Cáncer de riñón

(Adenocarcinoma de riñón; carcinoma de células renales)

PorThenappan Chandrasekar, MD, University of California, Davis
Revisado/Modificado nov. 2023
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Datos clave

La mayoría de los tumores sólidos de riñón son de carácter canceroso, pero los que puramente contienen líquido (quistes) generalmente no lo son. Casi todos los cánceres de riñón son carcinomas de células renales. Otro tipo de cáncer de riñón, el tumor de Wilms, se presenta principalmente en niños.

  • El cáncer de riñón puede causar la aparición de sangre en la orina, dolor en el costado o fiebre.

  • El cáncer suele ser detectado de manera accidental al realizar una prueba de imagen por otra razón.

  • El diagnóstico se hace por tomografía computarizada o por resonancia magnética nuclear.

  • La extirpación del riñón prolonga la supervivencia y puede ser curativa si el cáncer no se ha diseminado.

El cáncer de riñón representa alrededor del 2 al 3% de los casos de cáncer en adultos y afecta aproximadamente al doble de hombres que de mujeres. Aproximadamente 81 800 personas desarrollan cáncer de riñón cada año y alrededor de 14 890 mueren por esta causa (estimaciones de 2023).

Los fumadores tienen alrededor del doble de probabilidades de desarrollar cáncer de riñón en comparación con los no fumadores. Otros factores de riesgo son la exposición a productos químicos tóxicos (por ejemplo, asbesto [amianto], cadmio y curtidos y productos derivados del petróleo) y la obesidad. Las personas que se someten a diálisis y padecen enfermedad renal quística y aquellas con ciertas enfermedades hereditarias (en particular, la enfermedad de von Hippel-Lindau [VHL] y el complejo de esclerosis tuberosa) también corren un riesgo mayor de sufrir cáncer de riñón. Las personas con cáncer de riñón suelen ser diagnosticadas entre los 65 y los 74 años de edad.

Síntomas del cáncer de riñón

Los síntomas pueden no aparecer hasta que el cáncer se ha diseminado (formado metástasis) o llega a ser muy grande. La presencia de sangre en la orina es el síntoma más frecuente, pero su cantidad puede ser tan pequeña que solo se detecte con la observación al microscopio. Sin embargo, cuando la cantidad de sangre es mayor, la orina puede ser visiblemente roja.

Los síntomas más frecuentes son los siguientes: dolor en la zona entre las costillas y la cadera (el costado), fiebre y pérdida de peso. Es poco frecuente que el cáncer de riñón se detecte en primera instancia cuando el médico nota un aumento de tamaño o un bulto en el abdomen. Síntomas inespecíficos del cáncer de riñón incluyen fatiga, pérdida de peso y saciedad temprana (sensación de saciedad después de una comida).

El número de glóbulos rojos (eritrocitos) se vuelve anormalmente elevado (policitemia), puesto que las concentraciones de eritropoyetina (hormona producida por el riñón enfermo o por el tumor en sí) estimulan la médula ósea para que aumente la producción de glóbulos rojos. El exceso de glóbulos rojos puede ser asintomático o producir cefalea, cansancio, mareo y trastornos de la visión. Contrariamente, el cáncer de riñón puede ocasionar un descenso en el número de glóbulos rojos (anemia) debido a la lenta hemorragia en la orina. La anemia puede producir cansancio fácilmente o vahídos.

Algunas personas también presentan concentraciones elevadas de calcio en sangre (hipercalcemia); esto puede causar debilidad, cansancio, disminución del tiempo de reacción y estreñimiento.

La presión arterial puede aumentar, pero es posible que la hipertensión arterial no cause síntomas.

Diagnóstico de cáncer de riñón

  • Tomografía computarizada o resonancia magnética nuclear

  • En ciertas ocasiones, intervención quirúrgica

La mayoría de los tumores malignos de riñón se descubren por casualidad al realizar una prueba de imagen, como una tomografía computarizada (TC) o una ecografía, para valorar otro problema, como, por ejemplo, la hipertensión. Si los médicos sospechan la existencia de un cáncer de riñón en una persona por los síntomas que presenta, utilizan una TC o una resonancia magnética nuclear (RMN) para confirmar el diagnóstico. También pueden emplearse inicialmente la ecografía o la urografía intravenosa, pero utilizan la TC o la RMN para verificar el diagnóstico.

Si se diagnóstica un cáncer, pueden hacerse otras pruebas de diagnóstico por la imagen (por ejemplo, radiografía de tórax, gammagrafía ósea o TC torácica), así como análisis de sangre, para determinar si el cáncer se ha extendido y a dónde. Sin embargo, a veces, si la diseminación del cáncer (metastatizado) es muy reciente, no se detecta. En ocasiones, es necesaria la cirugía exploratoria para confirmar el diagnóstico. En raras ocasiones, los médicos recomiendan una biopsia de la masa renal o de otras áreas del cuerpo sospechosas de tener metástasis para confirmar el diagnóstico.

