Enfermedad de Ménière

(Enfermedad de Ménière; Hidropesía endolinfática)

PorMickie Hamiter, MD, New York Presbyterian Columbia
Revisado/Modificado may 2023
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Datos clave

La enfermedad de Ménière es un trastorno caracterizado por ataques repetidos de vértigo incapacitante (sensación de inestabilidad y de que todo da vueltas), nausea, pérdida de audición intermitente (en la zona de frecuencias bajas) y zumbido en los oídos (acúfenos).

  • Los síntomas incluyen ataques bruscos, no provocados, de vértigo grave e incapacitante, náuseas y vómitos, por lo general junto con sensación de presión en el oído y de pérdida auditiva.

  • Las pruebas consisten en pruebas de audición y, a veces, resonancia magnética nuclear.

  • Una dieta baja en sal y un medicamento diurético pueden reducir la intensidad y la frecuencia de los ataques.

  • Los fármacos como la meclizina y el lorazepam pueden contribuir a aliviar los síntomas del vértigo, pero no previenen las crisis.

Se cree que la causa de la enfermedad de Ménière (también denominada hidropesía endolinfática) es una cantidad excesiva del líquido que suele estar presente en el oído interno (véase también Introducción al oído interno.) Este líquido se mantiene en una estructura en forma de bolsa llamada saco endolinfático, y se secreta y reabsorbe continuamente, con lo que se mantiene una cantidad constante. Tanto un aumento en la producción de líquido del oído interno como una disminución en su reabsorción tendrán como resultado un exceso de líquido. Se desconoce por qué se produce esto. Este trastorno suele aparecer en personas de edades comprendidas entre los 20 y los 50 años.

Síntomas de la enfermedad de Ménière

Los síntomas de la enfermedad de Ménière incluyen ataques repentinos (agudos), no provocados, de vértigo grave e incapacitante, y por lo general náuseas y vómitos. El vértigo es la sensación (que no se corresponde con la realidad) de que uno mismo, el entorno o ambos se están moviendo o girando. La mayoría de las personas describen esta sensación desagradable como "mareos", aunque la palabra "mareo" también suele utilizarse para otras sensaciones, tales como la sensación de aturdimiento.

Estos síntomas suelen durar de 20 minutos a 12 horas. En raras ocasiones, duran hasta 24 horas. Antes de un ataque y mientras este tiene lugar, la persona suele tener una sensación de congestión o presión en el oído afectado. A veces los sonidos parecen inusualmente fuertes o distorsionados.

Después de una crisis de vértigo, la audición en el oído afectado puede verse alterada. Las frecuencias de sonido más bajas (escuchar vocales) son más difíciles de oír. La audición tiende a fluctuar, pero empeora progresivamente con el paso de los años.

Los acúfenos, descritos por algunas personas como "pitidos en los oídos", pueden ser constantes o intermitentes, y pueden empeorar antes, durante o después de una crisis de vértigo.

Por lo general, solo se ve afectado un oído.

Al principio, los síntomas pueden desaparecer entre los episodios. Los periodos sin síntomas pueden durar hasta 1 año. Sin embargo, a medida que la enfermedad progresa, la deficiencia auditiva empeora gradualmente y el tinnitus (o acúfenos pulsantes) puede volverse constante.

En una variedad de la enfermedad de Ménière, la pérdida de audición y los acúfenos aparecen meses o incluso años antes de la primera crisis de vértigo. La audición puede mejorar tras el inicio de las crisis de vértigo.

Diagnóstico de la enfermedad de Ménière

  • Pruebas de audición

  • Resonancia magnética nuclear (RMN) con gadolinio

El médico sospecha la enfermedad de Ménière cuando la persona afectada presenta los síntomas característicos de vértigo con tinnitus (o acúfenos pulsátiles) y la pérdida de audición en un oído. Además, el vértigo no se desencadena por cambios en la posición corporal, a diferencia de las personas con vértigo posicional paroxístico benigno.

Los médicos también utilizan ciertas técnicas para detectar síntomas que sugieran la enfermedad de Ménière. Por ejemplo, pueden pedir a la persona que enfoque un objetivo mientras gira la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro para observar los movimientos oculares.

Para buscar otras causas de los síntomas, el médico suele hacer pruebas auditivas y, a veces, una resonancia magnética nuclear (RMN) con gadolinio.

