La amebiasis es una infección del intestino grueso y algunas veces del hígado y otros órganos, causada por el parásito protozoico unicelular Entamoeba histolytica, una ameba.
Las amebas pueden transmitirse directamente de persona a persona a través de la transmisión fecal-oral, incluso a través del contacto oral-anal, o indirectamente a través de los alimentos o el agua.
Las personas afectadas pueden no tener síntomas o bien desarrollar diarrea, estreñimiento, dolor abdominal de tipo cólico, dolor al tacto en la parte alta del abdomen y fiebre.
Los médicos basan el diagnóstico en el análisis de una muestra de heces y, si es necesario, en otras pruebas, como colonoscopias o ecografías y análisis de sangre.
A las personas afectadas se les administra un fármaco que elimina las amebas, y a continuación uno que elimina la forma inactiva (quistes) de las amebas en el intestino grueso.
(Véase también Introducción a las infecciones parasitarias.)
La amebiasis tiende a producirse en zonas donde las condiciones sanitarias son inadecuadas. El parásito está presente en todo el mundo, pero la mayoría de las infecciones se producen en zonas de África, el subcontinente indio y partes de América Central y del Sur. En los países con suministros sanitarios de alimentos y agua, la mayoría de los casos ocurren entre inmigrantes recientes y viajeros que regresan de países con condiciones sanitarias deficientes.
En todo el planeta, cada año cerca de 50 millones de personas desarrollan amebiasis y hasta 73 000 de estas personas mueren como consecuencia de la enfermedad.
Entamoeba spp existe en dos formas:
Un parásito en estado latente (quiste)
Un parásito activo (trofozoíto)
Otras especies de ameba no infectan a las personas a través del intestino y pueden infectar directamente el cerebro (infección cerebral amebiana) o el ojo (queratitis amebiana).
Transmisión de la amebiasis
La infección comienza cuando se ingieren los quistes, que eclosionan, liberando así trofozoítos que se multiplican y pueden producir úlceras en el revestimiento mucoso intestinal. En algunos casos, se extienden al hígado u otras partes del organismo. Algunos trofozoítos forman quistes, que son excretados en las heces junto con trofozoítos. Fuera del cuerpo, los trofozoítos, que son frágiles, mueren. Sin embargo, los quistes resistentes pueden sobrevivir durante semanas o meses.
Los quistes pueden transmitirse directamente de persona a persona a través de la transmisión fecal-oral, incluso a través del contacto oral-anal.
En lugares con condiciones sanitarias deficientes, la amebiasis se puede contraer indirectamente por ingestión de alimentos o agua contaminados con material fecal. Las frutas y verduras pueden contaminarse cuando crecen en tierras fertilizadas con material fecal humano, se lavan con agua contaminada o las prepara alguien que está infectado. La amebiasis también puede contraerse y transmitirse en zonas con condiciones sanitarias adecuadas si las personas infectadas sufren incontinencia o si la higiene es deficiente (por ejemplo, guarderías o instituciones psiquiátricas).
Síntomas de la amebiasis
La mayoría de las personas infectadas presentan muy pocos síntomas o ninguno. Sin embargo, excretan quistes en las heces y, por tanto, pueden propagar la infección.
Los síntomas de la amebiasis aparecen habitualmente a lo largo de una a tres semanas y pueden consistir en
Diarrea, a veces con sangre visible en las heces
Cólicos abdominales dolorosos
Pérdida de peso y fiebre
En los casos más graves, el abdomen es sensible a la palpación y la persona afectada puede desarrollar diarrea grave con heces que contienen moco y sangre (denominada disentería). Algunas personas afectadas presentan dolor abdominal intenso de tipo cólico y fiebre elevada. La diarrea ocasiona deshidratación. En personas con infección crónica suelen darse debilitamiento (demacración) y anemia.
A veces se pueden formar grandes bultos (amebomas) dentro del intestino grueso (colon).
En algunas personas, las amebas se extienden al hígado, donde provocan abscesos. Los síntomas incluyen fiebre, sudoración, escalofríos, debilidad, náuseas, vómitos, pérdida de peso y dolor o molestia en la parte superior derecha del abdomen, sobre el hígado.
En casos poco frecuentes, las amebas se propagan hacia otros órganos (incluidos los pulmones o el encéfalo). La piel también puede infectarse, especialmente alrededor de los glúteos (infección que se ha diseminado por las heces contaminadas), genitales (por ejemplo, úlceras en el pene por relaciones sexuales anales con una persona infectada) o heridas causadas por una cirugía abdominal o una lesión.
