Debido a la localización del bazo en la región superior izquierda del abdomen, un traumatismo fuerte en el área del estómago puede ocasionar lesiones en el bazo, desgarrando su cápsula, su tejido interno o ambas estructuras.
Un bazo que ha sufrido un traumatismo suele ser doloroso.
Para diagnosticar las lesiones del bazo se utilizan pruebas de diagnóstico por la imagen como la ecografía o la tomografía computarizada (TC).
En el tratamiento de los traumatismos del bazo a menudo se requieren transfusiones sanguíneas y, a veces, es necesario realizar una intervención quirúrgica para reparar o extirpar el bazo.
(Véase también Introducción a los traumatismos abdominales.)
Los desgarros varían entre los de pequeña magnitud, cuya hemorragia cesa de forma espontánea, y los desgarros grandes, cuya hemorragia es potencialmente mortal. En ocasiones se forma un acúmulo de sangre (hematoma) debajo de la cápsula del bazo o en el interior del tejido.
El bazo es el órgano abdominal que se lesiona con mayor frecuencia como consecuencia de accidentes de tráfico, caídas de altura, accidentes deportivos y agresiones. En algunos casos, también se lesionan otros órganos. El aumento del tamaño del bazo (por ejemplo, debido al virus de Epstein-Barr, que causa la mononucleosis infecciosa) hace que este sea más susceptible a los traumatismos.
Cuando el bazo sufre una lesión traumática, la sangre puede salir a la cavidad abdominal. La cantidad de hemorragia depende del tamaño de la lesión. Un hematoma del bazo no libera sangre hacia el abdomen al principio, pero puede romperse y sangrar los primeros días después del trauma, aunque en ocasiones no lo hace hasta pasadas varias semanas o meses.
Síntomas de la lesión del bazo
La lesión traumática o la ruptura del bazo pueden provocar dolor y aumento de la sensibilidad en el abdomen. La sangre se comporta como una sustancia irritante en el interior de la cavidad abdominal y ocasiona dolor. El dolor comienza en el lado izquierdo del abdomen, justo debajo de las costillas y, a veces, en el hombro izquierdo. Los músculos abdominales se contraen de forma refleja y se sienten rígidos, y el dolor puede extenderse por todo el abdomen. Si la hemorragia es abundante, la presión arterial cae y el sujeto siente mareo, presenta visión borrosa y confusión, hasta incluso pérdida de conocimiento (desmayo).
Cuando se fracturan las costillas del lado izquierdo, se somete a la persona afectada a observación para detectar una posible lesión del bazo.
Diagnóstico de la lesión del bazo
Ecocardiografía o tomografía computarizada (TC)
Generalmente, si se sospecha que existe una lesión traumática del bazo, se realiza una ecografía o una tomografía computarizada (TC) del abdomen. En algunas ocasiones, si se sospecha una hemorragia grave, se interviene quirúrgicamente de manera inmediata para realizar el diagnóstico y controlar la hemorragia.
Las personas con hemorragia grave también reciben transfusiones de sangre o líquidos intravenosos si no se dispone fácilmente de sangre.
Tratamiento de la lesión del bazo
Transfusiones de sangre
En ciertas ocasiones, intervención quirúrgica
Anteriormente siempre se extirpaba el bazo lesionado. No obstante, su extirpación puede originar problemas futuros, como un aumento de la vulnerabilidad para las infecciones peligrosas. Actualmente se considera que la mayor parte de las lesiones pequeñas, y muchas de las de tamaño mediano, pueden curarse sin necesidad de intervención quirúrgica, aunque en ocasiones se requieran transfusiones sanguíneas y sea necesaria la hospitalización para su tratamiento. Cuando se requiere cirugía, generalmente se extirpa la totalidad del bazo (procedimiento que se denomina esplenectomía), pero en algunos casos los cirujanos pueden reparar los desgarros pequeños.
Después de realizar la esplenectomía, se deben tomar ciertas precauciones para evitar las infecciones (véase Asplenia).