Comportamiento suicida en niños y adolescentes

PorJosephine Elia, MD, Sidney Kimmel Medical College of Thomas Jefferson University
Revisado/Modificado may. 2023 | Modificado sep. 2023
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Datos clave

El comportamiento suicida es una acción destinada a lastimarse uno mismo e incluye los gestos de suicidio, los intentos de suicidio y el suicidio consumado. En la ideación suicida existen pensamientos y planes de suicidio. Los intentos de suicidio son actos autolesivos que podrían provocar la muerte, como, por poner un ejemplo, colgarse o ahogarse.

  • Un evento estresante puede conducir al suicidio en niños que sufren trastornos de la salud mental como la depresión.

  • Los niños con riesgo de suicidio están deprimidos o ansiosos, abandonan sus actividades, hablan sobre asuntos relacionados con la muerte o sufren cambios repentinos de comportamiento.

  • Los miembros de la familia y los amigos deben considerar seriamente todas las amenazas o intentos de suicidio.

  • Los profesionales de la salud tratan de determinar la gravedad del riesgo de suicidio.

  • El tratamiento conlleva la hospitalización si el riesgo es alto, la administración de fármacos para tratar otros trastornos mentales y el asesoramiento individual y familiar.

(Véase también Conducta suicida en adultos.)

El suicidio es muy poco frecuente antes de la pubertad y se hace más frecuente durante la adolescencia, en particular entre los 15 y los 19 años de edad, y durante la vida adulta. No obstante, el suicidio también se da en preadolescentes, y este problema potencial no debe ser subestimado.

En Estados Unidos, el suicidio es la segunda causa de muerte en niños de 10 a 24 años y la novena causa de muerte en niños de 5 a 11 años. Se producen unas 2000 muertes al año por esta causa. El suicidio ha tenido un impacto particularmente grande en la comunidad de ascendencia africana, ya que la tasa casi se duplicó en niños de primaria de ascendencia africana entre 1993 y 2012. Y aún debe tenerse en cuenta que probablemente un cierto número de las muertes atribuidas a accidentes, como los de vehículos y armas de fuego, sean en realidad suicidios.

Son muchos más los jóvenes que intentan el suicidio que los que lo logran. Recientemente, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades proporcionaron información sobre las tendencias crecientes del suicidio en varios grupos y periodos de tiempo:

  • En las adolescentes (de 10 a 14 años), la tasa global de suicidios aumentó del 0,5% en 1999 al 2% en 2019.

  • En los varones adolescentes (de 10 a 14 años), la tasa global de suicidios aumentó del 1,9% en 1999 al 3,1% en 2019.

Otros hallazgos adicionales resaltan las estadísticas relacionadas con el suicidio en estudiantes de secundaria en Estados Unidos en 2015:

  • Entre 2001 y 2015, aumentaron en todos los grupos de edad las visitas al servicio de urgencias por lesiones autoinfligidas, pensamientos suicidas o intentos de suicidio.

  • En 2011, se observó por primera vez el fuerte aumento de los intentos de suicidio, incluso mientras el número real de suicidios se mantenía estable.

  • Entre los años 2006 y 2015, hubo más de 40 000 suicidios en personas con una edad comprendida entre 10 y 19 años. Durante ese mismo período, 118 000 niños y adolescentes de ese mismo grupo de edad necesitaron tratamiento médico para tratar los intentos de suicidio.

Muchos factores pueden contribuir al aumento de los intentos de suicidio entre niños y adolescentes, entre ellos el aumento de la depresión adolescente (especialmente en las niñas), el aumento de las recetas de opiáceos para los padres, la exposición al aumento de las tasas de suicidio entre los adultos en su círculo, las relaciones conflictivas con los padres y el estrés académico.

Con frecuencia, las tentativas de suicidio implican la existencia de cierta ambivalencia en relación con el deseo de morir y suelen ser una forma de pedir ayuda.

En los adolescentes estadounidenses, los chicos sobrepasan a las chicas en suicidios consumados en una proporción superior a 4 a 1. Sin embargo, las chicas son de 2 a 3 veces más propensas a intentar el suicidio.

