Introducción a los aspectos sociales que afectan a los niños

PorSteven D. Blatt, MD, State University of New York, Upstate Medical University
Revisado/Modificado dic. 2023
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Los niños, a medida que crecen y se desarrollan, encontrarán experiencias positivas y desafíos. Algunos de estos desafíos son menores, pero otros pueden causar un estrés significativo. Para desarrollarse, el niño debe experimentar el cuidado consecuente y persistente de una persona cariñosa y atenta, tanto si esa persona es uno de sus progenitores como si es otro cuidador. La seguridad y el apoyo de esta persona puede otorgar al niño confianza en sí mismo y ánimo para sobrellevar el estrés.

Las interacciones con personas fuera del hogar ayudan a los niños a madurar emocional y socialmente. Estas interacciones suelen darse con parientes cercanos, amigos, vecinos y personal de las guarderías, escuelas, lugares de culto y equipos deportivos u otras actividades. Afrontando mínimas situaciones de estrés y pequeños conflictos inherentes a estas interacciones, los niños adquieren gradualmente destrezas para manejar en adelante situaciones de estrés más significativas. Los niños también aprenden observando cómo viven los adultos y cómo manejan sus problemas.

Al igual que los adultos, los niños se ven afectados por eventos que ocurren fuera de sus propios hogares o comunidades. Por ejemplo, los tiroteos en escuelas y otros lugares o eventos están ampliamente cubiertos por todo tipo de medios de comunicación. Incluso si los adultos tratan de proteger a los niños de estos eventos, la mayoría se dan cuenta de ellos cuando ocurren. Los tiroteos escolares, en particular, reciben mucha cobertura por parte de los medios de comunicación tradicionales, como la televisión, la radio y los periódicos; medios digitales, como sitios web de noticias y debate, y redes sociales. Cuanto mayor sea el niño, más acceso tendrá a la información sobre estos eventos. Además, algunos medios de comunicación politizados publican relatos con respecto a cuestiones controvertidas utilizando un lenguaje extremadamente agresivo y polarizado o imágenes gráficas o violentas. Esto puede provocar ansiedad en cualquier persona, pero puede ser particularmente estresante para los niños. Los padres pueden ser incapaces de ayudar a su hijo a controlar este estrés o limitar su impacto porque ni siquiera saben lo que su hijo ha escuchado fuera del hogar.

A medida que los niños se convierten en adolescentes y adultos jóvenes, desarrollan su propio sentido de independencia en cuanto a pensamientos y acciones. Los padres, junto con las escuelas y las instituciones comunitarias y religiosas, son a menudo los encargados de dirigir la educación de los niños y les ayudan a desarrollar sus creencias. Los pensamientos y las creencias de los niños también están determinados por las influencias externas. Las redes sociales son una de las principales influencias y la fuente de muchas de las noticias e información a las que están expuestos los niños. Pueden tener acceso a la información, así como a la información errónea a través de teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras portátiles, relojes inteligentes y otros dispositivos móviles. Los progenitores y los cuidadores a menudo desconocen las fuentes de información a las que están expuestos sus hijos y con frecuencia no tienen la oportunidad de controlar estas influencias significativas. Para la mayoría de los niños es fácil acceder a información inexacta, inapropiada o incompatible con los valores de los progenitores.

Es imprescindible que los progenitores y cuidadores estén al tanto de todas las fuentes de las que reciben información sus hijos. La concienciación se logra mejor manteniendo conversaciones abiertas con los niños, supervisando la actividad en línea por parte de los progenitores y, según sea necesario, limitando el acceso a contenido inapropiado.

¿Sabías que...?

  • La enfermedad o la muerte de un lactante o un niño a menudo hace que los padres se sienten culpables, aun cuando ellos no tengan la culpa.

  • Los padres deben charlar con un niño sobre temas difíciles durante un momento tranquilo, en un lugar seguro y cómodo y cuando el niño demuestre interés.

  • Los niños que sufren intimidaciones en la escuela (acoso escolar) a menudo sienten demasiado miedo o vergüenza para decírselo a un adulto.

Algunos acontecimientos que alteran la estructura de la familia o su rutina, como la enfermedad o el divorcio, suponen un reto para las habilidades del niño a la hora de gestionar las actividades normales. Estos hechos también afectan el desarrollo emocional y social del niño. Por ejemplo, una enfermedad crónica puede impedir la participación del niño en actividades y afectar su rendimiento escolar.

Los sucesos que afectan al niño también pueden tener consecuencias negativas en las personas cercanas a este. Cuidar de un niño enfermo o de un niño que tiene problemas graves de comportamiento es estresante para los cuidadores y para cualquier otra persona que forme parte de la vida del niño. Las consecuencias de semejante tensión varían de acuerdo con la naturaleza y la gravedad de la enfermedad o del problema de conducta, así como con los recursos emocionales y de apoyo con los que cuenta la familia.

