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Hay numerosos tipos de trastornos de ansiedad, que se distinguen por el foco principal de la preocupación o del miedo.
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Por lo general, en los niños se manifiesta como una negativa a ir a la escuela, a menudo recurriendo a síntomas orgánicos, como el dolor de estómago, para justificar dicha negativa.
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Los médicos generalmente basan su diagnóstico en los síntomas, pero a veces realizan pruebas para descartar otros trastornos que causan síntomas orgánicos similares a los causados por la ansiedad.
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La terapia conductual es a menudo suficiente, pero si la ansiedad es grave, puede ser necesario el tratamiento farmacológico.
(Véase también Introducción a los trastornos de ansiedad en adultos.)
Todos los niños se sienten ansiosos en un momento u otro. Por ejemplo, los niños de entre 3 y 4 años tienen frecuentemente miedo a la oscuridad o a los monstruos. Los niños mayores y los adolescentes pueden sentirse ansiosos cuando tienen que explicar un texto delante de sus compañeros. Estos miedos y ansiedades no son signo de un trastorno. Sin embargo, si los niños se sienten tan ansiosos que no pueden funcionar bien o se sienten muy afectados, es posible que tengan un trastorno de ansiedad. Entre el 10 y el 15% de los niños sufren un trastorno de ansiedad durante la infancia.
La tendencia a ser ansioso puede ser hereditaria. Unos padres ansiosos suelen tener niños ansiosos.
Los trastornos de ansiedad incluyen
Síntomas
Muchos de los niños con trastorno de ansiedad se niegan a ir a la escuela. Pueden padecer ansiedad por separación, ansiedad social o trastorno de angustia, o bien una combinación de los anteriores.
Algunos niños hablan específicamente sobre su ansiedad. Por ejemplo, pueden decir «Me preocupa no volver a verte de nuevo» (ansiedad por separación) o «Estoy preocupado porque todos los niños se reirán de mí» (trastorno de ansiedad social). Sin embargo, la mayoría de los niños se quejan de síntomas orgánicos, como dolor de estómago. Estos niños están diciendo a menudo la verdad, porque la ansiedad causa frecuentemente molestias gástricas, náuseas y dolores de cabeza en los niños.
Muchos niños que sufren un trastorno de ansiedad continúan padeciéndolo en la edad adulta. Sin embargo, con un tratamiento temprano, muchos niños aprenden cómo controlar la ansiedad.
Diagnóstico
Los médicos suelen diagnosticar un trastorno de ansiedad por el relato típico de los síntomas que refiere el niño o sus padres. Sin embargo, dado que es fácil equivocarse en la interpretación de los síntomas físicos que causa la ansiedad, realizan pruebas para detectar trastornos orgánicos antes de diagnosticarla.
Tratamiento
Si la ansiedad es leve, el tratamiento con terapia conductual suele ser suficiente. Los terapeutas exponen al niño a la situación que le desencadena ansiedad y le ayudan a mantenerse en esa situación. Así, el niño se desensibiliza gradualmente y su nivel de ansiedad desciende. Si es posible, suele ser positivo tratar la ansiedad de los padres al mismo tiempo.
Si la ansiedad es grave, se pueden usar fármacos. Un tipo de antidepresivos, llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), como la fluoxetina o la sertralina, suele ser la primera elección si el tratamiento farmacológico se necesita durante mucho tiempo. La mayoría de los niños pueden tomar ISRS sin ningún problema. Sin embargo, algunos niños presentan malestar estomacal, diarrea, insomnio o aumento de peso. Algunos se vuelven inquietos o más impulsivos. Ha surgido preocupación por el hecho de que los antidepresivos aumentan ligeramente el riesgo de pensamientos suicidas en niños y adolescentes (ver Fármacos antidepresivos y suicidio).
Si el tratamiento farmacológico se necesita sólo durante un breve período de tiempo (por ejemplo, porque el niño está muy ansioso antes de un procedimiento médico), se suelen administrar benzodiazepinas, un tipo de sedante.