La anoscopia y la sigmoidoscopia se utilizan para evaluar síntomas atribuibles al recto o al ano (p. ej., hemorragia rutilante, secreciones, protrusiones, dolor rectal). Además, la sigmoidoscopia también permite la biopsia de tejidos colónicos y la aplicación de intervenciones, tales como la hemostasia o colocación de una endoprótesis luminal. No hay contraindicaciones absolutas, excepto las contraindicaciones que se deben considerar en las endoscopias habituales. En pacientes con arritmias cardíacas o isquemia miocárdica reciente, debe posponerse el procedimiento hasta que mejoren las enfermedades concomitantes; de lo contrario, los pacientes requerirán monitorización cardíaca.
La región perianal y el segmento distal del recto pueden examinarse con un anoscopio de 7 cm, y el recto y el sigmoides, con un instrumento rígido de 25 cm o uno flexible de 60 cm. La sigmoidoscopia flexible es mucho más cómoda para el paciente y permite fotografiar y obtener biopsias de tejido fácilmente. Se requiere bastante habilidad para introducir un sigmoidoscopio rígido más allá de la unión rectosigmoidea (15 cm) sin causar molestias.
La sigmoidoscopia se realiza después de administrar un enema para evacuar el recto. Por lo general, no se requieren fármacos IV para sedación. Se coloca al paciente en decúbito lateral izquierdo. Después de la inspección externa y el tacto rectal, se introduce suavemente el instrumento lubricado hasta 3-4 cm más allá del esfínter anal. En este momento, se retira el obturador del sigmoidoscopio rígido y se introduce más el instrumento bajo visión directa.
La anoscopia puede efectuarse sin preparación. Se introduce el anoscopio en toda su longitud, como se describió antes para la sigmoidoscopia, en general con el paciente en decúbito lateral izquierdo. Las complicaciones de la anoscopia son sumamente raras cuando el procedimiento se practica en forma correcta.