Hablar con los niños sobre temas difíciles

Muchos sucesos de la vida, como la enfermedad o la muerte de alguien muy cercano (véase Muerte de un Miembro de la Familia o de un Ser Querido) el divorcio o la intimidación en la escuela, son temibles o desagradables para los niños. Incluso fenómenos que no afectan directamente al niño, como desastres naturales, guerra o terrorismo, pueden causar ansiedad. Los miedos ante todas estas situaciones, racionales o irracionales, pueden preocupar al niño. Los padres pueden evitar hablar con su hijo sobre sucesos que provocan ansiedad, como un tiroteo en una escuela de otra comunidad, con la esperanza de que su hijo no esté al tanto del suceso. Quizá sería mejor que los padres asumieran que su hijo es consciente del suceso y que exploraran con cautela la comprensión que tiene el niño sobre lo sucedido y la ansiedad al respecto. Es mejor que el niño aprenda sobre el suceso que provoca ansiedad (o al menos que hable sobre ello) con su padre o con su madre.

Los niños suelen tener dificultades para hablar sobre estos tópicos desagradables. Sin embargo, hablar abiertamente sobre ellos les puede ser útil a la hora de enfrentarse a temas difíciles o incómodos y disipar los temores irracionales. El niño necesita saber que la ansiedad es un sentimiento normal y que la sensación de ansiedad va, por lo general, a disminuir con el tiempo. Los padres que discuten rutinariamente temas difíciles con sus hijos desde una edad temprana a menudo se encuentran que sus hijos son más abiertos a hablar de los problemas complejos a los que se enfrentan cuando son adolescentes.

Los padres deben charlar sobre temas difíciles durante un momento tranquilo, en un lugar seguro y cómodo y cuando el niño demuestre interés. Deben permanecer relajados, presentarle los hechos y poner toda la atención en el niño. Reconocer lo que el niño dice con frases como "Te entiendo" o con un asentimiento tranquilo alienta al niño a confiar en sus padres. Recordar y reflexionar sobre lo que ha dicho el niño también es alentador. Por ejemplo, si el niño expresa su ira sobre un divorcio, el progenitor puede decir: «Así que te sientes enfadado por el divorcio» o «Háblame más sobre eso». Preguntar cómo se siente el niño también puede animarlo a conversar sobre emociones o temores. Por ejemplo, el miedo al abandono por el progenitor que no tiene la custodia durante un divorcio o la culpa de haber causado el divorcio.

Al hablar de sus propios sentimientos, los padres animan a los niños a reconocer sus temores y sus preocupaciones. Por ejemplo, sobre un divorcio, un padre también puede decir: «Yo también me siento triste por el divorcio, Pero también sé que es lo que debemos hacer. Y, aunque ya no sigamos conviviendo, siempre te querremos y cuidaremos de ti. Haciendo esto, los padres pueden hablar de sus propios sentimientos, inspirar confianza y explicar que el divorcio es la elección correcta para ellos. Muchos niños, en particular los más pequeños, necesitan oír el mismo mensaje repetidamente. Los padres no deben subestimar el valor de la tranquilidad que ofrecen estos mensajes.

También es posible que los padres tengan que hablar sobre un aspecto difícil del propio comportamiento del niño. Por ejemplo, si sospechan que el niño o el adolescente consume drogas o alcohol, deben hablar del asunto directamente con su hijo. Un padre podría decir: «Me preocupa que estés consumiendo drogas. Pienso esto porque...». . . . "Es importante para los padres hablar de una manera clara y tranquila, expresando tanto las preocupaciones acerca de la conducta del niño, como su apoyo y amor. Después de haber puesto de manifiesto las preocupaciones de los padres se debe ofrecer al niño la oportunidad de hablar. El niño y los padres deben desarrollar un plan de acción que puede incluir una cita con un pediatra o un consejero.

Acontecimientos globales recientes han puesto de manifiesto la importancia de las conversaciones familiares. La pandemia de la COVID-19, por ejemplo, no solo ha sido una discusión sobre la salud, sino que ha sido el foco de opiniones opuestas dentro de algunas familias, el debate político y las expresiones de valores y creencias enfrentados en los medios de comunicación. La pandemia de la COVID-19 ha tenido un impacto en todas las personas, incluidos los niños, y los progenitores deben estar preparados para debatir con sus hijos sobre los múltiples temas relacionados con la COVID.

Del mismo modo, las cuestiones sociales, como la orientación sexual y el género, los derechos reproductivos, el racismo y otros tipos de discurso o acciones de odio, el abuso de sustancias y las restricciones sobre lo que se puede y no se puede enseñar en la escuela, ocupan un lugar prominente en las noticias nacionales y locales en Estados Unidos y en muchos otros países. Las cuestiones polémicas pueden afectar directamente a los niños. Los niños que antes parecían ajenos a muchos de estos problemas ahora pueden estar confundidos y molestos por las discusiones que se desarrollan a su alrededor. Los progenitores deben ser conscientes de que, independientemente de cómo se sientan ellos mismos acerca de estos temas, tales conversaciones pueden provocar ansiedad en sus hijos. Los progenitores deben ser conscientes de que sus hijos pueden tener amigos con diferentes antecedentes y que pueden tener diferentes experiencias y opiniones sobre estos temas importantes. Enseñar y modelar un comportamiento y un lenguaje respetuosos hacia personas con puntos de vista diferentes son lecciones importantes que los niños deben aprender.

Mientras que los adultos se esfuerzan por alcanzar un consenso sobre estas áreas de conflicto, para los niños resulta difícil comprender estos problemas y responder a los mismos. Dada la disponibilidad inmediata de las redes sociales e Internet, los progenitores deben reconocer que sus hijos son o serán conscientes de estos problemas sociales. Los niños de todas las edades son más capaces de manejar estos problemas cuando tienen progenitores que los guían.

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