Transcurso de la agonía

PorElizabeth L. Cobbs, MD, George Washington University;
Karen Blackstone, MD, George Washington University;Joanne Lynn, MD, MA, MS, The George Washington University Medical Center
Revisado/Modificado oct. 2021 | Modificado sep. 2022
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    El pronóstico es una predicción de la evolución y del probable desenlace de una enfermedad o de la probabilidad de recuperarse de esta. Se suele pensar que el médico sabe y puede predecir cuánto tiempo vivirá una persona enferma. La verdad es que, en general, nadie sabe cuándo morirá exactamente un enfermo. Los familiares no deben exigir predicciones exactas ni confiar ciegamente en ellas, en caso de que alguien las haga. Las predicciones que intentan ser exactas suelen ser erróneas, porque el tiempo que una persona puede vivir con una enfermedad es muy variable. Algunas veces, una persona muy enferma vive aún meses o años, mucho más de lo que parecía posible. Sin embargo, otra persona en la misma situación puede morir rápidamente. Si el enfermo quiere estar acompañado por alguien en particular en el momento de la muerte, habrá que hacer las previsiones necesarias para acomodarse a ese deseo pensando en un tiempo indefinido. Pese a todo, a veces es necesario estimar el plazo de tiempo en el que probablemente se producirá el fallecimiento de la persona. Por ejemplo, al tramitar el ingreso del paciente en un centro de cuidados paliativos, suele pedirse un pronóstico médico inferior a seis meses de vida.

    En vez de preguntar al médico «¿cuánto tiempo me queda?» o «¿puedo morir en un plazo de seis meses?», debería preguntarse al médico sobre el promedio de supervivencia, es decir, la cantidad de tiempo máxima y mínima que se espera que viva una persona con una enfermedad similar.

    ¿Sabías que...?

    • Generalmente, los médicos no pueden predecir con exactitud cuánto tiempo vivirá una persona enferma. Los médicos pueden ayudar más si dan unos límites razonables de la expectativa de vida en el mejor y el peor de los casos, de modo que se eviten las sorpresas dentro de lo posible.

    A veces, los médicos dan esperanzas describiendo recuperaciones extraordinarias sin mencionar al mismo tiempo la altísima probabilidad de que la mayoría de las personas que padecen estas enfermedades graves mueran mucho antes. Si los médicos intentan ser demasiado optimistas o poco realistas, las personas gravemente enfermas y sus familiares acaban considerando que esta «esperanza» les ha resultado desorientadora y desalentadora. En lugar de esto, las personas enfermas y sus familiares tienen derecho a recibir la información más completa disponible y el pronóstico más realista posible. No obstante, tal vez tengan que manifestar claramente su preferencia por una información de este tipo en lugar de una versión o un informe excesivamente optimista.

    Los síntomas evolucionan de modo distinto en enfermedades distintas. Por ejemplo, en algunos afectados por un cáncer terminal, la energía, el funcionamiento y el bienestar solo disminuyen de modo significativo uno o dos meses antes de la muerte, por regla general. Durante este último periodo, el afectado está visiblemente desmejorado y la proximidad de la muerte es evidente para todos. Otras enfermedades, como la enfermedad de Alzheimer, la insuficiencia hepática y la insuficiencia renal pueden llevar a un proceso más gradual de desmejoramiento desde el principio, pero a veces con un ritmo impredecible. La cardiopatía grave y las enfermedades pulmonares obstructivas crónicas causan también un desmejoramiento continuo, pero con episodios de grave empeoramiento. A estos episodios les suele seguir alguna mejoría, pero la muerte suele producirse tras un empeoramiento que se desarrolla al cabo de pocos días de permanecer estable.

    Comunicación con un moribundo

    A muchas personas les resulta difícil hablar abiertamente de la muerte con una persona moribunda, creyendo equivocadamente que la persona que se está muriendo no quiere hablar de ello o que ambos se verán afectados por esta conversación. Sin embargo, las personas con pronóstico de muerte suelen sentirse mejor cuando siguen hablando con los familiares y estos les tienen en cuenta a la hora de tomar decisiones. Las sugerencias siguientes pueden ayudar a hacer más cómoda la comunicación con un moribundo:

    • Escuche lo que dice la persona en cuestión. Pregunte, por ejemplo: «¿Qué estás pensando?», en vez de cortar la comunicación con comentarios como «¡No hables así!.»

    • Hable con el afectado sobre cómo se imagina el futuro de los familiares sobrevivientes mucho tiempo después de la muerte de éste y vuelva de nuevo hacia los eventos más cercanos al momento de la muerte. Esto permite una suave introducción a la conversación sobre las preocupaciones más inmediatas, como las preferencias de la persona con respecto a los arreglos del funeral y el apoyo de sus seres queridos.

    • Recordar el pasado con la persona que muere es una forma de honrar su vida.

    • Continúe hablando con la persona que se está muriendo, aunque sea incapaz de hablar. Otras formas de comunicación, como cogerle de la mano, darle un masaje o, simplemente, la propia cercanía, pueden ser también muy reconfortantes.

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