Diagnóstico de la amebiasis
Análisis de heces
A veces, análisis de sangre para identificar anticuerpos contra las amebas
Algunas veces, examen de una muestra de tejido procedente del intestino grueso
Para diagnosticar la amebiasis, el médico hace analizar muestras de las heces. El mejor enfoque es analizar las heces para localizar una proteína liberada por las amebas (prueba de antígenos) o bien utilizar la reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés) para buscar material genético de la ameba en la muestra fecal. La técnica PCR produce muchas copias del material genético de la ameba y por lo tanto hace que la ameba sea más fácil de identificar. Las pruebas de antígenos o las pruebas PCR son más útiles que el examen al microscopio de muestras de heces, que es a menudo poco concluyente. Además, el examen microscópico puede requerir de 3 a 6 muestras de heces para encontrar las amebas, e incluso cuando se ven, Entamoeba histolytica no puede distinguirse de otras amebas relacionadas. Por ejemplo, Entamoeba dispar, que tiene el mismo aspecto pero es genéticamente diferente, no causa enfermedad.
Se puede emplear una sonda de visualización flexible (endoscopio) para observar el interior del intestino grueso. Si se encuentran úlceras u otros signos de infección, el endoscopio se utiliza para obtener una muestra de líquido o de tejido del área anormal.
Cuando las amebas se extienden a lugares fuera del intestino (como el hígado), pueden dejar de aparecer en las heces. La ecografía, la tomografía computarizada (TC) o las imagénes obtenidas por resonancia magnética (RMN) permiten confirmar un absceso en el hígado, pero no indican la causa. Para detectar anticuerpos contra las amebas se realizan análisis de sangre. (Los anticuerpos son proteínas producidas por el sistema inmunitario para ayudar al organismo a defenderse de un ataque en concreto, incluyendo los ataques realizados por parásitos). Algunas veces, cuando el médico sospecha que las amebas son la causa de un absceso en el hígado, directamente inicia un tratamiento con un fármaco que destruye las amebas (un amebicida). Si la persona mejora, el diagnóstico es probablemente amebiasis.
Tratamiento de la amebiasis
Medicamentos que matan las amebas (tinidazol, metronidazol, secnidazol u ornidazol)
Medicamentos que matan la forma latente (quistes) de las amebas (yodoquinol, paromomicina o furoato de diloxanida)
Se utiliza un amebicida (un fármaco que destruye las amebas), ya sea tinidazol, metronidazol, secnidazol o ornidazol, si se sospecha de amebiasis y la persona tiene síntomas. No debe tomarse alcohol mientras se esté consumiendo cualquiera de estos medicamentos, ni durante unos días después de finalizar el tratamiento, ya que el consumo de alcohol en estas circunstancias causa náuseas, vómitos, sofocos y dolores de cabeza. La nitazoxanida ha sido propuesta como una alternativa para el tratamiento de la amebiasis.
El metronidazol, el tinidazol, el secnidazol, el ornidazol y la nitazoxanida no destruyen todos los quistes que se encuentran en el intestino grueso. se utiliza un segundo fármaco (como paromomicina, diyodohidroxiquina o furoato de diloxanida) para eliminar estos quistes y así evitar la recaída. Puede utilizarse alguno de estos fármacos de forma individual para el tratamiento de personas que no están enfermas pero en cuyas heces se detecta Entamoeba histolytica. La paromomicina es segura para su uso durante el embarazo. El furoato de diloxanida no está disponible comercialmente en Estados Unidos, pero puede obtenerse en algunas farmacias que elaboran compuestos.
Se administran líquidos a los afectados que sufran deshidratación.
Transmisión de la amebiasis
Para reducir el riesgo de amebiasis, se deben tomar precauciones con los alimentos y el agua, practicar una buena higiene de las manos y evitar la exposición fecal durante la actividad sexual. (Véase Centers for Disease Control and Prevention: Yellow Book: Amebiasis and Food & Water Precautions.)
Para prevenir la amebiasis es crucial prevenir la contaminación con heces humanas del agua y de los alimentos. La mejora de los sistemas de saneamiento en las zonas donde la infección es común puede ayudar.
Al viajar a áreas donde la infección es frecuente, se debe evitar el consumo de alimentos crudos, incluyendo ensaladas y verduras, así como el consumo de agua y hielo potencialmente contaminados. Hervir el agua mata los quistes. Es importante lavarse las manos con agua y jabón. La filtración del agua a través de un filtro de 0,1 o 0,4 micras puede eliminar Entamoeba histolytica y otros parásitos, así como bacterias que causan enfermedades. Disolver yodo o cloro en el agua puede ser eficaz. Sin embargo, la efectividad del yodo o del cloro frente a Entamoeba histolytica depende de muchos factores, tales como el contenido de barro o lodos que tenga el agua (su turbiedad) y su temperatura.
Se sigue investigando el desarrollo de una vacuna, pero aún no se dispone de ninguna.
Más información
Los siguientes son recursos en inglés que pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de estos recursos.
Centers for Disease Control and Prevention (CDC): Yellow Book: Amebiasis
CDC: Yellow Book: Food & Water Precautions
CDC: Parasites - Amebiasis: General Information