Emergencias hipertensivas

PorGeorge L. Bakris, MD, University of Chicago School of Medicine
Revisado/Modificado sep. 2023
Vista para pacientes

Una emergencia hipertensiva es un episodio de hipertensión arterial grave (a menudo definida como tensión arterial sistólica (TA) ≥ 180 mmHg y/o tensión arterial diastólica ≥ 120 mmHg) con signos de lesión de órganos blanco (sobre todo el encéfalo, el aparato cardiovascular y los riñones). El diagnóstico se basa en la medición de la tensión arterial, el ECG, el análisis de orina y las mediciones séricas de electrolitos y creatinina. El tratamiento es la reducción inmediata de la tensión arterial con antihipertensivos IV.

(Véase también Hipertensión arterial).

Los signos de daño de órganos blanco incluyen

El daño avanza rápidamente y a veces es mortal.

La encefalopatía hipertensiva puede deberse a una falla en la autorregulación cerebral del flujo sanguíneo. En condiciones normales, a medida que la presión arterial se eleva, los vasos cerebrales se contraen para mantener una perfusión cerebral constante. Por encima de una presión arterial media de alrededor de 160 mmHg (menor en personas normotensas cuya tensión arterial se eleva súbitamente), los vasos cerebrales empiezan a dilatarse en lugar de a contraerse. Como consecuencia, la tensión arterial muy elevada se transmite directamente al lecho capilar, lo que promueve la salida de líquido transudado y exudado desde el plasma hacia el encéfalo y provoca edema cerebral y hasta edema de papila.

Si bien muchos pacientes con accidente cerebrovascular y hemorragia intracraneal presentan hipertensión arterial, esta elevación de la tensión arterial a menudo es una consecuencia más que una causa del trastorno. Aún no queda claro si el descenso rápido de la tensión arterial en estas circunstancias es beneficioso, pero se cree que hasta puede ser nocivo.

Urgencias hipertensivas

La hipertensión grave (p. ej., tensión sistólica > 180 mmHg) sin una lesión en un órgano blanco (excepto tal vez retinopatía grado 1 a 2), puede considerarse una urgencia hipertensiva. Aunque la tensión arterial en estos niveles muy altos a menudo preocupa a los médicos, las complicaciones agudas son poco probables, por lo que no se requiere una reducción inmediata de la tensión arterial.

La ansiedad es, por mucho, la causa más frecuente de urgencia hipertensiva. El tratamiento de la ansiedad mediante asesoramiento y/o ansioliticos a menudo es útil para reducir la tensión arterial (1) y así disminuir la incidencia de urgencias hipertensivas. Si la hipertensión arterial persiste, los pacientes deben comenzar con medicamentos, como terapia combinada con 2 antihipertensivos orales (para la hipertensión grave), y se debe evaluar en forma estrecha la eficacia del tratamiento en forma ambulatoria.

Referencia de urgencias hipertensivas

  1. 1. Williams B, Mancia G, Spiering W, et al: 2018 Practice Guidelines for the management of arterial hypertension of the European Society of Hypertension and the European Society of Cardiology: ESH/ESC Task Force for the Management of Arterial Hypertension [published correction appears in J Hypertens 2019 Feb;37(2):456]. J Hypertens 2018;36(12):2284-2309. doi:10.1097/HJH.0000000000001961

Signos y síntomas de las emergencias hipertensivas

Tensión arterial elevada, a menudo en forma extrema (tensión sistólica > 180 mmHg y/o tensión arterial diastólica 120 mmHg). Los síntomas del sistema nervioso central consisten en trastornos neurológicos que cambian con rapidez (p. ej., confusión, ceguera cortical transitoria, hemiparesia, defectos hemisensoriales, convulsiones). Los síntomas cardiovasculares incluyen dolor torácico y disnea. El compromiso renal puede ser asintomático, si bien la uremia significativa secundaria a insuficiencia renal avanzada puede causar letargo o náuseas.

El examen físico se centra en los órganos blanco y debe incluir exámenes neurológicos, fondo de ojo y evaluación cardiovascular. Las deficiencias cerebrales globales (p. ej., confusión, obnubilación, coma), con deficiencias localizadas o sin ellas, sugieren una encefalopatía, mientras que el estado mental normal con deficiencias localizadas sugiere un accidente cerebrovascular.

En los pacientes con encefalopatía hipertensiva suele verse una retinopatía grave (esclerosis, exudados algodonosos, estrechamiento arteriolar, hemorragia, edema de papila) y en muchas otras clases de emergencias hipertensivas puede detectarse algún grado de retinopatía.

La distensión de la vena yugular, los estertores pulmonares basilares y un tercer ruido cardíaco sugieren edema de pulmón.

La asimetría de los pulsos de los dos brazos indica una probable disección aórtica.

