La pericondritis puede estar provocada por heridas, quemaduras, picaduras de insectos, perforaciones de la oreja (piercing) a través del cartílago, cirugía del oído o forúnculos. La infección también tiende a ocurrir en personas con trastornos inflamatorios, tales como la granulomatosis con poliangitis, en aquéllas cuyo sistema inmunitario está debilitado o en las que tienen diabetes.
Los primeros síntomas son enrojecimiento, dolor e inflamación de la oreja; puede aparecer fiebre. Se acumula pus entre el cartílago y la capa de tejido conjuntivo que lo rodea (pericondrio). En ocasiones el pus interrumpe el aporte de sangre al cartílago, destruyéndolo y provocando finalmente la deformación de la oreja (oreja de coliflor). La pericondritis puede ser destructiva y recurrente, y durar un largo periodo de tiempo.
Tratamiento
Los médicos tratan la pericondritis con antibióticos (como una fluoroquinolona, como por ejemplo la ciprofloxacina) y a menudo un corticoesteroide por vía oral. La elección del antibiótico depende de la gravedad de la infección y de la bacteria causante.
Los médicos retiran cualquier objeto extraño de la oreja, como un pendiente o una astilla.
Si hay un absceso (acumulación de pus), los médicos hacen una incisión para drenar el pus, permitiendo que la sangre llegue al cartílago de nuevo, y dejan en su lugar un pequeño drenaje, durante 24 a 72 horas. Los antibióticos se administran por vía oral (por boca). Las compresas tibias también pueden ayudar. Los médicos pueden suturar el pericondrio del cartílago para asegurarse de que se cura correctamente y evitar así una deformidad de la oreja.
También se dan calmantes para el dolor (analgésicos).