivo como la artritis reumatoide. En los pacientes de edad avanzada, las causas comunes son tumores malignos, ataques cardíacos y la tuberculosis. La fibrosis del pericardio se diferencia de la pericarditis constrictiva en que tiende a causar menos daño estructural y no afecta la función de bombeo del corazón.

    El hemopericardio (acumulación de sangre en el interior del pericardio) puede provocar pericarditis, fibrosis pericárdica o taponamiento cardíaco. Entre las causas más frecuentes se encuentran las lesiones torácicas, lesiones derivadas de procedimientos médicos tales como cateterismo cardíaco y la inserción de un marcapasos, y la ruptura de un aneurisma de la aorta torácica.

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