Diagnóstico de las emergencias hipertensivas

  • Tensión arterial sistólica > 180 mmHg

  • Pruebas para identificar el compromiso de órganos blanco: ECG, análisis de orina, electrolitos séricos y creatinina; si hay hallazgos neurológicos, TC de cráneo

La evaluación típica requiere ECG, análisis de orina, electrolitos en sangre y creatininemia.

Los pacientes con signos neurológicos requieren TC del cerebro para diagnosticar hemorragia intracraneal, edema o infarto cerebral.

Los pacientes con dolor torácico o disnea requieren ECG y radiografía de tórax. Las alteraciones del ECG que sugieren daño agudo de órganos blanco incluyen los de la isquemia aguda.

En el análisis de orina característico del compromiso renal, se identifican eritrocitos, cilindros eritrocitarios y proteinuria.

El diagnóstico se basa en el hallazgo de hipertensión arterial grave con compromiso de órganos blanco.

Tratamiento de las emergencias hipertensivas

  • Iniciar la medicación IV de acción corta (p. ej., labetalol, clevidipina, esmolol) en el departamento de emergencias

  • IInternar en la unidad de cuidados intensivos (UCI)

  • Objetivo: reducción de entre 20 y 25% de la presión arterial media en 1 a 2 h

Las emergencias hipertensivas se tratan en la unidad de cuidados intensivos; la presión arterial se reduce de manera progresiva (no abrupta) con un fármaco de acción breve por vía intravenosa, cuya dosis se modifica en función de la respuesta. La selección del fármaco y la velocidad y el grado de disminución varían un poco de acuerdo con el órgano blanco comprometido, pero en general, una reducción de entre 20 y 25% en la presión arterial media en una hora o dos se considera apropiada, con titulación de la dosis de acuerdo con los síntomas. No se considera necesaria la “normalización” urgente de la tensión arterial. Los fármacos de primera elección indicados en general son nitroprusiato, fenoldopam, nicardipina y labetalol (véase tabla Fármacos por vía parenteral para las emergencias hipertensivas). El tratamiento sólo con nitroglicerina resulta menos potente.

Tabla

No deben indicarse fármacos por vía oral porque empiezan a actuar en un período variable y sus dosis son difíciles de titular. Aunque la nifedipina oral de acción corta reduce la tensión arterial rápidamente, puede provocar hipotensión aguda, que puede producir eventos isquémicos cardiovasculares y cerebrovasculares (a veces letales) y, por lo tanto, no se recomienda.

La clevidipina es un bloqueante de los canales de calcio de tercera generación, de acción ultra corta (de 1 a 2 minutos), que reduce la resistencia periférica sin afectar el tono vascular venoso ni las presiones de llenado cardíaco. La clevidipina se hidroliza rápidamente por esterasas en la sangre y, por lo tanto, su metabolismo no se ve afectado por la función renal o hepática. Ha sido demostrado ser eficaz y seguro en el control de la hipertensión y las emergencias hipertensivas perioperatorias, y se ha asociado con mortalidad más baja que el nitroprusiato (1). La clevidipina puede así ser preferible al nitroprusiato para la mayoría de las emergencias hipertensivas, aunque debe utilizarse con precaución en la insuficiencia cardíaca con fracción de eyección reducida, ya que puede tener efectos inotrópicos negativos. Si la clevidipina no está disponible, entonces fenoldopam, nitroglicerina, o nicardipina son alternativas razonables.

El fenoldopam es un agonista periférico del receptor de dopamina-1 que causa vasodilatación renal y sistémica y natriuresis. Su comienzo de acción es rápido y su vida media es corta, lo que lo convierte en una alternativa eficaz al nitroprusiato, con el beneficio adicional de no cruzar la barrera hematoencefálica.

El labetalol es un beta-bloqueante  que produce ciertos efectos bloqueantes alfa-1-adrenérgicos, con consiguiente vasodilatación sin la taquicardia refleja típica asociada. Puede administrarse en infusión continua o en bolos frecuentes, pero no se ha demostrado que la administración en bolo cause hipotensión arterial significativa. El labetalol se administra durante el embarazo para las enfermedades intracraneales que requieren el control de la tensión arterial y después del infarto de miocardio. Los efectos adversos observados son mínimos, pero debido a su actividad beta-bloqueante, el labetalol no debe indicarse para tratar emergencias hipertensivas en pacientes con asma. Es posible indicar dosis bajas en pacientes con insuficiencia ventricular izquierda si se administra nitroglicerina en forma simultánea.

