Gota

PorSarah F. Keller, MD, MA, Cleveland Clinic, Department of Rheumatic and Immunologic Diseases
Revisado/Modificado jul. 2022
Vista para pacientes

La gota es un trastorno causado por hiperuricemia (urato sérico > 6,8 mg/dL [> 0,4 mmol/L]) que conduce a la precipitación de cristales de urato monosódico en y alrededor de las articulaciones, causando con mayor frecuencia artritis recurrente aguda o crónica. El ataque inicial (crisis) de gota suele ser monoarticular y por lo general afecta la primera articulación metatarsofalángica. Los síntomas de gota incluyen dolor, dolor agudo a la presión, calor, enrojecimiento y hinchazón. El diagnóstico definitivo requiere la identificación de cristales en el líquido sinovial. El tratamiento de las exacerbaciones agudas se realiza con fármacos antiinflamatorios. La frecuencia de los ataques puede reducirse mediante el uso regular de antiinflamatorios no esteroideos, colchicina, o ambos más la disminución persistente del nivel de urato en suero por debajo de su nivel de saturación (< 6,8 mg/dL [< 0,4 mmol/L) con alopurinol, febuxostat, o fármacos uricosúricos, como el probenecid.

(Véase también Generalidades sobre la artritis inducida por cristales.)

La gota es más frecuente en varones que en mujeres. Por lo general, aparece a edad mediana en los hombres y después de la menopausia en mujeres. Es rara en personas jóvenes, pero en aquellos que presentan la enfermedad antes de los 30 años, ésta es más grave. La gota suele presentarse en grupos familiares. Pacientes con síndrome metabólico tienen mayor riesgo de gota.

Fisiopatología de la gota

Cuanto mayor es el grado y la duración de la hiperuricemia, mayor es la probabilidad de desarrollo de gota. Las causas que producen una elevación de la concentración de ácido úrico son

  • Disminución de la excreción renal (más frecuente) o gastrointestinal

  • Incremento de la producción (raro)

  • Aumento de la ingesta de purinas (generalmente en combinación con disminución de la excreción)

No se sabe por qué algunas personas con alta concentración de ácido úrico (urato) en suero desarrollan exacerbaciones agudas de gota y otras no.

Disminución de la excreción renal: ésta es la causa más frecuente de hiperuricemia. Puede ser hereditaria (p. ej., debido a variaciones en la eficiencia del transportador de ácido úrico), y se observa también en pacientes que reciben diuréticos y en aquellos con enfermedades que disminuyen el filtrado glomerular. El etanol aumenta el catabolismo de las purinas en el hígado y la formación de ácido láctico, que bloquea la secreción de urato en los túbulos renales y también puede estimular la síntesis hepática de uratos. La intoxicación con plomo y la ciclosporina, en las dosis más altas utilizadas para pacientes con trasplante, alteran la función tubular renal, con retención de urato.

El aumento de la producción de urato puede deberse a un mayor recambio de nucleoproteínas en enfermedades hematológicas (p. ej., linfoma, leucemia, anemia hemolítica) y en aquellas con mayor tasa de proliferación y muerte celulares (p. ej., psoriasis, tratamiento citotóxico contra el cáncer, radioterapia). El aumento de la producción de urato también puede manifestarse como una anomalía hereditaria primaria o con obesidad, pues la producción de urato se correlaciona con la superficie corporal. En la mayoría de los casos, la causa de la sobreproducción de urato es desconocida, aunque rara vez se atribuyen a anormalidades enzimáticas; una posible causa es la deficiencia de hipoxantina-guanina fosforribosiltransferasa (el síndrome de Lesch-Nyhan es la deficiencia completa) o la sobreactividad de fosforribosilpirofosfato sintetasa.

Aumento de la ingesta: el aumento de la ingesta de alimentos ricos en purina (p. ej., hígado, riñones, anchoas, espárragos, caldo, arenque, salsa y caldo de carne, hongos, mejillones, sardinas, mollejas) puede contribuir a la hiperuricemia. La cerveza, incluida la no alcohólica, es particularmente rica en guanosina, un nucleósido de purina. Sin embargo, una dieta estricta baja en purinas disminuye la concentración de urato en suero en sólo 1 mg/dL (0,1 mmol/L) y por lo tanto rara vez es suficiente la terapia para los pacientes con gota.

El urato precipita como cristales de urato monosódico aciculares que forman depósitos extracelulares en los tejidos avasculares (p. ej., cartílago) o en tejidos relativamente avasculares (p. ej., tendones, vainas tendinosas, ligamentos, paredes de bolsas) y en la piel alrededor de articulaciones y tejidos distales más fríos (p. ej., las orejas, los pulpejos de los dedos). En casos de hiperuricemia grave prolongada, pueden depositarse cristales de urato monosódico en grandes articulaciones centrales y en el parénquima de órganos como el riñón. Al pH ácido de la orina, el urato precipita con facilidad como pequeños cristales de ácido úrico en placas o en forma de diamante que pueden agregarse formando arenilla o cálculos, que pueden obstruir el flujo de orina. Los tofos son agregados de cristales de urato monosódico que se desarrollan en articulaciones y tejidos cutáneos. Por lo general están encerradas en una matriz fibrosa granulomatosa, lo que les impide causar inflamación aguda.

