La neumonía intersticial inespecífica es una neumonía intersticial idiopática que afecta principalmente a mujeres, personas no fumadoras y personas menores de 50 años.
(Véase también Introducción a las neumonías intersticiales idiopáticas.)
La mayoría de las personas que tienen una neumonía intersticial inespecífica son mujeres con edades comprendidas entre los 40 y los 50 años. Muchas de ellas no tienen una causa conocida ni factores de riesgo. Sin embargo, se puede desarrollar un proceso similar en personas con trastornos reumáticos sistémicos (particularmente esclerosis sistémica, polimiositis o dermatomiositis), en ciertas formas de afectación pulmonar inducida por fármacos y en personas con neumonitis por hipersensibilidad.
Se desarrolla tos seca y dificultad respiratoria a lo largo de meses a años. Puede aparecer febrícula y malestar general, pero son infrecuentes la fiebre elevada, la pérdida de peso y otros síntomas generales de enfermedad.
Diagnóstico de neumonía intersticial inespecífica
Tomografía computarizada de tórax
Biopsia pulmonar
Como en otras neumonías intersticiales idiopáticas se realizan radiografías de tórax y una tomografía computarizada (TC). Las pruebas de función pulmonar suelen indicar que el volumen de aire retenido por los pulmones es inferior al normal. La cantidad de oxígeno en la sangre es a menudo baja en reposo e incluso inferior durante el ejercicio.
Algunas veces los médicos realizan una broncoscopia y un lavado de segmentos pulmonares con una solución salina; el líquido resultante del lavado se recoge para su análisis (lavado broncoalveolar). En dicho líquido, más de la mitad de las personas tienen más linfocitos de lo normal (un tipo de glóbulo blanco).
Con frecuencia se necesita una biopsia pulmonar para confirmar el diagnóstico.
Tratamiento de la neumonía intersticial inespecífica
Corticoesteroides e inmunosupresores
Por lo general, los corticoesteroides, en algunos casos junto con fármacos inmunodepresores, son eficaces. La supervivencia depende de la gravedad de la enfermedad. Las personas con una forma leve de la enfermedad suelen sobrevivir por lo menos 10 años después de ser diagnosticadas. Sin embargo, la supervivencia disminuye con una enfermedad más grave.