Nitroprusiato es un dilatador venoso y arterial, que reduce la precarga y la poscarga; por lo tanto, su uso se limita principalmente a pacientes hipertensos con descompensación aguda de su insuficiencia cardíaca. También se indica en la encefalopatía hipertensiva y, junto con los beta-bloqueantes, para la disección aórtica. El medicamento se degrada rápidamente en cianuro y óxido nítrico (la molécula activa). El cianuro se detoxifica en tiocianato. No obstante, la administración de > 2 mcg/kg/minuto puede promover la acumulación de cianuro, lo que ocasiona efectos tóxicos sobre el sistema nervioso central y el corazón, como agitación, convulsiones, inestabilidad cardíaca y acidosis metabólica con brecha aniónica.

La administración prolongada de nitroprusiato (> 1 semana o, en pacientes con insuficiencia renal, durante 3 a 6 días) conduce a la acumulación de tiocianato, con generación de letargo, temblores, dolor abdominal y vómitos. Otros efectos adversos identificados son la erección transitoria de los folículos pilosos (cutis anserina) cuando el descenso de la tensión arterial es demasiado rápido. Las concentraciones de tiocianato deben monitorizarse después de tres días consecutivos de tratamiento y es preciso suspender el fármaco si la concentración sérica de tiocianato es > 12 mg/dL (> 2 mmol/L). Dado que el nitroprusiato se degrada en presencia de luz ultravioleta, tanto la bolsa como la tubuladura para la infusión intravenosa deben envolverse con una cubierta opaca. Teniendo en cuenta datos que muestran mayor mortalidad con nitroprusiato comparado con clevidipina, nitroglicerina y nicardipina, el nitroprusiato no se debe utilizar cuando hay otras alternativas disponibles.

La nitroglicerina es un vasodilatador que afecta más a las venas que a las arteriolas. Puede emplearse para el tratamiento de la hipertensión arterial durante y después de una cirugía de revascularización miocárdica, un infarto agudo de miocardio, un episodio de angina de pecho inestable o de edema agudo de pulmón. La nitroglicerina por vía intravenosa se prefiere al nitroprusiato en los pacientes con enfermedad coronaria significativa dado que la nitroglicerina aumenta el flujo coronario, mientras que el nitroprusiato tiende a reducir el flujo coronario hacia las áreas isquémicas, lo que puede ser sdeberse a un fenómeno de “secuestro”.

Con el fin de controlar la tensión arterial a largo plazo, debe indicarse nitroglicerina junto con otros fármacos. El efecto adverso más frecuente es la cefalea, que aparece en la mayoría de los pacientes (2); otros incluyen taquicardia, náuseas, vómitos, inquietud, agitación, espasmos musculares y palpitaciones.

La nicardipina, un bloqueante de los canales de calcio dihidropiridina con menor efecto inotrópico negativo que la nifedipina, actúa en forma primaria como vasodilatador. Se emplea con mayor frecuencia en pacientes con hipertensión posoperatoria y durante el embarazo. Este fármaco puede causar sofocos, cefaleas y taquicardia y puede reducir la tasa de filtración glomerular (TFG) en pacientes con insuficiencia renal.

Referencias del tratamiento

  1. 1. Aronson S, Dyke CM, Stierer KA, et al. The ECLIPSE trials: comparative studies of clevidipine to nitroglycerin, sodium nitroprusside, and nicardipine for acute hypertension treatment in cardiac surgery patients. Anesth Analg 107(4):1110-1121, 2008. doi:10.1213/ane.0b013e31818240db

  2. 2. Tfelt-Hansen PC, Tfelt-Hansen J. Nitroglycerin headache and nitroglycerin-induced primary headaches from 1846 and onwards: a historical overview and an update. Headache 49(3):445-456, 2009. doi:10.1111/j.1526-4610.2009.01342.x

Conceptos clave

  • Una emergencia hipertensiva es el aumento significativo de la tensión arterial (p. ej., tensión arterial sistólica > 180 mmHg y/o diastólica 120 mmHg) que causa daño a órganos diana; requiere terapia intravenosa y hospitalización.

  • Las lesiones de los órganos blanco observadas son encefalopatías, preeclampsia y eclampsia, insuficiencia ventricular izquierda aguda con edema pulmonar, isquemia miocárdica, disección aórtica aguda e insuficiencia renal.

  • Hacer ECG y análisis de orina, medir electrolitos séricos y creatinina, y, para los pacientes con signos o síntomas neurológicos, obtener una TC de la cabeza.

  • Reducir la tensión arterial media en un 20 a 25% durante la primera hora utilizando un fármaco intravenoso de acción corta, en dosis ajustables, como clevidipina, nitroglicerina, fenoldopam, nicardipina o labetalol.

  • No es necesario alcanzar urgentemente una presión "normal" (especialmente cierto en el accidente cerebrovascular agudo).

Más información

El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no es responsable por el contenido de este recurso.

  1. 2017 ACC/AHA Guideline for the Prevention, Detection, Evaluation, and Management of High Blood Pressure in Adults.

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