Una artritis gotosa aguda puede desencadenarse por un traumatismo, una enfermedad (p. ej., neumonía u otra infección), una cirugía, el uso de diuréticos tiazídicos o fármacos con efectos hipouricémicos (p. ej., alopurinol, febuxostat, probenecid, nitroglicerina), o por el abuso de alimentos ricos en purinas o de alcohol. Las exacerbaciones agudas suelen precipitarse por un aumento brusco o, más frecuentemente, una disminución brusca de los niveles de urato en suero. Se desconoce la razón por la cual los brotes agudos siguen a algunas de estas condiciones precipitantes. Los tofos en las articulaciones y alrededor de éstas pueden limitar el movimiento y causar deformidades, llamadas artritis gotosa tofácea crónica. La gota aumenta el riesgo de desarrollar artrosis secundaria.

Síntomas y signos de gota

La artritis gotosa aguda suele comenzar con un dolor agudo (a menudo nocturno). Afecta con mayor frecuencia la articulación metatarsofalángica del dedo gordo del pie (llamada podagra), aunque también el empeine, tobillo, rodilla, muñeca y codo. Raras veces afecta la cadera, los hombros, la articulación sacroilíaca, esternoclavicular o de la columna cervical. El dolor se hace cada vez más intenso en pocas horas, y a menudo es excruciante. Hay signos de infección, como hinchazón, calor, enrojecimiento y extremada sensibilidad a la presión. La piel se vuelve tensa, caliente, brillante y rojiza o violácea. Puede haber fiebre, taquicardia, escalofríos y malestar general.

Evolución

Las primeras exacerbaciones agudas suelen afectar una sola articulación y duran sólo unos días. Más tarde, se afectan varias articulaciones en forma simultánea o secuencial y las exacerbaciones agudas persisten hasta 3 semanas sin tratamiento. Luego se producen ataques a intervalos cada vez más breves. Por último, el paciente sufre varias exacerbaciones agudas por año. Si no se inicia la terapia de reducción de urato, los pacientes pueden desarrollar artritis deformante crónica secundaria a gota tofácea debido al depósito continua de urato.

Tofos

Los tofos palpables se desarrollan en pacientes con gota y rara vez pueden ocurrir en pacientes que nunca han tenido artritis gotosa aguda. Son pápulas o nódulos firmes de color amarillo o blanco, que pueden ser únicos o múltiples. Es posible la aparición en distintas ubicaciones, por lo general en dedos, manos, pies y alrededor del olécranon o del tendón de Aquiles. Pueden desarrollarse también tofos en los riñones y en otros órganos y debajo de la piel de las orejas. Los pacientes con nódulos de Heberden osteoartríticos pueden desarrollar tofos dentro de estos nódulos. Este desarrollo ocurre con mayor frecuencia en mujeres mayores que toman diuréticos, y estos pueden inflamarse de manera significativa y confundirse con una artrosis inflamatoria. Los tofos, normalmente indoloros, en especial en la bolsa del olécranon, pueden experimentar inflamación y dolor agudo, a menudo después de una lesión leve o inaparente. Los tofos pueden irrumpir en la piel, con secreción de masas de cristales de urato yesoso. Estos trayectos fistulosos pueden infectarse. Con el tiempo, los tofos en y alrededor de las articulaciones pueden causar deformidades y artrosis secundaria.

Complicaciones de la gota

La artritis crónica puede causar dolor, deformidad y limitación del movimiento articular. La inflamación puede exacerbarse en algunas articulaciones y disminuir en otras. Los pacientes con gota pueden desarrollar urolitiasis con cálculos de ácido úrico o de oxalato de calcio.

Las complicaciones de la gota incluyen obstrucción e infección renal, con enfermedad tubulointersticial secundaria. La disfunción renal progresiva no tratada, con frecuencia relacionada con hipertensión, o, con menor frecuencia, con otras causas de nefropatía, afecta más la excreción de urato, lo que acelera el depósito de cristales en los tejidos.

La enfermedad cardiovascular, la apnea obstructiva del sueño, la hepatopatía no alcohólica y los componentes del síndrome metabólico son frecuentes en pacientes con gota.

