Fiebre de las trincheras

(Fiebre de Wolhynia; fiebre dela tibia; fiebre de Quintan)

PorLarry M. Bush, MD, FACP, Charles E. Schmidt College of Medicine, Florida Atlantic University;
Maria T. Vazquez-Pertejo, MD, FACP, Wellington Regional Medical Center
Revisado/Modificado abr. 2022
Vista para pacientes

La fiebre de las trincheras es una enfermedad transmitida por piojos, causada por la bacteria gramnegativa Bartonella quintana, que se observó por primera vez en la población militar durante la primera y la segunda guerras mundiales. Los síntomas son una enfermedad febril aguda recurrente, en ocasiones con un exantema. El diagnóstico se establece con un hemocultivo. Como tratamiento se administra un macrólido o doxiciclina.

(Véase también Generalidades sobre las infecciones por Bartonella).

El ser humano es el único reservorio de esta infección por Bartonella. La B. quintana se transmite al ser humano cuando las heces de piojos infectados se extienden por la piel con erosiones o la conjuntiva.

La fiebre de las trincheras es endémica de México, Túnez, Eritrea, Polonia y la ex Unión Soviética, y está reapareciendo en la población indigente de los Estados Unidos.

Síntomas y signos de la fiebre de las trincheras

Después de un período de incubación de 14 a 30 días, el cuadro de fiebre de las trincheras aparece de manera brusca con fiebre, debilidad, mareos, cefalea (con dolor retroocular), inyección de las conjuntivas y dolores fuertes de la espalda y las piernas (tibias).

La fiebre puede alcanzar los 40,5° C y persiste durante 5 o 6 días. En la mitad de los casos, la fiebre recurre entre 1 y 8 veces en intervalos de 5 o 6 días.

Aparece un exantema macular o papular transitorio, y en ocasiones se producen hepatomegalia o esplenomegalia. La endocarditis puede complicar algunos casos.

Las recaídas son comunes y se han producido hasta 10 años después del cuadro inicial.

Diagnóstico de la fiebre de las trincheras

  • Hemocultivos

  • Pruebas serológicas y pruebas basadas en la reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés)

Debe sospecharse la fiebre de las trincheras en personas que viven en lugares con alta infestación de piojos.

Deben descartarse como diagnósticos posibles la leptospirosis, el tifus, la fiebre recidivante y el paludismo.

El microorganismo se identifica en hemocultivos, aunque su crecimiento puede tardar entre 1 y 4 semanas. La enfermedad se destaca por una bacteriemia persistente durante el ataque inicial, en las recaídas y en los períodos asintomáticos entre ellas, y en los pacientes con endocarditis.

Se dispone de pruebas serológicas y se puede proporcionar apoyo para el diagnóstico. Los altos títulos de anticuerpos IgG deben sugerir la necesidad de buscar una endocarditis con ecocardiografía cardíaca. Las pruebas de PCR de muestras de sangre o de tejido puede hacerse.

Tratamiento de la fiebre de trincheras

  • Doxiciclina o un macrólido

Aunque la recuperación suele ser completa en 1 a 2 meses y la mortalidad no es significativa, la bacteriemia puede persistir meses después de la recuperación clínica, y puede ser necesario un tratamiento prolongado con doxiciclina o un macrólido (durante más de 1 mes). Los pacientes reciben doxiciclina en dosis de 100 mg por vía oral, 2 veces al día, durante 4 a 6 semanas; si se sospecha una endocarditis se administra gentamicina, 3 mg/kg/día por vía IV, durante las 2 primeras semanas. La terapia combinada se administra para las infecciones graves o complicadas.

Deben eliminarse los piojos corporales.

Los pacientes con bacteriemia crónica deben controlarse para detectar signos de endocarditis.

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