Los riñones son los órganos de las vías urinarias que se lesionan con mayor frecuencia a causa de un traumatismo externo. Las contusiones debidas a accidentes de tráfico, caídas o las debidas a la práctica de algún deporte son las causas más frecuentes de lesiones en las vías urinarias. En la mayoría de los casos, las lesiones penetrantes en el riñón son consecuencia de disparos o heridas punzantes. Con menos frecuencia se pueden producir lesiones, que suelen ser menores, durante la realización de pruebas diagnósticas, como una biopsia del riñón, o durante diversos tratamientos, como los que se aplican para la litiasis renal (cálculos renales), incluida la litotricia por ondas de choque. De modo similar, la mayoría de las lesiones por contusión del riñón son leves, algunas son graves. Si las lesiones renales graves por contusión o herida penetrante no reciben tratamiento, pueden aparecer complicaciones como insuficiencia renal, pérdida del riñón, hemorragia tardía, infección e hipertensión arterial.
Síntomas
Los síntomas de una lesión renal contusa pueden consistir en presencia de sangre en la orina, dolor o hematomas en la parte superior del abdomen o en el área entre las costillas y la cadera (flanco), marcas cercanas al riñón producidas por un cinturón de seguridad o dolor causado por una fractura de las costillas inferiores. Cuando las lesiones renales son graves puede haber descenso de la presión arterial (choque) y, si la persona pierde una cantidad importante de sangre, anemia.
Lesiones del riñón: leves a graves
Diagnóstico
La relación de los hechos que provocaron la lesión, los síntomas de la persona y la exploración física ayudan a distinguir las lesiones renales. Se toma una muestra de orina y se examina para ver si hay sangre. La sangre en la orina de una persona con una lesión en el tronco indica que la lesión puede afectar al riñón. La sangre se puede observar a simple vista (hematuria macroscópica) o sólo con ayuda de un microscopio (hematuria microscópica).
Cuando se trata de lesiones penetrantes, la ubicación de la herida (si está en la parte superior o media del abdomen, en la espalda o en el flanco) ayuda a determinar si el riñón está afectado.
Los adultos que tienen síntomas leves, sin una presión arterial anormalmente baja, y sangre en la orina (observable sólo con ayuda del microscopio), probablemente tienen un traumatismo menor que se cura por sí sola. No suele ser necesario realizar más pruebas. En los niños y adultos en quienes se sospecha una lesión más grave debe realizarse una tomografía computarizada (TC) con un colorante radiopaco (agente de contraste).
Tratamiento
Para las lesiones renales menores el único tratamiento que suele ser necesario es el control minucioso del consumo de líquidos y el reposo total, ya que estas medidas ayudan a que el riñón se cure por sí solo. Para las lesiones más graves el tratamiento comienza con medidas para controlar la pérdida de sangre y para prevenir el choque. Se administran líquidos y a veces sangre por vía intravenosa para ayudar a mantener la presión sanguínea en los valores normales y estimular la producción de orina.
Sólo las lesiones graves requieren reparación quirúrgica: cuando el riñón sangra de forma persistente, está rodeado por un coágulo sanguíneo que se expande o cuando se desgarra de su base. De forma alternativa, algunas de estas lesiones se pueden controlar con embolización arterial, en la cual los médicos pasan un catéter a través de un vaso sanguíneo de la parte superior del muslo hasta el vaso sanguíneo del riñón. Cuando el catéter está en el lugar de la hemorragia, los médicos inyectan una sustancia o una bobina de alambre para bloquear el vaso sanguíneo y detener así el sangrado (embolización). Del mismo modo, las lesiones penetrantes graves requieren reparación quirúrgica. En algunos casos poco frecuentes, el riñón lesionado debe ser extirpado.
La mayoría de las personas se recuperan de las lesiones renales, incluso si son graves, siempre y cuando sean diagnosticadas y tratadas con prontitud. Si la enfermedad renal es crónica, puede ser necesario seguir un tratamiento de por vida. Otras complicaciones de las lesiones renales que requieren tratamiento son: hemorragia tardía, infección e hipertensión arterial.