Diagnóstico de gota

  • Criterios clínicos

  • Análisis del líquido sinovial

Debe sospecharse el diagnóstico de gota en pacientes con artritis monoarticular u oligoarticular aguda, en especial adultos mayores o pacientes con otros factores de riesgo. La podagra y la inflamación recurrente del empeine son particularmente sugestivas. También son características las crisis previas que comenzaron en forma explosiva y se resolvieron de manera espontánea en 7 a 10 días. Pueden producirse síntomas similares por las siguientes afecciones:

El reumatismo palindrómico se caracteriza por crisis inflamatorias agudas y recurrentes en o cerca de una o varias articulaciones o vainas tendinosasque se resuelven en forma espontánea; el dolor y el eritema pueden ser tan intensos como en la gota. Las crisis a menudo desaparecen espontáneamente y por completo en 1 a 3 días. Estas exacerbaciones agudas pueden anunciar el comienzo de artritis reumatoide, y un estudio del factor reumatoide puede ayudar a su diferenciación; áste es positivo en cerca del 50% de los pacientes (y también en un 10% de aquellos con gota).

Análisis del líquido sinovial

Si se sospecha artritis gotosa aguda, debe realizarse artrocentesis y análisis del líquido sinovial al comienzo. En un paciente diagnosticado con gota previamente documentada, no es necesario hacer artrocentesis en caso de recurrencia, salvo que se dude del diagnóstico o si los factores de riesgo del paciente o alguna característica clínica sugieren artritis infecciosa. En algunos casos, puede presumirse razonablemente un diagnóstico de gota basado en la anamnesis y las características clínicas del paciente o en los resultados de las imágenes en los casos en que no se pueda obtener líquido articular; sin embargo, se debe intentar la documentación de cristales de MSU en el líquido sinovial de una articulación afectada.

El análisis del líquido sinovial permite confirmar el diagnóstico mediante la identificación de cristales de urato de birrefringencia negativa en forma de aguja, libres en el líquido o dentro de los fagocitos. Durante los ataques, el líquido sinovial tiene características inflamatorias (véase tabla Examen microscópico de cristales en las articulaciones), generalmente de 2.000 a 100.000 leucocitos/mcL, con > 80% PMN. Estos hallazgos son similares a los de la artritis infecciosa, que debe excluirse mediante tinción de Gram (que es poco sensible) y cultivo.

Tabla

Concentración de urato en suero

Un nivel elevado de urato en suero apoya el diagnóstico de gota, pero no es específico ni sensible; al menos el 30% de los pacientes tienen una concentración sérica normal de urato durante una crisis aguda, en parte debido a las propiedades uricosúricas de la citocina proinflamatoria interleucina-6 (IL-6) o porque una disminución súbita del urato sérico precipitó la crisis. Sin embargo, la concentración sérica basal de urato entre las crisis refleja la carga de urato miscible extracelular. El nivel debe medirse en 2 o 3 ocasiones en pacientes con confirmación reciente de gota para establecer un valor basal. Ya no se recomienda la cuantificación de la excreción urinaria de ácido úrico para diferenciar entre hiperproducción y excreción insuficiente; esta no predice la respuesta del paciente al alopurinol o al febuxostat (ambos disminuyen la producción de ácido úrico). El nivel de urato en suero puede ser bajo después del inicio de la terapia, pero las crisis pueden continuar mientras los depósitos tisulares permanezcan. La disolución de los depósitos de urato puede tardar muchos meses después de iniciar el tratamiento.

Estudios de diagnóstico por imágenes

Se pueden obtener radiografías de la articulación afectada para buscar erosiones óseas o tofos, pero son innecesarias si el diagnóstico de gota aguda se ha establecido mediante el análisis del líquido sinovial y rara vez muestran erosiones en el momento de las primeras crisis. En la artritis por pirofosfato de calcio, a veces se observan depósitos radiopacos en fibrocartílagos, en cartílagos hialinos articulares (en especial en la rodilla), o en ambos, pero la calcinosis puede observarse en ausencia de brotes agudos.

La ecografía es más sensible (aunque depende del operador) que las radiografías simples para el diagnóstico de la gota. Los cambios característicos son el depósito de urato sobre el cartílago articular (signo del doble contorno) y los tofos asintomáticos. Estos hallazgos pueden ser evidentes incluso antes del primer ataque de gota. Las TC de energía dual también pueden revelar depósitos de ácido úrico y pueden ser útiles si el diagnóstico no es claro sobre la base de la evaluación clínica y las pruebas tradicionales, sobre todo si no se puede realizar la aspiración y el análisis del líquido sinovial.

Diagnóstico de artritis gotosa aguda

La artritis gotosa crónica debe considerarse en pacientes con enfermedad articular persistente inexplicable o tofos subcutáneos u óseos. Puede ser útil una radiografía simple de la primera articulación metatarsofalángica o de otras articulaciones afectadas. Estas radiografías pueden mostrar lesiones en sacabocado del hueso subcondral con márgenes óseos sobresalientes, más frecuentes en la primera articulación metatarsofalángica; las lesiones deben ser 5 mm de diámetro para ser visibles en radiografía. El espacio articular se conserva hasta muy avanzada la enfermedad. Los hallazgos en el líquido sinovial obtenido de derrames crónicos de las articulaciones afectadas suelen ser diagnósticos.