La pandemia del COVID-19 contribuyó al aumento de los suicidios en niños y adolescentes. Las visitas al servicio de emergencias por sospechas de intento de suicidio en adolescentes durante el verano de 2020 fueron un 22% superiores a las del verano anterior y un 39% superiores a las correspondientes al invierno de 2021. Se notificaron tasas más elevadas entre las chicas (un 26% más elevadas durante el verano y un 51% más elevadas durante el invierno).

¿Sabías que...?

  • El suicidio es la segunda o la tercera causa de muerte en adolescentes en Estados Unidos.

Factores de riesgo

Los pensamientos suicidas no siempre conducen a la conducta suicida, pero son un factor de riesgo para esta última. Varios factores influyen de forma característica en el hecho de que los pensamientos suicidas se transformen en comportamientos suicidas. Con frecuencia hay un problema de salud mental subyacente y un acontecimiento estresante que lo desencadena. Entre los eventos estresantes se encuentran

  • La muerte de un ser querido

  • Un suicidio que ha tenido lugar en el colegio o en cualquier otro grupo de compañeros

  • El fracaso de una relación amorosa

  • Un cambio de entorno familiar o habitual (escuela o vecindario) o el alejamiento de los amigos

  • Ser humillado por familiares o amigos

  • Sufrir acoso en la escuela, especialmente para los estudiantes lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT)

  • El fracaso escolar

  • Problemas con la ley

Sin embargo, ese tipo de eventos estresantes son bastante frecuentes entre los niños, y raramente conducen a comportamientos suicidas si no hay otros problemas subyacentes.

Los problemas subyacentes más frecuentes son los siguientes:

  • Depresión: los niños o los adolescentes con depresión tienen sentimientos de desesperanza y de impotencia que limitan su capacidad para considerar soluciones alternativas a problemas urgentes.

  • Trastornos por consumo de alcohol o drogas: el consumo de alcohol o de drogas disminuyen las inhibiciones frente a acciones peligrosas y alteran la anticipación de las consecuencias.

  • Escaso control de los impulsos: los adolescentes, en particular los que presentan un trastorno por comportamiento perturbador, como el trastorno disocial, actúan impulsivamente, sin pensar.

Otros trastornos mentales y físicos también pueden aumentar el riesgo de suicidio. Entre ellos se incluye la ansiedad, la esquizofrenia, los traumatismos craneoencefálicos y el trastorno de estrés postraumático.

A veces, los niños y los adolescentes que intentan suicidarse están enfadados con parientes o amigos, son incapaces de controlar la ira y dirigen su enfado contra sí mismos. Desean manipular o castigar a otras personas («Se arrepentirán después de que yo muera»). Las dificultades de comunicación con los padres pueden contribuir al riesgo de suicidio.

En ocasiones, el comportamiento suicida se presenta cuando el niño imita las acciones de otras personas. Por ejemplo, un suicidio al que se ha dado mucha publicidad, como el de una persona célebre, a menudo viene seguido de otros suicidios o intentos de suicidio. De igual modo, los suicidios por imitación ocurren en las escuelas o institutos.

El suicidio es más probable en familias en las que los trastornos del estado de ánimo son frecuentes, especialmente si existen antecedentes familiares de suicidio u otro comportamiento violento.

Diagnóstico

  • Identificación del riesgo por parte de los padres, médicos, maestros y amigos

Padres, médicos, profesores y amigos ocupan una posición en la que es posible identificar a los niños propensos a intentar el suicidio, particularmente los que han tenido algún cambio de comportamiento reciente. Los niños y adolescentes con frecuencia solo confían en sus compañeros, que deben ser fuertemente alentados a no guardar un secreto que pueda conducir a la trágica muerte del niño suicida. Los niños que expresan abiertamente pensamientos de suicidio tales como «Ojalá no hubiera nacido» o «Quisiera dormir y no despertar» representan un riesgo pero, de la misma manera, los niños con signos más sutiles, como retraimiento social, retroceso en el nivel escolar o acciones de desprendimiento de posesiones favoritas, también sufren un riesgo potencial.