Tratamiento del cáncer de riñón

  • Cirugía

Cuando el cáncer no se ha diseminado más allá del riñón, la extirpación quirúrgica del riñón afectado proporciona muchas probabilidades de curación. Como alternativa, los cirujanos pueden extirpar solo el tumor y un borde del tejido normal adyacente, preservando así la parte restante del riñón. En el caso de masas muy pequeñas en el riñón (menos de 3 centímetros) o la ablación (un procedimiento realizado por el radiólogo para quemar o congelar la masa). La vigilancia activa (monitorización estrecha) puede ser una opción para masas muy pequeñas, por lo general en personas demasiado enfermas para tolerar la cirugía.

Si el cáncer se ha extendido a zonas adyacentes como la vena renal o incluso a la gran vena que transporta la sangre hacia el corazón (vena cava) pero no ha llegado a los ganglios linfáticos o a puntos distantes, la intervención quirúrgica sigue ofreciendo una buena probabilidad de curación. Sin embargo, el cáncer de riñón tiende a extenderse rápidamente, especialmente a los pulmones, a veces antes de que aparezcan los síntomas. Dado que el cáncer renal que ha diseminado hacia lugares distantes puede escapar a un diagnóstico inicial o precoz, la metástasis solo es evidente después de que los médicos han extirpado quirúrgicamente todo el cáncer renal que han podido hallar.

Si la curación quirúrgica parece poco probable, pueden emplearse otros tratamientos, aunque rara vez resultan curativos. El tratamiento del cáncer consistente en aumentar la capacidad del sistema inmunitario para destruirlo hace que algunos tumores malignos se reduzcan y así pueda prolongarse la supervivencia (véase Inmunoterapia). Algunos de los antiguos tratamientos de inmunoterapia empleados a veces para el cáncer renal son, por ejemplo, la interleucina-2 y el interferón alfa-2b. Las nuevas inmunoterapias denominadas inhibidores del punto de control bloquean una molécula de las células cancerosas llamada PD-L1 (un "punto de control"). La PD-L1 puede permitir que los cánceres escapen a la detección (y, por lo tanto, a la destrucción) por parte del sistema inmunológico del cuerpo. Se dispone de combinaciones de fármacos que incluyen inhibidores de punto de control. A menudo son el tratamiento de elección en personas con enfermedad metastásica y después de la resección quirúrgica del cáncer en personas con riesgo de recurrencia del cáncer entre intermedio y elevado.

Otros fármacos utilizados en ocasiones para tratar el cáncer de riñón son sunitinib, sorafenib, cabozantinib, axitinib, bevacizumab, pazopanib, lenvatinib, temsirolimus y everolimus. Estos fármacos alteran las vías moleculares que afectan al tumor y forman parte, por lo tanto, de las denominadas terapias dirigidas.

Se están investigando varias combinaciones de otras interleucinas, la talidomida e incluso el desarrollo de vacunas a partir de células extirpadas del cáncer de riñón. Estos tratamientos pueden ser eficaces en el cáncer metastásico, aunque el beneficio obtenido suele ser muy pequeño. En casos muy poco frecuentes (en menos del 1% de las personas), la extirpación del riñón afectado hace que se reduzca el tamaño de los tumores localizados en otras partes del organismo. Sin embargo, la pequeña posibilidad de que el tumor se reduzca no se considera motivo suficiente para extirpar un riñón canceroso cuando el cáncer ya se ha propagado, a no ser que su extirpación forme parte de un plan global que incluya otros tratamientos dirigidos al cáncer diseminado.

Pronóstico del cáncer de riñón

Muchos factores influyen en el pronóstico, pero el índice anual de supervivencia a los 5 años para las personas con cáncer limitado al riñón es superior al 90%. El cáncer que se ha diseminado tiene un pronóstico mucho peor. En estos casos, el objetivo se centra a menudo en controlar la diseminación de la enfermedad, aliviar el dolor y utilizar otros medios para mejorar el bienestar de la persona afectada (véase Síntomas presentes durante una enfermedad mortal). Como en todas las enfermedades terminales, es esencial hacer las previsiones necesarias en relación con el final de la vida (véase Preocupaciones legales y éticas), incluyendo la redacción de un documento de voluntades anticipadas.

Tumores metastásicos en el Riñón

En algunas ocasiones, los tumores malignos que tienen su origen en otras partes del organismo se extienden (metastatizan) a los riñones. Entre estos cánceres se incluyen el melanoma; el cáncer de pulmón, de mama, de estómago, de los órganos reproductores femeninos, del intestino, y de páncreas; la leucemia; y el linfoma.

Esta diseminación no suele causar síntomas. La metástasis suele diagnosticarse cuando se realizan pruebas para determinar el grado de diseminación del cáncer original. El tratamiento generalmente se dirige al cáncer original. De vez en cuando, si se trata el cáncer original y el tumor en el riñón está creciendo, se extirpa el tumor del riñón.

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