Introducción al agua corporal

PorJames L. Lewis III, MD, Brookwood Baptist Health and Saint Vincent’s Ascension Health, Birmingham
Revisado/Modificado abr. 2022 | Modificado dic. 2023
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Datos clave

    El agua representa entre la mitad y los dos tercios del peso de una persona. El tejido adiposo tiene un porcentaje inferior de agua que el tejido magro, y las mujeres tienden a tener más grasa, por lo que el porcentaje de agua en el peso corporal total en una mujer es menor (del 52% al 55%) que en el hombre (60%). Además, el porcentaje de peso corporal formado por agua también es más bajo en la edad avanzada y cuando se tiene obesidad. El porcentaje de peso corporal formado por agua es mayor (70%) al nacer y durante la primera infancia.

    Un hombre que pesa 70 kg tiene algo más de 42 L de agua en su organismo: entre 28 L en el interior de las células, alrededor de 10,5 L en el espacio que rodea las células y algo menos de 3,5 L (o en torno al 8% de la cantidad total de agua) en la sangre.

    El consumo de agua debe equilibrar la cantidad de agua que se pierde. Los adultos sanos han de beber unos 2 L de líquido al día, como mínimo, para mantener el equilibrio hídrico y prevenir la deshidratación, los cálculos renales y otros trastornos. Por lo general, ingerir mucho líquido es mejor que ingerir poco, porque al organismo le resulta más fácil eliminar el exceso de agua que conservarla. Sin embargo, cuando los riñones funcionan con normalidad, el cuerpo puede hacer frente a grandes variaciones en la ingesta de líquidos.

    ¿Sabías que...?

    • Cuando los riñones funcionan con normalidad, el cuerpo puede hacer frente a grandes variaciones en la ingesta de líquidos.

    El organismo obtiene agua, principalmente, absorbiéndola del tubo digestivo. Además, cuando el organismo procesa (metaboliza) ciertos nutrientes, se produce una pequeña cantidad de agua.

    El organismo pierde agua, en su mayor parte, eliminándola a través de los riñones en la orina. Según las necesidades del organismo, los riñones pueden excretar menos de medio litro o 10 litros de orina al día. Se pierde casi 1 L al día por la evaporación del agua contenida en la piel y por la respiración. La sudoración profusa, que puede estar causada por el ejercicio intenso, por un clima cálido o por una temperatura corporal elevada, aumenta de forma notable el volumen de agua que se evapora. En condiciones normales, se pierde una pequeña cantidad de agua del tubo digestivo; sin embargo, en los vómitos prolongados o en las diarreas intensas se pueden perder hasta más de 4 L en un día.

    Por lo general, se ingiere la cantidad de líquido necesaria para compensar la pérdida excesiva de agua. Sin embargo, cuando se tienen vómitos o diarrea intensos, es posible sentirse demasiado enfermo como para tomar la cantidad de líquido necesaria que compense esta pérdida excesiva y, por lo tanto, puede sufrirse deshidratación. La confusión, la movilidad reducida o la disminución del grado de consciencia también pueden impedir notar la sensación de sed o imposibilitar a la persona para que ingiera suficiente líquido.

    Las sales minerales (electrólitos), como el sodio y el potasio, están disueltas en el agua del organismo. El equilibrio hídrico y el equilibrio electrolítico guardan una relación estrecha. El organismo intenta mantener constante el volumen total de agua y las concentraciones de electrólitos en la sangre. Por ejemplo, cuando se elevan demasiado los niveles de sodio, se siente sed, lo que conduce a ingerir más líquido. Además, la vasopresina (también denominada hormona antidiurética), una hormona secretada por la hipófisis (una glándula del tamaño de un guisante ubicada en la base del encéfalo) como respuesta a la deshidratación, transmite a los riñones una señal para excretar menos agua. La combinación de estos dos efectos da lugar a una cantidad mayor de agua presente en la sangre. En consecuencia, el sodio se diluye y el equilibrio entre este y el agua se restablece. Cuando la concentración de sodio baja demasiado, los riñones excretan más agua, lo que disminuye la cantidad de agua en la sangre y restaura el equilibrio perdido.

    Mantenimiento del equilibrio hídrico

    En el cuerpo, varios mecanismos trabajan juntos para mantener el equilibrio hídrico. Entre los que se incluyen

    • Sed

    • Interacción de la hipófisis y los riñones

    • Ósmosis

    La sed es uno de los mecanismos más importantes para mantener el equilibrio hídrico. Cuando el cuerpo necesita agua, centros nerviosos profundos del cerebro se ven estimulados, lo que provoca sensación de sed. La sensación se vuelve más intensa al mismo tiempo que aumenta la demanda de agua del organismo, lo que motiva la ingesta del líquido necesario. Cuando el cuerpo tiene un exceso de agua, desaparece la sed.

    Una interacción entre la hipófisis y los riñones proporciona otro mecanismo. Cuando el cuerpo tiene poca agua, la hipófisis secreta vasopresina (también llamada hormona antidiurética) en el torrente sanguíneo. La vasopresina estimula los riñones para que retengan agua y excreten menos orina. Cuando el cuerpo tiene un exceso de agua, la hipófisis segrega poca cantidad de vasopresina, de forma que los riñones puedan eliminar el exceso de agua por la orina.

    En la ósmosis, el agua fluye de forma pasiva desde una zona o compartimento del organismo hacia otra. Este flujo pasivo permite que el volumen (mayor) de líquido en las células y el área que las rodea actúe como reservorio para proteger el volumen (menor) y más crucial de líquido en los vasos sanguíneos de la deshidratación.

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