Pronóstico de la enfermedad de Ménière

No existe una forma comprobada de detener la pérdida de audición debida a la enfermedad de Ménière. La mayoría de las personas sufren una sordera de moderada a grave en el oído afectado, al cabo de 10 a 15 años.

Tratamiento de la enfermedad de Ménière

  • La prevención de ataques mediante la limitación de la sal, el alcohol y la cafeína, así como la toma de un medicamento diurético

  • Fármacos como meclizina o lorazepam para aliviar las crisis repentinas de vértigo

  • Fármacos como la proclorperazina para aliviar los vómitos

  • A veces, fármacos o cirugía para reducir la presión del fluido o destruir las estructuras del oído interno

Tratamientos no invasivos para la enfermedad de Ménière

El hecho de seguir una dieta baja en sal, evitar el alcohol y la cafeína y tomar diuréticos (como hidroclorotiazida o acetazolamida, que aumentan la excreción de orina) reducen la frecuencia de las crisis de vértigo en la mayoría de las personas con enfermedad de Menière. Sin embargo, es posible que el tratamiento no detenga la pérdida gradual de audición.

Cuando se producen las crisis, el vértigo puede aliviarse temporalmente con fármacos administrados por vía oral, como meclizina o lorazepam. Las náuseas y los vómitos pueden aliviarse con comprimidos o supositorios de proclorperazina. Estos fármacos no ayudan a prevenir las crisis y por lo tanto no deben tomarse con regularidad, sino solo durante los periodos agudos de vértigo y nausea. Para aliviar los síntomas, algunos médicos también suministran corticoesteroides, como prednisona por vía oral, o en ocasiones una inyección del corticoesteroide dexametasona detrás del tímpano. Ciertos medicamentos utilizados para prevenir las migrañas (como algunos antidepresivos) son eficaces para algunas personas con la enfermedad de Ménière.

Tratamientos invasivos para la enfermedad de Meniere

En las personas que resulten incapacitadas por crisis frecuentes de vértigo, a pesar del tratamiento farmacológico, pueden utilizarse tratamientos no invasivos. El objetivo de estos procedimientos es reducir la presión del líquido en el oído interno o destruir las estructuras del oído interno responsables de la función de equilibrio. El procedimiento menos destructivo se denomina descompresión del saco endolinfático. (El saco endolinfático contiene el líquido que rodea las células ciliadas del oído interno). En este procedimiento, el cirujano practica una incisión detrás de la oreja y extrae el hueso situado sobre el saco endolinfático para que pueda visualizarse. Se utiliza un bisturí o un láser para practicar un orificio en el saco, permitiendo así que el líquido drene. El cirujano puede colocar un drenaje de plástico delgado y flexible en el orificio para ayudar a mantenerlo abierto. No afecta al equilibrio, y rara vez daña la audición.

Si la descompresión del saco endolinfático no surte efecto, los médicos pueden tener que destruir las estructuras del oído interno que causan los síntomas mediante la inyección de una solución de gentamicina en el oído medio, administrada a través del tímpano. La gentamicina destruye selectivamente la función del equilibrio antes de afectar a la audición, pero continúa existiendo un riesgo de pérdida auditiva. Este riesgo es bajo si los médicos inyectan la gentamicina solo una vez y esperan 4 semanas antes de repetirla si es necesario.

Las personas que sigan sufriendo episodios frecuentes y graves a pesar de estos tratamientos pueden necesitar un procedimiento quirúrgico más invasivo. Seccionar el nervio vestibular (neurectomía vestibular) destruye de forma permanente la capacidad del oído interno de afectar al equilibrio, suele preservar la audición y alivia el vértigo en el 95% de los casos. Este procedimiento suele llevarse a cabo para tratar a las personas cuyos síntomas no mejoran después de una descompresión del saco endolinfático, o en aquellas que no quieren volver a experimentar un episodio de vértigo jamás.

Cuando el vértigo es incapacitante y la audición en el oído implicado se ha deteriorado, pueden extirparse los conductos semicirculares mediante un procedimiento denominado laberintectomía. En estos casos, la restauración auditiva es a veces posible con un implante coclear.

Ninguna de las técnicas quirúrgicas que tratan el vértigo son eficaces para la pérdida auditiva frecuentemente asociada a la enfermedad de Ménière.

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