La ecografía diagnóstica se utiliza cada vez más para detectar un típico signo de doble contorno que sugiere un depósito de cristales de urato, pero la sensibilidad es dependiente del operador y la diferenciación concluyente de los depósitos de cristales de pirofosfato de calcio podría ser más difícil.

Pronóstico de la gota

Cuando la gota se diagnostica en forma temprana, la terapia de reducción de urato durante toda la vida permite a la mayoría de los pacientes vivir una vida normal. En muchos pacientes con enfermedad avanzada, una disminución agresiva de la concentración de urato en suero puede resolver los tofos y mejorar la función articular. La gota suele ser más grave en pacientes que comienzan sus síntomas antes de los 30 años y cuyo valor sérico basal de ácido úrico es > 9 mg/dL (> 0,5 mmol/L). La alta prevalencia del síndrome metabólico y la enfermedad cardiovascular aumentan la mortalidad en pacientes con gota.

Algunos pacientes no mejoran lo suficiente con el tratamiento. Las razones habituales incluyen la educación inadecuada proporcionada a los pacientes, la falta de cumplimiento, el alcoholismo y sobre todo el tratamiento insuficiente de la hiperuricemia por parte de los médicos.

Tratamiento de la gota

  • Terminación de una crisis aguda con antiinflamatorios no esteroideos (AINE), colchicina, corticosteroides o un antagonista de la interleucina-1 (IL-1)

  • Prevención del depósito adicional de cristales de urato monosódico, reducción de la incidencia de las crisis, y resolución de los tofos existentes mediante la reducción del nivel de urato en suero (disminuyendo la producción de urato con alopurinol o febuxostat, que disuelve los depósitos con pegloticasa, o aumentando la excreción de urato con probenecid)

  • Prevención de las crisis agudas recurrentes con colchicina diaria o un AINE

  • Tratamiento de enfermedades coexistentes como hipertensión, hiperlipidemia y obesidad y evitar el exceso de purinas de la dieta

(See also the 2020 American College of Rheumatology Guideline for the Management of Gout.)

Tratamiento de las crisis agudas

Los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos son efectivos para el tratamiento de ataques agudos y suelen ser bien tolerados. Sin embargo, pueden tener efectos adversos, como molestias gastrointestinales o hemorragia digestiva, hiperpotasemia, aumento de creatinina y retención de líquidos. Los pacientes mayores y deshidratados son los que corren mayor riesgo, en especial si hay antecedentes de enfermedad renal. Cualquier medicamento antiinflamatorio no esteroideo utilizado en dosis antiinflammatorias (elevadas) tiene grandes probabilidades de provocar un efecto analgésico en pocas horas. Una vez calmados el dolor y la inflamación, el tratamiento debe continuarse durante varios días para evitar recidivas.

Colchicina oral: es un tratamiento tradicional que produce una respuesta espectacular en algunos pacientes si se comienza en cuanto aparecen los síntomas; es más eficaz si se inicia entre 12 y 24 h después de una crisis aguda. Tras la dosis de 1,2 mg se administran 0,6 mg 1 hora más tarde; el dolor articular tiende a disminuir después de 12 a 24 horas y a veces cesa dentro de 3 a 7 días, pero por lo general se necesita una dosificación continua para lograr la resolución, que puede llevar tiempo. Si se tolera la colchicina, puede continuarse con 0,6 a 1,2 mg una vez que cede el ataque. La falla renal y las interacciones con otros medicamentos, especialmente con claritromicina y algunas estatinas, pueden justificar la reducción de la dosis o el uso de otros tratamientos. El malestar gastrointestinal y la diarrea son efectos adversos frecuentes.

La colchicina IV ya no está disponible en Estados Unidos.

Los corticosteroides se utilizan para tratar los ataques agudos. La aspiración de articulaciones afectadas, seguida de instilación de suspensión de cristales de corticoides éster, es muy efectiva, en especial en síntomas monoarticulares; puede utilizarse prednisolona tebutato 4 a 40 mg o prednisolona acetato 5 a 25 mg, y la dosis depende del tamaño de la articulación afectada. También es efectiva la prednisona oral (alrededor de 0,5 mg/kg 1 vez al día), los corticoides IM o IV, o la ACTH (corticotropina o adrenocorticotropic hormone) en dosis única de 80 U IM, en particular si están afectadas múltiples articulaciones. Al igual que con el tratamiento con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, deben continuarse los corticoides durante unos días hasta después de la resolución del ataque para prevenir recaídas.

