Los trasplantes de células hematopoyéticas que emplean células de médula ósea o sangre periférica se administran después de altas dosis de quimioterapia y/o radioterapia. Los donantes pueden ser el propio paciente con cáncer (un autotrasplante) u otra persona relacionada o no relacionada genéticamente compatible (un alotrasplante). (Véase también Generalidades sobre el tratamiento oncológico.)
Los autotrasplantes se usan para tratar algunos cánceres sólidos, como el cáncer testicular, los sarcomas, los neuroblastomas, y los linfomas.
Los alotrasplantes se utilizan para tratar leucemias y algunos linfomas.
El trasplante de células hematopoyéticas es un componente importante del tratamiento de linfomas, leucemias y mieloma múltiple por lo demás resistentes.