(Véase también Introducción a las protuberancias cutáneas e Introducción a crecimientos y malformaciones de los vasos.)
Este bulto crece rápidamente, a menudo tras una herida en la piel (herida que en ocasiones ni se nota). Por razones desconocidas, los granulomas piógenos pueden agrandarse durante el embarazo y aparecer incluso en las encías (tumores del embarazo).
Suelen medir entre 0,5 y 2 cm de diámetro y sobresalen de la superficie de la piel. No duelen, pero suelen sangrar fácilmente cuando se golpean o se raspan porque están formados por capilares casi en su totalidad.
Para diagnosticar los granulomas piógenos, el médico extrae una muestra del tejido y la envía al laboratorio para su examen (biopsia) para asegurarse que la protuberancia no es un cáncer de piel.
En ocasiones, los granulomas piógenos desaparecen por sí solos. Si persisten, por lo general, se extirpan quirúrgicamente con una aguja eléctrica (electrodesecación). Algunas veces los granulomas piógenos vuelven a crecer después del tratamiento.