Si la monoterapia es ineficaz o las dosis (p. ej., de AINE) están limitadas por la toxicidad, la colchicina se puede combinar con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos o corticosteroides.

Además de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos o corticoides, se pueden utilizar analgésicos suplementarios, reposo, aplicación de hielo y férula en la articulación inflamada. Si los pacientes están tomando medicamentos para reducir el nivel de urato cuando empieza un ataque agudo, se debe continuar con la misma dosis del medicamento; los ajustes de la dosis se retrasan hasta la resolución del ataque. No existen contraindicaciones para iniciar la terapia reductora de urato durante un brote agudo si se proporciona la terapia antiinflamatoria adecuada.

Si están contraindicados los corticosteroides, la colchicina, y los AINE, se puede utilizar un antagonista de IL-1, como anakinra. Anakinra puede acelerar la resolución de un ataque y acortar la estancia hospitalaria de un paciente con múltiples comorbilidades que limitan el uso de las otros fármacos. Por lo general, la anakinra se administra en dosis de 100 mg por vía subcutánea 1 vez al día hasta que los síntomas desaparecen. La anakinra tiene la ventaja de no afectar los niveles de glucosa o la función renal ni causar retención de líquidos y se puede utilizar en un paciente con una infección activa que está siendo tratada en forma adecuada. Debido a consideraciones prácticas (p. ej., el costo), la anakinra no se utiliza en forma típica para tratar crisis de gota aguda en el ámbito ambulatorio.

Prevención de ataques recurrentes

La frecuencia de las crisis agudas se reduce tomando 0,6 mg de colchicina 1 o 2 veces al día (máximo 1,2 mg al día dependiendo de la tolerancia y la función renal). Ante el primer signo de ataque, debe tomarse una dosis adicional de dos tabletas de colchicina de 0,6 mg para interrumpir el brote. Si el paciente está tomando dosis profilácticas de colchicina y ha recibido mayores dosis de colchicina para tratar un ataque agudo durante las últimas 2 semanas, se debe utilizar un medicamento antiinflamatorio o un corticosteroide no esteroideo para tratar de interrumpir el ataque.

Durante la ingestión crónica de colchicina, puede desarrollarse una neuropatía y/o miopatía (reversibles). Esta condición es más probable en pacientes con insuficiencia renal, y en pacientes que también reciben ciertas estatinas o macrólidos, pero rara vez puede ocurrir en pacientes sin ninguno de estos factores de riesgo.

La frecuencia entre las crisis también puede reducirse con una dosis baja diaria de antiinflamatorios no esteroideos si la función renal lo permite. El uso crónico de corticosteroides no es una terapia profiláctica ideal debido a su potencial efecto adverso.

Disminuir la concentración de urato en suero

La colchicina, los AINE y los corticosteroides no retrasan el daño articular progresivo causado por los tofos, porque no disminuyen el nivel de urato en suero. El daño articular puede prevenirse o revertirse, si está presente, con fármacos que disminuyen el urato. Los depósitos tofáceos se reabsorben al disminuir la concentración de urato en suero o se disuelven con terapia de reposición de uricasa. El mantenimiento de un nivel de urato en suero por debajo del punto de saturación (el objetivo suele ser < 6 mg/dL [< 0,35 mmol/L]) finalmente disminuirá la frecuencia de los brotes artríticos agudos a medida que se disuelven los depósitos. Esta disminución se logra mediante

  • Bloqueo de la producción de urato con inhibidores de la xantina oxidasa (alopurinol o febuxostat)

  • Aumento de la excreción de urato con fármacos uricosúricos (probenecid o losartan)

  • Uso de ambos tipos de fármacos en la gota tofácea grave o en pacientes intolerantes a dosis más altas de un inhibidor de la xantina oxidasa

  • Aumentar la excreción de urato mediante la conversión del urato en alantoína, que es más soluble y se excreta con facilidad, con terapia de reemplazo de uricasa en pacientes como aquellos que tienen gota tofácea grave o que no respondieron a otra terapia para reducir el urato

La terapia para reducir la concentración de urato está indicada en pacientes con

  • Depósitos tofáceos

  • Evidencia de daño articular debido a gota en los estudios de diagnóstico por imágenes

  • Brotes frecuentes o incapacitantes (p. ej., > 2 brotes/año) de artritis gotosa

  • Urolitiasis

  • Pacientes con exacerbaciones infrecuentes pero cuya concentración sérica de ácido úrico es > 9 mg/dL (> 0,5 mmol/L) o para quienes cualquier exacerbación plantea una dificultad especial

  • Varias enfermedades asociadas (p. ej., úlcera péptica, enfermedad renal crónica) que son una contraindicación relativa a los fármacos usados para el tratamiento de los ataques agudos recurrentes (medicamentos antiinflamatorios no esteroideoso corticoides)

La hiperuricemia no suele tratarse en ausencia de crisis de gota o de nefrolitiasis por ácido úrico.

