Fototerapia: uso de rayos ultravioleta para tratar los trastornos cutáneos

La exposición a la luz solar resulta útil para ciertas enfermedades de la piel. Uno de los componentes de la luz solar, la luz ultravioleta (UV), es el responsable de este efecto. La luz UV tiene diferentes efectos sobre las células cutáneas, incluso la capacidad de alterar las cantidades y los tipos de sustancias químicas que estas producen, y de causar la muerte de las células implicadas en las enfermedades de la piel.

El uso de la luz UV para tratar enfermedades se denomina fototerapia. Los trastornos que se tratan con más frecuencia con fototerapia son la psoriasis y la dermatitis atópica.

Dado que la exposición a la luz solar natural varía en intensidad y en ciertos climas no es accesible durante gran parte del año, la fototerapia casi siempre se lleva a cabo con luz UV artificial. Los tratamientos se llevan a cabo en la consulta médica o en centros especializados.

Los rayos UV que son invisibles al ojo humano se clasifican como A, B o C, según sea su longitud de onda. Los rayos ultravioleta A (UVA) penetran más profundamente en la piel que los rayos ultravioleta B (UVB). Se eligen rayos UVA o UVB según el tipo y la gravedad del trastorno. Los rayos ultravioleta C no se usan en fototerapia. Algunas luces producen solo determinadas longitudes de onda específicas de UVA o UVB (terapia de banda estrecha), y se emplean para tratar algunos trastornos específicos. La terapia de banda estrecha restringe la posibilidad de provocar quemaduras solares asociadas con la fototerapia.

A veces la fototerapia se combina con el uso de un psoraleno. La combinación de un psoraleno y UVA se conoce como terapia PUVA. Los psoralenos son fármacos que pueden tomarse por vía oral antes de iniciar el tratamiento con rayos ultravioleta (UV). Los psoralenos sensibilizan la piel a los efectos de la luz UV y permiten realizar exposiciones más cortas y de menor intensidad.

Los efectos secundarios de la fototerapia son dolor y enrojecimiento similares a los que producen las quemaduras solares por una exposición prolongada a la luz UV. La exposición a la luz UV también aumenta el riesgo de cáncer cutáneo a largo plazo, pero este riesgo es pequeño si las sesiones de tratamiento son breves. Los psoralenos a menudo provocan náuseas y sensibilidad extrema a la luz del sol. Además, como los psoralenos penetran en el cristalino del ojo, deben usarse gafas de sol resistentes a la luz UV por lo menos en las 12 horas posteriores a la terapia PUVA.