La actinomicosis es una infección crónica causada principalmente por la bacteria anaerobia Actinomyces israelii. Esta especie de bacteria normalmente reside en las grietas entre los dientes y las encías, en las amígdalas y en las membranas mucosas que recubren los intestinos y la vagina.
La infección solo se produce cuando el tejido se rompe, permitiendo a las bacterias entrar en los tejidos más profundos.
Los abscesos formados en diversas áreas, tales como el intestino o la cara, provocan dolor, fiebre y otros síntomas.
Los síntomas sugieren el diagnóstico, y los médicos lo confirman mediante la identificación de las bacterias en una muestra de tejido infectado.
Se vacían y limpian los abscesos y se administran antibióticos.
Con un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado, la mayoría de las personas se recuperan completamente.
Las bacterias Actinomyces no necesitan oxígeno para vivir; es decir, estas bacterias son anaerobias.
Las bacterias Actinomyces causan una infección solo cuando se rompe la superficie del tejido en el que residen, lo que les permite penetrar en los tejidos más profundos, que no tienen defensas contra ellas. A medida que la infección se disemina, se van formando tejido cicatricial y canales anómalos (llamados fístulas o tractos). Después de meses o años, las fístulas pueden finalmente llegar a la piel y permitir de esta forma drenar el pus. Las acumulaciones de pus (abscesos) se pueden desarrollar en el pecho, el abdomen, la cara o el cuello.
Afecta más a varones adultos, pero la actinomicosis a veces aparece en las mujeres que usan un dispositivo intrauterino (DIU).
Síntomas de la actinomicosis
La actinomicosis tiene distintas formas. Todas causan abscesos, tejido cicatricial y fístulas.
Actinomicosis abdominal
Las bacterias Actinomyces infectan el intestino, por lo general la zona más próxima al apéndice, y el revestimiento de la cavidad abdominal (peritoneo).
Los síntomas más frecuentes son dolor abdominal crónico, fiebre, vómitos, diarrea o estreñimiento y pérdida grave de peso.
Se forman fístulas desde el interior del abdomen hasta la piel que lo recubre, y entre el intestino y otros órganos.
Actinomicosis pélvica
La bacteria se propaga al útero, generalmente desde un DIU implantado años atrás.
Se forman abscesos y tejido cicatricial en las trompas de Falopio, los ovarios y otros órganos cercanos, como la vejiga y los uréteres; pueden formarse fístulas entre estos órganos.
Los síntomas incluyen dolor abdominal o pélvico crónico, fiebre, pérdida de peso y hemorragia y secreción vaginales.
Actinomicosis cervicofacial
Por lo general, se desarrollan unas inflamaciones pequeñas y duras, a veces dolorosas, en la boca y en la cara, en el cuello o en la piel debajo de la mandíbula (llamada mandíbula abultada). Estas inflamaciones pueden ablandarse y secretar pus, que contiene pequeños gránulos, de forma redonda y de color amarillento.
La infección puede extenderse a las mejillas, la lengua, la garganta, las glándulas salivales, el cráneo, las vértebras cervicales y los huesos faciales, el encéfalo y el espacio dentro de los tejidos que lo recubren (meninges).
Actinomicosis torácica
Esta forma afecta el torso (tórax). Los afectados presentan dolor torácico crónico y fiebre. Pierden peso, tienen tos, y a veces generan esputo. Las personas probablemente se infectan cuando inhalan hacia el interior de sus pulmones líquidos que contienen bacterias.
Se pueden formar abscesos en los pulmones y finalmente extenderse a la membrana situada entre los pulmones y la pared torácica (pleura). Allí, los abscesos causan irritación (pleuritis) y acumulación de líquido infectado (llamado empiema). Se pueden formar fístulas, lo que permite que la infección se extienda a las costillas, la piel del tórax y la columna vertebral.
La infección se puede diseminar de forma generalizada antes de causar algún síntoma. Los síntomas incluyen dolor torácico, fiebre y tos productiva.
Actinomicosis generalizada
En raras ocasiones, las bacterias son transportadas por el torrente sanguíneo infectando otros órganos, como el cerebro, la columna vertebral, los pulmones, el hígado, los riñones y las válvulas del corazón. En las mujeres, los órganos reproductores pueden estar infectados.
Los síntomas varían en función de los órganos afectados. Por ejemplo, pueden consistir en dolor de cabeza (cefalea), dolor de espalda o dolor abdominal.
Diagnóstico de la actinomicosis
Examen y cultivo de una muestra de esputo, pus o tejido
A veces, pruebas de diagnóstico por la imagen
Los médicos sospechan actinomicosis en personas que presentan abscesos, tejido cicatricial y fístulas sugestivas de actinomicosis.
Los médicos obtienen muestras de esputo, pus o tejido para detectar diversas especies de Actinomyces, como Actinomyces israelii. A menudo, se inserta una aguja a través de la piel para tomar una muestra de un absceso o tejido infectado. A veces, se usan la tomografía computarizada (TC) o la ecografía para ayudar a los médicos a introducir la aguja en la zona infectada. En algunos casos es necesaria cirugía para extraer una muestra. La muestra se examina al microscopio y se envía al laboratorio, donde puede realizarse (en caso de que las bacterias estén presentes) un cultivo bacteriano.
La identificación de las bacterias en la muestra de esputo, pus o tejido confirma el diagnóstico.
A veces se llevan a cabo pruebas de diagnóstico por la imagen (radiografía o TAC) para determinar el número, tamaño y ubicación exacta de los abscesos.
Tratamiento de la actinomicosis
Vaciado de los abscesos
Antibióticos
Tratamiento de la actinomicosis consiste en
Vaciar los abscesos con una aguja (generalmente introducida a través de la piel) o mediante cirugía.
Administración de dosis elevadas de antibióticos
Los antibióticos como la penicilina o la tetraciclina se deben tomar por lo menos durante 2 meses y pueden ser necesarios durante más de 12 meses.
Se puede utilizar la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética nuclear (RMN) para determinar si los abscesos van desapareciendo. Puede ser necesaria la cirugía, sobre todo si la infección afecta áreas críticas, como la columna vertebral.
A las mujeres que sufren actinomicosis pélvica se les extrae el DIU y se les administra penicilina. Una infección pélvica diseminada puede requerir un vaciado (drenaje) adicional de abscesos. A veces es necesario extirpar el útero, las trompas de Falopio y los ovarios.
Pronóstico de la actinomicosis
Si la actinomicosis se diagnostica de modo precoz y se trata adecuadamente, la mayoría de las personas se recuperan por completo.
El pronóstico está relacionado con la forma que presenta la persona y las partes del cuerpo afectadas. El pronóstico es mejor para la forma cervicofacial y es peor para las formas torácica, abdominal y generalizada, especialmente si están afectados el encéfalo y la médula espinal.