El objetivo de la terapia para reducir la concentración de urato es disminuir la concentración sérica de urato. Si no hay tofos, es aceptable un valor de < 6 mg/dL (< 0,35 mmol/L), que es menor al nivel de saturación (> 6,8 mg/dL [> 0,4 mmol/L] a la temperatura y pH normales del cuerpo). Datos concluyentes demuestran una menor frecuencia de brotes cuando el nivel de urato en suero disminuye a < 6 mg/dL con esta estrategia de tratamientos específicos. Dos ensayos controlados y aleatorizados han establecido que un número significativamente menor de pacientes con un nivel de urato en suero < 6 mg/dL experimentó crisis de gota en comparación con aquellos con un nivel de urato en suero más alto. Los pacientes que alcanzan el nivel objetivo de urato sérico (< 6 mg/dL) y presentaron una exacerbación tuvieron menos crisis de gota que los pacientes con valores de urato sérico mayores que el umbral (1).

Si hay tofos palpables o si hay una marcada discapacidad provocada por los depósitos tofáceos, un objetivo razonable es disolverlos más rápidamente, y esto requiere un nivel objetivo aún más bajo Cuanto más bajo es el nivel de urato en suero, más rápido se resuelven los tofos. Después de presumir la completa disolución de los depósitos, puede permitirse que el urato sérico aumente hasta un nivel < 6 mg/dL.

Los fármacos son efectivos para bajar la concentración de urato en suero; la restricción de purinas en la dieta es menos efectiva, aunque debe evitarse la ingesta elevada de alimentos ricos en purina y de alcohol (en especial, cerveza) y evitar la cerveza sin alcohol. En pacientes con resistencia a la insulina, la restricción de hidratos de carbono (especialmente jarabe de maíz con alto contenido de fructosa) y la pérdida de peso pueden ayudar a disminuir el urato en suero, pues las altas concentraciones de insulina suprimen la excreción de urato. Se debe alentar el consumo de productos lácteos bajos en grasa. Debido a que las crisis agudas tienden a desarrollarse durante los primeros meses de la terapia reductora de la concentración de urato, esta terapia debe iniciarse junto con colchicina o AINE una o 2 veces al día.

La resolución de los tofos puede llevar muchos meses, incluso con niveles bajos de urato en suero. Es necesario medir periódicamente la concentración de urato en suero, en general una vez al mes mientras se determina la dosis necesaria de fármacos y luego al menos una vez al año anualmente para confirmar la eficacia del tratamiento o más a menudo si se altera la terapia farmacológica o se identifica aumento de peso. La terapia para reducir la concentración de urato no debe suspenderse si un paciente tiene un brote.

El alopurinol, un inhibidor de la xantina oxidasa que inhibe la síntesis de urato, es la terapia de reducción de la concentración de urato preferida que se prescribe con mayor frecuencia. Los cálculos o la arenilla de ácido úrico pueden disolverse durante el tratamiento con alopurinol. El tratamiento generalmente comienza con 50- 100 mg por vía oral 1 vez al día y se puede aumentar lentamente hasta 800 mg por vía oral 1 vez al día. La dosis se puede dividir si una sola dosis diaria causa malestar gastrointestinal. Algunos médicos recomiendan disminuir la dosis inicial en pacientes con insuficiencia renal (p. ej., 50 mg por vía oral 1 vez al día si la depuración de creatinina es < 60 mL/min/1,73 m2) para reducir la incidencia de reacciones de hipersensibilidad sistémicas raras pero graves; sin embargo, los datos que confirman la eficacia de esta intervención son limitados. La dosis final de alopurinol debe ser determinada por el nivel de urato en suero deseado. La dosis diaria más comúnmente utilizada es 300 mg, pero esta dosis es eficaz para disminuir las concentraciones séricas de ácido úrico por debajo de 6 mg/dL (< 0,35 mmol/L) en menos del 40% de pacientes con gota. La absorción de alopurinol puede disminuir con dosis superiores a 300 mg, por lo que debe considerarse la administración fraccionada (p. ej., dos veces al día).

Los efectos adversos del alopurinol incluyen molestias digestivas leves y exantema, que puede ser precursor del síndrome de Stevens-Johnson, hepatitis que pone en riesgo la vida, vasculitis o leucopenia. Los efectos adversos son más frecuentes en pacientes con disfunción renal. Los portadores de HLA-B*5801 tienen mayor riesgo de experimentar reacciones alalopurinol y la prevalencia de las mutaciones de HLA-B*5801 varía según la etnia (2). Por lo tanto, el 2020 American College of Rheumatology Guideline for the Management of Gout recomienda evaluar a los pacientes procedentes del sudeste asiático (p. ej., chinos Han, coreanos, tailandeses) y negros estadounidenses para detectar HLA B*5801 y usar un fármaco alternativo si ese marcador genético está presente. El alopurinol está contraindicado en pacientes que toman azatioprina o mercaptopurina, ya que puede disminuir el metabolismo y de este modo potenciar los efectos inmunosupresores y citolíticos de estos fármacos. Los niveles de transaminasas hepáticas pueden estar elevados y deben ser medidos periódicamente.