Los profesionales de la salud representan dos papeles clave:

  • Valoración de la seguridad del niño suicida y de la necesidad de hospitalización

  • Tratamiento de los trastornos subyacentes, como la depresión o el consumo de drogas

Tratamiento

  • A veces la hospitalización

  • Precauciones para prevenir futuros intentos

  • El tratamiento de cualquier trastorno que contribuya al riesgo de suicidio

  • La remisión a un psiquiatra y la psicoterapia

Los niños que expresan pensamientos relacionados con el deseo de hacerse daño a sí mismos o que intentan suicidarse necesitan una valoración urgente en el servicio de urgencias del hospital. Cualquier tipo de intento de suicidio debe tomarse en serio, porque un tercio de los suicidios consumados han tenido un intento de suicidio previo, en ocasiones aparentemente trivial, como, por ejemplo, haciéndose arañazos superficiales en la muñeca o tomando unos cuantos comprimidos. Cuando los padres o las personas responsables minimizan un intento de suicidio fracasado, los niños pueden considerar esta respuesta como un desafío y el riesgo de un suicidio subsiguiente aumenta.

Una vez que la amenaza mortal ha sido superada, el médico decide si es necesaria la hospitalización del niño. Esta decisión depende del riesgo que corre al permanecer en casa y de la capacidad de la familia para proporcionar apoyo y seguridad física al niño. La hospitalización es la manera más segura de proteger al niño y por lo general se indica si los médicos sospechan que el niño tiene un trastorno de salud mental grave, como la depresión.

El grado de seriedad de un intento de suicidio puede estimarse mediante diversos factores, entre los cuales se encuentran los siguientes:

  • Cuando el intento de suicidio no fue algo espontáneo, sino cuidadosamente planeado (por ejemplo, el dejar una nota póstuma indica un intento planeado)

  • Cuando se tomaron medidas para evitar ser descubierto

  • El tipo de método empleado; por ejemplo, el uso de un arma significa mayor probabilidad de muerte que la ingestión de pastillas

  • Cuando efectivamente hubo lesión

  • Qué estado mental tenía el niño cuando intentó suicidarse

Es de vital importancia distinguir el intento de suicidio de sus consecuencias reales; por ejemplo, el adolescente que ingiere píldoras inofensivas que él cree mortales debe considerarse en riesgo extremo.

Si la hospitalización no es necesaria, las familias de los niños que regresan a casa deben asegurarse de no tener armas de fuego en el hogar y de que los fármacos (incluidos los fármacos sin receta médica) y los objetos punzantes se encuentren en un sitio seguro o bajo llave. Incluso con estas precauciones, evitar un suicidio es muy difícil, y no existen medidas comprobadas para un prevención satisfactoria.

Los médicos tratan cualquier trastorno que pueda tener el niño y que contribuya al riesgo (como la depresión o el trastorno bipolar). Pero dicho tratamiento no puede eliminar el riesgo de suicidio. Aunque ha habido preocupaciones referentes a que el tratamiento con antidepresivos pueda aumentar el riesgo de suicidio en algunos adolescentes (véase Fármacos antidepresivos y suicidio), no tratar la depresión probablemente sea igual o más peligroso. Los médicos controlan cuidadosamente a los niños que toman antidepresivos y prescriben sólo pequeñas cantidades que no serían letales si se toman todas al mismo tiempo.

Por lo general remiten al niño a un psiquiatra, que puede proporcionar el tratamiento farmacológico adecuado y a un terapeuta, que puede proporcionar psicoterapia, así como terapia cognitivo-conductual. El tratamiento es más eficaz si el médico de atención primaria sigue participando.

Si el suicidio se consuma

Los familiares de niños y adolescentes que se han suicidado tienen reacciones complejas, como el duelo, la culpa o la depresión. Sienten que sus actividades cotidianas no tienen ya ningún propósito ni esperanza. Les resulta difícil continuar viviendo. El asesoramiento o el consejo les ayudará a entender el contexto psiquiátrico del suicidio y a reflexionar y reconocer las dificultades del niño antes del suicidio. Entonces, podrán entender que el suicidio no fue culpa suya.

