Los hemangiomas (neoplasia generalmente benigna) son sobrecrecimientos anormales de los vasos sanguíneos que pueden aparecer como bultos de color rojo o púrpura en la piel y en otras partes del cuerpo.
(Véase también Introducción a las protuberancias cutáneas e Introducción a crecimientos y malformaciones de los vasos.)
Los hemangiomas de la infancia son muy habituales. También aparecen durante la mediana edad y más tarde, especialmente en el tronco.
Hemangiomas del lactante (también llamados hemangiomas en fresa o hemangiomas infantiles)
Estos angiomas son el tumor más frecuente de la primera infancia ya que afectan del 5 al 10% de los recién nacidos antes del primer año. Los hemangiomas de la infancia aparecen poco después del nacimiento y suelen agrandarse rápidamente durante el primer año de vida. Empiezan a encogerse después de los 12 a los 18 meses. La mayoría de los hemangiomas desaparecen a los 10 años, aunque la piel remanente suele presentar una anomalía de coloración y cicatrices.
Los hemangiomas de la infancia crecen dentro y bajo la piel. Hacen que la piel se abulte y se vuelva de color rojo vivo o, si son muy profundos, azulada. Los hemangiomas más profundos crecen entre 0,5 y 5 cm, aunque a veces llegan a ser mucho más grandes. Más de la mitad aparecen en la cabeza y el cuello. En algunos casos, los hemangiomas aparecen en órganos como el hígado (véase Hemangiomas del hígado).
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Los hemangiomas de la infancia no causan dolor pero en ocasiones se abren (ulceran) y sangran. Los hemangiomas alrededor del ojo pueden llegar a ser bastante grandes, hasta bloquear la visión, lo que conduce a su pérdida permanente si no se corrigen. A veces también bloquean la nariz o la garganta y, en consecuencia, la respiración.
Si se sospecha que el hemangioma bloquea la nariz o la garganta u otra estructura importante, hay que realizar una resonancia magnética nuclear (RMN).
Por lo general, los hemangiomas de la infancia se contraen por completo en el momento en que el niño tiene 10 años. Dado que estos hemangiomas, con frecuencia, desaparecen por sí solos, no se tratan a no ser que crezcan rápidamente, bloqueen la visión o la respiración, se ulceren o causen preocupación estética.
Cuando es necesario tratar los hemangiomas del lactante, se prescriben corticoesteroides aplicables por vía cutánea, intravenosa u oral; tratamientos con láser o propranolol por vía tópica u oral. Los hemangiomas que han ulcerado se tratan con compresas, medicamentos que se aplican en la herida, y apósitos. Por lo general, no se recomienda su extirpación quirúrgica, porque la gran mayoría desaparecen y dejan menos cicatrices cuando se curan por sí solos. En los niños mayores en los que el hemangioma ya se ha reducido todo lo posible, la cirugía puede mejorar la apariencia de la piel.
Hemangiomas capilares
Los hemangiomas capilares son muy comunes en los adultos. Suelen ser sobreproliferaciones de vasos sanguíneos, abultadas y rojas, que aparecen en el torso y pueden ir desde unas cuantas a docenas.
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Los hemangiomas capilares son inofensivos. Si son molestos, se pueden eliminar con una aguja eléctrica o un bisturí.