Microsporidiosis

PorChelsea Marie, PhD, University of Virginia;
William A. Petri, Jr, MD, PhD, University of Virginia School of Medicine
Revisado/Modificado jun. 2022
Vista para pacientes

La microsporidiasis es una infección por microsporidias. La enfermedad sintomática aparece predominantemente en pacientes con sida y se caracteriza por diarrea crónica, infección generalizada y enfermedad corneal. El diagnóstico se basa en la identificación del microorganismo en muestras de biopsia, heces, orina, otras secreciones o material obtenido por raspado corneal. El tratamiento consiste en albendazol o fumagilina (lo que depende de la especie infecciosa y del síndrome clínico) o con fumagilina tópica y albendazol oral para la enfermedad ocular.

(Véase también Generalidades sobre las infecciones por protozoos intestinales y microsporidios.)

Las microsporidias son parásitos intracelulares obligados que forman esporas y se consideran hongos o están relacionados estrechamente con ellos. Los microsporidios solían clasificarse como protozoos.

Al menos 15 de las > 1.400 especies de microsporidios se asocian con enfermedades en el ser humano. Las esporas de los organismos se adquieren de la siguiente manera:

  • Ingestión

  • Inhalación

  • Contacto directo con la conjuntiva

  • Contacto animal

  • Transmisión de persona a persona

Dentro del huésped, estos parásitos se fijan a una célula con una estructura en forma de arpón denominada túbulo o filamento polar e inoculan el esporoplasma infeccioso en la célula. Dentro de ella, el esporoplasma se divide y se multiplica, produciendo esporoblastos que maduran y se convierten en esporas, capaces de diseminarse por todo el cuerpo o de ingresar en el medioambiente a través de aerosoles respiratorios, heces u orina. Cuando las células huéspedes liberan las esporas, se desencadena una respuesta inflamatoria.

Se sabe muy poco acerca de las vías de transmisión a los seres humanos o de los posibles reservorios animales.

Es probable que los microsporidios sean una causa frecuente de enfermedad subclínica o clínica leve autolimitada en personas sanas, aunque se informaron unos pocos casos de infecciones en seres humanos en la era previa al sida, tal vez debido a que el reconocimiento general de la infección por microsporidios era menor. Recientemente, han aumentado los informes de queratoconjuntivitis por microsporidios en personas inmunocompetentes.

Los microsporidios adquirieron importancia en la actualidad como oportunistas en los pacientes con sida y, en menor medida, en individuos con otras inmunodeficiencias. Encephalitozoon spp, incluso E. bieneusi y E. (antes denominado Septata) intestinalis pueden causar diarrea crónica en pacientes con sida y recuentos de CD4 < 100/mcL. Dependiendo de la especie y el estado inmunitario del huésped, algunos Microsporidium, Nosema, Vittaforma, y otros géneros pueden infectar los ojos, el hígado, las vías biliares, los senos, los músculos, las vías aéreas, el aparato genitourinario, el sistema nervioso central y, en ocasiones, causar enfermedad diseminada.

La incidencia de microsporidiosis en personas con sida ha disminuido sustancialmente con el uso generalizado de la terapia antirretroviral eficaz.

Signos y síntomas de la microsporidiosis

La enfermedad provocada por los microsporidios varía según

  • La especie del parásito

  • El estado inmunitario del huésped

En pacientes inmunocompetentes, los microsporidios pueden causar una infección asintomática o una diarrea acuosa autolimitada. Hay informes de infecciones oculares que causan queratoconjuntivitis.

En los pacientes con sida, varias especies de microsporidios producen diarrea crónica, malabsorción, consunción muscular, colangitis, queratoconjuntivitis punteada, peritonitis, hepatitis, miositis o sinusitis. Se describieron infecciones renales y de la vesícula biliar. Vittaforma (Nosema) corneum y varias otras especies pueden ocasionar infecciones oculares que van desde la queratopatía punteada con enrojecimiento ocular e irritación hasta la queratitis estromal grave que amenaza la visión.

Diagnóstico de la microsporidiosis

  • Microscopia óptica o electrónica con tinciones especiales

  • En ocasiones inmunofluorescencia o ensayos basados en PCR (polymerase chain reaction)

Los microorganismos infecciosos pueden identificarse en muestras del tejido afectado obtenidas por biopsia o en las heces, la orina, el líquido cefalorraquídeo, el esputo o material de raspado corneal. Los microsporidios se reconocen mejor con técnicas de tinción especiales. Pueden emplearse potenciadores del brillo de la fluorescencia (fluorocromos) para detectar esporas en los tejidos y los frotis. La técnica cromotrópica rápida de Gram es la que permite obtener el diagnóstico con mayor celeridad.

