La hipertensión durante el embarazo se clasifica de la siguiente manera:
-
Hipertensión crónica: la tensión arterial ya era alta antes del embarazo.
-
Hipertensión gestacional: la presión arterial aumenta por primera vez después de que la mujer haya estado embarazada durante 20 semanas (normalmente después de la semana 37). Este tipo de hipertensión suele resolverse en las 6 semanas después del parto.
La preeclampsia es otro tipo de hipertensión que aparece durante el embarazo. Viene acompañada de presencia de proteínas en la orina. La preeclampsia se diagnostica y se trata de manera diferente a los otros tipos de hipertensión.
Las mujeres con hipertensión crónica tienen más probabilidad de presentar problemas graves durante el embarazo. Sin embargo, los siguientes problemas ocurren con mayor probabilidad siempre que exista hipertensión, sea crónica o gestacional:
-
Preeclampsia y/o eclampsia (convulsiones debidas a preeclampsia grave)
-
Empeoramiento de la hipertensión arterial
-
El feto no crece como se espera (pequeño para la edad gestacional)
-
Separación prematura de la placenta del útero (desprendimento de placenta)
El síndrome HELLP consiste en hemólisis (degradación de los glóbulos rojos), concentraciones elevadas de enzimas hepáticas (que indican daño en el hígado, en inglés "Liver") y un recuento bajo (low) de plaquetas, lo que hace que la sangre sea menos capaz de coagularse y, por tanto, aumenta el riesgo de sangrado durante el parto y después del mismo.
Durante el embarazo, las mujeres hipertensas son supervisadas estrechamente para asegurarse de que su presión arterial está controlada, que los riñones funcionan correctamente y que el feto se está desarrollando con normalidad. Sin embargo, el desprendimiento de placenta no puede prevenirse o anticiparse. A menudo, un bebé debe nacer antes de tiempo para evitar que muera u surjan otras complicaciones en la mujer ocasionadas por una hipertensión arterial grave (como, por ejemplo, un accidente cerebrovascular).
Diagnóstico
Tratamiento
Los fármacos se pueden indicar o no según la gravedad de la hipertensión y el buen funcionamiento de los riñones. El uso y la elección de los fármacos para tratar la hipertensión crónica y la hipertensión gestacional son similares. Sin embargo, la hipertensión gestacional a menudo se produce al final del embarazo y no requiere tratamiento con fármacos.
El tratamiento de la hipertensión arterial leve a moderada (140/90 a 159/109 mm Hg [milímetros de mercurio]) depende de muchos factores. Los médicos pueden recomendar la reducción de la actividad física para ayudar a disminuir la presión arterial. Si la reducción de la actividad no logra disminuir la presión arterial, muchos expertos recomiendan el tratamiento con fármacos antihipertensores; aunque no está claro si los beneficios de estos medicamentos superan sus riesgos. Sin embargo, si los riñones no funcionan de forma normal se necesitan medicamentos. Si la hipertensión no se controla bien, los riñones pueden sufrir aún más daño.
Si la hipertensión es grave (igual o superior a 160/110 mm Hg) se recomienda el tratamiento con fármacos antihipertensores (véase la tabla Fármacos antihipertensores). El tratamiento puede reducir el riesgo de accidente cerebrovascular y otras complicaciones debidas a una presión arterial alta.
En caso de presión arterial muy alta (180/110 mm Hg o más), se explora a la mujer de inmediato porque el riesgo de complicaciones para la mujer y/o el feto es elevado. Si las mujeres desean continuar el embarazo a pesar del riesgo, a menudo se requieren varios fármacos antihipertensivos. Además pueden ser hospitalizadas hacia el final del embarazo. Si su estado de salud empeora, los médicos pueden recomendar la interrupción del embarazo.
Se enseña a las mujeres embarazadas a controlar su presión arterial en casa. Los médicos realizan periódicamente pruebas para determinar el buen funcionamiento de los riñones y el hígado, y efectúan una ecografía para evaluar el crecimiento del feto.
Si la mujer embarazada tiene la presión arterial moderadamente alta o muy alta, el parto suele provocarse entre la semana 37 y 39. Se provoca antes si el feto crece despacio o tiene problemas, o si la madre tiene preeclampsia grave.
Fármacos antihipertensores
La mayoría de los fármacos antihipertensivos utilizados para tratar la hipertensión pueden utilizarse con seguridad durante el embarazo. Entre estos factores se incluyen los siguientes
Sin embargo, el tratamiento con inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) se interrumpe durante el embarazo, particularmente durante los últimos dos trimestres. Estos fármacos pueden causar malformaciones congénitas en las vías urinarias del feto. Como resultado, el bebé puede morir poco después del nacimiento.
Los bloqueantes del receptor de angiotensina II se suspenden porque aumentan el riesgo de problemas renales, pulmonares y esqueléticos y la muerte fetal.
El tratamiento con antagonistas de la aldosterona (espironolactona y eplerenona) también se interrumpe porque puede hacer que un feto varón desarrolle características femeninas.
Los diuréticos tiazídicos generalmente se suspenden porque pueden dar lugar a concentraciones bajas de potasio en el feto. Sin embargo, si otros fármacos son ineficaces o tienen efectos secundarios intolerables, a las mujeres con hipertensión crónica se les puede administrar diuréticos de tiazida (como hidroclorotiazida) durante el embarazo.