El febuxostat es mucho más costoso (en los Estados Unidos) pero es un potente inhibidor de la xantina oxidasa de la síntesis de urato. Es especialmente útil en pacientes que no toleran el alopurinol, que tienen contraindicaciones para este fármaco, o en los que el alopurinol no disminuye de manera suficiente los niveles de urato. El febuxostat parece prevenir las crisis agudas en forma tan eficaz como el alopurinol (3). El febuxostat se comienza con 40 mg por vía oral 1 vez al día y se aumenta a 80-120 mg por vía oral 1 vez al día si el urato no disminuye a < 6 mg/dL (< 0,35 mmol/L). El febuxostat (al igual que el alopurinol) está contraindicado en pacientes que toman azatioprina o mercaptopurina, ya que puede disminuir el metabolismo de estos fármacos. En comparación con el alopurinol, el febuxostat aumentó el riesgo de mortalidad en un estudio de pacientes con enfermedad cardiovascular documentada (4), pero varios estudios adicionales no han confirmado esta observación (5). Los niveles de transaminasas pueden estar elevados y deben ser medidos periódicamente.

Pegloticasa es una forma pegilada de uricasa recombinante. Uricasa es una enzima, ausente en los seres humanos, que convierte el urato en alantoína, que es más soluble. La pegloticasa es costosa y se usa principalmente en pacientes con gota en los que otros tratamientos no han tenido éxito para reducir a concentración sérica de urato. También se puede utilizar pegloticasa en pacientes que tienen una alta carga de depósitos tofáceos que es probable que no se disuelvan en un período razonable con otras terapias reductoras de urato. Se administra cada 2 a 3 semanas durante muchos meses (típicamente al menos 6 a 9 meses) para agotar totalmente los depósitos de urato en exceso; a menudo reduce el nivel de urato sérico a < 1 mg/dL (< 0,1 mmol/L). Pegloticasa está contraindicada en pacientes con deficiencia de G6PD, ya que puede causar hemólisis y metahemoglobinemia. La infusión de pegloticasa puede asociarse con síntomas compatibles con anafilaxia. La eficacia de la preparación actualmente disponible está limitada por una alta tasa de desarrollo de anticuerpos neutralizantes del fármaco. El fracaso en la disminución de los niveles de urato a < 6 mg/dL (< 0,35 mmol/L) después de una infusión de pegloticasa indica la probable presencia de anticuerpos antipolietilenglicol (anti-PEG) y un mayor riesgo de futuras reacciones alérgicas; luego se interrumpen las infusiones regulares. Para evitar que otros fármacos que reducen el urato enmascaren la ineficacia de pegloticasa, otros fármacos que reducen el urato no deben utilizarse junto con pegloticasa. Sin embargo, la administración conjunta de inmunosupresores (p. ej., metotrexato) con pegloticasa puede prevenir el desarrollo de anticuerpos neutralizantes.

La terapia uricosúrica es útil en pacientes con subexcreción de ácido úrico (la mayoría de los pacientes con hiperuricemia), que tienen una función renal normal, y no han tenido cálculos renales. El probenecid es el único fármaco uricosúrico disponible en los Estados Unidos.

El probenecid puede usarse como monoterapia si tanto el alopurinol como el febuxostat están contraindicados o no son tolerados. El probenecid pierde eficacia con el deterioro de la función renal y en general no es tan útil con una tasa de filtración glomerular < 50 mL/min/1,73 m2. El tratamiento con probenecid comienza con 250 mg por vía oral 2 veces al día, y se aumenta la dosis, si es necesario, hasta un máximo de 1 g por vía oral 3 veces al día. El agregado de un inhibidor de la xantina oxidasa también es eficaz.

El fármaco antihipertensivo losartán y el fenofibrato, que reduce los triglicéridos, tienen efectos uricosúricos y pueden usarse para disminuir el ácido úrico en pacientes que tienen otras razones para tomar estos fármacos. Las dosis bajas de salicilatos pueden disminuir la excreción de ácido úrico y empeorar la hiperuricemia, pero solo en forma leve, y no deben evitarse si se consideran necesarias, como para la prevención secundaria de la enfermedad cardiovascular.

Otros tratamientos

Se recomienda una ingesta de líquidos 3 L/día para todos los pacientes, en especial aquellos que eliminan crónicamente arenilla o cálculos de urato.

