La tibia se puede torcer al nacer.
Los defectos congénitos, también denominados anomalías congénitas, son alteraciones físicas de naturaleza diversa que se producen en algún momento previo al nacimiento. "Congénito" significa "presente al nacer". (Véase también Introducción a los defectos congénitos de la cara, los huesos, las articulaciones y los músculos.)
La tibia es uno de los huesos de la parte inferior de la pierna. La torsión de la tibia hacia el exterior (torsión externa) ocurre normalmente a medida que el niño crece y casi nunca constituye un problema. La torsión hacia el interior (torsión interna) es frecuente en el nacimiento y por lo general se resuelve a medida que el niño crece. Sin embargo, un grado elevado de torsión puede indicar un problema neuromuscular o una enfermedad de Blount. La torsión interna excesiva y persistente puede llevar a que los dedos de los pies estén torcidos hacia dentro (pie equinovaro o pie zambo) y a piernas arqueadas.
Los médicos pueden detectar este defecto de nacimiento mediante una exploración física y tomando varias medidas de las piernas.
En la mayoría de los niños, la tibia regresa a una posición normal sin necesidad de tratamiento alrededor de los 5 a 6 años de edad. Los niños que sufren un caso grave de torsión tibial pueden necesitar zapatos especiales, una escayola o aparatos ortopédicos para las piernas.