Después de un suicidio, el riesgo de suicidio puede aumentar en otras personas de la comunidad, especialmente en los amigos y compañeros de clase de la persona que cometió suicidio. Se dispone de recursos (como a toolkit for schools) para ayudar a las escuelas y comunidades después de un suicidio. Funcionarios de la escuela y de la comunidad pueden organizar que estén disponibles profesionales de la salud mental para consulta e información.

Prevención

Preguntar directamente al niño en riesgo sobre sus ideas de suicidio puede sacar a la luz aspectos importantes que estén contribuyendo al malestar del niño. La identificación de estos aspectos, puede, a su vez, propiciar intervenciones significativas. Las investigaciones indican que más del 50% de los niños que ingresaron en un servicio de urgencias por cualquier motivo dieron positivo en los pensamientos y comportamientos suicidas. Como resultado de estas investigaciones, desde 2019 se solicita a los hospitales que evalúen el suicidio como parte de la atención médica estándar.

Los médicos también deben preguntar acerca de las armas de fuego, la principal causa de muerte entre los jóvenes en Estados Unidos (60% de homicidios, 35% de suicidios y 4% de forma no intencionada). Se ha demostrado que el asesoramiento médico combinado con la provisión de una cerradura de gatillo de pistola favorece el almacenamiento seguro de armas de fuego.

En algunas comunidades existen líneas telefónicas de información y asistencia directa con servicio ininterrumpido (véase la barra lateral Intervención para suicidios: líneas telefónicas de información y asistencia directa) que proporcionan acceso rápido a una persona amable y comprensiva que puede dar un consejo inmediato y asistencia para obtener más ayuda. Aunque es difícil comprobar que estos servicios realmente reducen el número de muertes por suicidio, son útiles para orientar a los niños y a sus familias a la hora de obtener los recursos adecuados.

Las siguientes estrategias pueden contribuir a reducir el riesgo de suicidio:

  • Obtener atención eficaz para los trastornos mentales y físicos, y para el trastorno de consumo de sustancias

  • Ser capaz de acceder fácilmente a los servicios de salud mental

  • Conseguir el apoyo de la familia y de la comunidad

  • Aprender formas de resolver pacíficamente los conflictos

  • Limitar el acceso por parte de los medios de comunicación al contenido relacionado con el suicidio

  • Poseer creencias culturales y religiosas que rechacen el suicidio

Los programas de prevención del suicidio pueden ayudar. Los programas más efectivos son aquellos que intentan asegurarse de que el niño tenga lo siguiente:

  • Un ambiente de crianza alentador

  • Un fácil acceso a los servicios de salud mental

  • Una escuela u otra institución social que promueva el respeto por las diferencias individuales, raciales y culturales

En 2022 se ha activado en Estados Unidos un nuevo código de marcación de 3 dígitos (988), denominado 988 Suicide and Crisis Lifeline (988 Línea Vital de Atención para Suicidio y Crisis). Una llamada, un mensaje de texto o un chat al 988 pone en contacto a las personas que llaman con la Red Nacional de Prevención del Suicidio (cuyo número de teléfono anterior, 1-800-273-8255, continuará disponible). Los consejeros capacitados, en inglés y español, disponibles las 24 horas del día y los 7 días de la semana, proporcionarán apoyo y conectarán a las personas que llaman con los recursos si es necesario. El servicio es confidencial y gratuito.

Tabla

Más información

Los siguientes son recursos en inglés que pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de estos recursos.

  1. Metanoia: este sitio trata de forma directa y compasiva a la persona que está considerando suicidarse. Contiene información valiosa sobre el desequilibrio entre el dolor que está experimentando y sus recursos para hacer frente al suicidio. A continuación proporciona acceso directo a líneas directas de suicidio y otros servicios de salud mental.

  2. Patient Health Questionnaire (PHQ-9): Emitido por el Grupo de trabajo de servicios preventivos de los Estados Unidos, los médicos utilizan este cuestionario de nueve preguntas para detectar la depresión.

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