En laboratorios especializados se dispone de ensayos de inmunofluorescencia (IFA) y basados en PCR.

En la actualidad, la microscopia electrónica de transmisión es la prueba más sensible, pero no está disponible para el diagnóstico habitual.

Los métodos moleculares se utilizan para la definición de la especie.

Tratamiento de la microsporidiosis

  • Para los pacientes con sida, iniciación u optimización de la terapia antirretroviral

  • Para microsporidiosis gastrointestinal, de la piel, del músculo o diseminada, albendazol oral o fumagilina (donde esté disponible), dependiendo de la especie causante

  • Para queratoconjuntivitis, albendazol por vía oral y fumagilina tópica

En los pacientes con sida, la iniciación o la optimización de la terapia antirretroviral es importante. La duración del tratamiento antimicrobiano y el resultado dependen del nivel de reconstitución inmunitaria logrado con la terapia antirretroviral.

El tratamiento antimicrobiano de la microsporidiosis depende de las especies de microsporidios infectantes, el estado inmunitario del huésped humano y los órganos involucrados. Los datos sobre opciones terapéuticas son limitados. Se recomienda una interconsulta con un especialista.

El albendazol, un antihelmíntico de amplio espectro similar al bencimidazol, se utiliza para tratar infecciones por ciertos microsporidios, pero puede tener efectos adversos graves, como lesión hepática (hepatitis) en el 10% de los pacientes y, rara vez, recuento bajo de leucocitos.

El albendazol (400 mg por vía oral 2 veces al día en adultos o 7,5 mg/kg 2 veces al día en niños durante 2 a 4 semanas) suele ser eficaz para controlar la diarrea en pacientes con infecciones entéricas o diseminadas debidas a E. intestinalis y otros microsporidios susceptibles. Estas infecciones en pacientes inmunocompetentes pueden resolverse espontáneamente o después de una semana de tratamiento.

El albendazol tiene una eficacia mínima para el tratamiento de E. bieneusi. Se ha utilizado albendazol (400 mg 2 veces al día en adultos o 7,5 mg/kg 2 veces al día durante 2 a 4 semanas) para tratar la microsporidiasis de la piel, el músculo o diseminada debida a E. intestinalis y a cualquier otra especie de microsporidios susceptibles.

La fumagilina por vía oral, en dosis de 20 mg 3 veces al día durante 14 días, ha sido utilizada para la infección intestinal por E. bieneusi, pero tiene efectos adversos potencialmente graves, incluyendo trombocitopenia grave reversible hasta en la mitad de los pacientes. La fumagilina oral no está disponible en los Estados Unidos.

La queratoconjuntivitis ocular por microsporidios puede ser tratada con albendazol por vía oral, 400 mg 2 veces al día, más gotas oculares de fumagilina. Las fluoroquinolonas tópicas, al igual que el voriconazol tópico, han sido eficaces en algunos pacientes. Cuando las terapias tópica y sistémica son ineficaces, puede ser útil la queratoplastia. El resultado suele ser muy bueno en pacientes inmunocompetentes; en pacientes con sida, depende del nivel de reconstitución inmunitaria logrado con la terapia antirretroviral.

Conceptos clave

  • La microsporidiasis se presenta principalmente en pacientes inmunodeprimidos, sobre todo aquellos con sida, pero la queratoconjuntivitis se está informando cada vez más en personas sanas.

  • Las esporas de los microsporidios se contagian a través de la ingestión, la inhalación, el contacto directo con la conjuntiva, el contacto con animales o la transmisión interpersonal.

  • Las manifestaciones varían mucho según el microorganismo y el estado del sistema inmunitario del paciente, pero pueden producirse diarrea crónica, malabsorción, consunción muscular, colangitis, queratoconjuntivitis punteada, peritonitis, hepatitis, miositis o sinusitis.

  • Diagnóstico mediante microscopía óptica o electrónica con tinciones especiales; los ensayos de inmunofluorescencia y basados en PCR están disponibles en laboratorios especializados.

  • Para los pacientes con sida, la iniciación o la optimización de la terapia antirretroviral es de importancia primordial.

  • El albendazol y la fumagilina oral o tópica pueden ser útiles, dependiendo de la especie causante y los órganos implicados; la fumagilina oral no está disponible en los Estados Unidos.

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