La alcalinización de la orina (con citrato de potasio 20 a 40 mEq por vía oral 2 veces al día o acetazolamida 500 mg por vía oral al acostarse) en ocasiones es efectiva en pacientes con urolitiasis de ácido úrico persistente a pesar del tratamiento hipouricemiante y la adecuada hidratación. Sin embargo, una excesiva alcalinización de la orina puede producir depósitos de cristales de fosfato y de oxalato de calcio.

Puede ser necesaria una litotricia por ondas de choque extracorpórea para desintegrar los cálculos renales.

Los tofos grandes en áreas de piel sana pueden eliminarse con cirugía; el resto debe resolverse lentamente con el tratamiento hipouricemiante adecuado.

Referencias del tratamiento

  1. 1. Stamp LK, Frampton C, Morillon MB, et al: Association between serum urate and flares in people with gout and evidence for surrogate status: a secondary analysis of two randomised controlled trials. Lancet Rheumatol 4: e53-e60, 2022. doi.org/10.1016/S2665-9913(21)00319-2

  2. 2. Jutkowitz E, Dubreuil M, Lu N, et al: The cost-effectiveness of HLA-B*5801 screening to guide initial urate-lowering therapy for gout in the United States. Semin Arth Rheum 46:594-600, 2017. doi: 10.1016/j.semarthrit.2016.10.009

  3. 3. O'Dell JR, Brophy MT, Pillinger MH, et al: Comparative effectiveness of allopurinol and febuxostat in gout management. NEJM Evid 1(3):10.1056/evidoa2100028, 2022. doi: 10.1056/evidoa2100028. Epub 2022 Feb 3. PMID: 35434725; PMCID: PMC9012032.

  4. 4. White WR, Saag KG, Becker MA, et al: Cardiovascular safety of febuxostat or allopurinol in patients with gout. N Engl J Med 378:1200-1210, 2018. doi: 10.1056/NEJMoa1710895

  5. 5. Mackenzie IS, Ford I, Nuki G, et al: Long-term cardiovascular safety of febuxostat compared with allopurinol in patients with gout (FAST): a multicentre, prospective, randomised, open-label, non-inferiority trial. Lancet 396(10264):1745-1757, 2020. doi: 10.1016/S0140-6736(20)32234-0

Conceptos clave

  • Aunque el aumento de la ingesta y la producción de purina pueden contribuir a la hiperuricemia, la causa más común de la gota es la disminución de la excreción de urato secundaria a trastornos renales o a variabilidad genética en la eficiencia del transportador de ácido úrico.

  • Se debe sospechar gota en pacientes con artritis aguda monoarticular u oligoarticular repentina inexplicable, particularmente si el dedo gordo o medio del pie se ve afectado, o hay antecedentes de artritis aguda súbita de causa desconocida con remisión espontánea en 7 a 10 días.

  • Confirme el diagnóstico mediante el hallazgo de cristales de urato birrefringentes fuertemente negativos en forma de aguja en el líquido articular; o mediante TC de energía dual o ecografía. La documentación de la hiperuricemia es insuficiente para confirmar el diagnóstico de artritis gotosa.

  • Los ataques agudos de gota se tratan con colchicina oral, un medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, un corticosteroide, una combinación de colchicina con un medicamentos antiinflamatorios no esteroideos o un corticosteroide o un antagonista de interleucina-1 (IL-1).

  • El riesgo de crisis futuras disminuye mediante la prescripción de colchicina, un AINE y uso de fármacos u durante toda la vida para disminuir el nivel de urato en suero.

  • Se deben administrar fármacos que disminuyen el nivel de urato si el paciente tiene tofos, > 2 crisis de gota por año, urolitiasis, o múltiples comorbilidades que contraindiquen el uso de fármacos para aliviar las crisis agudas; individualice el uso de terapia reductora de la concentración de urato en otros pacientes.

  • Se deben disminuir los niveles de urato mediante el uso de alopurinol o febuxostat solos o ocombinados con un fármaco uricosúrico.

Hiperuricemia asintomática

La hiperuricemia asintomática es la elevación de la concentración sérica de urato en > 7 mg/dL (> 0,4 mmol/L) en ausencia de gota clínica.

Por lo general, no es necesario el tratamiento de la hiperuricemia asintomática. La mayoría de los pacientes con hiperuricemia asintomática y concentraciones séricas de urato de hasta 10 mg/dL (0,6 mmol/L) no desarrollan crisis de gota en los siguientes 10 años. Sin embargo, los pacientes con hiperexcreción de urato y cálculos renales de ácido úrico recurrentes a pesar de la alcalinización urinaria y la hidratación suficiente pueden recibir alopurinol.

Datos de observación acumulados sugieren que la hiperuricemia puede contribuir a la progresión de la enfermedad renal crónica, enfermedad cardiovascular y, en los adolescentes, hipertensión primaria. Sin embargo, los estudios intervencionistas no han demostrado que la disminución de la concentración sérica de urato reduzca la progresión de la enfermedad renal.

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